martes, 30 de junio de 2009

De la importancia de los idiomas

Por supuesto que no es necesario aprender idiomas extranjeros. Pero si se sale fuera, es cuando uno se da cuenta de la importancia de los mismos. También es fundamental hablar la lengua del país en el que se vive, porque siempre habrá situaciones en las que si no lo pasarás mal. En los años que viví en Bélgica, conocí a mucha gente que decía que no era necesario aprender ningún idioma del país, por ser Bruselas y toda la zona tan internacional, y los flamencos tan políglotas (pero no los francófonos). Esa misma gente es la que en su país critican a los extranjeros que no se integran, pero ellos mismos forman en el extranjero sus guetos y encima con orgullo de especie. Al llegar me dieron un folleto llamado "Bélgica para alemanes" donde aparecía "el" profesor de natación que daba las clases en alemán, "la" profesora de ballet que enseñaba en alemán, "la" farmacia donde te atienden en alemán, los médicos que hablaban alemán, etc. No obstante, hubo miles de situaciones en las que tuve que salir del paso, como cuando mi hija pequeña, cabra escaladora, me hizo tener que llevarla tres veces a urgencias en medio año por caídas serias que tuvo. Apáñatelas en urgencias con médicos que sólo hablan francés, casi nada de inglés, y menos holandés. Eso sí, al pasar por caja (en Bélgica tienes que pagar la consulta al contado y luego te devuelve el seguro el dinero), la que me cogió la visa sabía español (!): me pareció surrealista, tras el sofoco que había pasado con los médicos que sólo hablaban francés, cuando la señora de la ventanilla, al ver mi nombre, se dirigó a mí en español.

Por eso, empeñada además en participar algo de la vida del país, me parece fundamental aprender el idioma, o al menos lo necesario, porque siempre hay situaciones en las que no te ayuda ningún folletito ni nada. Como el otro día, cuando mi prima, sin quererlo, compró aquí salchichas de carne de caballo para llevar a España. Y es que parecían todas iguales.

Una vez, por ejemplo, en un restaurante me pareció bien el plato del día o lo que yo creía que era. Yo entendí algo así como guiso de "una parte" de carne de ternera acompañado de pasta, se lo expliqué a mi amiga americana "Estará bien", dije. De qué parte de la ternera se trataba no lo entendí, pero cuando me lo trajeron y vi que eran riñones, maldije el no saber francés. Al igual que cada vez que venía el fontanero, el señor plombier, que no hablaba más que francés y al ser durante el primer medio año cuando lo necesité, no conseguí entenderme con él ni una palabra ni él conmigo. Me arreglaba los desperfectos, pero nunca conseguí saber lo que me preguntaba y al final se ponía a trabajar y a hacer lo que le parecía. Por eso quizá tuvo que venir un par de veces más cada vez, pues nunca arreglaba del todo lo que era necesario. Las visitas al médico sin saber el idioma son también toda una aventura. En una de mis primeras visitas aquí en Alemania, al oír la frase Machen Sie sich frei, traducido literalmente como 'hágase Usted libre' me quedé tan pancha pensando en que qué amables eran, por decirme que me sintiera a gusto o algo así; pero cuando volvió a entrar la enfermera y dijo algo del jersey, toda enfadada, comprendí que lo que tenía que hacer era desnudarme. Al contarlo en casa me dijeron que esa expresión significa 'que te desvistas'. Igual que la palabra Stuhlgang, 'defecación', no tiene nada que ver ni con ninguna silla, ni con ningún ascensor, Fahrstuhl, como una vez confundí, para deleite de los que me estaban escuchando: en vez de decir que subí en ascensor dije que subí en la defecación (ay, el vocabulario técnico). O también es importante diferenciar schwul ('homosexual') de schwül (cuando hace bochorno), dos palabras que sigo evitando, por si acaso. O la vez que dije que "estoy para su seducción" (ich stehe zur Verführung) cuando lo que quería decir era "estoy a su disposición" (ich stehe zur Verfügung). Como ven hay que tener mucho cuidado...

lunes, 29 de junio de 2009

La familia

La familia es aquel grupo al que perteneces porque sí, porque te ha tocado, como te podría haber tocado otra. La familia de tu cónyuge es a la que perteneces porque te ha tocado la lotería. En la mayoría de los casos, aunque no quiero generalizar, nos parece que nuestra familia es mejor que la de nuestra pareja. ¿Por qué? No es que seamos mejores, pero con los nuestros tenemos una complicidad que no alcanzaremos nunca con los otros ni ellos con nosotros. Yo llevo años comparando, y sin querer ser injusta, que lo soy, la balanza se inclina hacia mi lado. El otro pesa menos, lo siento. Pero es que hay montones de situaciones que lo han avalado. Y no sé si en mi caso es un factor cultural. La familia es mucho en España mientras que aquí es más bien poco. La tienes, pero en muchos de los casos es como si no la tuvieras.

Tengo una amiga española que dice que su suegra alemana vale millones, y tiene una relación con ella como la que nunca tuvo con su madre, y su suegra siempre está ahí cuando la necesita. Me alegro, pues me gustan las excepciones que no confirman las reglas. Con mi familia de aquí tengo la sensación de que nunca dejarían nada de lo que tienen que hacer por echarnos una mano (y con estas obligaciones me refiero a ir a tomar el té, ir a ver las diapositivas de un viaje, o ir al mercado).

Sin embargo, observo en España también una cierta exageración. Se toma todo más en cuenta: que si éste no me ha llamado, no me ha dado el pésame o no ha ido al funeral. Lo bueno de la mentalidad aquí es que no quedas nunca mal, pues nadie espera nada de ti. Nadie se enfada si no le llamas, si no le visitas en el hospital, si no acudes al funeral (al tanatorio menos, pues no existe esa costumbre). Aquí das a luz y te viene a ver tu marido, por obligación, pero nadie más. "Es que no queremos agobiarte, ya iremos poco a poco". Cuando llamé a mi hermana al hospital cuando ella dio a luz, me reconoció que estaba agobiada por tanta visita. Yo estaba agobiada cuando di a luz porque ambas veces me tocó una iraní en la habitación, y entre las dos ocasiones debí conocer a todos los iraníes que viven en Hamburgo. No dejaban de venir familiares con fuentes de fruta y de comida, y ahí me volví alemana cuando a las diez y media de la noche se presentó otra familia entera a visitarla y les dije que no eran horas.

En España me sorprende que cuando operan a alguien muchos familiares estén en la sala de espera hasta que acabe el trance. Aquí eso es impensable, ni te dejan hacerlo, ni a los familiares se les ocurriría: "Ya iremos mañana, ... total, como está dormido por la anestesia...". Ni tampoco se queda nadie por la noche, ni siquiera para el posoperatorio, pero considero que es una exageración en España cuando los familiares se quedan tantos días seguidos.

Así que muchas veces no sé si alegrarme del desapego de aquí, o sentirme incómoda por ser ya una despegada yo misma. Cuando llegué aquí era mucho más cumplida de lo que me he vuelto. Pero quizá es el resultado de que la otra familia me ha enseñado otro tipo de relación. Aquí me parece todo más forzado, más ceremonioso, los encuentros son menos espontáneos. Al final te acostumbras, y actúas de acorde a lo esperado, pero cuando estoy con los míos, me doy cuenta de la diferencia, así que seguiré siendo injusta, porque al menos con ellos no necesito ser otra persona y comportarme tan ceremoniosamente.

domingo, 28 de junio de 2009

Siete dormilones

Ayer fue Siebenschläfer, que literalmente significaría 'siete dormilones', aunque en realidad, como acabo de ver, es un lirón gris (no me caracterizo por mi conocimiento del medio). El 27 de junio tiene su importancia en Alemania, porque se dice que el tiempo que haga ese día, será el tiempo de las próximas siete semanas. Ojo al dato, pues si ese día te mueres de frío y llueve a mares, te podrás desesperar el resto del verano. Si hace bueno, podrás sobrevivirlo. Ayer fue una mezcla de todo, pero sobre todo nada malo: amaneció un cielo gris gris, y aunque no llovió se mantuvo así hasta las cinco de la tarde. A esa hora salió el sol e hizo una tarde maravillosa. A las doce y media de la noche cayeron unas cuantas gotas. Teniendo en cuenta que mi fiesta de cumpleaños empezó a las seis, puede decirse que tuve mucha suerte. A las doce y media de la noche, cuando lo gordo había pasado, cayeron cuatro gotas (más no fueron, y eso en Hamburgo), que por suerte ya no afectaron nada. Hoy ha amanecido igual, gris gris, y la tarde ha sido muy soleada. Ojalá se confirme la regla del lirón (¿quién se inventará estas reglas?, me pregunto, denominadas Bauernregeln, Bauern: 'agricultores', Regeln = 'reglas', una especie de refranes metereológicos).

Pero los siete dormilones somos los cinco visitantes españoles que he tenido en casa, más mi marido y yo (a mis niñas no las cuento, pues estaban más frescas que nosotros). Hoy estábamos todos para el arrastre, con la resaca correspondiente a las pocas horas de sueño de las últimas noches, sobre todo yo, como anfitriona. Pero ha merecido la pena. Es genial pasar unos días así con los tuyos, y reírte tanto, pues al ser gente de tu país de origen, la perspectiva es la misma, y las sensaciones, aunque olvidadas tras tantos años aquí, fueron las mismas que yo tuve al llegar. Ha sido divertido volver a enseñar Hamburgo, y oír comentarios que me han hecho reír y reír: que si no he visto a una chica guapa en estos tres días en toda la ciudad (comentario de un hombre), que qué agria es la gente (comentario de mi amiga: estando ambas en una cola para tomarnos un zumo yo le traduje la variedad que había y la señora de delante se tapó los oídos por molestarle el tono de nuestra voz); que si no hay gente por la calle y que dónde están todos; "ah, es que están todos en la Reeperbahn", constataron el viernes por la noche, y les costó superar el impacto de pasar de no ver a nadie a ver a multitudes de colgados de la noche, ya que la mezcla era explosiva: entre los moteros de las Harley Davidson, que han tomado la ciudad este fin de semana, la prostitución aún más evidente que en otras ocasiones (por los moteros, me imagino), todos los borrachos que iban dando tumbos por la calle, el grupo de tiroleses que nos encontramos en un bar (en mi vida he visto un grupo así en el norte, pero parecía que lo hubiera organizado yo, para dar colorido alemán a la noche). Así que al final había seres, y "humanos", como ellos dijeron, con todas sus virtudes y sus defectos. Tomándonos las últimas cervezas en la Hans-Albers-Platz, observamos la caza del cliente de las prostitutas, vestidas de una manera que sorprendió a mis huéspedes: riñonera, medias de nailon, encima un pantalón corto, un estilo deportivo que, salvo la evidencia de la "pechuga" en muchos casos, poco de atrayente tenía (ya digo, yo cito a mis visitantes: "es que los hombres somos así de simples, con eso nos conformamos").

Así es Hamburgo: orden y desmadre; así es el tiempo, siempre sorprendente; y así son las fiestas: diversión y resaca al final. Espero no necesitar los siete meses que duerme el citado lirón gris para recuperarme, pero siete días fijo. Gracias a todos.

viernes, 26 de junio de 2009

40 años

Hoy es un día normal, pero a la vez especial. Todo parece igual, pero no lo es. Es mi cumpleaños, y no uno cualquiera, pues me parece que es distinto a los otros, aunque no debería. Cumplir 40 años no es nada grave; peor sería el no cumplirlos. Pero sí que es momento de mirar atrás, algo que hasta ahora no había hecho como ahora. Y de mirar hacia delante. Me da la sensación de que es la mitad, aunque me inclino a repartir la vida en períodos de 20 años, y no en cuarentenas: en los primeros 20 te haces mayor, en los siguientes 20 te haces tú, y en los siguientes... vieja (¡jajaja!)... bueno, veremos. ¿Existe la llamada “crisis de los 40”? Yo pienso que sí, o al menos a mí me ha dado algo así. Para los soñadores como yo, que piensan que todas las posibilidades están siempre abiertas, es imposible cerrar ninguna puerta. No es fácil vivir así, siempre insegura, y seguiré balanceándome en la cuerda floja. Pero soy afortundada de tener a tanta gente tan maravillosa en mi vida, con los que espero contar en los próximos 40 años. Así que es momento de celebrar con muchos de ellos, y echaré de menos a los que no van a estar. Que empiece la fiesta. Con eso me conformo, al menos de momento.

jueves, 25 de junio de 2009

El sentido de la vida

Ayer mi vecina se pasó todo el día fumigando hoja a hoja el seto del jardín. Le ha declarado la guerra a todo bichito que ose posarse en las plantas y anda obsesionada en si las plantas crecen bien o no, echando todo tipo de productos y removiendo la tierra constantemente. Se pasa el año entero escarbando en el jardín, observando todo lo que ocurre en él. Parece ser el centro de su existencia.

