miércoles, 20 de octubre de 2010

Puntos suspensivos

Estoy muy emocionada por todas las muestras de cariño. Agradezco todas y cada una de ellas. Hoy me he levantado huérfana de blog, y al leer los titulares de la prensa y mirarme en el espejo tenía otra vez montones de ideas..., y me picaban los dedos, como se dice en alemán, esa lengua que amo tanto. Reitero lo que ya sabía, que este blog ha sido todo un éxito personal, y lo que más lamento es perder la relación diaria que me permitía tener con mis lectores, tan interactiva, incluso en silencio. Que cierre este proyecto tiene miras de futuro. Necesito mirar hacia delante, y habrá más proyectos. Lo aseguro. Le ruego a todo el que quiera que le informe cuando tenga alguno preparado, que me mande un correo a mi dirección, ma_elena.fernandez@yahoo.de, y avisaré a todos cuando ponga en marcha otra cosa. Pero ahora, necesito mi tiempo. Muchos lo han entendido.

Y este último párrafo se lo dedico a mis hijas: mi motor y mi alimento. La mayor no estaba esta mañana de acuerdo cuando se ha enterado de que dejo este blog, pues es tan peleona y tozuda como yo. Pero la pequeña, que es tan soñadora como yo y tiene una lógica que hace reír a cualquiera, antes de anoche, al leerle "La Cenicienta" en plan de "cachondeo", pues el cuento serio ya nos lo sabemos y lo dejamos de leer hace mucho, me soltó ante la imagen de Cenicienta bailando con el príncipe: "No entiendo como ésta sabía bailar cuando llegó al baile, si durante el día no hacía otra cosa que limpiar". Pues de eso se trata, recórcholis.

martes, 19 de octubre de 2010

Ha sido un placer, blog

Podrá parecer un sinsentido pero no lo es. Es algo que vengo meditando desde hace días y ayer volví a pensar con gran fuerza en ello; hoy no pensaba escribir e iba a reflexionar. Pero ya está decidido lo que ya sabía que iba a hacer cualquier día de estos. Me despido de todos los que me han seguido, conocidos y desconocidos, y les doy las gracias, porque ellos me han ayudado a mí a ser yo. Este blog ha sido uno de los proyectos que con más cariño y tesón he realizado en toda mi vida. Pero es el momento de guardarme esa energía y tiempo para otros "proyectos". Lo dejo en un momento en el que menos que nunca me faltaban ideas (algunos se reirán), pero precisamente por ello necesito parar, porque me absorbe demasiada energía, que, sinceramente, necesito para otras cosas. En mi vida va a haber cambios y necesito concentrarme en ellos.

Nada me gustaría más que haber aportado algo, de la forma que sea. Para mí ha sido un gran éxito personal tener este blog. Y por eso le doy a él las gracias. Siempre he dicho que yo le necesitaba a él pero no él a mí. Y gracias a él he sido más yo que nunca. Estaré ahí por si alguien me necesita. Nunca me han gustado las despedidas. Hasta siempre.

lunes, 18 de octubre de 2010

Ser niños

"Me propuse leer un libro infantil que me mandó el autor, y lo leí algo. Pero lo dejé rápido, ¡de lo mucho que me enfadé! Os digo también por qué. ¡Tal señor quiere que los niños que leen su libro se crean que están siempre de buen humor y que no saben ni lo que hacer de tanta felicidad! El muy falso hace como si la niñez estuviera hecha de masa de pastel de primera categoría.
¿Cómo puede una persona adulta olvidar su juventud por completo, de manera que un día de repente ni siquiera se acuerda de lo tristes e infelices que son los niños a veces? (Yo os pido al respecto de todo corazón: ¡No olvidéis vuestra infancia nunca! ¿Me lo prometéis? ¿Palabra de honor?
Da igual si uno llora por una muñeca rota, o porque posteriormente pierda a un amigo. En la vida nunca se trata del motivo por el que uno está triste sino sólo de cuánto se aflige uno. Verdaderamente las lágrimas de los niños no son ni más pequeñas y con bastante frecuencia pesan más que las lágrimas de los mayores. ¡Que no haya confusiones, señores!". Erich Kästner, Das fliegende Klassenzimmer, 'El aula voladora' (1933) [mi traducción].

