jueves, 31 de diciembre de 2009

Silvester y ¡a resbalar!

Aquí a la Nochevieja se la llama Silvester, por lo de San Silvestre, pero sin el San (todo es pagano aquí). Y como en muchas otras fechas, Alemania tiene su particular forma de celebrar. Aquí no se toman las uvas, y cuando cuento sobre nuestro rito les parece algo muy curioso. Aquí se mira el reloj en la tele, con la copa en la mano, y se cuentan los últimos segundos hasta que se entra en el año. Y en ese momento sale la gente a la calle, a tirar los fuegos artificiales y petardos de uso casero que venden para la ocasión. Los alemanes lanzan cada Nochevieja millones de euros en petardos al cielo. Todo un despilfarro, y a mí me da dolor de corazón pensando en todo lo que se podría hacer con ese dinero. Es una costumbre que me sorprende, y donde parecen desmelenarse, igual que en la autopista sin límite de velocidad, las dos parcelitas más anárquicas que conservan en un país de tantas normas. Cualquier alemán serio y tranquilote se vuelve un pirómano cada Nochevieja. A mí, que me dan algo de miedo los petardos, me sorprende que sean tan permisivos con los niños y les dejen desde bien pequeñitos "jugar" así y encender tantas mechas todas las Nocheviejas. Cada calle se llena de humo y dura más de una hora lo "gordo", es decir, el estruendo total, hasta ir apagándose el ruido en el silencio de la noche. Mientras lanzas los fuegos artificiales, es el momento de socializar con tus vecinos, a los que generalmente ves poco, y al tirar un par de petardos juntos, ganas algo de confianza para el resto del año.

Los alemanes se desean estos días "einen guten Rutsch", es decir, 'un buen resbalón' en el año nuevo. Aquí se entra resbalando, y si miro por la ventana, este año es literal además, pues con la capita de nieve que hay, más vale no patinar y empezar el año con algún hueso roto. Pero es el equivalente a nuestro "feliz salida y entrada de año".

Pero hay más costumbres. La cena de Nochevieja no es familiar, como en España. Aquí se junta uno con amigos, y bien prontito por la tarde, luego se cena y se pasa el rato hasta medianoche. Otro rito es ver "Dinner for One" a las siete u ocho de la tarde, un programa que grabó la televisión alemana en 1963, y que es como la frase que se repite en la historieta todo el rato: "the same procedure as every year", es decir, el mismo procedimiento cada año. Miss Sophie es una dama que celebra su 90 cumpleaños y que como cada año invita a sus cuatro amigos a celebrar con ella, ...pero los amigos están ya muertos, es decir que las sillas están vacías, y su mayordomo, James, sirve a cada uno como si estuvieran presentes. Entonces el ritual consiste en preguntar todo el rato si es "el mismo procedimiento que todos los años" a lo que la abuela dice que sí, y el mayordomo se tiene que ir bebiendo la copa de cada uno, por lo que tras una cena de cuatro platos y diversos vinitos y licores acaba borracho total, tropezando con la alfombra y bebiéndose hasta el agua del jarrón de las flores. Cuando la señora anuncia que se retira a sus aposentos, él vuelve a preguntar "¿the same procedure as every year, Miss Sophie?" a lo que ella contesta como a lo largo de toda la cena "the same procedure as every year, James", y él la agarra del brazo y dice "Well, I'll do my very best" ('Bueno, haré lo que pueda...'), y guiña un ojo... y se van para arriba a la habitación. La verdad es que cuando veo a la gente aquí riéndose a carcajadas año tras año y yo sin reírme nada de nada, me pregunto que qué les hará tanta gracia si ya se lo saben de memoria. No lo entiendo. Otra cosa cultural. El humor... Con lo que yo me reía con Martes y Trece en Nochevieja.

Y luego comemos Berliner, unos bollos de masa tipo donut pero sin agujero, que llevan mermelada por dentro. Se venden todo el año, pero en Nochevieja los sofistican y los rellenan de champán, de licor de huevo, de manzana u otros tipos de mermeladas que la roja simple que llevan todo el año. Se comen por la noche, cuando a uno le apetezca. Al menos no hay hora para comerlos. Otro libertinaje.

Y yo, como le decía ayer a una amiga que no se creía que en España no tiramos cada uno nuestros petardos, hago una mezcla de todo. Como este año celebramos con una amiga española nos tomaremos las uvas. Durante muchos años no las tomé, pero la antena parabólica lo hace posible. Nos comeremos los Berliner, y como los maridos son de aquí, dirán que quieren ver "Dinner for One". Y a las doce tiraremos (o mejor dicho, tirarán, porque yo no...) los cohetes, y todos quedarán felices. Yo a las 12 tendré mi momento de melancolía, el del emigrante. Me pasa desde siempre. Así que hala, a celebrar, como se pueda. ¿Mi deseo para el 2010...? Ante todo salud, mucha salud para todos, que es lo principal, pues de tópico no tiene nada. Por lo demás, no estoy yo en condiciones como para pedir mucho ahora ;-). Que no me falte el humor. Feliz Año.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

"Contra la pared"

En realidad la entrada de hoy se debería llamar "Soul Kitchen", pero prefiero el otro título, como también prefiero esa película de Fatih Akin a la de "Soul Kitchen". Anoche tuve la ocasión de ver esta última, del director alemán de origen turco, capaz de enseñar como nadie la subcultura turca en Hamburgo, su ciudad natal, con personajes que podrían aparecer también en las películas de Almodovar. "Corazón International" se llama la productora de este director. ¿Coincidencia la palabra española? Creo que no. Es el director de mayor proyección internacional como lo es Almodóvar para España. Con Fatih Akin pienso en lo que dice un amigo mío respecto a las películas de Almodóvar: ver una de sus películas no es nunca una pérdida de tiempo.

Con "Soul Kitchen" anoche me reí, y mucho. La película está bien, pero le faltó algo más de originalidad para solucionar la trama, pues es algo previsible en bastantes momentos, y los personajes alemanes son demasiado estereotipados. El humor desvaría algo en ocasiones. Pero el efecto final es bastante bueno, gracias a los actores griegos y turcos que aparecen en otras de las películas del director. Pero la protagonista de "Soul Kitchen" es como siempre la ciudad de Hamburgo, o en este caso más que en otras, pues en otras de sus películas la acción se traslada en algún momento a Turquía. Pero aquí nos quedamos todo el tiempo en Hamburgo, sobre todo en Wilhelmsburg, que es uno de los barrios de inmigrantes de más solera, y esta vez son inmigrantes griegos los protagonistas, junto con algún turco. Fue Wilhelmsburg el lugar donde se instalaron muchos de los españoles que llegaron aquí en los 60 a trabajar. También aparece la Speicherstadt, la ciudad almacén del puerto, y como parte de la modernidad, la nueva HafenCity; y como siempre Ottensen, el barrio de Altona donde sigue residiendo el director. Aunque en algunos momentos chirría algo la película, al salirse un poco de tono y llenarse de lugares comunes alguna que otra escena, merece la pena, sobre todo para reírse un rato, y ver algo de Hamburgo, por qué no. Se trata de la primera comedia del director, al que en mi opinión le pegan más los dramas.

Pero me quedo con "Gegen die Wand", "Contra la pared", la mejor de Fatih Akin sin duda. Ganó el Oso de Oro en la Berlinale hace unos años con ella, con una soprendente actriz protagonista proveniente del cine porno. Trataron de hundir bastante a la actriz por ello (Bild-Zeitung...), pero no lo consiguieron por suerte. La película brilla por su inigualable presentación de la subcultura turca en Hamburgo, y por consiguiente de cualquier otra ciudad alemana. Trata sobre los hijos de los inmigrantes turcos, nacidos aquí, que son alemanes y no se podrían ir a ninguna otra parte, pero que sin ser ya turcos de mentalidad tienen que rendir cuentas en su mundo de origen. La protagonista le propone un matrimonio convenido a un turco-alemán, que está en un psiquiátrico tras intentar suicidarse, como ella. Ese matrimonio le daría a ella libertad para escaparse del control de su familia. Pero el marido se enamora de ella, y lo que empieza como algo convenido acaba en drama. Fabulosas escenas en Ottensen, increíble mezcla entre el ambientillo de Hamburgo con la posterior historia de la protagonista en Turquía, y el reencuentro de ambos cuando ya es tarde. Una de esas historias que se te meten dentro y que no olvidas. De "Soul Kitchen" me olvidaré antes.

martes, 29 de diciembre de 2009

Hay familias en Europa

Desde he leído que Rouco Varela se dirigió el domingo a los convocados por la iglesia en Madrid con las palabras: "Europa sin vosotros se quedaría prácticamente sin hijos", no dejo de pensar como ciudadana europea que conoce a muchas familias europeas fuera de España en la desfachatez de estas palabras. Con todos mis respetos a los que quieran tener hasta diez hijos, como una familia que salió en la tele diciendo que se había desplazado con todos ellos desde el norte de España para la misa, me parece una falta de respeto a otras familias creerse mejores por el hecho de ser católicos o incluso peor, creerse únicos en toda Europa. Porque decir que sin la familia católica Europa se quedaría sin hijos demuestra una ignorancia total. Se me vienen a la mente la cantidad de familias que conozco con hijos en Alemania, muchas de tres y hasta cuatro, muchas de ellas protestantes, y muchas ateas. O sea que una vez más anda muy equivocado Rouco Varela. No me extraña que los alemanes, cuando oyen de estas manifestaciones, convocatorias o misas multitudinarias, de las que se curiosamente se hacen eco los medios de comunicación alemanes, se asusten, y como española me pidan cuentas por ese catolicismo tan exacerbado. Yo les tranquilizo y les digo que a pesar de esos muchos miles hay muchísimos más miles que no van a esa catarsis colectiva de catolicismo, y que muchos tienen hijos en España también porque sí, y no porque lo diga la iglesia. Sinceramente, no nos dan una gran publicidad a los españoles con esas convocatorias, pues asustan en el extranjero.

Y bueno, lo de ayer con las esquelas por los niños abortados en el 2009 publicados por algunos periódicos en el Día de los Santos Inocentes, eligiendo esa fecha adrede por las connotaciones católicas, me parece una broma en sí. Tuve que leerlo dos veces, y restregarme los ojos, y preferiría que fuese la inocentada del día, la verdad. Pero por desgracia sé que la iglesia y algunos periódicos en España no se andan con chiquitas. Precisamente el otro día mi madre, fiel de misa todos los domingos durante toda su vida, tras llevar oyendo durante demasiado tiempo tanta cizaña en la iglesia, me dijo: "Me han quitado la fe". Y no me extraña. Lo difícil es mantenerla.

lunes, 28 de diciembre de 2009

"Entre los años"

Suena raro en español, pero en alemán existe esta expresión para denominar los días en los que nos encontramos entre hoy y Nochevieja: zwischen den Jahren, es decir, los días que están "entre los años", los días laborables de después de la Navidad del año que se acaba, y del que está a punto de empezar. Me encanta la expresión por anodina, por no decir nada en realidad. Lo de "entre los años" viene a ser el transitar con la barriga llena por el nirvana de estos días, tras las comilonas de los anteriores (aquí con el 26 uno más, recuerden), y esperando al 31 con la que se avecina. Y en estos días de entremedias, se hace poco. La expresión la aprendí en el trabajo, cuando la gente luchaba por cogerse libre "entre los años". A mí no me importaba trabajar esos días, porque la oficina estaba tranquila, no sonaba el teléfono y me ahorraba los días para otra ocasión menos sosa. Porque estos días son sosos. Pocos trabajan, pero los que más lo hacen son los de las tiendas, atendiendo a todos los que quieren cambiar regalos de Navidad o gastar el dinero que han recibido. Como a la gente le entra las prisas, algunos quitan ya hasta el árbol de Navidad; algo hay que hacer. También puede ocurrirte que quieras comprar algo típico navideño estos días y ya no puedas: porque al igual que te ponen los dulces navideños en el supermercado el 1 de septiembre, y el resto de cosas las puedes comprar en octubre ya, no vayas buscando velitas o algo típico ahora tras la Navidad, pues lo quitan todo muy rápido. Una actividad para a partir de mañana será comprar los fuegos artificiales para Nochevieja. Aquí todo el mundo tira sus fuegos artificiales y petardos particulares a la puerta de su casa, y la venta oficial es siempre dos días laborables antes de Nochevieja, este año el 29 (antes está prohíbido; a partir del 31 también; estamos en Alemania, todo está regulado). Así que ese día saldrán todos en estampida, no sea que luego no haya. Y de repente se verán los símbolos de estos días, los de la buena suerte para el año nuevo: los deshollinadores, los cerditos, y el céntimo del euro (antes era el Pfennig, la centésima del marco alemán). Y venden plantitas decoradas con estas cositas, o te los ponen pinchados en cualquier bollo, o artefacto. O sea que más compras.

