miércoles, 30 de septiembre de 2009

Blogverdächtig

Una palabra que se utiliza en mi casa desde hace meses es blogverdächtig (verdächtig = 'sospechoso', en este caso 'digno de blog') para describir cosas meritorias de aparecer en este blog. Hasta mi hija mayor la utiliza, y me suelta papelitos o me cuenta cosas esperando que yo coja el ordenador y me ponga a escribir. La nueva situación digna de blog es la invitación a un cumpleaños con la que vino ayer a casa. Nada sorprendente a primera vista: una invitación en forma de herradura de caballo, muy mona ella, de elaboración casera, donde la invitan tal día, a tal hora, a una yincana con ponis (a mí ya no hay nada que me sorprenda en cuanto a ideas), y le piden que lleve ropa impermeable y casco para la bici.

Lo sospechoso ha sido el papelito doblado en cuatro que colgaba de la invitación:
"Queridos padres: Nos alegraría si recibiéramos firmada la siguiente declaración de conformidad antes de la fiesta de cumpleaños de nuestra hija. Muchas gracias.
Declaración de conformidad para el cumpleaños de ....:
Sí, estamos de acuerdo en que durante el cumpleaños de .... el día .... nuestro hijo ....
[ ] al participar en la yincana vaya en patinete y sin compañía de ningún adulto en grupos pequeños de niños por los alrededores de ....
[ ] participe en los juegos a caballo y que pueda montar en un caballo de raza "Haflinger" acostumbrado a llevar niños y en un poni tranquilo acompañado por alguien.
Hamburgo, (fecha y firma de los padres)
Por favor traer patinete."

Y esperan sendas crucecitas en las casillas, o en ninguna, con lo cual me pregunto que qué haría el crío en tal fiesta. Yo estoy casi por poner "Ah, vale, pero sólo si el caballo es de esa raza, si no no puede montar porque tiene alergia al pelo de los otros".

Ya he pasado, o mejor dicho, mi hija, por cumpleaños con excursión en bici de 30 kms (el domingo pasado sin ir más lejos), con manualidades, con fiesta de las mil y una noches, con visita al centro del medioambiente, con otras galopadas a caballo, con yincanas con tema "Indiana Jones", con cumpleaños en la piscina, en la bolera (camuflada en los bajos de un restaurante chino del que pensé que nunca saldrían los niños con vida, pues era un mundo subterráneo inimaginable desde fuera, o que los niños serían servidos en los platos de arriba) ... y siempre pienso "tendrán valor", pues yo no me muevo con niños ajenos fuera de mi casa. Pero que me hagan firmar un papelito así es una novedad. Claro, por eso me decía la gente que casi debía demandar a la familia que tiene la cama elástica sin red de la que se cayó mi hija pequeña finales de agosto y se rompió un brazo, a lo que yo siempre respondo que mi hija, como cabra loca, se puede caer de cualquier sitio, como de hecho ha hecho desde bien pequeñita. Por supuesto que hay riesgos por todas partes. Así que a partir de ahora haré firmar un papel a los otros padres cuyos niños acudan a las fiestas en mi casa: "Estoy de acuerdo si mi hijo come solo y se atraganta con un panchito" o con que "si la madre española le da algo de comer no orgánico o con demasiados conservantes", "o realiza juegos no pedagógicos". Dios mío, lo que hay que ver. Y lo que me queda. Lo que me da para el blog este país (y cualquier otro hoy día, con la tontería que hay en el mundo).

martes, 29 de septiembre de 2009

Gemütlich

Si hay una palabra por excelencia del idioma alemán, ésa es gemütlich o Gemütlichkeit. Se aprende en las clases del idioma para extranjeros como algo indefinible, como algo particular del alma de esta cultura. Viene a significar 'acogedor' como adjetivo, y como substantivo me resulta imposible traducirlo con una palabra, pues es el 'estado de encontrarse a gusto en el espacio al que te refieres' o esa sensación misma. Más se acercan el inglés cozy y coziness. Pero aquí se usa mucho más, y para definir montones de situaciones o circunstancias. Dado nuestro carácter más festivalero (y "pendón"), los españoles buscamos más salir, juntarnos con amigos en la calle, en el bar, y menos en las casas. Aquí la vida se hace más de puertas adentro, y por eso se busca la Gemütlichkeit.