Ayer leí estas palabras, al cumplir la promesa que le he hecho a mi hija mayor de que todos los libros que se lea para la clase de literatura me los leeré yo también. Se trata de un libro juvenil delicioso, conocidísimo en Alemania, todo un clásico, como el resto de las obras de Erich Kästner, autor alemán que murió en 1974. Mi hija me leyó este párrafo hace días en alto, y me llenó de emoción el detalle de que sepa ver el mensaje del autor en el prólogo del libro, la ironía y seriedad, y en el que cuenta de la historia que va a narrar.

Y hoy, al ver las lagrimitas de mi hija pequeña mientras desayunaba, que no eran más que por el madrugón que se había pegado tras dos semanas de vacaciones y volver hoy al colegio en horas intempestivas, y ver a la otra que antes de irse a las siete y diez de la mañana ya me había puesto la cabeza loca con todos sus pensamientos matutinos, por los dolores de tripa que tiene cuando está nerviosa, y por el susto que me dio el otro día, pensé que efectivamente es muy duro ser niño. Creo que todos firmaríamos esto, y decir que la niñez es un camino de rosas es, como dice Erich Kästner, una desfachatez. Yo recuerdo muchas lagrimitas mías de pequeña por cosas que parecerán ahora tonterías, pero que entonces eran tragos muy gordos. Y hoy, la pequeña decía que no sabía por qué lloraba, pero asintió al preguntarle yo si era por tener sueño y no saber ni cómo tenía el cuerpo. Yo, que también estaba muertita de sueño, le he dicho que lo entiendo, y que entiendo sus miedos a volver al cole, tras dos semanas, con lo dura que es la vida de un pequeñín, que nadie se lo imagina.

Media hora después se bajó del coche tan campante, como si fuese un día normal, porque es un día normal.

domingo, 17 de octubre de 2010

Salvados, pero no de la carroña

Para mí hay ciertas noticias que se basan en los hechos, y todo lo demás no me interesa. Ejemplo: 33 mineros atrapados en una mina en Chile, 69 días en total; consiguen sacarlos a todos. Hasta ahí comprendo la información, el interés, el milagro incluso, y la admiración hacia ellos por tener la entereza de aguantar en condiciones de higiene infrahumanas tanto tiempo en la oscuridad, tras el que muchos quedarán probablemente tocados para el resto de sus vidas. Por eso, de la noticia he seguido lo básico, y todo lo de alrededor me parecía y parece superfluo, y no he leído nada. Pero aunque no quieras te meten la "información" en titulares y estaba claro lo que iba a pasar: la novia del minero que espera que éste le proponga en matrimonio como había anunciado abajo (ay, amiga, vete tú a saber si ahora con la exclusiva de alguna entrevista se hace rico, y te deja plantada; pero entonces tú podrás vender la exclusiva, alégrate), las dos mujeres, mujer y amante de otro minero, peleándose fuera de la mina a la espera y ahora; luego las historias de que si éste es más fuerte que el otro, los enfermos, o qué sé yo. Y ahora se lanzan todos los que pueden sacar tajada sobre los hombres, en un momento en el que estarán confundidos, perdidos, y que tardarán en asumir y reubicarse en la realidad. La prensa amarilla y todos los buitres carroñeros vuelan alrededor, y muchos mineros serán tan imbéciles como para prestarse al juego. Al fin y al cabo habrá mucho dinero en juego, y como para desaprovecharlo, tras lo vivido, y con un futuro incierto, pues me imagino que muchos no querrán volver a pisar la mina (yo no lo haría). Y los chilenos y el mundo espera noticias, lo más podridas posible, porque el espectáculo ha de seguir. Es vergonzoso, y desería que nos librasen de la que se nos avecina. Entiendo que los mineros quieran cobrar por entrevistas y vender su experiencia, pero si todo se basase en lo vivido, en cómo aguantaron, para tratar de mostrar algunos valores humanos decentes, sería hasta positivo. Pero una vez acabada la noticia la prensa seguirá generando noticias, investigando, preguntando a esas mujeres enfadadas y a los parientes que esperan sacar tajada también, y que declararán todo tipo de incongrueces con tal de ganar ellos también. Nadie debería leer esas noticias, a nadie deberían interesarle. Pero me temo que no es el caso. Y lo malo, repito, es que aunque no queramos nos enteraremos de los detalles. Qué asco.