"Entre los años" los niños se ponen pesados. Aquí ya no tienen regalos que esperar, y ya no sirve el "como no te portes bien, no te van a traer nada". Ya no cuela. En teoría deberían jugar con los juguetes recibidos, y no pegarse. A mis hijas, estos días tan largos, pisando poco la calle les da para todo: para jugar, para abrazarse, quererse, y a los diez minutos matarse. Son los momentos en los que pienso en mi padre, que cuando éramos pequeños decía: "Ay, si viniera Herodes". Muy apropiado en un día como hoy, el de los Santos Inocentes. Aquí no se sabe que existe ese día, ni es día de gastar bromitas (aquí es el 1 de abril; miren lo anglosajones que somos). Pero yo sí lo sé, y todos los 28 de diciembre me acuerdo de Herodes. Y de mi padre, que es una persona muy aguda.

Pero aguda es también la expresión zwischen den Jahren, y la mejor manera de sorprender a los alemanes. Si como extrajero la usas, demostrarás un gran conocimiento del país: unos amigos me comentaron hace poco que les hace gracia que yo la usara al contar lo que vamos a hacer estos días, es decir, más bien poco. Es una expresión que demuestra tu grado de adaptación como extranjero, según me dijeron en plan guasón. Pero razón no les falta. Porque hoy me siento "entre los años", y creo que no soy la única. Los que tienen que trabajar, por pringados, y los que no, por tener la sensación de nada.

domingo, 27 de diciembre de 2009

A pasear

Estos días festivos, con domingo añadido (aquí es fiesta desde Nochebuena, y más hoy llevamos cuatro), son días de ver a familias por la calle, dando un paseíto entre comilona y comilona. Los alemanes son muy dados a los paseos en la naturaleza (que está dentro de las ciudades), y normalmente cualquier domingo se ven a parejas paseando por el bosque, o a personas solas con su perro. Es el llamado Sonntagsspaziergang ('el paseo del domingo'). Pero estos días de Navidad se da el Weihnachtsspaziergang, ('el paseo de Navidad') y es que la lengua alemana, nos permite adaptar los paseos a todo lo que queramos. Estos días he visto pasar delante de mi ventana a muchísima gente de paseo, lo que no se suele ver en tanta cantidad el resto del año, y hasta en grupos grandes. Al terminar de comer, en muchos casos, la gente propone salir al frische Luft, al aire fresco, antes de continuar con el café y dulces. Y por pisar la calle en muchos casos, pues aquí no se toma uno un vinito antes de la comida en el bar de la esquina, ya que no hay ningún bar en ninguna esquina.

Pero lo mejor es adentrarse en el bosque. Hoy, mientras corría, me he encontrado con muchos grupos de estos, de varias generaciones, algunos de más de diez de personas. Desde padres con sus hijos adolescentes, señoras con sus madres ancianas del brazo, y a grupos de varias generaciones con el bebé en el carrito, niños de todas las edades, los padres de estos y los abuelos, cual migración pero sin caravana. Ayer dimos nosotros un paseo de esos en grupo: éramos ocho más un perro. El paseo es el momento de darte cuenta de lo que crecen los niños. Mi ahijado, de 13 años, mide 1.80 m y tiene un 45 de pie. En el paseo del año pasado, me pasaba ya un buen trozo, pero su hermano, de 11 años, todavía no, pero este año hasta éste es más alto que yo. Lo mismo les debe de pasar a los paseantes que ven a sus familias una o dos veces al año, y sin darse cuenta pasan de ir con el carrito de bebé, a ir con el adolescente con pendiente en la oreja.

Tras haber estados rodeados de nieve durante semana y media, y con temperaturas de hasta 12° C bajo cero, el estar a 3°C (¡de máxima!, no nos emocionemos), que no caiga nada del cielo, y que se hayan derretido la nieve y hielos, es como estar a temperaturas tropicales. Pero ese no es motivo para pasear. Aquí se pasea a bajo cero también. Un buen hamburgués te dirá que no existe el mal tiempo, sino la ropa inadecuada... Que no me fastidien, les digo siempre ante tal agudo comentario. El que no se consuela es porque no quiere. Y así salen masas a pasear, bien abrigaditos, haga el tiempo que haga. Muy conocido es el paseo del día de Año Nuevo. El día que los españoles se pasan tirados en el sofá, con la resaca del día anterior, es un día de migraciones a los bosques o el Alster aquí. En el Alster parece que hubiera atasco de gente al pasear. Me imagino en España tras la comida de Año Nuevo, con la gente tirada en el sofá y la tele de música de fondo para que duerma mejor el personal, decir: "venga, vamos a salir a dar un paseo", y salir 18 personas en masa. Como que no lo veo.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Consejos anuales

Millones de hogares alemanes habrán pasado parte del día hoy con lo que no acabaron de hacer ayer: construyendo casas o artefactos de Lego y Playmobil. Los niños, por muy hábiles que sean, no son capaces de hacerlo solos, y lo que empieza muy bien, con mucha alegría y ánimo, acaba muy mal, con niños desesperados porque o no encuentran una pieza, o porque no saben cómo continuar, y los padres "atacaos", porque si le dices al niño que se aguante, que tampoco es tan importante enfadarse por eso el día de Navidad, tienes dos opciones: o aguantar el ronroneo del niño lloriqueando su frustración, o tú como padre reconcomerte de la tuya. Al final puede la armonía del día de Navidad y acabas cediendo, para que todos tengan la fiesta en paz. Porque es Navidad. Al menos yo, con la excusa de que si yo no cocino no lo hace nadie en esta casa, me he dedicado a las tareas propias de las madres estos días, que son las que organizan los menús de estas fiestas. Cada uno tiene su función. Padres y madres.

Como los reyes o presidentes de cada país. Hoy hemos escuchado aquí el discurso navideño del Presidente de Alemania, Horst Köhler. Nos ha recordado a los alemanes lo grandioso de la caída del muro. Y ha alabado a todos los que hacen algo por el país: las fuerzas de seguridad, los que trabajan con los enfermos, con los necesitados. Ha recordado a los soldados en Afganistán, y los malos momentos del año, como cuando un chaval mató a 15 compañeros de instituto en Winnenden. Y ha lanzado la pregunta de si somos achtsam los unos con los otros, si prestamos atención a los demás. La crisis ha sido tan sólo mencionada en una frasecita en el discurso, y viene a decir que el dinero ha de estar a nuestro servicio y no dominarnos. Y tras esta mención vuelve a recordarnos nuestras obligaciones como ciudadanos. La palabra achtsam ha aparecido varias veces, también en relación con la naturaleza, que seamos respetuosos con ella, y que prestemos atención a todo lo que nos rodea. En un discurso en el que el tema central es el deseo a que prestemos atención a nuestro entorno, me pregunto si la sociedad alemana es tan individualista, tan cerrada en sí misma, sin problemas más allá de las propias cuatro paredes, si cada uno no ve más allá. Pienso que sí.

Y el discurso de nuestro Rey es más de lo mismo, ya que cada país tiene su cruz; aunque oyendo al presidente alemán, aquí parece que salvo por ser unos egoístas y unos ciegos no tenemos ningún problema. Sin embargo en España necesitamos consenso, como nos recomendó, unidad en los partidos. La crisis ocupó gran parte del discurso, y la necesidad de crear empleo. Habló de las víctimas del terrorismo, de la violencia de género, de la drogadicción. Mencionó la proyección internacional de España. Las tareas que se nos avecinan. En fin, me suena mucho más complicado que prestar atención a mi alrededor.

Discursos diferentes en contextos diferentes. Hasta el ambientillo era distinto: Köhler con la velita típica de Adviento encima de la mesa (lo que nos gustan las velitas aquí), y el Rey con el árbol tan recargado y el belén barroco delante. Y ahora pienso en el discurso del rey belga los años que le escuché. Todos los años apela a la unidad entre valones y flamencos (y seguro que lo hizo ayer, ahora que encima se ha ido van Rompuy, con lo unificador que ha sido en un año). Al oírle pensaba siempre en la citada frase de que el único belga es el rey, el resto son o flamencos o valones, y por lo menos en Nochebuena ves a un belga en la tele. Y en cada país es lo mismo: cada jefe de estado echará el discursito típico. Como si les hiciéramos mucho caso cada año.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Nochebuena

La celebración de la Nochebuena está a punto de empezar en Alemania. Todavía se oye el trasiego de los coches, de la gente que vuelve de comprar las últimas cosas, y a partir de las dos de la tarde, las ciudades se quedarán muertas. Todos estarán en sus casas y no se oirá nada. Siempre he pensado que el momento de invadir Alemania es la tarde de la Nochebuena, a partir de las dos de la tarde. Pero cuidado, a eso de las cuatro salen muchos otra vez: van a las iglesias, al Krippenspiel, a la escenificación de la Navidad realizada por niños en las iglesias. Nosotros este año no vamos a ir, tras haber ido unos cuantos para nada, es decir, para no ver nada. Teniendo en cuenta que la alemana o el alemán medio me saca lo menos dos cabezas, para poder ver algo yo en la iglesia, debo ir como dos horas antes. Y no es plan. Pero lo de la iglesia tiene su truco. Muchas familias van para que luego al llegar, por arte de magia estén los regalos debajo del árbol. Vuelves de la iglesia, y el que se ocupó antes de salir de poner los regalos debajo diciendo, "un momento, me he olvidado de algo" (yo he hecho eso durante años), lo dejó todo preparado para que al llegar, los niños entren corriendo a casa como locos. La dificultad es la de meter los regalos en pleno día en el comedor, sin que se enteren los niños. Al menos en España, con eso de que los Reyes vienen por la noche, te facilita el ponerlos (salvo con niños búho como yo era de niña). Otra solución es pagar a alguien de la Weihnachtsmannzentrale (la central de Papás Noeles), y que te venga algún estudiante que quiere ganarse un dinerillo un día como hoy vestido de Papá Noel, llame a la puerta y traiga los regalos. Aunque la verdadera tradición alemana de las zonas católicas dice que es el niño Jesús el que trae los regalos, das Christkind. Y los del norte, protestantes, hacen lo que les parece o simplemente prefieren el Weihnachtsmann.

Aunque en realidad se hace de la siguiente manera y la escena se repertirá ahora mismo en millones de hogares alemanes: alguien de la familia se ocupa de decorar el árbol, la puerta está cerrada, y cuando está listo, alguien toca una campanita y el resto de la familia entra y dice "oooooooooooooooohh", y se empieza con los regalitos, que en un país rico como Alemania es todo un festín de paquetes y amor, o amor envuelto en papel de regalo y cajas y más cajas.

Después se cena, a una hora no muy tardía. Cuando los españoles empiezan a cenar, aquí se hace ya la digestión. La Nochebuena es una fiesta familiar, pero de una forma más reducida que en España, donde es normal juntarse con tíos y primos. Eso se hace más aquí en Navidad, el 25 ó el 26, que para eso tenemos dos días festivos, para que cunda más.

Y los híbridos como yo, hacen una mezcla de todo y de nada. Celebro aquí, pero con la mente pienso hoy mucho en mi familia de España, y en otras personas que significan mucho para mí y a las que echo de menos. Por eso, los medios de comunicación modernos me alegran el día, y la tarifa plana que tengo de teléfono es muy bien aprovechada al igual que e-mail y sms, y desde ayer llevo comunicándome con varios países. Porque es una posibilidad de compartir unos segundos o minutos con la gente que está lejos. Encima este año he añadido el blog a mi vida y por eso, os deseo a través de mi blog a todos los que me leéis, cercanos y lejanos, una muy FELIZ NOCHEBUENA. Un abrazo.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Villancicos, el árbol y la emoción

Cuando pienso en los villancicos españoles, oigo las panderetas, las zambombas e incluso la botella de anís y alguien haciendo "rin-rin" con una cuchara. Nos gusta meter ruido al cantarlos y nuestros villancicos nos lo permiten, porque son alegres y nada melancólicos. Y si pienso en la versión flamenca de algunos, dan para organizar algún sarao. Por el contrario, los villancicos alemanes son muchos más melódicos, como canciones de música clásica. La gente los oye y se pone melancólica. Y he visto a la gente con lágrimas en los ojos en las iglesias con sólo oír el "O Du fröhliche, O Du selige, gnadenbringende Weihnachtszeit" a la luz de las velitas del árbol. Le cantan a la Navidad que es alegre, pero a la vez bienaventurada, y misericordiosa. Nosotros somos más de comer, con la burra cargada de chocolate, de armar "la marimorena", de robarle los calzones al pobre de San José ... unos sinvergüenzas si podemos ... con el respeto que se tiene aquí no a los personajes, pues celebramos unas Navidades completamente paganas, si no a los símbolos, como el árbol "O Tannenbaum, wie grün sind Deine Blätter" 'Oh abeto, qué verdes son tus hojas' (... de hojas nada, con lo que pinchan algunos, como el nuestro).