El otro día, en mi curso de francés, el profesor nos puso un video de entrevistas que fueron realizadas para una exposición en teoría itinerante (por la crisis de los bancos patrocinadores se ha quedado sólo en París), “6 milliards d’autres”, realizada por Yann Arthus-Bertrand. Gente de todo el mundo fue entrevistada durante varios años sobre diversos temas: la familia, la felicidad, el amor, la paz o la guerra, y más temas concernientes a la vida de cualquier ser humano en cualquier parte del mundo. Nosotros vimos la parte correspondiente al “sentido de la vida” y lo que los entrevistados pensaban al respecto. Evidentemente si vives en África y no tienes nada que comer, el sentido de tu vida será sobrevivir el día a día y buscar alimento para tus hijos; si vives en un país en guerra, también lo será el sobrevivir, un día y otro. Muchos no sabían qué responder, y se sentían incapaces de decir lo que es el sentido de la vida. Uno dio una respuesta que me pareció adecuada para gente como yo, que tiene cubiertas las necesidades vitales diarias y en realidad no tiene problemas: el sentido de la vida consiste en estar rodeado de tus seres queridos y el sentirte bien contigo mismo. Y ahí puede fallar todo: o por haber perdido a las personas que quieres, o no tenerlas cerca, o porque no estás en paz contigo mismo. Por supuesto que no todo es realizable pero hagas lo que hagas, si no estás a gusto dentro de tu piel ya puedes tener un jardín perfecto o una vida perfecta, que tu sensación será otra. Y ahí reside el arte de vivir: en encontrar lo que da sentido a tu vida, y puede que sea el jardín, tu casa, o lo que proyectas hacia los demás, pero eso es sólo lo "estético". El verdadero sentido de tu vida eres tú mismo, los momentos inolvidables que compartes con las personas a las que quieres, cuando tu hijo te sonríe y te hace reír, y los momentos en los que sientes que tú también aportas algo a los demás. Muchas otras cosas son entelequias, pero el problema es que no nos damos cuenta de ello.

miércoles, 24 de junio de 2009

Sandalias con calcetines

¿Es que hay algo más alemán que ponerse sandalias con calcetines? Al haber subido las temperaturas, vuelven a verse las sandalias, pero es raro verlas sin calcetines, en los niños y en los hombres; las mujeres no, por suerte, aunque alguna vez he visto a alguna llevando las famosas Birkenstock con ellos, el colmo de la estética. Mismo mis hijas son portadoras de calcetines, y es imposible quitárselos, porque les parece más cómodo llevarlas así. En España se los quitan, por el calor y por ver que nadie los lleva. Pero aquí, como todos los niños van así, ni se nota. Ayer lo pensé al ver la colección de niñas que tuve en mi casa por la tarde, cinco en total, y todas con sandalias y calcetines. Y si son de velcro, mejor aún. Más bonitas quedan.

Siempre me parece divertido observar en un aeropuerto a la gente. Hay muchos a los que puedes clasificar en una nacionalidad u otra sólo con echarlos un vistazo. O lo mismo cuando ves grupos de turistas en ciudades. A los españoles los distingo a la primera, lo mismo a los italianos, y a los alemanes. Los alemanes son un grupo que se pone lo que quiere, sin atenerse a ninguna moda, y en general tienen un estilo soso, pero lo de las sandalias es un denominador común. Los italianos van llenos de dorados, de gafas de sol recargadas y colores fuertes. Y a los españoles los puedo dividir en grupos: o te encuentras a los pijos típicos, o al grupo de jubilados (todas las señoras van peinadas igual, con el mismo color de pelo casi), o a los intelectuales y a los macarrillas. Creo que los españoles somos de los más uniformados de Europa, y los que más seguimos las modas. Si se lleva un bolso determinado, todas llevarán ese bolso, o los zapatos de moda de esa temporada, o lo que sea. Otro grupo simpático son los ingleses, que van siempre desabrigados, en invierno también. He visto a chicas inglesas con sandalias en invierno. Es otro grupo que destaca, con su estilo "ahora-me-voy-a-la-discoteca", mismo en la vida diaria.

Pero lo de las sandalias con calcetines es una moda que se mantiene en Alemania desde siempre y es parte de la imagen de una nación, y trasciende a todos los estilos, sea normalito o ecologista. No la perdamos.

martes, 23 de junio de 2009

¿Tú o Usted?

Tutear o decir de usted: Duzen o Siezen (Du = tú, Sie = Usted), hasta tienen un verbo en alemán para 'decir de usted'. Es un tema algo delicado en Alemania y una de las mejores formas de meter la pata para los que aprenden alemán. Cuesta acostumbrase al uso constante del usted, con la excepción de tus amigos, a los que tratas de tú. También ahora, con mi mentalidad alemana, me parece que en España se utiliza demasiado el tú y me resulta chocante, por ejemplo, que una muchacha joven se dirija a una señora mayor que no conoce de nada tuteándola, algo muy común en la vida diaria, y que me parece hasta mala educación.

Aquí no es así: con 18 años tienes el "derecho" a que te traten de usted (y los otros la obligación). Y empiezan las situaciones rocambolescas. Una chica o chico de 18 años es ya para los profesores "usted" y a partir de ese momento ya no te llaman por tu nombre de pila sino por el Frau o Herr y el apellido. La gente joven se tutea entre sí, claro, pero también incluso entre ellos se tratan con la forma de cortesía para mantener la distancia, como me resultaba a mí chocante en la universidad. Me pareció muy raro convertirme a los 20 años de un día para otro en Frau Fernández.

Y se dan situaciones grotescas como que en el mismo departamento de trabajo una compañera te hable de usted a ti pero a tu compañera directa la tutee. O peor aún, que te vayas con todos a cenar por Navidad, por ejemplo, y en la mesa haya esa mezca de "a ti te tuteo, pero a ti no, porque él me cae bien y tú no, y no te quiero dar confianza ...". Son situaciones en las que me siento muy incómoda, y que demuestran claramente las simpatías y diferencias que se hacen entre las personas. Un jefe nunca tutearía a su subordinado. Es más fácil despedirlo o echarle la bronca tratándole de usted que diciéndole de tú. Y más circunstancias raras: un jefe, que antes no lo era, y que se haya tratado siempre de tú con sus compañeros del mismo rango, no se lo podrá quitar cuanda ascienda, pero el resto de sus subordinados le trataran de usted, o sea que para unos será el Sr. X y para otro Hans. Todo esto son situaciones vividas.

Curiosa es también la antigua usanza de ofrecerle el tú a alguien al brindar con el Brüderschaft trinken ('beber por la hermandad', es decir, brindar con alguien cuando le ofreces el tú). Antes era común esperar a un momento así, pero hoy día es por suerte más sencillo, y basta con ofrecerlo, sin vino o cerveza en la mano, porque si tuvieras que esperar hasta entonces...

Siempre me llama la atención respecto a este tema la sincronización de las películas del inglés al alemán. Chico conoce y se enamora de chica o al revés; en la versión alemana se tratan todo el rato de usted (en inglés you) y una vez que se han besado o acabado en la cama, aparece el tú de repente (you también). Y yo siempre me pregunto si me he perdido algo, ya que primero se tenían que haber puesto de acuerdo en que se llaman de tú, como se hace aquí, y luego besarse. Al final las lenguas son profilácticas, y sirven para prevenir, no sea que cojamos demasiadas confianzas nada más conocernos con alguien, o ni siquiera sirven para evitar lo inevitable, según se vea.

lunes, 22 de junio de 2009

Los solsticios

Nunca en mi vida me había importado el solsticio de verano hasta que llegué aquí. Amaneciendo estas semanas a las cuatro de la mañana y anocheciendo después de las diez y media de la noche, cuesta despedirse de tanta claridad, ya que ahora poco a poco los días se empezarán a acortar hasta que en invierno anochezca a las cuatro de la tarde. A mí con el que me entra alegría es con el solsticio de invierno porque a partir de ese momento los días empiezan a ser más largos, hasta el 21 de junio, pero no con el de verano. Anoche, mirando el cielo me entró melancolía al pensar que ahora comenzamos la marcha atrás. Por eso creo que si viviera en los países escandinavos me negaría a celebrar estos días, y celebraría en invierno, aunque fuera yo solita la que festejara. Me imagino a los suecos celebrando su "Midsommar" todos bailando alrededor de la corona de flores típica, cual anuncio de Ikea, y me pregunto si merece la pena celebrar el comienzo del fin, o el fin de lo mejor. Por suerte son ciclos que se empiezan y se acaban, como todo. Pero es curioso cómo al vivir tan al norte, se te meten los solsticios en tu vida sin ni siquiera darte cuenta y te dividen el año en dos mitades tan claras, una de luz y otra de oscuridad. Y hoy es el primer día de la segunda parte. Todo esto lo asocio con las sensaciones que me invaden con motivo de la segunda parte de mi vida, que está a punto de comenzar con motivo de un cumpleaños que me parece una especie de frontera en la que me plantaré esta semana, y miraré hacia detrás, y hacia delante, y será el primer solsticio importante de mi vida. Pero lo celebraré, porque todavía veo mucha claridad por delante. A pesar de todo.

domingo, 21 de junio de 2009

La felicidad infantil y el "Wattwurm"

Una de las noticias del día es que los niños españoles son los segundos más felices de Europa, después de los holandeses. Teniendo en cuenta que mis hijas son medio holandesas medio españolas (de sangre, no de pasaporte), deben ser las más felices del mundo entero. Y eso mismo le he preguntado hoy a mi hija mayor durante la comida (la pequeña no se dio por aludida). Su respuesta fue que no, que no se siente así, y el motivo es el viaje de fin de curso, del que ha vuelto traumatizada. Para los niños encuestados la felicidad se debía a estar con su familia, y el fracaso escolar no es motivo para ser infeliz.

Pero sí puede serlo un viaje de fin de curso. Ella iba desde luego decidida a pasarlo mal, y no ha puesto ningún esfuerzo por su parte, pero sus críticas eran:
  • "no había agua sin gas para beber, sólo con gas"
  • "hacía mucho frío; no me he quitado el forro polar en toda la semana, y los demás niños, para los que esas temperaturas son verano, iban en manga corta y pantalón corto"
  • "no nos daban comida caliente al mediodía, sólo un bocadillo, que encima teníamos que hacer nosotros y hasta la tarde nada decente que comer..."
  • "... si es que a la comida se la puede llamar decente; las espinacas parecían algas"
  • "de todas las cosas bonitas que me enseñaste de la isla Sylt [antes del viaje le enseñé fotos de una revista sobre la isla], no hemos visto nada; sólo nos han llevado a ver el Wattenmeer y un centro de metereología"
  • "el centro de metereología nos lo podíamos haber ahorrado, pues no necesito ver en ningún sitio que puede haber tempestades y hacer mal tiempo, viéndolo en vivo a diario"
  • "y el Wattenmeer...: tuvimos que andar descalzos, pisé un mejillón, me hice daño y estaba todo lleno de gusanos y cangrejos. Y encima el tipo que nos lo explicó se comió uno de los gusanos famosos delante de nosotros".

El Wattenmeer es un parque nacional en el Mar del Norte. El flujo de las mareas hace que en este mar de poca profundidad queden durante varias horas del día kilómetros de superficie sin agua y se pueda atravesar a pie, desde tierra firme hasta las islas por ejemplo, y el suelo es una mezcla de fondo marino y de sedimento de la arena de la playa y en él viven muchas especies autóctonas de la zona, como el famoso Wattwurm, el más importante del parque nacional. Durante la visita, el guía les dijo a los niños que se pueden comer, que son muy saludables, a lo que un niño respondió que adelante, que se lo comiera. Y el hombre le respondió que sólo si él se comía otro después. El hombre se metió el gusano en la boca y lo masticó ante los estupefactos niños. El niño que lo retó se rajó, pero otro se lo comió, y otra niña se metió el bicho en la boca y lo acabó por escupir. Mi hija estaba horrorizada, y lo primero que contaron los niños al llegar a la estación fue la escena del gusano.