sábado, 16 de octubre de 2010

"Me gustan los libros pero no leer"

Mi hija pequeña tiene respuestas para todo. Por fn lee, pero no tanto como a mí me gustaría. Digamos que tiene libros, los hojea, y me dice mil veces "me aburrrrrrrro", demonstrándome que ya pronuncia la "r" como cualquier español del "terruño", y al recordarle yo durante estas dos semanas de vacaciones escolares que podría leer, ante tanto aburrrrrrrrrrrimiento, me dijo que si no lee es porque no le gusta, y entonces le dije que para qué se pide libros a veces: "Bueno, es que me gustan los libros pero no leer". Como siempre, me hizo reír. Parece yo, que voy comprando libros cada año convencidísima de que me los voy a leer todos, algún día, ... porque me gustan los libros, y también leer. Como me gustan los platos fuertes, ahora llevo nada menos que desde julio leyendo los Buddenbrooks, la novela de Thomas Mann de la saga familiar de Lübeck, y voy por algo más de la mitad, algo que disculpo diciendo que tiene casi 700 páginas y que la leo en alemán, y que es un libro de tomo y lomo, nunca mejor dicho. Thomas Mann la terminó con 25 años. Casi 30 años después, cuando le concedieron el Nobel de literatura, el jurado argumentó que era básicamente por esa obra. Y me lo creo. Quien sea capaz de escribir una obra así con esa edad, puede descansar la pluma para el resto de su vida, algo que no hizó Thomas Mann, del que Hemingway dijo que podría haber sido un gran escritor si no hubiese escrito los Buddenbrooks. A mí me tiene maravillada por el lenguaje, la descripción de la época, mismo de la ciudad, Lübeck y sus alrededores, los personajes tan bien estructurados, definidos, algunos repelentes, otros fríos como debía ser la vida en la época en esa alta sociedad. Y noche tras noche, cuando consigo centrarme en ese mundo de Lübeck de la segunda mitad del siglo XIX, vuelvo a maravillarme, a pensar que sólo unos elegidos son capaces de escribir un Quijote, un Cien años de soledad, unos Buddenbrooks, y que en comparación muchas obras son papeles rellenos.

Y pienso que hay que empezar, desde pequeñitos a inculcar el gusto por la literatura y los clásicos. En mi periplo por la literatura alemana, he descubierto también baladas y poemas de los que les hacen (o mejor dicho les hacían) aprender a la gente en el colegio antes, como a nosotros algún romance que yo todavía recuerdo de carrerilla ("Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tu naciste, grandes señales había). Aquí son de Goethe, Schiller, Fontane. Me quedo con el "Herr von Ribbeck auf Ribbeck im Havelland, ein Birnbaum in seinem Garten stand...", de Fontane, o de Goethe "Wer reitet so spät durch Nacht und Wind? Es ist der Vater mit seinem Kind". Y por eso estoy encantada con que mi hija mayor haya empezado en el instituto con un libro magistral para la literatura infantil: Das fliegende Klassenzimmer, de Erich Kästner (El aula voladora), un clásico en Alemania, como leer Platero y yo (admito que a mí de niña este último me pareció un tostón -probablemente debería leerlo ahora para apreciarlo- pero quizá lecturas así fueron la piedra angular para leer libros "densos", como dice un amigo mío que se ríe de mis lecturas).

Pero el otro día conseguí lo que parecía inalcanzable: que mí hija pequeña leyese en silencio un buen rato. La mayor ya le cogió hace tiempo el gusto a la lectura, y devora libros: no doy abasto a llevarla a la biblioteca y sacar y devolver libros, algo que hago encantada. La otra saca alguno, lo hojea y lo devuelve. Leer es un rollo, dice. Pero anoche, leyendo las tres juntas Manolito Gafotas que hacemos menos de lo que me gustaría, la pequeña dijo "anda, Carabanchel, donde vive la abuela". Y descubrimos a un personaje descrito como que "se despistaba y se quedaba embobado mirando farolas; él es un gran observador de cosas que no tienen ningún interés". Y le dije: "Mira, Natalia, leemos porque siempre hay alguien que expresa mejor que nosotros lo que nosotros pensamos, porque esos personajes de los libros están en la vida real". Y la mayor y yo nos reímos, porque Natalia es capaz de ensimismarse con el aire, con cualquier mosca que pase. Y a la vez es capaz, como hizo hace un par de meses, cuando apenas empezaba a escribir, de llegar a casa del cole y escribir literatura: "Es war einmal ein Mädchen, die war traurig, weil die Jungs sie geärgert haben", 'Érase una vez una niña que estaba triste, porque los chicos le habían fastidiado". El tema es la esencia de la literatura, y conservo el papel como prueba. A lo mejor consigo que le acabe por gustar el leer. Seguiremos en ello.