Al "ritmo" de algunos villancicos alemanes hemos decorado el árbol hace un rato. Muy mal hecho, pues me he vuelto a saltar otra norma. En realidad se decora mañana, el día 24, como manda la tradición alemana. Pero mientras ayudaba a mis hijas, les recordaba que con la mitad de sangre holandesa y mitad española que tienen, podemos saltarnos las normas a la torera, como nos plazca. A ellas les da igual con tal de que no nos saltemos una: que los regalos lleguen mañana, como manda la ley alemana. Hoy es la noche de antes, como nuestro 5 de enero, pero sin cabalgatas, ya que aquí esperamos recogiditos en casa y no despendolados por la calle, pero la emoción es la misma. La una cree todavía y la otra se parte de risa con la inocencia de la otra. A la pequeña le asaltaron las dudas hace poco: "¿pero verdaderamente existe Papa Noel?". Mi respuesta fue que al que no cree no le traen nada. Y vaya si le volvió la fe... Dogmas como se aplican desde hace siglos. Al preguntarle hoy si me van a traer algo a mí, si he sido buena, se ha encogido de hombros, y no me ha respondido. Mis posibilidades han aumentado, pues hace tres semanas, cuando le ordené recoger su habitación, me dijo que no me iban a traer nada, porque soy muy muy mala. Y la mayor hace que es mayor y dice que se va a partir de risa mañana cuando por "arte de magia" aparezcan los regalos debajo del árbol, y a la vez conserva la ilusión e inocencia que todavía tiene una niña de 9 años. Mientras lo decoraban, las he mirado y he tratado de fotografiar esa imagen con mi memoria, para que cuando sean adultas vuelva a evocar ese momento que nos parece nimio pero que es único e irrepetible. Porque de eso consiste la Navidad: de momentos insignificantes que nos trasladan hacia el pasado y hacia el futuro, como celebración repetida e igual cada año. Porque necesitamos ritos que nos devuelvan sensaciones ya vividas y que sobre todo nos recuerden que tenemos a los nuestros y que la vida es leve, que todo cuelga de un hilo, y que ante todo tenemos que tratar de disfrutar siempre que podamos. Queda una noche. Y será Nochebuena, una vez más.

martes, 22 de diciembre de 2009

Ya salió el Gordo

Como todos los años hay ahora mismo gente descorchando botellas de champán y gritando en la calle porque les ha tocado la lotería. ¿Hay algo más español junto con los toros, el sol, la paella, y el jamón que la Lotería de Navidad? Es una de esas cosas que uno se cree que existen en otras latitudes, pero no. Y aunque en Alemania hubiera un sorteo así sería de otra manera. Imaginemos: Sorteo de la Lotería de Navidad en Alemania. Como cada año se realiza con una solemnidad absoluta. Los números no se cantan sino que los enumeran unos serios funcionarios, con una musiquilla de ambiente, tipo ascensor. No hay nadie en la sala, sólo el que saca el número, y un notario en la mesa apuntando. Y tras sacar los premios (no tantos, ni mucho menos, no hay que despilfarrar) no trasciende nada de los ganadores. No hay gente bebiendo cava en las calles, no se ven las caras de ningún ganador, por motivos de seguridad, por miedo a robos, por miedo a que algún vecino tuyo sepa que te ha tocado la lotería, no sea que tengas que invitar a alguien, o simplemente que se sepa. Porque hay cosas que no se comparten con nadie y menos que eres millonario.

Porque tan español como la lotería, es demostrar esa alegría en la calle, gritar en el micrófono, llorar en la televisión, que te vea todo el mundo, que tu vecino sepa que te ha tocado, que te envidie la gente. He tenido toda la mañana el sorteo puesto, como música de fondo. No llevo ningún décimo, pero el Sorteo de Navidad es como el tomar las uvas, o tomar churros tras una noche de juerga; me trae asociaciones de Navidades vividas, recuerdos, sonidos, sensaciones. Para mí, los niños que canturrean los premios, son el comienzo de la Navidad, y recuerdo de niña el soniquete por todo el barrio. Solía ser el último día de colegio, con lo cual la fiesta era completa.

Hoy día, la antena parabólica hace posible ver el sorteo en directo, tras habérmelo perdido muchos años, y hasta antes, en un momento de publicidad para el territorio nacional, nos han saludado a los telespectadores del canal internacional de TVE, qué honor; emigrantes y turistas que a lo mejor compraron un décimo en las vacaciones en Mallorca.

Ahora escucho en mi mente los comentarios típicos de la gente: "Bueno, no nos ha tocado la lotería, pero mientras no nos toque ninguna desgracia" o "llevaba muchos números, pero nada". Y un año y otro año. Y lo de que nunca cae en Madrid... no es verdad.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mehr Licht!!!

... fueron las últimas palabras de Goethe antes de morir, "Más luz". Mejor deseo imposible antes de expirar. Parecerá banal, pero no lo es. No dijo "quiero vivir" o "no quiero morir", sino simplemente "más luz".

Con estas palabras me ha mandado hoy un e-mail uno de mis grandes amigos de Hamburgo. Compañero de fatigas, de bastantes noches de copas, de cine, de conversaciones, y al que le dedico este post de hoy, por introducir muchas veces luz en mi vida. Porque sin amigos como él no habría luz. Y tras escribirme en la referencia que esas fueron las últimas palabras de Goethe me recuerda que a partir de hoy los días comienzan a ser más largos. Me conoce, y sabe que como madrileña esta oscuridad y clima es difícil de digerir para mí. Y que los días comiencen a ser más largos, es motivo de alegría. Así que estamos en mi solsticio favorito, pues el del verano me fastidia aunque sea en verano, y es por tanto un gran día.

Hemos tenido en Hamburgo un fin de semana de nieve y con temperaturas como para curtir a las novias de los marineros, como me dijo este amigo mío en otra ocasión, y no aptas para almas cálidas de madrileñas. Además he tenido un fin de semana eremita, habiendo mandado a mi familia a Suiza, donde hay más nieve aún. Mi alma cándida y cálida hizo que al preparar la maleta a mis hijas les metiese ropa muy abrigadita, pero nada para la nieve. Como odio la nieve, no tenemos ropa de esquí y ni siquiera se me pasó por la cabeza mandarlas con pantalones térmicos, que ni siquiera tenemos, claro. Además soy tacaña para comprar cosas que no necesitamos. Los tíos de mis hijas les pidieron a sus vecinos suizos que les prestaran los pantalones adecuados. Me los imagino diciendo: "Es que la madre, es española, y claro ...". Así que gracias a la improvisación estuvieron ayer con el trineo y metidas en un agujero de 2 metros de nieve y felices (son nórdicas, por mucho que yo me empeñe en otra cosa). Otra crítica: "Mamá, no nos has echado gafas de sol". ¿Pero cómo voy a pensar yo en las gafas de sol estando a 10 grados bajo cero? Se las han prestado, y "no veas lo cool que está Natalia con las gafas de esquí", me ha dicho Sofía hoy. Es que Natalia es cool, y Sofía más.

Unos se ponen gafas para protegerse de la luz del sol que al reflejarse en la nieve te puede cegar. Yo soy algo menos cool sin gafas de esquí, porque lo que quiero es poner luz en mi vida como sea. Yo solita, con ayuda de mis amigos, algún profesional, y más gente sin la que no soy nadie. Que sea haga más luz.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Como la orquídea

Tengo una orquídea de una especie rara desde hace cinco años. Cuando la compré era una plantita mini. Ahora ya no lo es, aunque sigue estando metida en un tiesto demasiado pequeño para lo que ha crecido ya. Hoy me he vuelto a soprender, pues está en flor. Es un misterio para mí, pues con mi cuidado lo normal sería que se marchitara, pero ahí sigue, y una o dos veces al año me sorprende cuando florece. La tierra tiene aspecto descuidado, no la abono nunca, y hace mucho que debería haberla pasado a un tiesto más grande. Encima le tocó a la desdichada hacer una mudanza, internacional además. Y ahí está, cada vez más grande y desafiante, como diciéndome "a ver si te crees que no tengo personalidad como para plantar cara a alguien que me ignora como tú", pues demasiado poco la riego. Pero ahora mismo está en flor, con la belleza de siempre.

Será el truco. Poquita agua, dejarla secar a menudo, para no alimentarla. Como el corazón. A veces parece que se te seca, pero ciertos sentimientos no desaparecen jamás, aunque no los alimentes. Lo que tiene que crecer crece, incluso en las condiciones más adversas. Imposible evitarlos. Merece la pena dejarse llevar y disfrutarlos, porque te hacen sentir más vivo que nunca.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Comilonas navideñas

Los días antes de Navidad, a juzgar por las cantidades de comida que se compra, siempre pienso en mi madre, cuando decía: "Parece que la gente no come en todo el año salvo estos días". Y es cierto. De repente el mercado está más lleno que nunca, el supermercado se desborda, al igual que todas las tiendas de comida. Ayer realicé ya alguno de mis pedidos navideños en el mercado, algo muy normal en Alemania. Como se trata de planificar, la gente encarga ya en la carnicería o pollería, el pato, el ganso, el pavo o lo que sea, para tantas personas, y lo recogen el último día de mercado. Los tenderos despachan los encargos aparte, donde te entregan tu pedido y no tienes que hacer la cola normal. Cuando voy a recogerlo y veo que tienen de todo ese mismo día, me parece absurdo haber tenido miedo a quedarme sin nada. Pero precisamente ese temor me hizo ayer decidir lo que cenaremos en Nochebuena... nada difícil pues será lo mismo que todos los años: cordero, a la española, la tradición de mi casa en Madrid de toda la vida. Aquí es más normal comer ganso, pato, o pavo por estas fechas, y todos los años me planteo buscar alguna receta nueva y meter en el horno alguno de los miles de gansos o pavos que veo estos días, hacerle algún relleno, ... para luego oír a mis hijas decir: "Huy, esto no me gusta". Nada, volvemos a lo básico, y asunto solucionado.

Aquí hay dos grupos: los que en Nochebuena hacen una cena festiva y opípara, y los que en plan práctico ponen la ensalada de patata típica alemana (Kartoffelsalat), con salchichas de las cocidas, para concentrarse así en lo "importante" del día: los regalos. El día 24 es cuando se dan los regalos en Alemania, y la cena es casi lo de menos para muchos.

Al comparar varios países, se ven las diferencias. Para los holandeses Nochebuena es un día de lo más normal y no lo celebran y luego tienen el 25 y el 26, y sin regalos ya, pues los dan el 5 de diciembre. Los españoles tenemos Nochebuena, la cena más familiar del año para nosotros, y luego la comida del 25. Y los alemanes, que empiezan la Navidad a finales de noviembre, con el Adviento, se dan los regalos el 24, para seguir celebrando luego dos días más, el 25 y 26, en lo que es la Navidad más prolongada que conozco. Y por eso, el día último de mercado es un horror, pues la gente compra comida para tres días seguidos, para el maratón de comidas o cenas en familia. Sólo falta una semana. Y yo sólo he pensado lo que cenaremos en Nochebuena. Y como estamos cojos de una familia, solamente nos juntamos un día, y con una persona, para estar el resto solos. Los que se tiran esos tres días de una casa a otra, casi me envidian cuando digo que ni el 25 ni el 26 tenemos planes, algo inaudito para la mayoría. Así que para qué complicarse con la comida. Vamos que les pongo a mis hijas esos unos espaguetis y encima me darían un beso de agradecimiento. Pero no, es Navidad. Habrá que esmerarse algo. Lo dicen los tenderos del mercado.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Liberada

Por fin lo he conseguido. Es el primer año que consigo no escribir tarjetas de Navidad y no tener mala conciencia. El año pasado no lo conseguí del todo; escribí muy pocas, pero alguna sí. Pero este año, ¡ja! Y eso que ya han llegado unas cuantas. Me he propuesto dar las gracias a los que me manden tarjetas navideñas, pues desagradecida no soy, pero por e-mail o cuando hablemos, pero no voy a ser la primera en desear nada.