Seguramente los niños alemanes no se consideren los más felices, teniendo en cuenta las duras pruebas que deben pasar. Por tanto, ¿quién dice que haya que medir la felicidad en aspectos subjetivos como la familia, el éxito o fracaso escolar, o mismo la percepción que ellos tienen de sí mismos y su entorno? Un viajecito o un gusano pueden cambiarlo todo.

sábado, 20 de junio de 2009

Día del Español

El primer Día del Español, organizado por el Instututo Cervantes, me parece una iniciativa interesante para sensibilizarnos sobre algo tan preciado como es nuestro propio idioma y sobre lo que no solemos reflexionar. Nuestra lengua nos viene dada por azar, ya que si hubiéramos nacido en otro sitio, tendríamos otra. O más determinante aún es la lengua de tus padres, que puede ser otra a la del país de residencia. La adquisición del lenguaje es uno de los procesos más naturales que realizamos y a traves del cual formamos parte de una comunidad de hablantes, sin ni siquiera darnos cuenta.

La del español es una comunidad muy extensa, al ser una de las lenguas más habladas del mundo, y es la segunda más estudiada como lengua extrajera. Por eso, como hispanohablante es habitual encontrarte por todos sitios a otros nativos o a personas que lo aprenden, por lo que hace tiempo que aprendí que no debes decir nada de nadie pensando que no te entienden, porque siempre te puedes llevar una sorpresa. Es divertido ir camuflada oyendo las conversaciones ajenas de gente que está segura de que los de alrededor no les entienden. O esforzarte enormemente para preguntar algo en un idioma y que tu interlocutor, al oír el acentazo tan fuerte que tienes te diga "si quieres podemos hablar español".

Para la celebración de hoy se ha buscado la palabra que más le gusta a los hablantes. La más votada ha sido "malevo" y la segunda "chapuza". Me gusta más la segunda, pues con la primera no identifico nada. "Chapuza" me parece más auténtica y una muy buena elección, por ser una palabra tan española. Las palabras que más me gustan son las que son difíciles de traducir a otros idiomas, lo cual indica que son muy nuestras. A mí me parece imposible elegir una, pero me quedo con las que por mi condición de emigrante más añoro o me identifico: "sol", "verano" o "morriña", y luego hay palabras de una sonoridad especial, como "zangolotino", una palabra usada en mi familia, o me suenan muy españolas "chiringuito" y "sarao", o las que les es imposible pronunciar a los que la aprenden. Practiquen con un extranjero, por ejemplo, la palabra "ferrocarril".

Todas las lenguas tienen el mismo valor en cuanto nexo de unión entre sus hablantes y como distintivo respecto a los otros, por lo que no cabe proclamar la supremacía de ninguna. Pero nosotros tenemos la suerte de hablar una lengua universal, y por eso me quedo con la palabra "español", eñe incluida, por ser la mía, y la que mejor me sirve para ser yo.

viernes, 19 de junio de 2009

Cómo saludar

Una situación que me desconcierta en Alemania es la forma de saludar a la gente. ¿Le das la mano, un beso, dos, un abrazo o nada? Todo es posible, lo único es que tienes que saber qué hacer con cada uno. En España le damos dos besos a cualquiera, aunque no lo conozcamos. Es incluso la forma de presentarse. Aquí eso es imposible, e incluso tardarás mucho en tener un saludo tan efusivo con amigos. Cuando llegué metía la pata constantemente. Daba besos sin tener que darlos, y me di cuenta que ponía en aprietos a todo el mundo, así que dejé de hacerlo, salvo con los españoles. Durante mucho tiempo estuve muy insegura, hasta que me di cuenta que la dificultad reside en saber cómo saludar o despedirte de la persona concreta, ya que con otra será distinto. Lo malo es cuando confundes el protocolo, como me ha pasado a mí a veces, y ya no me acordaba que a ése no lo besaba o abrazaba y a ésta sí.

La mejor manera de no cometer ningún error es darle la mano a todo el mundo, como mujer no sólo a los hombres, sino también a las mujeres, y es como yo empiezo toda relación. Me llama la atención que hasta en las familias no se besan en muchos casos, padres a hijos sí, claro, pero tíos a sobrinos en muchos casos no, y menos a demás parientes "lejanos". A los niños se les da la mano, para no asustarlos. Una dificultad para mis hijas cuando estamos en España es la insistencia de la gente para que den besos. A ellas, no acostumbradas a besar a nadie aquí, les parece un ataque frontal que alguien venga, desconocido para ellas en muchos casos, y les diga "bonita, dame un beso"; ellas se esconden detrás de mí. Mi madre las disculpa diciendo: "Es que estas niñas no besan", pero a ella también le ha costado aceptarlo. Y ahora yo recuerdo alguna ocasión en la que alguien me pegaba un buen achuchón de niña y a mí no me gustaba e incluso me limpiaba la cara a continuación. Así que en este caso las comprendo.

Aquí ningún adulto le pediría nunca a ningún niño que le de un beso; porque a ellos mismos no le gusta tal confianza, no esperan de los otros tanta efusividad. Muy normal es abrazarse, pero en forma de un medio abrazo, y ahí hay variaciones: abrazo con roce de mejilla, si tienes más confianza, o sin roce si menos, pero si con ese abrazo te plantan un beso y encima te aprietan, ya es el no va más. Eso es que te aprecian de verdad. Hoy he tenido una situación en la que ha habido de todo: me han dado la mano, me han abrazado, me han dado un medio abrazo con palmadita o con una especie de caricia en el hombro, me han dado un beso, o nada. Y si te relacionas con gente de otros países, la confusión será total. Los holandeses por ejemplo te dan tres besos, al igual que los belgas. Y cuando vuelvo de algún viaje por allí, me quedo siempre con la cara puesta para continuar dando besos con lo que la gente me mira otra vez con cara rara.

Recuerdo un titular de la prensa el año pasado, algo así como que a Merkel no le gustaba tanto roce de Sarkozy, ni besos ni abrazos. A mí me hizo gracia la trascendencia de la noticia, pero otra vez salía la distancia germana frente al carácter mediterráneo. Pero también te puede pasar el caso contrario, que algún alemán te plante dos besos o te dé un buen abrazo a ti por española, y a todas las de alrededor les dé la mano todo formal, como me ha pasado alguna vez también. Ya digo, es cuestión de saber a quién quieres dar qué.

jueves, 18 de junio de 2009

Museos de los horrores

Anoche leí un artículo en el periódico sobre museos raros. Como amante de los museos que soy, sobre todo los de pintura, me llamó la atención la enumeración de las muestras tan singulares que existen en el mundo, y me sorprende el afán de coleccionar objetos así y más aún mostrarlos a otros locos que deseen verlos. No me sorprenden los museos eróticos, de los que existen muchos en el mundo, y que se mencionaban en el artículo. Concretamente en Hamburgo hay uno, que visité hace muchos años en su antiguo emplazamiento. De todo lo expuesto, recuerdo particularmente una colección de pinturas chinas capaces de sonrojar al más pintado, y teniendo en cuenta que eran del siglo XII o XIII, salí del museo pensando que hoy día no se ha inventado nada nuevo y menos el voyeurismo. Pero sí que me sorprenden "La Faloteca Nacional" de Islandia, el museo del calcetín de Tokio, uno de excrementos en Holanda, otro de inodoros de la India, y al pensar en el de asesinos en serie de Florencia se me ponen los pelos de punta.

No entiendo quién puede querer visitar estas colecciones, y más rarezas que habrá. En todas las ciudades grandes hay alguna pinacoteca y varios museos "convencionales". Luego siempre habrá alguna colección especial. Por ejemplo en Hamburgo existe un museo de esas botellas que llevan barquitos dentro, para el que quiera saturarse con ejemplares de todos los tamaños y épocas; existe también otro sobre las aduanas, que muestra entre otros los alijos encontrados por la policía y las formas orginales de pasar por la frontera objetos de contrabando, un Museo del Trabajo (sí señor, para que no digan que no se lo toman en serio), y otro museo que abrió hace un año sobre la navegación, el "Maritimes Museum", situado en la HafenCity, el nuevo barrio de Hamburgo. Reconozco que salí saturada tras diez pisos llenos de objetos y explicaciones dedicadas a la navegación, y lo recomiendo sólo a los fanáticos de este tema. A mí me aburrió.

Los sorprendentes son los museos únicos, es decir, los que son mágicos o por su emplazamiento o por el edificio en sí, por lo mostrado, por la forma en la que se muestra lo expuesto, o por la relación con la ciudad. Nunca se me olvidará la impresión que me causó mi primera visita al Museo Pergamon de Berlín, y ver el Altar de Pérgamo allí instalado, prácticamente entero, y ver también las no menos sorprendentes puertas del mercado de Mileto y de Istar. Otro de mis favoritos es el Museo de Instrumentos Musicales de Bruselas, no siendo yo amante de la música clásica y menos tocar un instrumento, pero entre el edificio de arquitectura Art Nouveau y la forma tan original de presentar instrumentos de todas épocas, pudiendo oír además a través de unos auriculares que te entregan a la entrada los sonidos de los mismos, salí maravillada. Hace poco leí un artículo Vargas Llosa sobre el Museo de África de Tervuren, en Bélgica. Estaba muy cerquita de donde yo vivía y lo visité en varias ocasiones. Como lo describía Vargas Llosa, el entorno es tan bonito, metido en un parque precioso, y el edificio es tan colosal, que te acaba por despistar de que estás en un museo del horror, pues es la muestra del expolio realizado por Leopoldo II en el Congo. Las salas tan grandes, y lo poco expuesto, teniendo en cuenta que los almacenes del museo conservan infinitas veces más la cantidad exhibida, te embaucan en lo que te parece una mirada neutral al continente africano, pero que no lo es.

Pero todo esto me hace pensar en un libro maravilloso, "El museo de la inocencia" de Orhan Pamuk, que todavía no está editado en español . En la Turquía de los años 70, un joven de la clase alta de Estambul se enamora de una pariente lejana pobre unos días antes de la fiesta de su compromiso oficial con su novia. Ya durante la relación que mantienen hasta el mismo día del compromiso, él empieza a guardar objetos usados por ella o que le recuerdan a ella: un pendiente, una cucharilla, un salero, y todo tipo de objetos usados o simplemente tocados por ella, y así sigue durante los años en los que, tras no haberse visto un tiempo, vuelven a encontrarse, y ella está casada, y él sigue viéndola durante las visitas que realiza a la casa de los padres de ella, donde ella vive también, y sigue llevándose objetos. Cuando la pérdida del amor es definitiva, empieza a viajar por el mundo buscando museos que muestren esos objetos tan íntimos y personales, buscando consuelo, pero a la vez la esencia del museo en sí, con el que crear un museo de verdad en Estambul, como homenaje a su amada. El libro me fascinó porque el amante desesperado encuentra en ese coleccionar la paz que necesita y la contraparte a su narcisismo y el dolor por el amor perdido. De hecho, Orhan Pamuk, que en la trama narrativa se ocupa en la ficción del legado del protagonista, va a abrir en Estambul un "Museo de la inocencia", porque como aparece en el libro: "¿No es el objetivo de la novela y el museo narrar nuestros recuerdos de la forma más franca posible y a través de ello transformar nuestra felicidad en la felicidad de los demás?" Por supueso que la felicidad es subjetiva, y pensando en esto, a mí me produce felicidad ver el Altar de Pérgamo, aunque no esté "en su sitio", ver la Nefertiti, ver los cuadros de Vermeer, ¿pero dónde está la felicidad producida por ver los museos de los horrores descritos arriba?

miércoles, 17 de junio de 2009

Café y tarta

Kaffee und Kuchen

Cuando llegué a Alemania me sorprendió esta ceremonia. Es muy normal que te inviten a las tres o las cuatro de la tarde a tomar café y tarta a las casas de la gente. Yo, que hasta entonces sólo había comido tarta en los cumpleaños, me quedé sorprendida por esta costumbre. Lo normal es hacerlas en casa, y las alemanas son grandes reposteras. Verás además sobre la mesa no una tarta sino dos o tres, y lo normal es comer de todas. Para los golosos es bastante peligroso, pero para los no golosos como yo, nunca ha sido una tentación. Incluso he tenido a veces dificultades en acabar esos trozos tan grandes que te ponen.