A pesar del septiembre tan soleado que hemos tenido, ayer se acabó definitivamente y ha empezado a llover. Con las ráfagas de viento y la lluvia, empiezan a caer más hojas de los árboles, más bellotas y castañas, y con el otoño comienza la Gemütlichkeit, no para mí, sino para la mayoría que se quiere autoconvencer de que todo tiene su parte positiva (yo siempre digo que donde esté una noche cálida de verano, que se quite toda la Gemütlichkeit del mundo). Mismo en la prensa nos lo recuerdan y me llama mucho la atención lo mucho que se menciona aquí el paso del verano (éste ha sido decente, pero incluso cuando no lo es) a la estación fría, y se nos empieza a preparar mentalmente: "Comienza el tiempo de la Gemütlichkeit", anunciaba el periódico local la semana pasada, y daban todo tipo de ideas para hacer en tu acogedor hogar, como hacer figuritas de animales con las castañas que caen de los árboles por todas partes, o decoración con las hojas caídas (pobre reciclaje, teniendo en cuenta las toneladas que caen). Todo esto se hace aquí, sobre todo con los niños, que en los colegios cantan canciones sobre el otoño "Der Herbst, der Herbst, der Herbst ist da!", una cancioncilla con la que manifiestan la alegría de que ha llegado el otoño. Todo muy gemütlich. Luego hablan de los paseos de otoño, tras los que recogerte después a tu hogar tan gemütlich y tomarte un té con tarta de manzana hecha por ti, claro, si no no vale. Porque gemütlich es también hacerla tú mismo, al calor de tu cocina y hogar, y si es con los niños mejor, porque gemütlich es estar a gusto, en cualquier circunstancia o situación y compatir actividades con los tuyos, para llenar el espacio y el tiempo. Gemütlich es también sentarte en tu sillón favorito y leer un libro, tapado con una manta. Las librerías hacen publicidad sobre el comienzo de la temporada de lectura (aunque en verano hacen lo mismo de cara a las vacaciones, mmmm). Gemütlich es encender una vela mientras te tomas tu café, mientras lees tu lectura otoñal. Y el colmo de la Gemütlichkeit es el invierno, cuando hace un frío de muerte y te has de autoconvencer más áun de que nada como estar bien contigo mismo, porque fuera no hay quien pare, y porque encima anochece a las cuatro de la tarde, y la Gemütlichkeit se prolonga unas cuantas horas más. Porque Gemüt, el substantivo del que se derivan las palabras mencionadas es el alma, el ánimo y el espíritu. Y el que no lo tiene es porque no quiere.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Más de lo mismo

Alemania ha votado continuidad con cambio, es decir a Angela Merkel como canciller con el FDP como compañero de coalición, el que la CDU deseaba. Eso significa un giro hacia políticas económicas más conservadoras, con la prometida rebaja de impuestos de los liberales. A Merkel se le ha acusado durante los años de gobierno con el SPD de haber sido demasiado floja o "socialdemócrata" en las políticas económicas. Ahora está por ver si ése era su curso o si la frenaban.

En momentos de aparente indecisión política, Alemania vuelve a la coalición que ha sido puesta en escena más veces, la fórmula Schwarz-Gelb (CDU-FDP), con lo que los electores han demostrado que los temas ecónomicos son los que más les interesan. El gran perdedor es el SPD, con el batacazo mayor de su historia desde la fundación de la República Federal de Alemania. Los votos que ha perdido el SPD se los han llevado Die Linke (La Izquierda), que han subido a un 11,9 %, por delante incluso de Los Verdes, que si bien han subido en más de dos puntos, a un 10,7 %, parecen haber perdido color. Como último dato, la participación electoral ha sido de un 70 %, lo que significa que ha bajado en un 7 % respecto a las elecciones de 2005.