Es un gran paso llegar hasta aquí. Yo escribía hace años muchas tarjetas (unas 30), y como no me gustaba no decir nada, escribía algo más que el consabido "Feliz Navidad y próspero Año Nuevo", y era algo más personal. Y mandaba tarjetas a todas partes y me pasaba un par de tardes escribiendo. No sé por qué antes me parecía absolutamente necesario y ahora no. Quizá porque siempre he recibido muchas; quizá porque por estar en el extranjero, es como si me sintiese obligada. Pero luego, mirando a mi alrededor y viendo cuánta gente hay que no manda ninguna tarjeta y a la que siempre he admirado, por no tener obligaciones, es el momento de pasarme a ese grupo.

Nunca es tarde para liberarse. Que no se lo tome mal nadie. No siempre uno puede poner 30 veces en una tarjeta "Estoy bien", "Estoy bien", "Estoy bien". Pero estoy ahí. Un beso a todos y daos por felicitados. Y mis mejores deseos los tenéis. Eso siempre.

martes, 15 de diciembre de 2009

"Mujercitas" que crecen

Que le haya salido hoy a mi hija el libro de "Mujercitas" en su calendario de adviento no es casualidad. Era mi libro de cabecera en mi preadolescencia o durante la edad del pavo; tampoco sé exactamente la edad que tenía cuando lo leí por primera vez, pero sí que recuerdo haberlo leído un montón de veces. Podría parecer una historia sensiblera o noña, pero a esa edad se necesitan historias así. Al ser cuatro las hermanas March, eso te permite además identificarte más con una o con otra. La hermana mayor Meg, era la buena, la responsable, Jo, la revolucionaria, la inconformista, Beth la buenísima y angelical y Amy la cascarrabias o la que metía cizaña. La que tiene mayor protagonismo era Jo, y era mi preferida, y recuerdo no haber entendido que no acabara casándose con su gran amigo cuando le pidió en matrimonio, y preferir la literatura ! y ser independiente (hoy día me parece todo muy loable). Pero luego encuentra su gran amor en alguien más intelectual, con lo cual queda la cosa arreglada y yo entonces feliz.

La caracterización de las hermanas es casi lo principal de la novela, al ser personajes tan definidos (y estereotipados?), y la trama gira alrededor, condicionada por la forma de ser de cada una. El padre está en la guerra, la familia está venida a menos y sigue gozando de los favores de parientes o vecinos ricos por ser una familia tan buena, pero la tía les reprocha haber bajado de nivel y les da alguna "limosna"; la madre es el nexo de unión entre tan diferentes hermanas, y a la vez la esposa devota que acude a ayudar al marido cuando éste cae herido en la guerra; y las hijas todas tan responsbles, saben manejarse solas con Meg al frente, la segunda madre. Y entre ellas hay afinidades o rencores por sus diferentes caracteres. Recuerdo la rabia que me produjo cuando Amy le quema a Jo el manuscrito de la novela que estaba escribiendo, de la venganza de ésta, y de la posterior reconciliación de ambas. Menos mal. A esa edad uno necesita finales felices.

Escrita en 1868 por Louisa May Alcott, debe haber acompañado a muchas generaciones de mujeres en su paso a la adolescencia, y de ahí a la edad adulta. No sé qué pretendo al regalárselo a mi hija, pero espero que le saque algo de jugo, incluso estando casi en 2010, pero me conformo con que le guste. Hoy, al tener el libro en mis manos, aunque en su versión alemana con el título "Betty und ihre Schwestern" me he acordado de las muchas horas que pasé enfrascada en su lectura. Me gusta más el título español "Mujercitas", que es más justo con todas. En la versión alemána "Betty y sus hermanas" parece como si la tercera hermana fuera la protagonista, cuando no lo es, aunque es la que muere. Supongo que cada lectora de la novela tendrá su favorita. Mi referencia era Jo. Ya no tengo 9 años como mi hija, ni 12, pero siguen siendo personajes que recuerdo muy bien. Pero como las "Mujercitas", crecí y me hice mayor y hoy día mis referencias son otras. Pienso en "Mujeres desesperadas", o "Sex in the city". Otro tipo de mujeres, otros problemas. Más prototipos de mujer. De todas se aprende.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La primera nevada

Ya sé quién tiene la culpa. Ha sido un niño de preescolar. Se lo han contado a mi hija pequeña. Ella ha venido contando que una amiga suya de preescolar le ha dicho a su vez que un niño de su clase, al ver anoche una estrella fugaz pidió un deseo: nieve. Y le ha sido cumplido. La primera de la temporada. Maldita la gracia que me ha hecho a mí al levantarme hoy, ver todo blanco. Por lo menos así sé quién tiene la culpa. Ya me parecía a mí que tras el día tan bonito y soleado que tuvimos ayer, y la noche tan clara y con las auroras boreales que habían anunciado, no podía salir nada bueno.

Nieve en Hamburgo significa que los románticos se emocionen y digan: "Menos mal, por fin, porque si no no parece que es Navidad" (mirada asesina mía). Los fanáticos dicen: "Vaya, nieve, pero como estamos en Hamburgo es poca. Lo que tenía que hacer es nevar mucho más" (yo vuelvo a mirar de reojo). Los pelmazos repiten: "Tendría que helar mucho tiempo seguido, para que así se mueran todos los bichos y no tengamos tantos insectos el próximo verano" (otra mirada de incomprensión).

De lo peorcito que nos puede pasar a los que vivimos en ciudad es la nieve. Todavía si vives en un pueblo y te quedas incomunicado tiene su gracia, pero los que vivimos en ciudad no nos queremos quedar nunca incomunicados. No sé cómo a la gente le puede gustar. Que les nieve a los esquiadores, que para eso pagan para tener nieve y nos dejen en paz a los demás. En la ciudad es horroroso: se forman unos barrizales de nieve con arena y se te pone todo pingando. Yo no le veo nada idílico, salvo en una foto o postal, y ni siquiera (más idílica es una puesta de sol en la playita). Y como en Hamburgo se derrite bastante rápido por lo general, encima es peligroso: pasamos de nieve a calles resbaladizas por el hielo.

Y encima toda la ropa que hay que ponerle a los niños para ir al cole, porque aquí no hay compasión: los sacan al recreo aunque estemos a bajo cero. No me extraña que mi hija pequeña lleve días contando "sexys", como ella dice. El otro día en el coche me dijo: "Mamá, he visto dos 'sexys'", a lo que yo le pregunté que a qué se refería. "Sexys son las chicas con poca ropa y que sonríen". Se refería a la campaña publicitaria de H&M, que desde hace muchos años llenan las marquesinas de la ciudad de chicas en ropa interior. Cuanto más frío hace, más te llaman la atención. Y es que la nieve no es nada sexy.

domingo, 13 de diciembre de 2009

El arte en la muerte

Anoche vi en el cine "Nokan", en su título en inglés "Departures" ("Despedidas", en la versión española). Se trata de una película bonita donde las haya, muy poética, que trata un tema tan normal como a la vez lleno de tabús como la muerte. Si por algo me fascina el cine es porque aunque te estén presentando una historia situada en otros confines de la tierra, con otros ritos y otras costumbres, al final te das cuenta de que lo que nos mueve a los seres humanos es lo mismo en todas partes: el amor, la familia, el éxito, y en todas partes hay fracasos en todo esto, y, como en este caso, "despedidas" de los seres queridos. La película se basa en el rito llamado "nokan" en japonés, que es el lavado y preparación de los muertos en presencia de sus familiares antes de meterlos en el ataúd. Al principio parece desagradable, pero la película consigue que la ceremonia parezca un arte; mi sensación era de estar presenciando una despedida muy digna tanto para el muerto como para los familiares, que quedan siempre agradecidos a los "trabajadores de la muerte", que acompañan a los afectados con una dignidad, respeto y sensibilidad que impresiona. Profesiones ignoradas, como la del que aprieta el botón para la incineración, que describe su trabajo tan metafóricamente como que es el que abre la puerta para el viaje y que la persona se desplazará hasta la siguiente puerta.

La historia personal del protagonista, además de este trabajo que parece absurdo pero que no lo es, tiene otros matices al tratar otros temas, como que hay trabajos no aceptados en la sociedad o de los que nadie quiere hablar, y que personas que creían tener ciertos talentos, fracasan y se ven obligados a hacer otra cosa que nunca pensaron hacer y que es posible encontrar otros caminos. Pero sobre todo habla de ese último viaje. Recomiendo al que vaya a ver la película que no se olvide de llevarse pañuelos de papel. Yo no tenía ni uno, y me hubieran hecho falta, y mi amiga me dijo que el suyo no me lo podía dar...

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Por qué no TODO?

El diario El País ha publicado hoy un reportaje bajo el título: "¿Hijos o trabajo? Elijo trabajo". Un estudio del CSIC muestra que las españolas a la hora de elegir entre una carrera profesional o tener hijos, se decantan por el trabajo. Bueno, teniendo en cuenta que conozco a tantas mujeres españolas de mi generación que trabajan y tienen hijos, es decir, todas, creo que aunque parezca mentira, la conciliación es posible en España, mucho más que en Alemania. Por supuesto que sigue habiendo descriminación, y eso en España, en Alemania, y en todo el mundo. Las mujeres siguen ganando menos que los hombres en muchos casos en los mismos puestos. Pero teniendo el cuenta el salto dado en España en tan corto tiempo, de la generación de nuestras madres, que no trabajaba ninguna, a nuestras generaciones, donde trabajan todas, me parece muy positivo. Aquí no es así y vamos para atrás, tras lo logrado en los años 70 y 80.

Porque en España, el hecho de que haya colegio hasta las cinco, y comedor, desde infantil, es algo que posibilita mucho ya. Eso no existe aquí. En el artículo se quejan de que "las que se deciden por la crianza no cuentan en España con las políticas de apoyo a la maternidad de que gozan en países más avanzados (guarderías, sueldos, amplios períodos de baja); no encuentran tampoco en su empresa la comprensión suficiente; y los españoles, con los italianos, son los europeos que menos tiempo dedican a las tareas del hogar." Y hablan de una "decisión desesperada". Lo siento, pero no lo acepto. Las que quieren tener hijos los tienen igual, y las que quieren (o tienen que) trabajar lo hacen también. Aquí no es así. Con un sistema escolar que nos suelta los niños a la una, sin comedores, sin infraestructura, es prácticamente imposible trabajar salvo un par de horas. Las guarderías... son privadas como en España. Hasta los seis años el estado no cubre NADA. Las políticas de apoyo de las que habla el artículo son los amplios períodos de baja que lo único que hacen es suplir la falta de infraestructura. Nos dan un caramelo, pero luego cuando el niño cumple los tres años (hasta los tres, te puedes quedar en casa), te lo quitan. "La compresión suficiente" de la que habla el artículo no es que no se dé aquí en el trabajo, sino que no se da ni en la sociedad, que te condena por querer trabajar. Las madres que trabajan son Rabenmütter, 'cría cuervos', madres desnaturalizadas. Tiene tela el término. En ninguna otra lengua existe esa denominación tan despectiva.

Y sí, el panorama será según los resultados del estudio desolador, pero hay algo que encuentro muy positivo en España: la aceptación en la sociedad de que las madres trabajen, mismo con el apoyo de sus familias, algo inexistente aquí. Y no se trata de una "decisión desesperada", como dice el artículo. Ni siquiera se trata de una decisión, pienso. Por eso, me parece muy poco acertado que lancen una encuesta preguntando: "Si tuvieras que elegir entre tener hijos o tu trabajo, ¿qué elegirías?" Miren, yo no elijo nada. Yo lo quiero todo. El problema es que no te dejen, pero en España te dejan bastante. Así que no pinten siempre al extranjero como tan "avanzado". El algunas cosas sí, pero en este caso no, créanme.