Siempre digo que lo de las tartas es un barómetro de la asimilación en Alemania. De hecho tengo varias amigas españolas aquí que hacen unas tartas riquísimas y a las que admiro por ello. Sin embargo para mí es un aprieto invitar a alguien a tomar café por la "presión" de tener que hacer una tarta, algo que no me gusta nada, y por eso prefiero invitarlos a comer o a cenar, que no es menos trabajo. Por supuesto que puedes ir y comprar una, lo cual yo hago a veces, pero no está bien visto, o esa es la impresión que tienes, o que tengo yo (ay, las presiones sociales que nos autoimponemos). Y así, con los años he conseguido hacerme con dos recetas que domino y con las que salir del paso. El otro día, mi hija pequeña, tras decir yo toda orgullosa que se había pedido "mi" bizcocho de limón para su cumpleaños, saltó: "Bueno, es que no sabes hacer otra cosa".

Para las fiestas en el colegio te piden siempre que lleves algo para el bufé, y la mayoría lleva cosas dulces. Yo me escaqueo con algo salado, diciendo que no tengo sangre alemana y que por eso estoy peleada con la repostería (bueno, la tortilla de patata también se la comen, y a primera vista parece una tarta también). Pero siempre hay situaciones que me incomodan. Una vez invité a una familia amiga al famoso Kaffee und Kuchen y compré dos tartas, que al vivir en Bélgica, eran de lo más finas y monas que he visto en mi vida (los belgas sí que son sibaritas). De momento todo muy bien. Pero cuando esta familia alemana nos devolvió la invitación, la madre de familia, mujer prototipo "Bree van de Kamp" de "Mujeres Desesperadas" sirvió sólo tartas y dulces hechos por ella, con todo tipo de mermeladas y compotas de su cosecha. Casi sentí bochorno por lo que debió pensar cuando estuvo en mi casa. Bueno, tant pis, cada uno es como es, y al fin y al cabo da igual.

martes, 16 de junio de 2009

El Alster

Los que conocen Hamburgo sabrán de lo que se trata. Para los que no, imagínense que el centro de Hamburgo es agua, en concreto un lago; dentro de ella hay veleros, canoas, y los barquitos de las visitas turísticas. Alrededor hay caminos, carriles bici, árboles, flores, senderos, esplanadas de hierba, chiringuitos y restaurantes elegantes. Y alrededor de todo esto las casas. Los pobladores de todo este macrocosmos son los miembros de los prestigiosos club de vela y remo (no entra cualquiera en ellos), y corredores, gente en bici, gente paseando al perro, y los fines de semana además domingueros merendando o haciendo una barbacoa en las praderas, y siempre mucha gente paseando.

Hoy me he levantado con ganas de lograr un hito en mi breve carrera deportiva. Si alguien me hubiera dicho hace un año que hoy me iba a dar una vuelta al Alster corriendo, hubiera dicho que ni loca. Pero como nunca se sabe lo mucho que cambia la vida, hoy me he encontrado corriendo los 7,4 kms que tiene el Alster grande y observando a mi alrededor desde mi perspectiva de corredora. Tan sólo me había dado una vuelta, pero andando, en uno de mis primeros años en Hamburgo, en uno de esos paseos que se organizan aquí cuando visitas a alguien. Es muy normal tomar café y tarta (otra de las ceremonias de los alemanes) y luego ir a pasear, para quemar las calorías, por el bosque, por los parques, o por el Alster.

En realidad el Alster es un río, que nace en Schleswig-Holstein, y que llega hasta el centro de Hamburgo y acaba uniéndose al río Elba, a través de canales, pero al que le hicieron este ensanche que le da este aspecto de capricho a la ciudad. Si tuviera que definir a Hamburgo con dos palabras eligiría "agua" y "verde". Y esto no se vive en ningún sitio mejor que en sus orillas.

He empezado a correr a la altura del Krugkoppelbrücke que es digamos la frontera del Alster río con el Alster lago, he seguido por la orilla derecha, dirección centro. Alrededor las mansiones, porque alrededor del Alster viven unos cuantos privilegiados y nadie más. También hay varios consulados y al verlos, empecé a temerme algo que se ha confirmado después. Desde el 11 de septiembre de 2001, las medidas de seguridad en el Consulado Americano han conseguido cortar la calle definitivamente. Lo que empezó de manera provisional, se ha convertido en algo que ha cambiado la estética del Alster, y me parece una vergüenza que el ayuntamiento de Hamburgo lo permita. No lo había vuelto a ver desde hace años, pues los conductores sabemos que está cortado en ese tramo, y evitamos pasar por ahí. El Consulado se ha comido la parte de la calle que le "corresponde" y las vallas de seguridad llegan hasta los caminos de los paseantes y corredores. Me ha causado malestar correr al lado de la valla. Por si fuera poco han plantado bolardos en el camino, para evitar que ningún coche se meta y conduzca paralelo a la valla. Entiendo el miedo y las medidas, pero pienso que deberían haber sido provisorias, pues entonces habría que hacer las mismas concesiones a todo consulado o embajada de país que sufre atentados. Indignante.

Por suerte he tenido unos cuantos kilómetros para quemar la rabia. Otro puente: el Kennedybrücke, y ya me encontraba en la orilla de retorno. Al pasar por el hotel Atlantic, uno de los de lujo de la ciudad, es inevitable no acordarse de la escena de persecución en una película de James Bond en la bola que hay arriba en la fachada. "Hamburgo, escenario para el cine", se lee muchas veces en el periódico. Y yo pienso: pregunten en el extranjero a la gente, que nombren películas donde salga Hamburgo. Nadie sabrá. Pero bueno, dejémosles su orgullo, que sería más justificado si fuera otra película, pero esa es mi opinión.

Veo en el agua la escultura de Stefan Balkenhol. Es una figura de madera de un hombre que flota de pie en el agua, arte en vivo, y tras su instalación hubo diversas llamadas a la policía de gente avisando de que había que rescatar al pobre hombre. Como es parte del paisaje, ya no se inmuta nadie y más porque Balkenhol es conocido y hay más obras de arte suyas por la ciudad. Y llegamos a Schwanenwik, en mi opinión la zona más bonita, por tener las vistas más espectaculares, con todas las torres de las iglesias y del ayuntamiento enfrente (es la foto de cabecera de este blog). Un último tramo, y de vuelta al punto de comienzo, con la sensación de haber visto desde otra perspectiva esta ciudad tan conocida para mí. Curioso es correr también en círculo, con la sensación de que no puedes atajar. Lo gracioso es que te vuelves a encontrar a los mismos corredores en dos puntos distintos, y ya casi te saludan ("casi", que estamos en Hamburgo) y a juzgar lo rápido que muchos corrían pensé en lo de que cuando yo iba, ellos ya volvían, y eso ambas veces.
[Por cierto, una clara de cerveza se dice en alemán Alsterwasser, es decir, 'agua del Alster', sobre todo en el norte de Alemania, así que no se asusten cuando lo vean en la carta de bebidas.]

lunes, 15 de junio de 2009

Una de cine

El otro día vi una película francesa que me dejaron y que me impresionó bastante: "Lemming", de 2005. Salvo excepciones, me suele gustar el cine francés, por la forma tan especial que tiene de tratar los problemas de gente que en realidad no debería tenerlos o parece tenerlos. En este caso, los protagonistas, una pareja perfecta con una vida perfecta, recibe una visita a partir de la cual su vida empieza a tambalearse. Además, descubren a un lemming muerto en la tubería del fregadero. La aparición de ese roedor, que sólo se encuentra en Escandinavia, y que realiza migraciones masivas y supuestamente sucidios colectivos, un mito no confirmado, confiere a la acción una tensión que permanece durante toda la película. Una intriga muy sutil y que refuerza la trama principal. Las películas francesas suelen ser lentas, de pocos diálogos, pero en mi opinión dan un buenísimo enfoque al alma humana con todos sus defectos.

Una película francesa atípicamente francesa fue "Bienvenue chez les Ch'tis", traducida al español como "Bienvenidos al norte". Teniendo en cuenta que ha sido la película francesa más taquillera de todos los tiempos, muestra un cine francés distinto al que estamos acostumbrados. Es una película para pasar un rato muy divertido, sin sobresaltos, tensión o intriga, y que consiguió hacer reír a medio mundo el año pasado. A mí me encantó por los golpes de humor tan refrescantes, por la visión de las diferencias culturales dentro de un mismo país. Una escena antológica para mí es cuando el "desterrado" llega a la región Nord-Pas-de-Calais, su nuevo destino, y nada más pasar la señal de que se encuentra en este territorio, le cae una tromba de agua sobre el coche, algo así como la sensación que tuve yo al llegar a Hamburgo...

Dos películas completamente diferentes, pero excepcionales. Como categorizo todas las películas entre las que le ponen a uno buen o mal cuerpo, y, dentro de éstas, las que te hacen pasar un mal rato pero merecidamente y las que te ponen mal para nada, puedo concluir diciendo que "Lemming" te pone mal cuerpo, pero merece la pena. Y "Bienvenidos al norte" te pone de muy buen humor. Hace poco vi, sabiendo que iba a ser una muy mala idea "El laberinto del Fauno", que me pareció horrorosa, y que agradecí ver en casa utilizando el fast forward, para mí un claro ejemplo de una película que te pone muy mal cuerpo para nada. Odio los personajes tan estereotipados, y pienso que es muy difícil tratar temas muy manidos, como nuestra Guerra Civil, o el nazismo, o las biografías incontables de mitos, como fue la película del Che Guevara que vi el otro día. Digamos que no estuvo mal e incluso "entretenida", pero le sobra la mitad, y la visión es demasiado benévola (pero veré la segunda parte, a la que le sobrará también la mitad, y que no creo que aporte nada nuevo, pero por si acaso). Pero bueno, lo del cine es como la literatura o el resto de las artes: todo lo subjetivo es difícil de catalogar pues cada uno tendrá una opinión. Y citando una frase de un artículo (1) de Antonio Múñoz Molina que me pareció muy acertado refiriéndose a la relación entre el ser humano y la literatura, pero para mí aplicable a otras expresiones culturales, "Porque nos parecemos mucho cualquier historia bien contada puede conmovernos; porque somos siempre distintos cualquier historia bien contada es nueva".
[(1) publicado en Babelia, El País, 13-06-2009]

domingo, 14 de junio de 2009

Ceder o no ceder

Hay días en los que me gustaría ser psicóloga, por si sirviera de algo. Hoy me siento como un verdugo, mandando a mi propia hija al paredón, es decir, al viaje de fin de curso. Tras una muy mala experiencia el año pasado, lleva un año entero diciendo que no iba a ir. Hace un mes resignó y aceptó su destino. Esta semana ha sido de órdago: que si sí quiero ir y voy a estar bien, que si no puedo y no lo voy a superar, y estos cambios de ánimo se daban cada diez minutos. Ayer la cosa empeoró, y hoy ha sido la hecatombe, mientras preparábamos la maleta y la partida inminente de mañana. Como padres, hay cosas en las que no se puede transigir, pero aunque no lo hagas, tus nervios deberán ser a prueba de bomba. Por eso decía lo de ser psicóloga, por si acaso sirviera de algo.

Para mí hay cosas en las que se puede ceder, o negociar, algo que les encanta a los niños: cuántas cucharadas se comen de la comida, cuántos minutos más pueden ver la tele o la hora de irse a la cama. Pero en otras no: ir una tarde por semana a la escuela española siendo española ("ahora no lo entiendes, pero cuando seas mayor, me lo agradecerás"), tener que salir al patio cuando llueve y hace frío ("entiendo que no te guste, pero aquí es así"), o ir al viaje de fin de curso ("van todos los niños de tu clase y tú no te puedes quedar en casa, te arrepentirías"). Pero no se trata de eso, sino de la lucha de poder. Llevo tiempo además oyendo de otras madres que conocen el problema que quizá soy muy dura por obligarla, que debería ceder, que no hay que ignorar el "alma infantil" (palabra muy utilizada en alemán, die Kinderseele) y que tampoco pasa nada si no va, que simplemente hay que respetar su voluntad. ¿Y quién respeta la mía? A los abogados del alma infantil les digo que los niños no distinguen más que el blanco o el negro; el gris no existe en su gama de colores.