Yo siempre me quedo con los detalles alemanes de las elecciones, que me vuelven a llamar la atención cada vez. A las seis de la tarde cierran los colegios electorales, y a esa hora ya están los resultados, que son prácticamente los definitivos. Los votos se van contando mientras la gente vota, con lo cual no existe la espera al resultado que hay en otros países. Por la noche dan por televisón la llamada Elefantenrunde ('ronda de elefantes') donde dialogan los candidatos sobre los resultados, todos juntitos sentados a la mesa de la televisión pública. Está mañana se han publicado ya los resultados definitivos, que no han variado nada. Y ya está. Hemos concluido una campaña de lo más sosa y silenciosa. Y volvemos a las fórmulas ensayadas anteriormente por los gobiernos de Kohl. Lo que está por comprobar es si en momentos de crisis serán las adecuadas y si a la gente verdaderamente le dan igual otros problemas sociales, pues creo que el país ha cambiado bastante en los últimos 12 años, tras las muchas reformas emprendidas. Que sigan metiendo entonces dinero en bancos estatales que por su mala gestión hicieron pérdidas que ahora estamos pagando todos, o salvando a la industria automovilista del batacazo que se van a llevar sí o sí, una vez acabadas las ayudas de la Abwrackprämie, pues tan sólo se ha pospuesto la crisis. Que bajen los impuestos, como reclama el Bild-Zeitung apoyando al nuevo gobierno: "Los impuestos han de bajar - para los que tiran del carro: la clase media, los trabajadores especializados, los que verdaderamente quieren rendir". Ni que este estado del bienestar se pudiera mantener sin que la clase media, la gran mayoría de este país, pague los impuestos correspondientes. Sigan recortando en educación, en sanidad, que es donde al parecer se puede recortar. En este país, mientras no se toquen las vacas sagradas, los privilegios que hemos ganado "porque trabajamos todos tan duro", la economía seguirá siendo el único criterio.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Impresiones de mi primera carrera

Teniendo en cuenta que he estado bastante lesionada los últimos tres días...
teniendo en cuenta que no hace ni un año que empecé a correr...
teniendo en cuenta que en los "últimos" 5 kms (o sea la mitad de la carrera) he tenido bastante flato...
teniendo en cuenta que era mi primera carrera...

...creo que ha sido todo un hito llegar a la meta tras 10 kms. Lo bueno de la primera carrera es que el objetivo es llegar, y ya ni siquiera eso de que lo importante es participar, porque yo si me maltrato ha de ser por algo, y no por frases huecas. Yo quería llegar, y los últimos tres días, tras decidirme a participar incluso con la lesión, mi meta era no tener que abandonar antes de tiempo.

El lugar de la carrera es de ensueño. Por caminos y veredas, sin pisar asfalto, paralelos al Alster río. El lago del centro de Hamburgo es en sí un río que nace 56 kms al norte. La carrera era en un tramo, paralelo al río, entre la sombra de la arboleda. Había varias modalidades de carrera a la vez, desde la media maratón, una de 10 kms (la mía), una de 4 kms, y otra de walking. El comienzo de todas las carreras ha sido escalonado, y yo estaba ya estos días estresada de si me iba a confundir de carrera por el camino, pero estaba todo muy bien organizadito (por qué dudo siempre de la capacidad alemana). Tras 2 kms, al ver a los niños de 10 ó 12 años pasarme, he estado tentada de torcer a la derecha en un cruce donde una señal nos dividía, pues ellos corrían la de 4 kms. Pero he seguido con los míos. Como no soporto las injusticias, me ha parecido mal que en la salida todos los que ya tenían pinta de correr más rápido que yo hayan salido mucho antes. Encima eso. Eran en su mayoría hombres, pero luego he pensado "que vayan delante si lo necesitan". Y sí que he observado esa rivalidad en la carrera. Me daba la sensación de que los hombres se lo tomaban mucho más en serio mientras que las mujeres, como sexo débil, nos podemos permitir el lujo de flaquear. Y algunos iban a una velocidad que me pregunto si no se estaban aprovechando de las circunstancias, teniendo en cuenta que era una carrera popular, y no una profesional, ...así cualquiera.