viernes, 15 de octubre de 2010

Claro que hay cacos en Alemania

Al enterarse de los desperfectos de mi coche, algunos me han dicho sorprendidos "Vaya, también hay cacos en Alemania...". Por supuesto, aquí ocurre lo mismo que en todas partes: atracos, robos, destrozos, robos con o sin violencia, de todo. Pero sí que en general la vida diaria es mucho más segura. No vas por la calle pensando que en cualquier momento te podrían robar el bolso o la cartera, vas más relajado. Yo lo noto nada más llegar a España, que llego con la despreocupación de aquí, es decir, bolso abierto, o la tentación de dejar cosas en el coche, como hago aquí, y enseguida la gente me dice que cierre el bolso, me previenen, y lo mismo respecto a dejar algo en el coche a vista de nadie. Yo aquí voy con el bolso abierto, y nunca me han robado nada, dejo cosas a la vista en el coche, y no me han quitado nada. Bueno, lo del coche ya no lo puedo decir muy alto, pues el otro día me rompieron la luna en Düsseldorf. Sin embargo no se llevaron nada, lo cual me sorprendió, y hay dos posibilidades, o los pillaron en plena acción y se fueron, algo extraño pues era en una calle muy solitaria, o verdaderamente los destrozos fueron por puro vandalismo, pues me podían haber quitado mismo el navegador, que dejaron allí, algo viejo, al igual que el coche. Düsseldorf es el sitio de Alemania donde más lunas de los coches rompen, confirmado por el taller de reparación; quizá no es de extrañar en una ciudad grande, moderna y rica, con mucho Mercedes y demás coches de lujo, pero ésos los hay en toda Alemania, hasta en los pueblos. Y Hamburgo y Bremen son las ciudades donde más bicis se roban, decía el periódico el mismo día del ataque a mi coche. Yo no tengo bici, pero sé de varios casos. Pero también sé de bicis aparcadas sin candado, y que nadie quita. También sé que me he dejado el coche alguna ocasión sin cerrar y que no ha pasado nada, e incluso  me he dejado en varias ocasiones las llaves de casa puestas en la cerradura por fuera, y no me di cuenta hasta bastantes horas después, y no pasó nada. Vivimos sin rejas en ventanas a nivel del suelo, sin muros cerrando el paso a la casa, incluso a mi jardín puede acceder cualquiera, entrando entre los setos. Fuera hay muebles del jardín, mi vecina tiene una buena mesa de ping-pong que sería muy fácil robar. Y la única que parece pensar en esas cosas soy yo, pues a veces parezco neurótica por preocuparme por si esto o lo otro está fuera. Mi vecina deja las bicis a menudo en el jardín sin candados. Y sí, por supuesto que sé de casos de robos aquí, pero ni mucho menos en comparación con lo que ocurre en España, donde oyes continuamente que si a fulanito le han robado la cartera, a menganita el bolso, a otro la cazadora de cuero, o el coche, o mismo un paraguas que dejes en un sitio, desaparece a la mínima. Aquí me he dejado paraguas en alguna tienda o consulta del médico, y he vuelto días después, y allí estaba.