Pero como tampoco soy tan dura, ha habido un momento que me ha enternecido mi alma de madre instransigente. Al hablar de lo que se lleva de comida para el tren, ha rechazado todas mis ofertas como bocadillos y demás cosas "frías y que no son comida de verdad", según ella. Como el reo que pide su última comida, me ha pedido que le haga una tortilla de patata. Y eso es algo que no le puedo negar, aunque me toque por ello levantarme aún antes. Y porque a lo mejor la psicología de la tortilla de patata ayuda algo.

sábado, 13 de junio de 2009

Palabrotas

Anoche, viendo en el cine la película de Steven Sonderbergh sobre el Che Guevara, que era en español con subtítulos en alemán, mi amiga dijo en un par de ocasiones: "¿Ves? Todas las palabrotas las traducen con Scheiße; es que no hay otra" (Scheiße = 'mierda'). Graciosa puntualización, y con gran razón. A partir de ese momento observé, y era cierto. La verdad es que la riqueza de vocabulario malsonante es tal en español que es difícil traducir todos los matices que expresamos, y eso que en esta película a pesar de algunas otras más fuertes ("cojones"), las más utilizadas eran "carajo", "pendejo" y otras corrientes en Latinoamérica.

No voy a hacer listas de palabrotas con sus correspondencias en alemán, pues algunas no las tienen y no quiero sonrojarme innecesariamente con traducciones literales. Pero sí que es divertido constatar lo mal hablados que somos los españoles, y la proliferación de palabrotas en cualquier conversación normal. Por supuesto que existen palabrotas en alemán y muchas personas las utilizan, pero es un cierto grupo de nivel cultural bajo, cuyo nivel de expresión es pobre en general, y salvo algún Scheiße, no oyes muchas en la vida diaria; por eso quizá la traducción tan político correcta en la película. En castellano digamos que cualquiera las utiliza por doquier. Es una forma de hablar y de expresarse, y no tiene que ver con el nivel cultural sino que es nuestra forma de hablar. Por eso, desacostumbrada a tales verborreas, cuando en España oigo las tiradas de palabrotas normales en el habla común no puedo contener la risa en muchas ocasiones. Suena hasta original y con gracejo. Lo más divertido es cuando estás con alemanes que entienden y hablan español y escuchan una conversación de españoles. Llega un momento en el que se pierden, y te empiezan a pedir que les traduzcas las expresiones, o las repiten y entonces suenan graciosísimas con el acento extranjero. Si a eso le sumamos la rapidez con la que hablamos no cogerán ni una, salvo los bien versados, que los hay también. Pero hay palabras que no hay necesidad de traducir; son únicas en su lengua, aunque a veces no sean las más bonitas.

viernes, 12 de junio de 2009

La enseñanza desigual

Titular en El País de ayer:
"Uno de cada cuatro niños no tiene el nivel básico para pasar a la Secundaria en Cataluña
Las chicas son mejores en lengua y los chicos en matemáticas"

El artículo continúa:
"Uno de cada cuatro de los 60.000 alumnos de 11 y 12 años que cursan sexto de primaria no han superado la primera prueba de final de esta etapa hecha por primera vez en Cataluña. Los resultados no sólo son poco brillantes, sino también desiguales: entre chicos y chicas y entre los niveles socieconómico [sic] de los centros y las familias."

Por supuesto que no es una buena noticia, pero como no soy partidaria de análisis alarmistas afirmo que no es nada nuevo. Creo que siempre ha habido chicos o chicas que no tenían el nivel básico para cursar secundaria, en Cataluña, en el resto de la Península y lo mismo en otros países. El problema ha sido siempre, y sigue sin estar resuelto, la falta de alternativas, algo que existe en Alemania, donde la criba se realiza a los 10 años, pasando unos al Gymnasium, los que probablemente acaben en la universidad, y otros a las otras escuelas de secundaria, Hauptschulen y Realschulen, donde los planes de estudio son menos teóricos y tratan de enfocarse hacia otras salidas profesionales. No obstante, teniendo en cuenta los malos resultados que obtuvo Alemania en el Informe Pisa, que causó una gran conmoción, no parece que el sistema funcione mejor, pero sí que está mejor organizado, que ya es algo.

Lo alarmante para mí es que el hecho de que el nivel socioeconómico influya tanto en el éxito escolar, y pienso que es una tendencia a constatar en todas partes. Mi generación viene en su mayoría de padres sin estudios, la mayoría hemos estado en colegios estatales, y a pesar de todo, muchos hemos realizado estudios universitarios. Aquí la tendencia es, padres con estudios universitarios, hijos con estudios universitarios. Pero por otra parte, algo que me parece muy positivo es que la sociedad alemana tenga asumido que el no realizar estudios universitarios sea tan legítimo como realizarlos, algo a lo que en España no se volverá, por la falta de alternativas quizá, pero en parte también por la mentalidad de que todo el mundo tiene que estudiar. Aquí hay muchas otras salidas profesionales que puedes concluir con un título y con incluso más perspectivas laborales. Y ahí se puede mejorar mucho en España.

Para mí el problema empieza en primaria. En Alemania se pueden trazar mapas socioeconómicos que corresponderán al nivel escolar, y se podría repartir a casi todos los alumnos según un "dime donde vives y te diré cómo te va a ir en el colegio". Y eso es triste. Colegios en buenas zonas tienen más medios, simplemente porque los padres tienen más medios, y si los resultados son mejores es porque los padres están más detrás de sus hijos, no necesariamente de una forma positiva, pues nuestros padres no se involucraban tanto y salimos adelante. El otro día nos contaba la directora del colegio que en Hamburgo la Consejería de Educación reparte a los colegios en seis categorías, del 1 al 6, respecto a la hora de repartir el pastel. Los del 1 son los que más ayudas necesitan y los que más reciben del Estado, los del 6 los que menos, pero reciben todo lo necesario, y los del medio son los peor parados. No reciben las ayudas en la cuantía de los de más bajo nivel económico, pero no tienen medios propios como los de las escuelas del nivel 5 ó 6 para compensar lo que falta. En Alemania los colegios privados son prácticamente inexistentes, con lo cual las familias adineradas mandan también a sus hijos a los colegios públicos, y por lo tanto la repartición se hace también en base al nivel económico, pues si me puedo permitir vivir en este barrio, mi hijo puede ir entonces a este colegio tan bien organizado y con niños que rinden más. Y lo que se hace es que se pide que las familias contribuyan de manera voluntaria con una cantidad anual, con lo que se realizan mejoras en las instalaciones o se pagan algunos extras. Estas tres categorías vienen a equivaler a la enseñanza pública, concertada o privada en España, salvo que en Alemania se trata de centros públicos y las diferencias son mas sutiles.

Lo de que a las chicas se les dé mejor lengua y a los chicos matemáticas, es algo que siempre me ha hecho pensar, ya que yo soy una típica chica (para qué lo voy a negar). Pero conozco mujeres a las que se les dan muy bien las matemáticas y hombres con dotes lingüísticas fascinantes. El resultado de los estudios es ése, y lo sé, pero me inclino a pensar que es debido a la educación machista aún imperante. Sin querer, inculcamos ciertas habilidades a un sexo u otro, y las chicas, que en nuestra concepción pueden ser más soñadoras y más creativas que los chicos, podrían dar en lengua rienda suelta a estas habilidades, mientras que los chicos, que han de ser más controlados y calculadores, se manejan mejor en el coto cerrado de la ciencia. Simple, pero tan simplista como la visión que le damos a la vida misma. Una vez oí a una profesora alemana decir que está comprobado que a los niños que tocan un instrumento se les dan mejor las matemáticas (por suerte no dijo si chico o chica), pero se quedó tan ancha. Claro, por eso será que a mí nunca se me dieron bien... pensé.

De todas formas, en un artículo en el que el rigor lingüístico deja mucho que desear, escribiendo la palabra "socioeconómico" muchas veces mal: "socieconómico" y una "soceconómico", o en el que en el título pone "pasar a la Secundaria", no creo que uno pueda sacar conclusiones sobre el nivel de la enseñanza. Apliquemos el rigor de los estudios y de las estadísticas a la vida misma y tratemos de cambiar la concepción rígida de que todos los niños han de ser iguales (lo siento, no lo son), y que todos tenemos las mismas oportunidades. En un mundo ideal debería ser así, pero la realidad es otra, por desgracia.

jueves, 11 de junio de 2009

Lucha contra los elementos

Mi hija pequeña se ha despertado hoy con un grito de guerra: "No quiero ir al bosque hoy", han sido sus primeras palabras al despertarla a las siete menos cuarto de la mañana y toda enfadada se ha dado la vuelta con intención de seguir durmiendo. Por suerte hoy no tocaba, pues "sólo" van cada dos jueves al bosque. Teniendo en cuenta además lo mucho que está lloviendo hoy, puede respirar aliviada, pues aquí, si toca ir al bosque, se va al bosque, aunque diluvie, como hoy. Se trata de ir convenientemente vestido, según ellos. Los niños llevan un pantalón impermeable que se ponen encima de la ropa, deben de llevar un chubasquero, y botas de goma. No obstante, a pesar de todo el equipo, yo me la he encontrado muchas veces empapada al recogerla, como hace poco, que se le habían mojado hasta los calcetines. Como es algo cabra, balanceándose sobre un tronco se cayó al arroyo. Y otras veces me llega llena de barro hasta arriba. O mejor aún fue el día que me llegó con sus Converse recién estrenadas, llenas de, ejem, la plasta de vaca que había pisado... Se me olvidó que ese día iban a un huerto y no le puse las botas de goma. La pobre se disculpó diciendo: "Lo siento, es que encima estaba muy blandita ..." Reconozco que mi cultura de asfalto no me permite comprender tanta aventura en la naturaleza.

En España me río por todo lo contrario. En un día nublado, cuando decimos que queremos ir al zoo o a pasar el día fuera, la gente dice: "Pero si hace mal tiempo". Es todo relativo, claro. Aquí desde pequeñitos les enseñan a luchar contra los elementos. Mi otra hija va hoy de excursión al centro de metereología, encargado de todo el norte de Alemania. La semana que viene podrán aplicar todo lo que aprendan hoy en el viaje de fin de curso a la isla Sylt, una isla idílica en el Mar del Norte, a la que el mismo mar le va quitando terreno con tempestades y demás ataques metereológicos, para desesperación de todos los que viven del turismo. Pero es que a quién se le ocurre... irse de vacaciones ahí, vivir ahí, todo...

Ayer me comentaba una mujer que hace poco estuvo con su familia de vacaciones en Amrum, otra isla cerca de la otra y que les hizo malísimo (antes de vivir aquí, yo no sabía que Alemania tiene islas, pero las tiene... falla el clima, claro, porque si no no invadirían nuestras costas). Yo le dije que hay cosas que nunca se deben planificar de antemano. Yo no haría una reserva de dos semanas en un sitio así. Y ahora estaba toda dudosa de si sería buena idea ir a Mallorca en pleno verano, "por el calor que hace". No pude contener la risa, y le dije que precisamente hay que ir Mallorca cuando hace calor, y no en marzo, como van a menudo, y luego se quejan de que hace frío y no se pueden bañar. Ahora recuerdo la imagen de cuando era pequeña y veía a los extranjeros bañándose en junio u octubre, cuando ningún español se bañaba, o tomando el sol en bañador cuando nosotros íbamos con chaqueta. Ahora hasta lo entiendo.

miércoles, 10 de junio de 2009

Organicemos

Hace una semana fui a una reunión a la que no debí ir. Ya desde enero, vengo viendo en la guardería de mi hija papelitos anunciando las diferentes reuniones para organizar la fiesta del verano. Con la planificación alemana perfecta, hasta las fiestas se organizan hasta el último detalle, no sea que alguien vaya a estar cinco minutos "desorganizado" y sin saber si hablar con algún conocido o simplemente tomarse un café tranquilamente viendo a los niños jugar. Hace poco una amiga (alemana por suerte) me comentó que está deseando que una amiga suya se case. Llevan un año reuniéndose para preparar las actividades que van a hacer en la boda, y organizando la despedida de soltera (las chicas por un lado; los hombres se reúnen por otro). En Alemania no hay boda, ni fiesta, ni en muchos casos cumpleaños "redondos" (los que acaban en cero) en los que no haya algo de organisierte Heiterkeit, como yo lo llamo, la diversión organizada (no tomen nota para mi cumple; no quiero ni bromitas ni cancioncitas).