Las mujeres, a las que nos gusta más la compañía e ir hablando, iban en su mayoría de dos en dos. Así he corrido yo, con una amiga que tenía además experiencia en la misma carrera e incluso de una media maratón. Ella no se ha separado de mí en todo el rato, y eso que corre mucho más rápido. Como es muy buena persona me dice que eso es porque es mucho más alta que yo, y porque tiene las piernas muy largas. Sí, será sólo por eso... Ha sido una buena psicóloga todo el rato, dándome ánimos por estar yo fastidida por el flato, y diciéndome "¿no te parece increíble que hace un año ni siquiera corrías?", para luego decirme "tú no hables". Me iba diciendo también que en Hamburgo lo del mal tiempo es un tópico, "pues mira el día tan precioso hoy" (22°C y sol, sin ninguna nube en el cielo), "y te aseguro que en todas las carreras hace buen tiempo". Eso es jugar también con ventaja, pues al no poder hablar yo, parece que he asentido encima. Pero es una mujer excepcional, y le he dejado esa concesión, que a los hamburgueses les encanta. En el último kilómetro, tras llevar diciéndoselo un rato (¿será por eso el flato?), he conseguido que tirara sola para delante y yo he seguido a mi ritmo, es decir, el mismo de todo el rato. Reconozco que al ver las últimas señales de "sólo 500 m" y "sólo 200 m", me ha embriagado la emoción y he estado a punto de ponerme a llorar. Pero sólo "a punto", porque estamos en Alemania, y porque no quería dar la nota otra vez siendo la española sentimentaloide. Así que encima he hecho como si me hubiera resultado fácil la cosa, con lo preocupada que estaba yo por la pierna, habiendo corrido vendada y todo. Al pararme en la meta, a mi lado había otra corredora que estaba tan agotada (¡o más!) que yo y le he dicho "en realidad es un infierno, ¿no?", a lo que ella por suerte me respondido "desde luego". Y me he ido a por el regalito de la llegada, con la sensación de que tampoco ha sido para tanto, de que en mi próxima carrera sé que llegaré, y de que jolines, ¡lo he conseguido!

sábado, 26 de septiembre de 2009

Si pudiéramos elegir la nacionalidad...

... lo tendríamos difícil. Al menos ésa es una decisión sobre la que por suerte no tenemos que reflexionar, pues por nacimiento nos toca una. Y lo bueno es que sin proponértelo te arraigas a la cultura a la que te une tu pasaporte, o te identificas con una cultura aunque no tengas el documento. Más difícil lo tienen los que tienen varios, o los que tienen alguno de un país en el que ni siquiera viven. Mis hijas tienen la doble nacionalidad: la española, porque yo lo soy, y la alemana, porque así lo hemos elegido, ya que en realidad ellas podrían ser holandesas, al ser su padre holandés, pero por motivos prácticos, al haber nacido aquí, decidimos hacerlas alemanas (para malestar de mi superpatriótico suegro holandés). Pero ellas van a tener de holandesas lo mismo que yo... y al vivir aquí, van a ser alemanas en cuanto a su mentalidad, así que que lo sean con todas las consecuencias, obligaciones y deberes.

Pero mi hija de seis años elegiría otra nacionalidad, como me hizo saber ayer de camino al consulado, a renovarle el pasaporte español, que le caduca. Ella ni entendía lo que es un pasaporte, y menos por qué caducaba. Así que íbamos por la calle caminando y yo se lo iba explicando: "Ah, bueno", dijo ella, "yo lo que quiero entonces es un pasaporte de Suiza". Empecé a reírme a carcajadas porque como motivos me imaginé que querría abrir una cuenta en algún banco, o que a lo mejor sería porque es un país neutral. Pero no: "es para poder ir allí cuando quiera". Y es que le gustó mucho hace un año cuando fuimos a ver a los familiares que tenemos en un pueblecito cerca de Basilea, pues lo único que se oía eran los cencerros de las vacas y el trenecito que lleva el correo por los pueblos aquellos, en medio del campo estilo Heidi. Así de prácticos son los niños, aparte de que para ella la explicación es que un pasaporte ha de servir para entrar en el país que te lo expide, ¿para qué habría de ser si no? Me imagino además que ella no se siente identificada con ninguna cultura. Ella es ella, y lo único raro es que le ha tocado esta madre que para su desesperación se empeña en hablarle en otro idioma, algo que le ha costado aceptar.