En España me agobia esa sensación de que en cualquier momento te podrían quitar algo. Luego te acostumbras, y vas relajado, porque si no no vives, pero definitivamente la seguridad ciudadana es mucho mayor aquí. Pero por supuesto que hay cacos. Como en todas partes.

jueves, 14 de octubre de 2010

La HafenCity

No voy casi, porque no me cae a mano, pero tras no haber ido desde hace mucho a la HafenCity, el nuevo barrio de Hamburgo, me ha sorprendido hoy. La primera vez que lo vi, hace tres años, me pareció muerto, sin vida. Es normal, porque los primeros inquilinos acababan de mudarse a sus modernísimos apartamentos, probablemente una mezcla de yuppies, solteros, parejas sin hijos, y gente moderna con dinero, pues los precios no le permiten a cualquiera comprar vivienda ahí. Pero tres años después, parece que la vida ha entrado a la HafenCity. No hay marcha nocturna, eso ya lo comprobé hace tiempo un viernes por la noche, pero de día hay mucho movimiento. Muchas empresas se han mudado ya hacia la modernidad de Hamburgo: Unilever o SAP, entre otras. Pero lo que le ha dado mucha vidilla al conglomerado de ladrillo y todo tipo de arquitectura moderna, canales, barquitos, paradas de autobús, y grúas y más grúas por todas partes, es la cantidad de gente que trabaja allí, aunque ésos se van por la tarde, pero sobre todo las tiendas, restaurantes, y una guardería y un colegio cuyo recreo está en el tejado del edificio, nada para los niños que tengan vértigo, y complicado para jugar a la pelota... que como se les caiga a los chavales... aunque teniendo en cuenta que vivimos en Alemania, no estará permitido jugar a la pelota. Asunto solucionado.

Ahora mismo viven 1.500 personas en los barrios existentes (hasta barrios tiene la zona), y de día trabajan 6.000 allí, con lo que cabe dudar si los niños que van a ese colegio sean niños que vivan en la HafenCity, sino probablemente sus madres los dejen allí mientras trabajan, pues es una escuela para todo el día, algo que casi no existe en Hamburgo. Allí hay necesidad, parece, algo es algo.

Y así, de la nada, le han quitado espacio al río Elba, se han cerrado terrenos, y junto al puerto, en un enclave privilegiado, ha salido un barrio céntrico de la nada. El metro llegará en 2012, aunque ya lleven demasiado tiempo construyéndolo. Pero el metro tardó 20 años en llegar al aeropuerto, así que ahora van "rapidito".

Y siguen y siguen construyendo. Y lo que falta. Para el que le interese seguir leyendo, http://www.hafencity.com/en/home.html, pues ahora viene mi visión, que es menos objetiva, por supuesto:

Así de avanzada está la Filarmónica, la nueva sala de conciertos para la orquesta de ídem. En opinión de la mayoría, innecesaria y un despilfarro pues el presupuesto se ha multiplicado a lo largo de las obras. ¡Pero qué más da el dinero!, si se necesitan un par de milloncejos más, se sacan de donde no hay, pues va a quedar bonita, ¿verdad? Y si se cierran bibliotecas, o no hay dinero para otras cosas, da igual, que para eso es un edificio de prestigio de arquitectos de renombre, y nos va a quedar muy chic.

Una de las calles más estupendas. Parece una maqueta, de lo perfecta que es. Y en esos pisos vive gente. Son los primeros que construyeron.

Ésta es una de las calles más recientes. Aquí hay tiendas, restaurantes, y eso de que tiene vidilla... vamos a dejarlo, pero esto es Alemania, y las calles están así frecuentemente, a mitad del día, por muy moderno que sea el barrio.

La terminal de cruceros, donde en temporada alta de viajes en barco, llegan toneladas de viajeros ávidos de ciudad. Esto no es el Caribe, ni las islas griegas (miren el cielo), pero vienen turistas en crucero. Faltaría más, que para eso tenemos un río que parece un mar, y uno de los puertos más importantes del mundo.

Las obras siguen y seguirán. Parece Berlín en sus mejores tiempos.
  
Y lo más feo de la HafenCity, el ViewPoint, o plataforma donde subirse y ver lo de alrededor. Es una birria y no tan alto como parece o debería ser, pero se ve bastante, y me permitió tirar todas las fotos. Probablemente el artefacto acabe luego o en la chatarra o como pieza de museo, si es que no lo rebautizan para ver cómo se deteriora el barrio si llegan inmigrantes, y caen los precios de la vivienda en la zona, lo cual no se cree nadie, ninguna de las dos cosas. Pero y lo chulo que está quedando el barrio, chirimbolo incluido.