La fiesta de verano de la guardería es la ocasión en la que se despide a los niños que pasan al colegio. El año pasado al ver la que montaron ya me temía lo peor para éste, al tocarme este año además que despidan a una mía. Como varios meses antes me parece demasiado pronto para planificar, no asistí a las reuniones, pero la semana pasada, un mes antes de la fiestecita, me entró la mala conciencia, que a partir de ahora trataré de dominar. Asistí, grave error. Acudieron unas 10 madres, entre ellas el grupito central que acude a todas, y un par de ovejas descarriadas como yo, que acudimos pensando organizar lo práctico (comida, bebida, etc.) e irnos. De estas reuniones a todo esto se escribe un informe, que se da a la directora y que podrá leer cualquiera que lo desee. Varias acudieron con sus portátiles, y ya me dio mala espina. Una escribía el informe. La otra repartió la cancioncilla que cantarán ese día. Es muy típico aquí coger una canción conocida y destrozarla, es decir, ponerle tú la letra sobre la gente a la que quieres homenajear. Pues desde enero deben haber estado escribiendo la letra sobre escarabajos, mariquitas y demás bichitos (metáforas para referirse a nuestros hijos) y sobre las educadoras y demás anécdotas de la vida feliz de una guardería. Me parto de risa como ven... Iban cantando las estrofas y una u otra cambiaba alguna palabra, y esto duró unos tres cuartos de hora (y eso que la canción estaba lista). Luego vino la discusión sobre el regalo que se dará a los niños como despedida. Propuestas: camiseta, gorra o linterna. Como tiene que ser bueno, bonito y barato, empezaron las discusiones sobre el presupuesto, el cuánto está dispuesto a pagar cada familia. La camiseta llevaría puesto delante "Escolar 2009" o "Escolar 2010" (algunos se van a preescolar al colegio); propuesta denegada, algunas no estaban de acuerdo con tal insignia. La gorra, difícil asunto. Como vale 3 euros, fue el regalo escogido. Pero alguien dijo: "Si es de poliéster entonces no". Y todas preocupadísimas. Ahí me atreví a hablar como única vez en toda la reunión: "Tampoco creo que los niños vayan a tener puesta la gorra días seguidos...". Pero la cosa era muy seria, y se comprobó en Internet que la gorra es de algodón, menos mal, caras de alivio. Siguiente pregunta: inscripción o no inscripción en ella. Como subiría el presupuesto, alguien propuso pedirlas de color rojo y que les pintemos nosotras los puntitos en negro para que los niños parezcan perfectas mariquitas. Estuve a punto de proponer que si pondrían platillas a disposición, no sea que mis puntitos sean más grandes o más pequeños que los de las demás, o más distanciados, pero como ignoraron mi comentario anterior, preferí callarme. Alguien enseñó el modelo de linterna en cuestión: en forma de mariquita. Pero se votó en contra pues subía el presupuesto, y se decidió que cada niño se traiga una linterna de casa (pensé en Gila, y en lo de "yo mando al niño calentito", en este caso con linterna) a la que se le podría hacer una funda de cartulina con forma de mariquita. Todo esto es porque los niños deben revolotear y encender y apagar la luz de sus linternas cual luciérnagas alrededor de las madres cantarinas.

Por fin llegamos a lo importante: comida, bebida, horarios, etc., y respiré aliviada. Entonces, la encargada de ese tema (me encanta la distribución de responsabilidades), dijo que pondría unas listas en la guardería en la que cada familia puede apuntarse con lo que trae, la hora que ayuda a fregar los platos o servir bebidas, etc. En ese momento pensé "y esta hora y media aguantando esto para al final nada", con lo que me levanté ipso facto y dije que tenía que irme urgentemente, que la canguro se tenía que ir a casa (mentira, mi marido estaba en casa esa noche). Y salí corriendo, tras una hora y media surrealista. No sé cómo no escarmiento.

martes, 9 de junio de 2009

Mujeres valientes

Acabo de ver en la tele un programa en el que ha salido una amiga mía. Hoy, cuando vino a recoger a sus hijas a mi casa me dijo toda nerviosa: "Hoy a las nueve salgo en la tele". En enero me había comentado que para un programa sobre el cáncer de mama, le habían acompañado durante varios momentos de la enfermedad, a ella y a otra paciente, unos reporteros, para grabar un programa que diera ánimos a otras mujeres en su misma situación. En el momento en el que se grabó el programa estaba metida de lleno en la quimioterapia y llevaba peluca. Ahora, hace más de un mes que se la quitó. Cuando la vi sin ella, me dijo toda sonriente, como durante cada día de su enfermedad, que la tarde anterior ella y sus hijas habían escondido la peluca en el fondo del armario, porque ya no la va a necesitar nunca más, y paseaba toda orgullosa su pelo tan corto. Pero estaba guapa, por su alegría y por su fortaleza. Bravo Andrea!, como se dice también aquí.

Conozco a otras dos mujeres a las que con cuarenta y pocos años les cortaron un pecho, y pasaron por la quimioterapia, radioterapia, y todo lo necesario. Hoy día están curadas y viven más plenamente que nunca, sobre todo una de ellas, que hasta dice que el cáncer le fue la mejor enseñanza que ha tenido en su vida, algo que me parece sorprendente oír y en cualquier caso admirable. Que lo relativizó todo, que le hizo repensarse su forma de vida, y que todo mejoró después. No olvidaré nunca como en medio de la clase de francés dijo: "Mi pelo era distinto antes de tener el cáncer". Nunca había oído a nadie decir algo así tan abiertamente. La segunda me llamó una noche de diciembre y me dijo: "¿Tienes un rato para hablar?". Y me contó que ese mismo día le habían diagnosticado un cáncer maligno y que un par de días después le cortarían el pecho. Este segundo caso lo seguí muy de cerca. Ya han pasado dos años y medio y también ya está curada, pero vive con el miedo a la reincidencia. Ella dice que es lo peor que le ha pasado en su vida, y que aunque admira a la otra (yo las puse en contacto entre ellas), ella no podrá ver el cáncer como algo positivo. Todas diferentes perspectivas, tan válidas como mujeres hay en el mundo.

Y Andrea, que con sus 35 años y sus dos hijas de 5 y 3 años no se deja vencer por el cáncer. En el programa ha contado como ella, en el momento en el que le quitaron el tumor, se sintió curada, y todo lo demás, quimio, etc., ha sido como la medicación para tratar una enfermedad crónica, y nada más. Que lucha, y que no se da por vencida, y lo dijo en enero, sin parpadear, en medio de la quimioterapia. Ahora en junio, me sigue pareciendo igual de alegre, y lo que es mejor, está curada. ¡Bravo Andrea! Por ti, y por todas las mujeres valientes como tú.

La paciencia

Oficina de Correos en Bruselas hará tres años: solamente hay una ventanilla abierta. La cola es bien larga, como de 10 personas, algunos con paquetes grandes en brazos. El que despacha saluda amablemente a los que les va tocando: "Bonjour madame, bonjour monsieur". Se toma todo el tiempo necesario en atender, que en Bélgica es muchísimo, ya que incluye que el empleado de correos se levante parsimoniosamente a recoger un formulario de otra ventanilla, que al cabo del rato hable tranquilamente con otro empleado que le pregunta algo, y que este otro, a pesar de la cola tan larga, no se disponga a abrir otra ventanilla y vuelva a lo que estaba haciendo dentro, pero a vista de todos. Yo tengo a cinco o seis personas delante de mí. La gente espera tranquilamente, nadie se irrita (bueno, yo sí, pero no digo nada), ningún cliente habla con ningún otro quejándose de la situación, y cada uno llega contento a la ventanilla y saluda "Bonjour" con el tonillo típico, canturreando, y todo amablemente. Y es atendido con la misma consideración.

Oficina de Correos en Hamburgo hoy: hay sólo una persona despachando. Cuando yo llego no hay ningún cliente más que la señora a la que están atendiendo. Después de mí llegan dos personas. Un hombre, que no lleva esperando ni dos segundos empieza a despotricar: "Esto es una vergüenza, siempre lo mismo. Recortan personal y los clientes a fastidiarse." La otra señora se une a sus protestas. El empleado de correos no dice nada, pero está violento. Atiende rápidamente. Me toca a mí, y trato de apresurarme todo lo que puedo, que tampoco es tanto, ya que mi trámite es cuestión de un minuto. Y me voy sin saber si el señor que protestó volvió a quejarse cuando fue atendido, lo cual casi seguro.

La misma situación pero en dos países distintos. Unos tan pacientes (demasiado quizá), y los otros tan poco. Yo salgo molesta ambas veces. La primera por haber tardado tanto y llegar tarde a recoger a mis hijas, y hoy por la antipatía de la gente, que sólo abre la boca para repartir malas energías. Pero en Bruselas salí riéndome y pensando que esa tranquilidad es una forma muy legítima de vida, fuera del estrés innecesario que nos creamos muchas veces, y aquí alterada, a seguir corriendo sin tener en realidad que hacerlo.

lunes, 8 de junio de 2009

Días grises

En Hamburgo el cielo es de color gris, y da igual la estación del año que sea. Hoy es un día así: cielo gris, 12 °C y lluvia; uno de los muchos en los que si no fuera porque sabes en qué mes estás, por el clima ni lo adivinarías, ya que hay muchos días así en cualquier estación del año, salvo que en invierno son aún más fríos, y en las otras tres más o menos igual. Y es que aquí todo me parece más auténtico: el frío es frío de verdad, el viento cortante por la humedad, y hasta el calor, si es que lo tenemos, es más agobiante por la misma.

El clima es casi seguro la mayor difícultad para los que venimos del sur. Ahora, cuando pienso en los inviernos de Madrid, me parece que no son nada. Por supuesto que en muchas zonas de España hace frío, pero no dura tanto tiempo como aquí. Y en cualquier caso hay verano fijo. Puedes hasta permitirte el lujo de guardar la ropa de invierno entre junio y octubre. Aquí no. Aquí preparas la de verano, pero no sabes si la vas a necesitar, nunca se sabe. Puedes achicharrarte de calor, lo cual es la excepción, pero no puedes planear nada de acuerdo con el tiempo. Sí que en primavera suele hacer bueno, pero no se sabe ni cuándo ni cuánto tiempo. Y de los veranos mejor no hablar... El mes de julio es para olvidar la mayoría de las veces, con mucha lluvia y hasta frío, como en julio de 2000, en el que mi padre decía que jamás había pasado tanto frío como ese mes de julio. Estuvimos todo el mes a 12°C y no paraba de diluviar.

Una amiga mía (española claro, un alemán amante de sus árboles jamás diría eso) dice que ella talaría todos los árboles, con la esperanza de que las nubes se fueran para otro lado. Razón no le falta. Se puede poner a llover y estarse días y semanas seguidas así, lo que ella llama "la tapadera". Para colmo tienes que oír frases como "No existe el mal tiempo, sino la ropa inadecuada", que sólo se le podía ocurrir a un hamburgués para justificar un día de verano en el que te estás congelando. Cuando por fin hace bueno unos cuantos días seguidos, encima tienes que aguantar que todos empiecen a protestar porque los jardines se están secando y haya que regarlos. Al final yo les digo que tienen el clima que se merecen, pues no saben apreciar otra cosa. Siempre digo que el error fue el de los primeros pobladores, cuando se les ocurrió plantar un día sus poblados aquí. Gran equivocación.

He acabado por pensar que el estado climático es el que tú tengas en tu cerebro. Si es primavera y decides ponerte unas sandalias, aunque haga frío, lo haces. Hace poco una conocida mía iba en pantalón corto y camiseta de tirantes (con 20°C que teníamos), aprovechando el solecito. Me quedé mirándola tan descaradamente que me tuve que justificar: "Es que eso me lo pongo yo en España con 30°C para arriba", le dije. Pero para un hamburgués eso es el verano. No conocen otra cosa y les vale con los poquitos días al año, si es que los tienen.

Así que cuando hace buen tiempo, te entra hasta estrés: tienes que salir a la calle, tienes que hacer barbacoa, tienes que disfrutar... porque no sabes si será el último día en mucho tiempo. En mis primeros años aquí, cuando me quejaba continuamente del tiempo (ya resigné, y hoy día me quejo de otras cosas), me costaba cogerle la gracia a la expresión que algunos me decían con sorna: "El verano es este año un miércoles por la tarde", y ese día hacía bueno, y era miércoles por la tarde. Al final, para mí el clima se ha acabado por convertir en algo leve, como la insoportable levedad del ser, así que qué mas da que sea junio o noviembre, ... el cielo está gris, y tenemos 12°C, aunque al menos ahora ha parado de llover.

domingo, 7 de junio de 2009

Los cumpleaños

Superada la fiesta infantil de hoy correspondiente al cumpleaños de mi hija pequeña, es divertido hacer balance. Son cumpleaños con hora exacta de llegada y hora exacta de recogida. Si dices a las tres, a esa hora llegan todos los niños, ni un minuto más ni uno menos, y si dices que la hora de recogida es a las seis, llegarán todos los padres puntuales. En eso son muy correctos los alemanes, y nunca tienes la sensación de que abusan ni un minuto de ti. Por eso yo voy siempre a la carrera cuando mis hijas están en casa de alguien, pues con la fama de poco puntuales que tenemos los españoles, si me retraso un minuto les doy pie a que piensen que es una ley irrefutable, y el orgullo pica. De momento no tengo mala fama de impuntual. Pero no suelo ser la primera tampoco; no lo consigo. Pero me imagino que el margen de llegada en España será mayor, con alguno que llegue tarde a recoger al niño y diga: "Es que había atasco", o "es que estábamos en el centro comercial, y mira, se nos ha pasado la hora". Imposible aquí. Y si llegaran tarde, aunque fueran cinco minutos, te llamarían para avistarte.