Habría que hacer la misma encuesta con los hombres. La pregunta es por qué debemos elegir las mujeres, si ellos tampoco tienen que hacerlo. Ahí está la discriminación. Y leyendo los comentarios de los lectores, con los "piques" típicos, me indigna lo siguiente: ni las mujeres que no quieren tener hijos son egoístas, ni la función principal de la mujer es procrear. Si el precio a pagar por que las mujeres tengamos acceso a la Universidad y al mundo laboral igual que los hombres, es una maternidad tardía y una baja natalidad, pues bienvenida sea. Por supuesto que en España hay que luchar porque no exista la discriminación en el lugar de trabajo. Pero ya quisiera yo que Alemania estuviera como España en este asunto. Y lo de que los hombres ayudan más en casa... otro tópico.

jueves, 10 de diciembre de 2009

El momento "emigrante"

Los emigrantes tenemos nuestros momentos. Uno de ellos fue ayer, uno de los más claros de mi vida como española fuera del territorio nacional. Fue en la escuela española a la que asiste mi hija mayor, a la que acuden obligados los hijos de los españoles residentes en el extranjero para aprender a escribir y empaparse algo de ciertos aspectos culturales que no cogen igual en casa, por mucha madre española que tengan. La imagen de ayer: un montón de niños bilingües, colocados escalonados en una escalera, y las madres españolas (solemos ser las madres las españolas, aunque alguna excepción hay de padre español y madre alemana) escuchando cómo los niños entonaban tres villancicos, uno que no conocía, pero "La Marimorena" y "Los peces en el río" sí. Muchos de los niños son ya adolescentes, y a esos se les notaba la poca gracia de tener que cantar así junto con los pequeños de siete años. Las mamás y las abuelas, que alguna había, eran las espectadoras, y a ninguna nos importaba el acentillo alemán: "beben y beben y vuelven a bebegr, los petses en el grío por vegr a Dios nacegr". Y la de paseos que me doy yo todo el año para este momento. Luego llegó el momento del piscolabis, que demostró que somos todos una mezclolanza: había desde Lebkuchen y dulces navideños alemanes, a una tortilla de patata y la guinda la puso la que trajo rebanadas de pan con jamoncito. La verdad es que daba gusto verlo, alegrando la mesa, que era como los niños "mezcla" que había allí.

Otro momento de emigrante que recuerdo fue la Feria de Abril de Bruselas. Fuimos un año antes de irnos de la ciudad, atraídos por la que es la Feria de Abril más grande después de la de Sevilla, y como no he estado en la primera, había que cumplir como inmigrante. En el parque Heysel, alrededor del Atomium estaban las casetas, el espectáculo de caballos, los chiringuitos de comida típica española, y montones de mujeres vestidas de sevillanas. El gentío era inmenso, y a juzgar por la envergadura de la fiesta, y en un sitio tan emblemático de Bruselas, me sentí importante, como si yo fuera sevillana, o me gustara ese tipo de folclore, que no es el caso. Pero movida por el espíritu patriotero que todos llevamos dentro, vestí a mi hija pequeña de flamenca, pero flamenca gitanilla, y no flamenca belga. ¡Olé!

Y un momento de emigrante que me impactó fue cuando España ganó la Eurocopa y frente a Alemania. Me pareció tan histórico, como que a mí me tocara verlo en territorio enemigo. Todos los tenderos me hablaban y preguntaban y me decían que "éramos" mejores, y cuando "ganamos", me felicitaron. Hasta una conocida mía, a la puerta del colegio, pegó un frenazo a su pedazo de BMW y bajó la ventanilla con tal ímpetu, que pensé: "¿Y qué he hecho ahora?", pero me sonrió de oreja a oreja y me dijo: "¡Enhorabuena!!!!". Es como llevar la bandera de España puesta en tu cara. Como ser un trozo andante de tu país. Aunque vivamos camuflados, hay momentos en los que no lo podemos evitar.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Cumpleaños?

El 9 de diciembre es una fecha normal, pero no lo es. Es el cumpleaños de mi padre, que "en teoría" nació el 9 de diciembre de 1936 en Madrid. Siendo adulto, apareció un día un papel oficial en el que ponía que en realidad nació el 9 de enero de 1937. Un mes de diferencia, pero que supone un año de diferencia. O la diferencia entre nacer el año de la guerra, o nacer entremedias de la guerra. La historia es curiosísima pues tiene varias lecturas: a) que en aquellos días tan terribles en la capital, ni las mujeres sabían qué día daban a luz - si de por sí, parir no es lo más agradable del mundo, si encima lo haces en tales circunstancias no me extraña que te equivoques de mes; b) las nueras, que siempre son algo malvadas, pueden decir: "¿pero cómo puede ser que tu madre no sepa cuándo naciste?" - comentario dicho por mi madre en varias ocasiones; c) que por mucho papel oficial que te diga que naciste el 9 de enero, si toda tu vida has pensado que naciste el 9 de diciembre dará igual y tu cumpleaños será ese día.

Y por eso celebramos el 9 de diciembre, de toda la vida, aunque no podamos evitar pensar cada vez, "¿y si ...?". Pero no, es hoy. Felicidades.

martes, 8 de diciembre de 2009

Misterios de María

"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo", le dijo el ángel a María un tal día como hoy, y le anunció que iba a traer al mundo a Jesús, el hijo de Dios. Los países católicos celebran hoy ese mensaje, y aquí en zona protestante, nos pasa sin pena ni gloria una jornada así, que podría significar el preludio de la Navidad. Aquí lo son las galletitas y las velitas de Adviento. Pero recuerdo de niña haber pensado cada año: "Qué embarazo tan corto", y de mayor lo hubiera firmado, ni cuatro semanitas, todo un récord. Vale, son los calendarios, y luego que si las fases de la luna para elegir las fechas navideñas. Todo ha de cuadrar, si no en la realidad al menos en la fantasía y en el calendario. Como el papel de José, algo que siempre me ha parecido muy ingrato. Otra de las injusticias que oía en misa.

En España el culto a María siempre ha tenido mucha importancia. Entre todas las vírgenes Marías de "Algo" que hay en cada ciudad y pueblo, más luego todas las que tenemos un "María" como primer nombre, tenemos Marías por todos lados. En el extranjero nos cuesta a las Marías librarnos de ese primer nombre. En España te llaman por el segundo pues el María no cuenta, y yo lo llevo años contando aquí, pero en balde. Pero en realidad a mí, como en mi casa siempre contaba el María junto con mi segundo nombre, no me costó aceptar que aquí nadie lo entienda. Contra lo que me sigo rebelando desde hace 20 años es a que me llamen sólo "María". ¿Si al menos fuera "Maria", sin acento en la i y entonación en la primera a, como tan cariñosamente me han llamado siempre mis hermanos y algunas personas más? Misterios de María. Al respecto tengo que pensar en mi hija pequeña, que el año pasado, con los cinco años que tenía, mirando una figura de María que tenemos con el niño en brazos, saltó: "Y ésta, al final qué es lo que tiene, ¿un niño o una niña?" Tantos misterios de María para una pregunta tan ocurrente. De lo mejor que he oído del ingenio infantil. Todavía me río a carcajadas cuando lo pienso.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El misterio del tanque de gasolina

Cada vez que tengo que ponerle gasolina al coche, se me plantea el siguiente misterio: ¿Cómo puede ser que un tanque de gasolina para 500 kms se me vacíe tan rápido moviéndome sólo en ciudad y haciendo tan sólo recorridos bastante cortos? Si al menos me fuera a Hannover, a Düsseldorf, a Colonia o a Dinamarca, que está cerquita..., pero no voy a ningún sitio, y no me muevo de Hamburgo, y si me pongo, incluso salgo poco de 4 ó 5 kms a la redonda. Son trayectos cortos, pero varios a lo largo del día, y a veces, sin quererlo, hago 50 kms, y ha habido días de 80 kms, sólo en ciudad. Así que cuando piso la autopista alemana, que ocurre poco, es una sensación como de estar suelta, y de que al menos parece que voy a alguna parte, aunque sea a la otra parte del Hamburgo (iba a decir del mundo). Es que Hamburgo cunde para conducir, pues puedes tardar una hora o más de una punta a la otra.

Por eso me pareció curioso cuando viví en Bruselas, que en una hora de coche te sales de las fronteras de Bélgica: al norte a Holanda, al este a Alemania, al sur a Luxemburgo y al este a Francia. Al menos ahí tenía la sensación de que con la gasolina llegaba a alguna parte. Los alemanes de Bruselas se iban a por pan a Aquisgrán, pues no encontraban su adorado pan negro por ninguna parte, y había gente que iba a menudo a hacer la compra a otro país, horrorizados por los precios belgas. Yo nunca lo hice por ir al supermercado, pero sí que era divertida la experiencia de estar en otro país con una hora de coche. Yo ahora, para una clase de francés, me voy a hacer 16 kms por trayecto. Eso sí que es amor al arte (o a los idiomas). Al menos desde que corro, tengo una mayor percepción de los kilómetros, y a veces cuando llego ¡corriendo! a sitios que en coche me parecen lejanos, pienso: "¡Y sin gasolina!"

domingo, 6 de diciembre de 2009

Weihnachtsbäckerei

Una palabra que se oye mucho estas semanas de Adviento es Weihnachtsbäckerei (hacer dulces navideños) como Plätzchen, las galletitas o pastitas típicas que se hacen en las casas. Es una tradición alemana el que las madres hagan con sus hijos galletitas con formas de todo tipo, y las decoren luego con virutas de chocolate, azúcar glas, bolitas de caramelo... La gente crece con esa tradición y debe ser que con ese olor en la cocina, se trasladan a su niñez, pues si no no lo entiendo. Debe ser la misma sensación que yo tengo cuando oigo a los niños de San Ildefonso entonar los números del sorteo de Navidad, ese soniquete con el que identifico recuerdos de mi niñez y de Navidades pasadas, pues esas vocecitas eran para mí el pistoletazo de salida. Y desde que tengo antena parabólica me pongo el sorteo de música de fondo, y eso que no llevo nunca ningún décimo.

Lo mismo debe ser aquí el rodillo, la masa a estirar en la mesa, los aromas ... y el desastre que se te organiza en la cocina: harina por todas partes, pegotes de masa en el suelo, paquetes de ingredientes por doquier, las formas para ir haciendo las galletitas, la bandeja del horno, etc. Esta mañana respiré hondo e iniciamos nuestro Adventsbacken, nuestra ceremonia de horno y galletas, una vez al año y porque no me queda más remedio. "Pues fulanita ya ha hecho tres veces galletitas". "A la madre de menganita se le da muy bien hacer Zimtsterne" (estrellas de canela, una delicia, pero que también venden hechas). Reconozco que cuántas más cosas llenan la encimera de la cocina, según estamos en pleno mejunje, peor mala leche se me pone... Lo mejor es acabar, y pensar que hasta el año que viene, no me pillan otra vez. Hoy les decía a mis hijas al ver lo mal que me salían un par de mezclas y formas, que eso les pasa por tener una madre española, pero que eso tiene otras ventajas, como que les dejo ver mucho más la televisión que las otras a sus hijos, y que muchas sustancias peligrosísimas tipo Coca Cola o Fanta no están prohibidas en esta casa. Ventajas de cada hogar. Éste desde luego no es el más típico de Adviento, por mucho que me esfuerce.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Sinterklaas, Nikolaus, ... vivan los regalos

Lo importante es recibir regalos, da igual de quién. Hoy celebran los holandeses su Sinterklaas, la tarde de los paquetitos, como la llaman (pakjesavond). Alrededor de un saco de regalos se junta la familia y van sacándolos uno a uno y la idea es que el que reciba el regalo no sepa de quién es; los regalos van acompañados de un poema sobre la persona, y tras leerlo y abrir el regalo, el obsequiado dice "Dankje Sinterklaas", 'gracias Sinterklaas'. Como aunque viva en Alemania, me toca mucho de la cultura holandesa, hace años viví varias de estas tardes de regalitos organizadas por mi familia holandesa en el exilio. Lo gracioso es que Sinterklaas, el San Nicolás holandés, en teoría viene de España, dicen ellos, y llega siempre en su barco de vapor a Amsterdam, acompañado por su ayudante negrito, Zwarte Piet (Pedro el negro; siempre dije que tendría que ver con la visión de que África empieza en los Pirineos). A los holandeses les cuesta creerse que en España no hemos oído hablar nunca de su Sinterklaas. Pero comentaba antes yo con unos amigos que en España, igual que echamos a los árabes y a los judíos hace un par de siglos, seguro que al Sinterklaas le tocó salir por patas, o mejor dicho por barco de vapor para no volver...

Y mañana viene el Nikolaus en Alemania. Otro San Nicolás, que no tiene nada que ver con Papá Noel. San Nicolás era un obispo de Myra, y los puristas odian la confusión. Los niños limpian sus botas la noche anterior y las preparan para que el Nikolaus les deje durante la noche nueces, mandarinas, chocolates, y hoy día algún regalito más... Mis hijas ya tienen preparadas las botas, por si les toca algo. Yo les digo que como soy española, y ellas mitad, que seguro que no viene. No les hace mucha gracia la broma. Antes, por si acaso han cantado la cancioncilla típica: "Lustig, lustig tralaralala, bald ist Nikolaus Abend da..." ('qué divertido, divertido, tralarala, pronto es la tarde del Nikolaus'), ... y eso hoy mismito. Ay, qué nervios.