Lo divertido fue durante la merienda, la conversación de las niñas visitantes. No sé cómo empezaron a hablar de lo que quieren ser de mayores (todas tienen 5 ó 6 años). Dos quieren ser policías (ha surtido efecto la visita a la comisaría el otro día), una "Beraterin", es decir, asesora, y yo le pregunté que de qué. No me supo dar más explicaciones, lo cual me dejó aliviada, pues me hubiera dejado patidifusa si me hubiera dado más detalles de si asesora de impuestos, o de empresas, o alguna otra posibilidad. Lo mejor es que mi hija les dijo a todas que ella no sabe todavía lo que quiere ser. Y yo pensé: "¡Ésta es mi niña!", y me sentí orgullosa.

Luego tienes que organizar la fiesta con toda la pedagogía de la que puedas echar mano: nada de cumpleaños en sitios esos de bolas, como se llaman en España, y hay que organizar juegos, manualidades y demás actividades para las que yo no sirvo (por suerte tengo otra hija alemana que me hace de "asesora" por la experiencia que tiene de tantas fiestas a las que ha ido). No podrás servir bebidas "peligrosas": refrescos tipo Coca Cola, Fanta o Sprite están prohibidos; es una ley no escrita que todo el mundo conoce, hasta las madres extranjeras como yo.

Muchas veces envidio a nuestras madres, que no se rompían la cabeza con estas cosas. Yo no celebraba mi cumpleaños de niña, salvo con la familia, y nunca con otros niños del cole. Hoy día tanto aquí como en otros países, los padres nos sentimos obligados a celebrar a lo grande, porque no quieres que tu hijo sea diferente a los otros. Cualquiera le dice al niño, que va a fiestas de cumpleaños de lo más variopintas (aquí les invitan a montar a caballo, o a una visita guiada al centro del medioambiente cercano, o a hacer manualidades con algún profesional), que no haces nada ese día. Tras tanto cumpleaños tan espectacular, no es de extrañar que mis hijas digan que si "sólo" vamos a celebrar en casa. Yo les digo que las alternativas son "sólo" o "ninguna fiesta", pero por más que quiera, no consigo liberarme de las otras ataduras.

Europa

Jornada de elecciones europeas. Por el vínculo que tengo con Bruselas, donde viví dos años y medio no hace tanto, asocio con Europa muchas experiencias personales. Vivir en Bruselas supone pasar por delante de la Comisión Europea y demás instituciones montones de veces. Supone también conocer a bastante gente que trabaja en ellas y en respirar aire europeo, pues la ciudad es un reflejo del continente, con ciudadanos de todos sus países. Mismo vas al parque y oyes jugar a niños en todos los idiomas, y palpas Europa por todas partes donde vayas. Hasta los precios son de funcionario europeo, de lo caro que es todo, y al arrimo de las instituciones europeas se encuentran la sede de la OTAN, las oficinas de todos los lobbysts, que forman los grupos de presión de todos los gremios, más todo lo que origina una ciudad tan internacional, como colegios europeos, montones de bufetes de abogados internacionales, y albergar la central europea de muchas empresas.

Sólo en la Comisión Europea trabajan 27.ooo personas. Cuando me contó este dato una funcionaria alemana de la Comisión durante un vuelo, comprendí por qué siempre tenía la sensación de que media Bruselas trabajaba ahí. Bueno, Bruselas tiene un millón de habitantes, pero si sólo en la Comisión trabajan tantos, y seguimos sumando todos los grupos anteriores...

No soy una gran defensora de Europa en cuanto a ampliar y ampliar a todos los países y pretender que es posible una unión más que económica o de ciertas políticas. Pienso que España ha ganado mucho desde que es miembro, y Europa disfruta desde su creación del período más largo de paz de su historia, argumento muy manido pero cierto. Una vez leí un artículo en el que calculaban el gasto anual de cada europeo para mantener toda la parafernalia en 15 euros. Creo que es un gasto que merece la pena, a pesar de todo. Se han tomado decisiones que eran necesarias y se ha regulado en materias donde había que hacerlo. Un sinsentido es por ejemplo que el Parlamento Europeo se traslade una vez al mes a Estrasburgo: cinco mil funcionarios se ponen en camino con todas las actas y todo lo que necesitan para las sesiones plenarias durante cuatro días cada mes, y esa sede está vacía el resto del año. Estrasburgo no quiere perder los privilegios que esto le supone: pensemos, por ejemplo, en los hoteles y restaurantes que se benefician de tal considerable visita mensual. Seguramente habrá muchos más puntos en los que se podrían recortar gastos, sin duda.

Recomiendo visitar Bruselas a comienzos de mayo, porque el primer sábado de ese mes es la jornada de puertas abiertas de Europa. Yo aproveché las tres primaveras que pasé en Bruselas para darme un baño europeo, y cada año visité una de las instituciones importantes (la Comisión, el Parlamento, y el Consejo) y varias de las otras representaciones. Es un día en el que las instituciones tratan de hacerse transparentes y todo el que quiera se puede sentar en las butacas del Parlamento o la Comisión, pasearse por los pasillos, mirar desde las ventanas y llevarse material informativo a casa. Y aunque no lo quieras, ese día te sientes algo más europeo.

Aunque todo parezca un entramado innecesario, en el Parlamento Europeo se toman decisiones que nos atañen a todos, y por eso hay que ir a votar, tratando de ignorar el uso que se hace internamente en cada país de estas elecciones, desviando la atención de que lo que se decide es nuestro futuro como europeos. Considero que es nuestra obligación votar. Yo siempre pienso en las personas que han perdido su vida en todo el mundo por conseguir el derecho al voto, y no creo que sea un "castigo" a nadie el no ir a votar, salvo al propio ejercicio de libertad como ciudadano (europeo).

sábado, 6 de junio de 2009

Niños ... divino tesoro

Hoy durante la comida no he parado de reírme a carcajadas. Mi hija pequeña nos contaba de la visita que realizó el jueves a la policía con la guardería. Por enésima vez les llevaron allí, para seguir aprendiendo a ser ciudadanos ejemplares. Nos ha explicado con todo detalle cómo se hace la prueba de alcoholemia: "aunque en realidad no hay que beber nada si se va a conducir, pero bueno un vaso de cerveza... vale", nos dijo. Luego nos ha explicado de las celdas que vieron: "una para los que meten jaleo", "otra para los que han cogido borrachos". Y continuó: "Y había también una pared donde los delicuentes ponen sus dedos sucios y hacen marcas". Aquí ya me fue imposible no controlar la risa, para su desesperación, pues una niña de seis años se toma muy en serio estas cosas.

Me divierten, aunque no debería, las prioridades de la educación aquí. Quizá es la base para que luego la convivencia funcione y se respeten las normas. Pero en ningún país me parece que los niños sean tan resabiados como aquí. El sistema escolar fomenta la participación en clase, a lo cual no hay nada que objetar, y se tiene en cuenta en la nota tanto como el rendimiento. Pero el resultado es que los niños te den explicaciones de todo tipo y que crean que siempre tienen razón. Si recuerdo la enseñanza que recibimos nosotros, donde sólo el profesor hablaba, van mundos, y tampoco eso es lo adecuado. Yo creo que las mías deben andar entre dos mundos: por una parte son de aquí, y por otra trato de inculcarles algunos de mis valores, que se manifiestan sobre todo en que no me tomo en serio muchas de estas cosas. Y ahí les cojea su visión, pues a nivel familiar les faltan muchas de las restricciones que tienen los niños aquí. Por ejemplo, una amiga de mi hija que comía un día en mi casa me dijo: "Yo, si esas zanahorias no son 'bio' no me las voy a comer; sólo me gustan las ecológicas". A lo que yo le respondí: "Por supuesto, comételas tranquila". Aunque no lo eran, encima tuve la jeta de preguntarle después: "¿A que están buenas?" Y es que a una maliciosa madre española no le gana un niño sabihondo.

La televisión es otro tema tabú. Recuerdo lo bien que me lo pasé una vez cuando una madre le preguntó toda alterada a la delegada de padres si podía informarse de cuánto tiempo habían visto los niños esa mañana la tele en la guardería (les habían puesto un documental), pues su niño sólo puede ver media hora de tele al día, y si había sido más de eso, entonces ese día no podría ver más. En España, donde la tele está puesta a todas horas, me parece excesivo que los niños estén expuestos a programas de cotilleos y a películas o series de mayores. Ahí me siento alemana, cuando les pido a mis padres que apaguen la tele.

Para mí hay normas irrefutables para un niño, como por ejemplo el no tirar basura en la calle y el comportarse cívicamente, y muchas otras son cuestión de tu percepción. Indispensable es también mostrar respeto hacia los demás, piensen o no igual que nosotros, o lleven o no una vida distinta a la nuestra. No me canso de decirles a mis hijas que no les echen moralinas a los demás. Que tampoco se dejen influir si no están de acuerdo, pero que escuchen, reflexionen, y luego actúen como les parezca lo más lógico, aunque respetando siempre a los otros. Así llevo yo media vida, poniendo cara de que me parece todo muy bien, y haciendo luego lo que me da la gana o en muchos casos lo que me dicta mi sentido común, si es que lo tengo.

viernes, 5 de junio de 2009

Holanda y las elecciones europeas

Me sorprende y a la vez no el resultado de las elecciones europeas en Holanda. El Partido de la Libertad (Partij Voor de Vrijheid - PVV) - el nombre es ya para sospechar-, se ha consolidado como la segunda fuerza en la representación holandesa en el Parlamento Europeo. Si el mismo resultado se diera en Alemania, que por su historia no se puede permitir algo así, habría mucha conmoción, pero en otros países más tolerantes, como Holanda, no parece que sea el caso, y el resultado es el reflejo del rechazo a Europa y del temor a la pérdida de su identidad.

Me sorprende el resultado por el hecho de que Holanda, país muy liberal en muchos aspectos, sea caldo de cultivo para políticas de extrema derecha. Es un país en el que todo está permitido y lo que no está permitido se tolera, y precisamente los holandeses están orgullosos de eso: de hacer lo que les da la gana. Como publicar los resultados de las elecciones antes del domingo, sin que esté permitido por la UE. Es un claro no a Europa, tras el rechazo a la Constitución Europea, además de una clara acentuación de la política interna en unas elecciones europeas que no les interesan, algo que probablemente ocurra en las elecciones en los otros países, pero con otros resultados, espero.

No me sorprende, porque Holanda vive en un idilio consigo misma, roto por momentos como cuando fue asesinado el antecesor de Geert Wilders, Pim Fortuym, o el director de cine Theo van Gogh, o el reciente atropello a varias personas durante el desfile por el Día de la Reina. Holanda es un país hecho a su mismo en una geografía inhabitable, cuyos habitantes, de no ser por los diques y todas las obras de ingeniería realizadas, vivirían en charcas. Y su carácter ahorrador, fruto de la mentalidad calvinista, les hace ahorrar y ahorrar, vivir en la riqueza para luego autocastigarse con su tacañería y austeridad. Se resuelven los problemas al legalizarlos, y actos prohibidos en otros países son legales en Holanda, con lo que pierden hasta su gracia.