La mejor época para mis hijas fue cuando vivíamos en Bélgica: el 5 de diciembre recibían el regalo de la empresa, que por estar en Flandes regalaba a los hijos de los empleados como manda la tradición que mantienen de su época holandesa; el 6 de diciembre venía el Nikolaus alemán; el día 24 por la tradición alemana recibían su regalo principal, y el día 6 de enero siempre les cae siempre de la familia de España. Es el chollazo de ser un niño europeo. Que no se enteren de que hay más variantes...

viernes, 4 de diciembre de 2009

El fenómeno "Bild"

He tardado casi 20 años en comprarme un Bild-Zeitung, el periódico alemán sensacionalista. Es el de mayor tirada en Alemania, ojo al dato, algo que siempre me ha dado un cierto pavor, pues si la información tan "objetiva" de sus páginas es el alimento informativo de la mayoría de los lectores de periódicos alemanes, y es el periódico de mayor tirada en toda Europa, con tres millones y medio de ejemplares diarios, convendría asustarse. Precio actual 0,60 €, baratito, si lo comparo con otros.

El estilo Bild se reconoce a la legua. Titulares muy grandes, que se ven a lo lejos en los escaparates de las tiendas de prensa, y siempre hay una chica enseñando su "pechonalidad" en la portada (no falla), es la chica Bild del día. En el de hoy encima tengo la suerte de que se trata la chica Bild del mes de noviembre, votada por los lectores, y que incluyen fotos de la segunda ganadora y la tercera. Cualquiera (bueno, seguro que no...) puede ser chica Bild: por cada foto publicada, la chica en cueros recibe 500 €, y dan la dirección de e-mail donde solicitar con foto.

Lo mejor del Bild-Zeitung es el titular de portada en letras gigantes. El de hoy: "El gran reportaje de la cárcel", y algo más pequeño encima del titular: "¡Soborno!, ¡Lujo! ¡Sexo con las vigilantes!" Y debajo: "Increíble situación de las prisiones alemanas". Otro titular grande de la página y que reconozco que ha sido el detonante para que comprara precisamente hoy el único ejemplar de mi vida: "Deutsches Schwein stirbt an Schweinegrippe", es decir "Cerdo alemán muere de gripe porcina" (la gripe A). Al pobre cerdo encima le contagió un humano, explica la noticia. El granjero se lo encontró muerto en el establo. Otro titular de la primera página: "Mundial 2010. Miedo a un sorteo con trampa". "¿Se hará todo de manera legal?", lanzan en letra pequeña. Una noticia pequeñita, pero digna de estar en primera página: "Las niñas reciben menos asignación semanal que los niños". Ante tal discriminación entiendo que aparezca en portada, faltaría más.

Como nunca he visto más que la portada del Bild-Zeitung, hojearlo es toda una aventura para mí. Se trata de informaciones de "gran interés". Hago aquí una selección de cada página, saltándome las de contenido demasiado local o anuncios:
Pág. 2: "Aquí gobierna el amor"; con el nombramiento de la nueva ministra de la familia, tenemos a la primera pareja de enamorados en el parlamento, pues su novio es diputado. Otro: "El bombardeo no fue conveniente desde el punto de vista militar", el único titular serio de la edición de hoy, citando al ministro zu Guttenberg sobre el ataque en Afganistán de septiembre.
Pág. 3: "Lo que cuesta Hamburgo", sobre los precios en la ciudad (es la edición local de Hamburgo).
Pág. 4: "Más sentencias judiciales a través de las cuales los inquilinos pueden ahorrar"
Pág. 5: "Miedo a perder el trabajo de los capitanes de las embarcaciones pequeñas"
Pág. 7: "Dinero, mentiras y un video con sexo: un celoso ex novio quería colgar videos con pornos privados en internet".
Pág. 8: "Señor Alcalde, ¿por qué está usted a favor de esta reforma escolar?"
Pág. 10: "Tengo sólo 4 años y quiero vivir", y muestran una niña con cáncer, sin pelo, por la quimioterapia.
Pág. 11: "La triste muerte de mi cachorro barato", y explican: "Marly costó la mitad pero murió a los 10 días"; pobre perrita. Citando a mi madre, lo barato sale caro...
Pág. 12: "Por la noche recogen las carceleras a los presos para el sexo". Por fin, la noticia principal del día, y en la página 12, no está mal.
Pág. 14: "¿Ha pagado Tiger Woods a su amante dinero por su silencio?"
Pág. 18: "¡Regale navidades calientes!", y en la foto un papá Noel abraza a una morenaza en bañador, y sugieren dónde pasar las Navidades al calorcito...
Página 19-23: Noticias del mundo del automóvil y anuncios.
Página 24: "Jogi le dice al Bild-Zeitung: 'No con Algeria'". El seleccionador alemán, conocido popularmente como "Jogi", explica sus miedos ante el sorteo de hoy para el Mundial. Y arriba la noticia habla de que en los bombos del sorteo podría haber bolitas precalentadas para que los que las sacan las reconozcan y que les den equipos fáciles a ciertos equipos. Imaginación no les falta.
Pág. 25-27: fútbol
Pág. 28: "¿Se cree van Gaal otra vez van Gott?", con un estupendo juego de palabras que dice si van Gaal, ahora entrenador del Bayern, se cree Dios, como el que vislumbré hace días en la portada de otra edición: "Van Gaal van gestern?", "van Gaal, ¿de ayer? "
Pág. 29-31: otros deportes.
Pág. 32: cotilleos del mundo del espectáculo: Lady Gaga quiere tener un hijo, por ejemplo.

Y ya está. No hay noticias internacionales, ni ensayos, ni artículos de opinión, ni artículos de contenido político, ni nada cultural. Ahora mismo meteré el único Bild-Zeitung que habré hojeado en toda mi vida en el contenedor de reciclar papel. Es la primera y la última vez que me lo compro, palabra de honor. Nivelazo, objetividad, y contenido. No me lo esperaba de otra manera.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Y el séptimo día ... no se fue de compras

Esta semana, el tribunal constitucional alemán ha dictado sentencia: la apertura de los comercios en Berlín los cuatro domingos de Adviento es anticonstitucional; por este año vale, pues ya no se puede dar marcha atrás, pero para el año que viene no será posible y se deberá respetar el Sonntagsruhe ('la tranquilidad del domingo'), como se dice aquí. La demanda la habían puesto las iglesias católica y protestante. Los jueces basan la sentencia en un artículo de la constitución de 1949 que fue tomado a su vez de la constitución de Weimar de 1919, por el que se protegen mediante la ley el domingo y los días de fiesta como jornadas de descanso laboral y de "seelische Erhebung", la 'exaltación del alma'.

En Alemania está permitido abrir muy pocos domingos al año, y por causas especiales, como el Mundial de fútbol, o la celebración de los 20 años de la caída del muro, pero si no el cierre es riguroso. De todas formas, he visto ampliarse el horario de apertura de una manera sorprendente. Cuando llegué a Alemania, las tiendas cerraban a las seis de la tarde, y los sábados a las dos de la tarde. Me daba pena ver que las ciudades se quedaran muertas a partir de esa hora los sábados y a las seis de la tarde entre semana. Luego vino el langer Donnerstag ('el jueves largo'), y empezaron a abrir ese día hasta las ocho de la tarde, haciéndose un par de años después el cierre a las ocho extensivo para todos los días de la semana. Algunos comercios cierran a las siete, y otros incluso a las nueve de la noche ciertos viernes o sábados antes de Navidad. Pero lo más revolucionario es lo de los supermercados: el de cerquita de mi casa está abierto desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, algo impensable hace años.

Yo desde luego que me apaño perfectamente sin ir de compras el domingo, pero entiendo que ciudades como Berlín, con mucho turismo incluso nacional, abrieran muchos domingos al año. Entiendo que los empleados prefieran que cierren, pues lo malo es que no se contrata personal para esos días, y siguen siendo los mismos los que cubren esas horas. Pero argumentar basándose en la paz del alma y espíritu, cuando todos vivimos estresaditos con miles de actividades, y cuando mismo los domingos hay muchos que no se libran de trabajar, y cuando en todas partes se organizan actos (en los que trabaja gente) para sacar a las gentes de sus casas y no aburrirse, es decir, estresarse más, no veo por qué no se va a poder uno ir de compras, si no se tiene tiempo durante las semana, o que para los turistas sea más agradable encontrarse ciudades vivas y no muertas. Pero evidentemente se puede prescindir de la apertura dominical. Lo que no me parece ninguna obviedad es que la iglesia alemana se implique en tal noble labor como proteger nuestra alma, mientras que la iglesia española se dedique a envenenar la de los fieles. Propongo que en vez de convocar manifestaciones, la iglesia española demande al Corte Inglés por abrir tantos domingos al año. Tengo una prima que lo celebraría.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Muchas gracias por los servicios prestados

Hace poco tuve mi cena anual con mi "departamento", es decir, con los que formábamos un departamento antes de que por el cierre del banco donde trabajábamos nos fuésemos todos a la calle (sin palabrotas, por favor). Siempre hay alguien que se ocupa de convocarnos a todos por Navidad (siempre los mismos, claro; gracias), y esta vez fuimos casi tan numerosos como cuando estábamos en activo. Nos reímos mucho recordando anécdotas comunes, y también con las que contaban los veteranos de los tiempos ancestrales de mucho antes de que trabajara yo y otros en el departamento. A pesar de las rencillas existentes como en todo sitio de trabajo, todos estamos de acuerdo en que estábamos muy bien donde estábamos, y ahí queda como prueba el hecho de que nos sigamos juntando todos los años.

El trabajo es nuestra conexión con el mundo exterior fuera de nuestro hogar, es nuestra proyección social, y aunque todo trabajo se convierte en rutina y todos lo mandarían a freír espárragos durante una temporada, pienso que es mejor tener uno que no tener ninguno. Muy poca gente está verdaderamente realizada con lo que hace, pero hay personas que sí que logran alcanzar un equilibrio entre su trabajo y su vida privada y llevar una vida tranquila. Pero si un día, te vienen y te dicen que te echan, se te viene el mundo abajo, aunque te lo esperes. Nosotros, los del banco, llevábamos años oyendo que si nos compraban, nos vendían, nos restructuraban, o si cerraban. Yo dejé de creerme los rumores, pues como duraron años dejaron de serlo para mí. Pero sí, los más agoreros tenían razón y llegó el día, y en mi caso fuimos 500 los que salimos a la vez, algo impensable pues los bancos en Alemania durante años parecían como ministerios y sus empleados funcionarios.

Peor es casi cuando un día, de sopetón, te dicen que TÚ te tienes que ir, mientras que otros se quedan. Así de ingrata es la vida laboral, pues aunque te hayas molido los huesos en tu trabajo, no habrá medallas de reconocimiento. Las decisiones las toman otros y no se tienen en cuenta ni méritos, ni experiencia, ni conocimientos. En mis últimos meses en activo, por estar preparando un evento importante, no acepté la baja que me quería dar el ginecólogo por tener una ciática que no me dejaba casi andar en el octavo mes de embarazo. En esos momentos pensé que era imprescindible no faltar, y ni el triponcio ni la ciática me pararon. Ahora soy más vieja, y más experimentada (o asqueada), y me cogería la baja... pues ninguno somos imprescindibles. Que se lo digan a los que cada día oyen en cualquier parte del mundo que la empresa está contenta con los resultados y el trabajo realizado... pero que te tienen que despedir. Ah, se siente. Eso te pasa por trabajar y correr riesgos.

Atrás quedan en esos momentos muchas horas compartidas con gente a la que veías más que a tu familia casi, y la sensación de que a lo mejor tu esfuerzo fue para nada, pues es como en un tablero de ajedrez: lo difícil es que no te coman. Y seguimos avanzando en un mundo en el que los que trabajan lo hacen cada vez más, y parecen hacerlo por los que se quedan en el camino. Los que hemos conocido a grandes personas a través del trabajo, sabemos que hay cosas que nunca te pueden quitar y que eso al menos ha merecido la pena. A todos ellos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Calendario de Adviento

Mi hija pequeña ha dormido en los últimos días "más deprisa", como dice ella, para que se pasaran más rápido las noches. Y en las últimas semanas, durante el día, ella y su hermana habrán mencionado mil veces la palabrita Adventskalender, el calendario de Adviento, hasta marearme. Para el que no lo sepa, aunque en España proliferan cada vez más los de chocolatinas, se trata de un invento alemán para hacerles a los niños más llevadera la espera hasta el 24 de diciembre, el día en el que reciben los regalos. Cada día abren una puertecita, paquetito, o regalito, según se levantan por las mañanas. Hace años eran sólo de chocolatinas, como los que se ven ahora en España en los supermercados alemanes que hay por todos lados (Lidl, Plus, Aldi), pero hoy esos contienen aquí 24 huevos Kinder Sorpresa (qué atracón), o mazapanes de Lübeck, o más sofisticados aún, los he visto con 24 botellitas de cava, o 24 cervezas, para adultos (aunque no estaría mal emborrachar al niño para que deje de preguntarte que cuántos días faltan para el 1 de diciembre). También los hay de juguetes, en los que abren cada día una puertecita y les sale algo de Lego o Playmobil, y miles de ideas.

Pero yo caí en la trampa en la que caemos todos aquí hace unos cuantos años, cuando mi hija mayor tenía tres entonces: en hacerlo como mandan los "cánones". En ese momento le cosí 24 botitas de Papá Noel para rellenar con cositas, pensando que lo de los 24 chocolates me parecía monotemático y excesivo (ahora me río ... no hubiera tenido ningún problema con que se diese un atracón). Hay miles de posibilidades de hacer un calendario de Adviento. Hay gente que cuelga una cuerda como de tender la ropa y de ella con pinzas 24 bolsitas de papel, u otros hacen 24 paquetitos que ponen en una mesa. Al comienzo, compré todo tipo de miniaturas y cositas que luego han ido desapareciendo por la habitación, o sea, para nada. Y cada año vuelvo a maldecir el invento y en la que me metí yo solita, con lo bien que me podía haber escaqueado (como de muchas otras), con la excusa de que soy española. Luego nació mi otra hija, y a los tres o cuatro años le hice otro a ella. Esta vez comprado... un árbol de madera, con clavitos donde colgar los paquetitos. Esto significa que me tengo que romper la cabeza 48 veces y se me acaban las ideas. Lo bueno es que mis hijas, cabecitas pensantes, llevaban como dos meses cavilando: "Mira mamá, esto estaría muy bien para el calendario de Adviento". Y al final me han dado ideas de sobra y los he acabado a tiempo, pues ésa es otra.

Hoy, 1 de diciembre, se han levantado como cohetes de la cama, la pequeña sin despertador incluso, y todo orgullosa, pues este año puede además leer los números hasta el 24 sin perderse. Y durante todo el mes se levantarán contentas y felices, y no habrá que decir 24 veces "niñas, a levantarse, que hay que ir al cole". Además, lo que me ha cundido a mí como amenaza el calendario de marras en las últimas semanas: "Como no recojas tu habitación, no va a haber calendario de Adviento este año", o "como no me hables en otro tono, no te voy a hacer ninguno". Qué gusto dan estas cosas tan pedagógicas.

lunes, 30 de noviembre de 2009

22 horas de sol

Necesito acabar el mes de noviembre transmitiendo al mundo que en Hamburgo este mes de noviembre que acaba ahora hemos tenido 22 horas de sol. Eso no hace ni dos días en total. Así que no es de extrañar que aquí falte el calor humano, y que la gente sea tan áspera a veces. Muchos parece que se han quedado cortitos de sal (o de sol). En fin. Qué cruz. Lo malo es que diciembre no es el mes que se caracterice por su luz y calor. Salvo el de las bombillas...

El reciclaje hasta enero de 2011

Colecciono papel. Le tengo mucho respeto a todo lo escrito, y voy acumulando todo lo habido y por haber: periódicos, revistas, folletos, catálogos. Voy recogiendo de todas partes el papel cuya razón de ser es que la gente lo coja. Y hasta que no lo echo un vistazo, no tiro nada. Tengo unos montones de periódicos que no son normales, que crecen en base a las siguientes reglas: a) yo nunca tiro un periódico sin leer, por muy antiguo que sea (he llegado a tener algunos conservados un año lo menos; cualquier día me llaman de una hemeroteca); b) todo lo impreso, tiene interés para mí, y aquí entra de todo: folletos turísticos, programas de conciertos, programación de cine, etc. Raro es cuando me encuentro muchos de estos unos cuantos meses después.

Pero igual que leo, reciclo, y por eso, cuando dejaron de recoger el papel amontonadito al borde de la calle, y hubo que pedir un contenedor de tapa azul a la ciudad, me pareció excesivo poner un cubo entero de 240 litros, para llenar en un mes. Pero lo lleno. Y a veces meto a mi hija pequeña dentro para que salte y lo pise para que quepa más. Y como tengo que repartir lo que tengo en las próximas recogidas de papel, hoy me he quedado muy tranquila, cuando, tras vaciarlo le han colgado a cada cubo un papelito con las fechas de recogida mensuales hasta enero de 2011. Planificación alemana. Ahora sé que lo recogen la próxima vez el 29 de diciembre de este año, pero también el 27 de diciembre del año que viene. Y que hasta el 24 de enero de 2011, tengo tiempo de deshacerme de todo, en 15 veces. Porque si no lo podría hacer mi familia, que me ha puesto varios ultimátums: o lo tiras hasta tal fecha, o si no cuando vuelvas de España habrá desaparecido el montón. O mis padres dicen cada vez que vienen: "Seguro que la próxima vez que vengamos sigue ese montón igual". Y yo ni caso. A mi ritmo. Con lo que contribuyo al reciclaje de papel.

Hoy me acordaba de la frase de mi tío de América, con el que pasé un año: "Hay que leer, leer y leer, aunque sea pornografía", y yo añado, "guardar, leer y reciclar".

domingo, 29 de noviembre de 2009

Sin metáforas

Ésta soy yo en la cuerda floja y no metafóricamente sino de verdad. Hoy he estado en un museo de esos de la ciencia que explican hoy día a los niños todos los fenómenos del universo. Universum, así se llama este centro de Bremen. Nada en especial, y menos para los poco interesados como yo en los fenómenos normales pero para mí "paranormales" de la ciencia. Pero lo mejor fue la exposición exterior, con diversos puntos para experimentar al aire libre. Al ver la cuerda floja, he salido disparada, y me he subido. Nada fácil, como me figuraba, y eso que ésta estaba a unos 30 centímetros del suelo, o sea que ni red hacía falta. De todas maneras, para caerse daba, y para reflexionar. Sobre lo otro tan demostrable empíricamente (por qué hay olas en el mar, por qué se producen los sedimentos, cómo erosionan las gotas de agua ...) no hay mucho que reflexionar, o al menos yo no lo hago, pero sobre nosotros mismos y nuestra fragilidad como seres humanos sí. Y de lo difícil que es mantener el equilibrio.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Adviento

"Advent, Advent, ein Lichtlein brennt, (Adviento, Adviento, una lucecita arde)
erst eins, dann zwei, dann drei, dann vier, (primero una, luego dos, luego tres, luego cuatro)
dann steht das Christkind vor der Tür" (entonces está el niño Jesús a punto de llegar, - lit. delante de la puerta).

Todo el mundo conoce esta cancioncilla aquí. Mañana comienza el tiempo de Adviento, y se encenderá la primera vela de la corona de Adviento, y como dice la canción seguirá una más cada domingo, durante cuatro en total. Yo, antes de venir a Alemania, no había oído la palabra Adviento más que con connotaciones religiosas, pero aquí, donde la Navidad es sobre todo una fiesta pagana, la gente se desea los días antes de cada domingo un "feliz primer Adviento". A mí me sorprendió mucho tal deseo, como si te dijeran "feliz segundo domingo de Cuaresma". Y te lo dicen en el mercado, o en la panadería o en cualquier sitio. Lo que te están deseando es que te sientes tranquilamente delante de la velita y reposes, te comas unas galletitas, o un trozo de Stolle (un bollo de pasas típico para estos domingos), y si eres "lo más", que leas junto con tu familia cuentos de Navidad (antes se leía la biblia). Yo sé de gente para los que estos domingos son lo máximo, y de hecho no hay mayor imposible que tratar de quedar un domingo de estos. Te dirán que ya tienen todos los domingos ocupados con planes, tomando café con unos o con otros o con otras actividades de Adviento.

Pero los que tienen mucho trabajo estos días son los bomberos. El número de incendios asciende, por la cantidad de velitas que se quedan mal apagadas o desatendidas en algún momento. Ha habido muertos en ocasiones, y entonces yo pienso que menudo besinnlichen Advent, otro adjetivo tan alemán como gemütlich, porque además de acogedores, estos domingos son besinnlich, días en los que meditas sobre ti mismo, con serenidad, y miras en tu interior, pero tanta Besinnlichkeit o contemplación interior es mala, porque si te olvidas de la vela, mal asunto.
Feliz primer domingo de Adviento a los que celebren y cuidadín.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Dimisiones y solidaridad mal aplicada

Aparte de un jefe del Ejército y un secretario de Defensa (ayer) puede dimitir un ex ministro de Defensa y actual ministro de Trabajo (hoy). Franz Josef Jung, el que era ministro de Defensa cuando se produjo el ataque en el que participaron las tropas alemanas el 4 de septiembre en Afganistán, en el que como se sabe ahora murieron 142 personas, entre ellos civiles, es (o era hasta hoy) el actual ministro de Trabajo en el nuevo Gobierno de Angela Merkel. Ha durado un mes en su puesto actual, pero dimite por el puesto anterior. Me parece apropiado, pues la participación de Alemania en Afganistán es más que dubiosa, y más si como se demuestra ahora han ocultado que hubiera víctimas. Que tuviera que ser el periódico sensacionalista Bild el que desvelara ayer la noticia es más que triste, y que el Gobierno haya mantenido oculta esta información mismo entre ellos, peor aún, pues el actual ministro de Defensa dice que se enteró el miércoles. Pero tengamos en cuenta que el bombardeo ocurrió un par de semanas antes de las elecciones alemanas, y que la mayoría en el país está en contra de la presencia alemana en el conflicto afgano, y como se ve ahora, la labor no es tan humanitaria como la pintan a veces. Lo tranquilizador es que en Alemania al menos ruedan cabezas, mismo a posteriori, y no como en España, donde los menos se van cuando se tienen que ir, ni en el momento en que tendrían que dimitir, ni después. Todavía nadie ha rendido cuentas por defender el ataque a Irak basándose en que hubiera armas de destrucción masiva. ¿Viviremos ese día?

Otra noticia que ocupa la actualidad estos días en Alemania es la sentencia dictada por el tribunal de Hacienda de Baja Sajonia según la cual el "impuesto de Solidaridad" es inconstitucional. Este impuesto, el Solidaritätszuschlag, se estableció en Alemania en 1991 de manera "provisional" para financiar los costes de la reunificación alemana. Por supuesto que lo provisional, se convirtió en definitivo, pues tras 18 años seguimos pagando un 5,5 % del impuesto sobre la renta, y en la actualidad el gobierno recauda a través de él 12 billones de euros, que desde hace mucho tiempo ya no se utilizan exclusivamente para mejorar las infraestructuras en la antigua Alemania del Este. Una avispada asesora de impuestos de Baja Sajonia, que no sabía cómo reducir el pago de impuestos de su cliente (en Alemania la diferencia entre bruto y neto es más o menos la mitad, siendo los solteros sin dependientes a su cargo los que más pagan), recordó que Baja Sajonia buscaba un "demandante prototipo" para la cantidad de 1000 euros, que es lo que le retenían al año para este concepto al hombre que ha demandado. Y el tribunal le ha dado la razón. Esto va a traer consecuencias, pues ahora tendrá que decidir el Tribunal Constitucional de Karlsruhe, pero basta con que digan que es constitucional, para que siga todo como está. La cuestión es si tras 18 años se debe seguir hablando de "solidaridad", sobre todo cuando ese dinero no se dedica a eso, y cuando Alemania ya está más que reunificada y verdaderamente no hay tantas diferencias en cuanto a infraestructuras entre el oeste y el este. Probablemente una parte de lo que pagamos como "solidaridad" vaya a Defensa ... Y justo hoy el jefe de la OTAN ha pedido más tropas para Afganistán. En qué mundo vivimos.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Ni visto ni agradecido

De todas las tareas que uno puede hacer, las de la casa son las más ingratas y si hay alguien que piense lo contrario, que levante tímidamente el dedo, pero seguro que será alguien que no las realiza. Son necesarias, pero no por ello tienes la sensación de haber logrado algo, pues nunca acabas, y parece que estás metido en una espiral, pues tras haber planchado la última camisa, por ejemplo, tienes las siguientes recién lavadas o por lavar. O según has limpiado las ventanas, vendrá tu hijo, y pondrá las manazas como huella "aquí estoy yo". Porque son trabajos que nadie ve ni agradece. Todavía no he oído que a nadie le digan: "Pero mira qué relimpias te han quedado las ventanas", o "Los cuellos de las camisas te han quedado esta vez de miedo", "pero cómo brillan los suelos", "y vamos, ni una mota de polvo". No, el estado de las cosas es ése, parece, ¿será su estado natural? Aunque como dice una amiga mía, también se puede limpiar lo menos posible para que el marido no se acostumbre y se queje cuando todo no está perfecto.