Pero ante todo son holandeses, y no quieren que nadie les rompa su idilio. La mentalidad abierta y tolerante se vuelve cerrada e inaccesible cuando se trata de compartir el pastel, sea internamente o sea para Europa. Siempre me llama la atención que en toda casa holandesa hay una caja de lata de galletas sobre la mesa. Al servir su taza de café cogen la lata y te la abren un par de segundos para que cojas una; será tu oportunidad y no la debes desaprovechar, pues de inmediato la cerrarán y no la volverán a abrir. Dos no puedes coger, hay sólo una ronda. Me imagino que los que hayan votado al Partido de la Libertad seguirán la misma máxima.

jueves, 4 de junio de 2009

Percepciones

Hoy me comentaba una amiga alemana que vive en el extranjero que desde que vive fuera, no soporta muchas cosas de la vida en Alemania. Curiosa apreciación. Que nota las malas caras, la impaciencia de la gente y que antes no le pasaba. Es una amiga a la que conocí en Bruselas durante los dos años y medio que viví allí. Me hablaba de lo relajada que vive en Bruselas, donde no se siente observada, vigilada, y que es pisar territorio alemán, y que se pone en tensión. Me he empezado a reír, y le he dicho que si no recuerda cuando íbamos juntas a clases de francés, cuando hablábamos de las diferencias culturales con Bélgica y yo contaba de cosas que me fastidiaban de Alemania, y que ella no lo comprendía. Y me ha dicho que tengo razón. Ahora sí.

No hay nada mejor para conocer tu propio país que irte a vivir al extranjero. Lo aseguro. Aprendes más del tuyo que de tu nuevo país. Nunca había reflexionado sobre nuestra forma de vida en España, hasta que me fui fuera. Todos vivimos en nuestro país y dentro de él en nuestra burbuja, y nos pensamos que no hay nada más allá de esa forma de vida. Lo sorprendente es que mismo entre los países europeos, que tampoco tienen una forma de vida tan distinta, haya tantas diferencias en la percepción de la vida diaria. Y no te das cuenta hasta que no comparas con otras visiones. Lo malo de todo esto es que te vuelves apátrida, inconformista, y demasiado crítico. Yo me acelero con muchas cosas aquí, pero cuando estoy en España me echo las manos a la cabeza con otras, y lo mismo en Bélgica o en Holanda, los países europeos que más conozco. Así que no hablemos si comparásemos con una cultura asiática, o de otras zonas del mundo completamente distintas, donde se debe de sentir uno como un extraterrestre.

Me encantan las fiestas o reuniones donde se juntan varias personas del mismo país de origen. Da igual de dónde sean, al final se pondrán a criticar o reírse de las cosas que les chocan donde viven ahora, y encontrarán rápidamente puntos a criticar. He oído a alemanes criticar que en otros países los niños tengan tantas horas de clase, por el en su opinión "maltrato psicológico" a los pobres niños, o su queja de que las cajeras de los supermercados sean tan lentas en Bélgica, que la vida sea tan lenta en Bélgica en general, a belgas reírse de la tacañería de los holandeses, a los holandeses reírse de los cabezas cuadradas alemanes y de su falta de humor, a los españoles diciendo que como en España no se vive en ningún sitio, y a las vecinas de mi madre compadecerme por pasar todo el año comiendo mal (y encima sin jamón y chorizo del pueblo). En mi opinión se puede criticar todo, lo malo es si criticas sin saber, si juzgas midiendo a través de tu forma de vida, que es muy legítimo y casi imposible de no hacer. Pero lo difícil es aprender a reírte de ti mismo. Nada más sano que eso. Prueben.

miércoles, 3 de junio de 2009

Los testigos

Zeuge = 'Testigo'

Desde hace dos días, cada vez que paso con el coche por la calle de al lado de mi casa me entran cosas. Un coche tiene puesto un cartel delante y otro detrás: "¿Quién me ha dado un golpe el viernes pasado? Busco testigos". A primera vista no se ve ningún golpe ni nada. Serán unos arañacitos, pero desde luego que no seré yo la que se pare a mirar, no sea que algún testigo diga: "sí, ésa era". Desde luego que yo no tengo nada que ver esta vez... pero he salido escaldada dos veces de los testigos. La última fue hace poco. Me dieron a mí un golpe muy fuerte, con el remolque de una caravana. Más que el golpe en sí y los trastornos que me ha causado el accidente, por suerte sólo materiales, ha sido el trauma que me causó la testigo. Una señora que pasaba por allí, con su hijo y su perrito, tuvo una hora y media de su tiempo para cumplir con su "deber" de ciudadana. Esperó hasta que escribimos el parte, llamó a la policía, y ella trató de convencer a los que estaban por allí de que yo era la culpable. El tiro le salió por la culata pues la policía dijo que la culpa era claramente del otro vehículo y no mía: por la forma del golpe, y por haber torcido sin mirar, como al final ha constatado el seguro también.

Pensemos en España: cuando veo como aparca la gente en los sitios tan pequeños, dando golpe delante, golpe detrás, me pongo mala. En Alemania es imposible. Te denunciarían. No se puede ni rozar un coche, y yo me he vuelto histérica con esto. Cuando estoy en Madrid me llama la atención que todos los coches tienen arañazos o están abollados ligeramente en alguna parte. La tolerancia es por tanto bien grande. Aquí es ninguna. Hombre, a mí tampoco me gustaría que dieran a mi coche y se dieran a la fuga, algo que está considerado delito en Alemania. Y esa fue mi otra experiencia traumática. Por rozar levemente un coche al aparcar, resultó en que me quitaron el carné de conducir por un mes y me metieron seis puntos en Flensburg (el carné por puntos existe aquí desde 1974), y una buena multa. Yo comprobé que el coche aparcado no tenía nada y me fui, pero no reparé en el testigo que desde su piso de enfrente tomó nota de mi matrícula. Por la tarde llamaron a la puerta y dos policías vinieron a quitarme el carné de inmediato, pues se trataba de un delito: me había dado a la fuga. Me cogí un gran berrinche, y desde entonces no rozo ningún coche y cada vez que veo la palabra "testigo" o peor aún, me encuentro con alguno, me pongo a temblar. Me parece muy bien que haya tanta responsabilidad ciudadana, pero mi impresión es que siempre se trata de forzar la ley bajo el lema, "ya que yo me tengo que fastidiar y acatar todo, vigilo para que los otros también lo hagan", y esa es la ley del testigo, o de los montones de policias encubiertos que hay en este país. Por supuesto que me molesta en España el pasotismo que hay, y la mentalidad de "a mí me da igual todo mientras no se metan con mi madre". Pero como siempre, el término medio sería lo más sano. ¿Pero acaso existe eso?

Deutsche Sprache, schwere Sprache!

Ich glaube, dass es an der Zeit ist, dass ich einen Eintrag auf Deutsch schreibe, eine Sprache, die mir so viel bedeutet, und die ich liebe. Für die Schwierigkeiten, die ich beim Erlernen hatte sowie für den Kampf mit den unfreundlichen Gesichtern, als ich Deutsch noch nicht richtig konnte. Mich ärgert die Überraschung der Leute, dass man so eine schwierige Sprache doch lernen kann, und der Kommentar "für eine Spanierin sprichst Du eigentlich sehr gut Deutsch". Danke! Als ob die anderen Sprachen einfach wären. Glauben Sie mir, es ist nicht viel einfacher für die Deutschen, Spanisch zu lernen, als für die Spanier Deutsch. Es kann sein, dass die Erfolgserlebnisse im Spanischen schneller eintreten, da es im Deutschen viel länger dauert, bis man vernünftige Sätze bauen kann. Aber man kann es erlernen, und mich hat es unheimlich viel bereichert und Spaß gemacht. Ich liebe die Präzision, bestimmte Ausdrücke, den Klang (gar nicht so hart, wie man glaubt). Deshalb ermutigen Sie jedem Lernenden, der sich Mühe gibt, anstatt ihm mit Indifferenz "ja, ich verstehe schon was Du sagst" zu sagen und ihm nicht nach den gefragten Wörtern Auskunft zu geben. Nicht nur die deutsche Sprache ist eine Sprache der "Dichter und Denker", sondern jede Sprache produziert wunderbare Literatur und in jeder Sprache kann man denken. Ganz sicher!

[En este artículo en alemán, una lengua que me fascina, escribo sobre las dificultades de aprenderlo, aparte de por la dificultad del idioma, por la falta de apoyo de la gente. Mi experiencia no fue muy positiva, pues oía comentarios como "para ser española lo hablas muy bien". Gracias, pero nunca me pareció un cumplido. También me desconcertaban las caras de indiferencia cuando trataba de explicar algo y no podía, o no sabía mejor, y al preguntar que cómo se decía esto u lo otro, no me respondían, sino que me decían "Entendemos lo que quieres decir". Pero es una lengua que me encanta. Y animo a los que tengan ganas de aprender un idioma con el que estrujarse bien el cerebro que lo hagan. Se puede aprender.]

martes, 2 de junio de 2009

Madrileños en Hamburgo

Anoche me llamó mi hermana para decirme que el programa "Madrileños por el mundo" era sobre Hamburgo, y lo tuve que ver, claro. Tras el par de veces en las que lo había visto hace ya tiempo, cuando me enteré de su existencia, lo dejé de ver por no identificarme nada con el formato. Las preguntas son demasiado simples, los personajes bastante edulcorados, hay poca crítica hacia el nuevo país y menos aún hacia Madrid. Lo interesante de un programa así es hacer un análisis no de lo que supone la vida de un madrileño sin el jamón y sin su barrio, o de mostrar ésta es mi casa o mi palacio. Se trata de dar una visión lo más objetiva posible y de al final, como yo pienso, darte cuenta de que se puede vivir en todas partes, seas madrileño o no, y comas jamón o no. No obstante, ayer, porque Hamburgo es la ciudad donde habito, me pareció algo más acertado que en otras ocasiones, pero fue simplemente por la afinidad, pues el acercamiento se quedó en la mera estética, que sí que es algo que tiene la ciudad, no lo voy a negar, pero no lo único.

Sí, Hamburgo es tan verde y tan bonito como aparecía en las imágenes, tan tranquilo, y con esa seguridad de la que hablaban. Los jardines de las casas son accesibles fácilmente para cualquiera, ladrones incluidos, y las ventanas no están enrejadas. El tráfico funciona, no hay el ruido atronador de Madrid y la gente es respetuosa. La gente se pone lo que le da la gana, como dijeron (una gran ventaja, pienso). Los precios no son desorbitados, como en otras ciudades europeas. Es una ciudad con todas las ventajas de la gran ciudad, pero sin las desventajas. Y tiene mucha calidad de vida, a pesar del tamaño.

Pero tanta paz y tranquilidad tienen su precio. El control social es enorme (no sólo aquí, sino en toda Alemania). Alguno de los entrevistados fue un poco en esa dirección al hablar de la cantidad de cosas prohibidas o mal vistas. Otro hablaba de la ayuda de los padres en los colegios, con un voluntariado que "funciona", pero faltó la crítica. Uno tiene la sensación de que sólo funcionan las cosas a base de involucrarse altruistamente, cuando lo que hacen es apelar siempre a tu mala conciencia. La mayoría de los entrevistados eran ingenieros recién licenciados que han encontrado rápidamente trabajo aquí, solteros, sin cargas familiares. Todos hablaban de trabajar aquí unos años e irse después. Tan sólo uno dijo claramente que se quedará aquí para siempre, el que estaba casado con una alemana (raro ejemplo, suelen ser las españolas las casadas con los alemanes, y si es alemana con español suelen vivir en España; no está comprobado científicamente, pero ésa es mi impresión). Éste era el que llevaba una vida más parecida a la de los alemanes: sus hijos van a una escuela estatal donde él mismo da voluntariamente clases de español, por las tardes van a clase de piano, de deporte. Todos están muy involucrados en todo. La vida muy organizada, tiempo libre incluido.

En lo que todos coincidían era en que lo peor es el clima. Gran verdad. Pero hasta a eso te acabas, si no por acostumbrar, al menos por resignar. Incluso mis padres, cuando me quejo del clima de Hamburgo, me recuerdan que aquí no tenemos contaminación y que podemos respirar, no como en Madrid. Entonces como siempre: ventajas y desventajas en todo según como se mire.

Lo que también dijeron los entrevistados fue que Hamburgo sorprende, porque nadie sabe nada de cómo es antes de venir. A mí me ocurrió lo mismo, y tiene lugares fascinantes. Pero no puedo decir que sea una ciudad a la que me sienta especialmente unida, con el corazón me refiero, y la misma impresión me dieron ayer los madrileños del programa: todo muy bonito, muy limpio, muy ordenado, pero... algo falta. Sea el sol, algo de desorden, o ambientillo cutre. Al final, ni lo perfecto es tan perfecto, ni el caos es tanto si conoces la forma de vida. Curioso sería el programa al revés: "Hamburgueses en Madrid". Creo que podría hacer una lista de las cosas que les molestarían o gustarían. Como negativo: el pan (los alemanes sin su pan negro de cereales no son nadie), los horarios, el ruido, la falta de seriedad... Como positivo: la fiesta, el sol ... Al final volvemos a los tópicos, como siempre.