Recuerdo la mala leche que se le ponía a mi madre cuando yo era niña, sobre todos los domingos por la mañana, quizá por la sensación que comprendo ahora muy bien de que todos los días son iguales y de que nunca acabas. Empieza por el "¿qué comemos hoy?" ("ay, qué aburrimiento con la comida", decía mi madre), y sigue por el "ggggg, la nevera está vacía", o "el suelo estaba recién fregado y me han entrado los críos con las botas llenas de barro, los mato...". Porque si encima tienes hijos parece que las tareas se duplican. El suelo recién limpio, estará lleno de migas al instante, o te volcarán el zumo. Son las leyes de un guión no escrito pero infalible.

Siempre digo que si al final del día alguien me pregunta "qué has hecho hoy" diría, "nada". Pero el "nada" es lo siguiente: recoger lo que la marabunta deja por medio (desayuno, ropas, cama), quitar el barro de los zapatos, llenar y vaciar máquinas (menos mal que las tenemos; el inventor de la lavadora y el fregaplatos se merecen el Premio Nobel de la Paz), doblar ropa que milagrosamente para el resto de los habitantes de la casa aparece en los cajones correspondientes. Pero las alarmas te saltan cuando alguien de casa te dice: "Pero no tengo calcetines en el cajón", o "¿Cómo puede ser que no hay Actimel de vainilla en la nevera?" Son momentos en los que recapacitas y empiezas a realizar experimentos: como esperar a que en la nevera no quede nada de nada (yo lo he hecho: y un día era "vaya, no queda mermelada de melocotón", y yo "NO". "Huy, no queda Gouda", y yo "pero quedan otros quesos", y así hasta que dejaron de protestar y empezaron a comer lo que había. Pero el mejor experimento que he realizado es el siguiente: había una botella de agua de plástico vacía debajo de la mesa del comedor. Al ir a agacharme (está comprobado empíricamente que yo he sido durante mucho tiempo la única que se ha agachado en esta casa, por un instinto innato) pensé: "Vamos a ver cuántos días se queda la botella ahí debajo". Y efectivamente, pasaron los días, hasta cinco (!), y porque no pude más y durante una cena dije: "Gente, ¿es que nadie ve la botella de debajo de la mesa?", y todos "nooooo". Nadie ve que normalmente eres tú la que recoge lo que por arte de magia aparece en sitios que no corresponden, y nadie devuelve a su sitio. Con mi hija mayor estoy realizando otro experimento: por las noches, al desvestirse deja la ropa sucia tirada en la litera de abajo. Le he dicho que ya no la llevo más al cesto de la ropa sucia. Que cuando no tenga ropa limpia en el armario, que entonces a lo mejor se da cuenta de que lo tiene que hacer. Pero el montón de encima de la cama aumenta por momentos... Debe ser que la casa es el reino de los ciegos o de los que quieren serlo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Cómo regalar a niños y mayores

Prevengo de una moda que podría llegar a España. Las listas de boda es algo que se practica en España desde hace mucho. Pues aquí existen también las "listas de cumpleaños" para los cumpleaños de los niños. A alguien se le debió de ocurrir y se ha propagado como la pólvora. Los niños que celebran su cumpleaños van a una juguetería y eligen los regalos que quieren tener. Les dan una cestita, y ellos la van llenando bajo el asesoramiento de sus madres, que vigilan que no metan regalos demasiado caros (10 ó 12 € máximo, una ley no escrita que todo el mundo conoce). Cuando invitan a sus amigos, en la invitación ponen: "Mi lista de cumpleaños está en la juguetería XY". La primera vez me pareció rarísimo, pero reconozco lo práctico que es ir y decir: "Quiero un regalo para fulanita", y que te saquen la cestita y elegir algo sin tener que romperte la cabeza. Y así lo hice ayer, pero lo simpático fue cuando la vendedora me dijo: "Coja usted este libro. Para la niña era muy importante tenerlo, y nadie lo ha comprado hasta ahora". A mí estas cosas me tocan la fibra sensible, y claro que lo compré, teniendo en cuenta que debí ser la última que se pasó por la tienda (tres horas antes del cumpleaños...), además de que salvo dos cosas más no quedaba nada en la cesta. Así que aparte de no tener que pensar qué comprar, tuve que pensar menos aún gracias a una vendedora despierta y con un corazón de oro.

Los mayores lo hacen de otra manera para sus fiestas; o te dicen lo que quieren o te ponen en la invitación: "Como quiero arreglarme el jardín, me pido dinero. Por favor meterlo en la hucha que habrá a la entrada"; o "como tenemos de todo, nos pedimos dinero para cambiar los muebles del comedor". Todo esto es verídico. Lo del dinero tiene aquí su puntito decoroso, y por eso hay que justificar para qué se quiere, no sea que alguien se piense que es para pagar las copas o la comida. Así que hay que mantener la distancia y que no se vea abiertamente, y es por lo que se mete en las huchitas o cajas preparadas, para que lo toquen las menos manos posible. Como ocurre en las pocas bodas aquí en las que explicitamente desean que se les regale dinero (si no expresan ese deseo aquí no se da dinero en las bodas), se "envuelve", y lo adornan, para que no parezca dinero. Para la boda en la que pedían dinero para los muebles, yo lo metí en un sobre con una tarjeta y listo. Pero, como siempre, entre lo que yo hago y el estándar hubo diferencia, ya que la gente apareció con unos paquetes tan emperifollados que parecía que iban de carnaval, con una fantasía sin límites: desde el dinero camuflado colgando de una botella de champán, a ramos de flores hechos con los billetes doblados en forma de abanico y envueltos luego con papel celofán, o una "tarta" hecha con toallas enrolladas con los billetes metidos como si fueran las velitas.

No sé cómo será hoy día en España, pero recuerdo que el día de mi boda mi madre era la encargada de recoger los sobre con el dinero. Parecía una mamma de la mafia, con su bolso, y el novio no hacía más que sufrir: "¿Y si le roban el bolso?". "Estos alemanes (holandeses)", pensé, "qué desconfiados". Lo mejor fue al día siguiente al hacer cuentas: "mira, que rata fulanito, habiendo dado tantas pesetas y viniendo tres!!!". Situciones impensables en Alemania, pues aquí hay ciertos temas que nunca trascienden: ni lo que ganas, ni a quién votas, ni qué te ha regalado nadie.

martes, 24 de noviembre de 2009

Cuando los cisnes se van a invernar

Hay profesiones que me encantan. Por ejemplo, la de las muchachas que dan besitos y el ramo de flores a los ganadores en la Vuelta Ciclista o en el Tour. Si les preguntásemos: "¿A qué os dedicáis, chicas?" no creo que respondiesen "Somos 'besadoras' de los ganadores". Otra de mis profesiones favoritas es la de los reporteros que se dedican a seguir a un deportista, por ejemplo la reportero que sigue todos los pasos de Rafael Nadal e informa sobre todo lo del tenis, y habla por lo bajinis cuando retransmite desde un partido.

O se puede ser Schwanenvater ('padre de los cisnes'). Se trata de una profesión reconocida y admirada en Hamburgo. Sale a relucir dos veces al año, una en tal día como hoy, cuando se informa en los medios de comunicación de que el responsable de los cisnes del Alster, el lago del centro de Hamburgo ha llevado a los más o menos 120 cisnes que hay en él, metiditos en una barca, al lugar donde invernan todos los años, y otra en primavera, cuando los vuelve a soltar por todo el lago. Uno piensa que los cisnes viven ahí porque sí, que nadan por donde les da la gana, y que les da igual si es invierno o verano. Pues no: en invierno, cuando empiezan las heladas, sus vidas pueden estar en peligro, y ahí entra en juego Olaf Nieß, cuyo nombre conoce todo el mundo en Hamburgo, y como su padre, los protege y los lleva a la parte "más calentita", en uno de los laguitos laterales, entre los canales, donde no se hiela el agua, porque además tienen una bomba de agua que lo impide. El "padre de los cisnes" heredó el trabajo de su padre, que lo realizó durante más de cuarenta años, así que es una tradición familiar. Desde 1818 la ciudad de Hamburgo paga por esta labor a un funcionario, porque la leyenda dice que mientras haya cisnes en el Alster, Hamburgo seguirá siendo una Ciudad Libre y Hanseática (vamos, algo así como lo de los monos de Gibraltar). Qué haría el mundo sin estas curiosidades. A mí me encantan.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los mercados de Navidad

Estos días abren los mercados de Navidad, la esencia de las calles alemanas en esta época del año, instalándose en las plazas más importantes de las ciudades, en calles peatonales o en zonas de tiendas. En Hamburgo los he visto crecer por todas partes, pues cuando llegué había sólo dos, si no recuerdo mal. Poco poco, han ido tomando cualquier barrio donde paseen compradores navideños, para ampliarles la oferta y proporcionarles el espíritu que te dicen que tienes que tener estos días. Es prácticamente imposible librarte de tanta celebración y al final, acabas sucumbiendo al encanto de estos mercados. Porque lo tienen.

Venden desde todo tipo de productos de artesanía (de cristal, de madera, de fieltro), dulces típicos de estas fechas, la artesanía típica del Erzgebirge del este de Alemania (los Montes Metalíferos, cuyo nombrecito en español nunca había oído). Pero lo mejor es pasearte por ellos sin gastar y si soportas las masas probar la oferta culinaria: desde las consabidas salchichas y las cervezas, al Glühwein (el vino con especias), calentito para entrar en calor (para el que le guste, a mí no...); y luego hay fritangas de todo tipo: sartenes gigantes con revueltos de cebollas y champiñones, y los buñuelos típicos, manzanas asadas con canela, etc. Si no entras en calor entre el gentío, lo habrás conseguido tras tomarte un par de vinitos calientes y comerte un par de estas bombas repletas de calorías. Los fines de semana están llenitos de gente: yo me quedé varias veces atascada hace años con el carrito del bebé y me resultó casi imposible salir.

El más bonito es el de la plaza del Ayuntamiento de Hamburgo, ideado por el Circo Roncalli, y es el más apto para nostálgicos y amantes de la Navidad: un trenecito circula encima de las cabezas de la gente, en unas vías enganchadas a las casetas, hay un carrusel de esos nostálgicos, un café como los de Viena, y una caseta de Käthe Wohlfahrt, en la que si consigues entrar, saldrás espantado de la gente que hay dentro comprando todo tipo de decoración navideña.

El público de los mercadillos varía según la hora del día. Al mediodía salen los hambrientos de las oficinas a comer algo por allí, con sus trajes y corbatas, por las tardes es muy normal tomarse el Glühwein con los compañeros antes de irse a casa. Y según la zona, varía el estilillo de las cosas que venden. El de Ottensen tiene aspecto multikulti, como la zona. Por supuesto que en todos se vende mucha horterada, y decoración tipo "anti-consumo", que es consumo igual, pero no digan que si es algo hecho en fieltro, madera, lino, o materiales todos naturales, que no te sientes mejor que comprando algo "Made in China". Desde que he visto los mercados de Navidad alemanes, me cuesta pasarme por el de la Plaza Mayor de Madrid en Navidad y ver tal despliegue de cutrería, y objetos de plástico con luces estridentes y artículos de broma tan desagradables. Sólo se salvan las figuritas de los Belenes, y para los que les guste ese estilo.

Como la oferta ha ido creciendo para todos los gustos y necesidades, el año pasado descubrí un mercado de Navidad que no conocía: el de St. Pauli. En pleno Reeperbahn, la milla del pecado, como se denomina aquí a la zona, hay uno con las casetas típicas pero en el que te recibe la figura de un Papá Noel con un látigo. En los puestos venden una oferta navideña distinta, como consoladores de madera de abeto (... a los que por suerte les quitan las agujas de las ramas) y muchos otros juguetitos "artesanales". Se trata de mantener la tradición en cuanto a los materiales navideños, incluso en los regalos más originales.
Animo a quien pueda hacer una escapada, a darse un garbeo por alguna ciudad alemana en estas fechas. Es imposible no contagiarse y comer, beber o comprar... lo que sea.