Ayer vi una película alemana que iba de las diferencias entre los alemanes e italianos. Era bastante flojita en cuanto a exagerar los estereotipos hasta lo inimaginable en muchos casos, pero muchas facetas eran reales y el alemán protagonista decía que si algo les molesta a los alemanes es que digan que algo es typisch deutsch ('típico alemán'). Lo alemán no está connotado con notas positivas en muchos casos. El typical Spanish del inglés se refiere a cosas concretas: la comida, los toros, el flamenco, el vinito, la juerga, la siesta. Pero si decimos en aleman typisch deutsch, las connotaciones son a conceptos abstractos y en muchos casos negativos: yo pienso en la impaciencia de la gente, en la intolerancia, en lo ilógica que es su lógica en muchos casos. El otro día una amiga mía alemana (!) me contaba una situación typisch deutsch: en su clase de Pilates, se colocó en una de las colchonetas que estaban esparcidas por el suelo y no ocupadas todavía. Vino una señora y le dijo que ése era su sitio. Ella se quedó chafada, y no protestó, pero me dijo que la próxima vez se pondrá aposta en el mismo sitio buscando pelea y explicaciones de por qué ése es su sitio, porque eso es typisch deutsch y no lo soporta. Y esta amiga mía alemana es lo más atípico alemán que conozco y más por ser capaz de reírse y ver estas cosas. Como la que me pasó ayer a mí junto con mi amiga española según íbamos entrando en la sala del cine. Al subir las escaleras una señora que iba delante nos dijo que habláramos más bajo. En esos momentos adoro este país y a sus gentes entrañables, como cuando estaba yo con mi amiga madrileña que vino para mi cumpleaños y al traducirle yo lo la carta de zumos que había en un bar la señora de delante de nosotras en la cola se tapó los oídos de forma despectiva hacia nosotras. Entonces parece que "típico español" es hablar alto, al igual que típico español sería haberle lanzado unos cuantos improperios a la típica alemana que nos manda hablar más bajo. Pero porque muchas veces no sé lo que es típico de nada ni de nadie, al final me indigno en silencio y escribo luego en este blog. Porque yo lo que en realidad quiero ser es belga, que es como no ser nada.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Todo lo que cabe en St. Pauli

Mi hija de 9 años vino el otro día contando que el museo al que fueron con el cole está cerca de una calle en la que ella y otros niños de la clase contaron hasta 30 veces la palabra Sex ('sexo' en alemán), y que estaba puesta por todas partes y en todas variantes: que si Sex-Kino (cine erótico), Sex-Shop, Sex-Artikel. Y luego, "mamá, había tiendas en las que vendían cosas raras de goma...". A mi pregunta de si las profesoras les explicaron algo al pasar por allí, ella me dijo que no, que iban muy rápido "porque tenían prisa". Y los niños contando hasta 30 ...

Evidentemente era la Reeperbahn, la "milla del pecado", como la llaman aquí, una de las calles más importantes de Hamburgo y de las más concurridas. Es lugar para la diversión, para ir de copas, al teatro, y por supuesto que para el sexo. Muchas de las prostitutas se ponen enfrente de la comisaria de policía, y todo parece bastante ordenado. Cuando llegué a Hamburgo en el 90, me daba casi miedo pasear por algunas calles, pero con el tiempo se ha abierto más a todo tipo de público, desde que aparecieron varios musicales y teatros por allí. A mí me gusta ir, porque siempre hay gente por la calle, porque es interesante observar, y porque va gente de lo más normal. Por supuesto que no he entrado en muchos sitios, como en la Herbertstrasse, donde sólo pueden entrar los hombres, a "ver" a las mujeres en los escaparates, y elegir, claro, ni tampoco conozco muchos de los clubs conocidos que hay (bueno, rectifico: sólo conozco uno, de table-dance, y fue una experiencia). Pero muchos amigos míos de Hamburgo se sorprenden de que conozca la Reeperbahn mejor que ellos, y eso que no es tanto, ... pero siempre les digo que es porque "tengo que" llevar a los turistas, y que por eso digamos que me manejo por allí.

Recomiendo una visita a St. Pauli, por ser un barrio tan variopinto. Tienen un club de fútbol de segunda división cuyos fans son de los más auténticos que hay, y al que han salvado alguna vez, como una campaña que hubo para recaudar dinero hace un par de años durante la cual se veía a gente llevando camisetas con las inscripción "St.-Pauli-Retter" ('salvador de St. Pauli') e incluso "salvadorcito", cuando la llevaban bebés, junto con la calavera blanca, símbolo del club. Pero hay más curiosidades: en una bocacalle de la Reeperbahn hay una gasolinera que vende más litros de alcohol que de gasolina. Abajo de la Reeperbahn, en el puerto, hay un mercado de pescado, el Fischmarkt, donde no sólo se vende pescado, que comienza a las cinco de la mañana los domingos y donde se mezclan los madrugadores con los trasnochadores. Es una experiencia meterse a las ocho de la mañana en la antigua subasta de pescado y oír música en vivo y ver a la gente tomando cervezas. Luego tienen una verbena ambulante, el Dom, que ponen en una explanada tres veces al año. Se llama Dom, que significa 'catedral', porque allí estaba la antigua catedral de Hamburgo, que se quemó y que los hamburgueses, prácticos como son, decidieron no reedificar. Y plantaron en su lugar la verbena, que más bien es un parque de atracciones por el tamaño que tiene. Porque aquí todo lo que produce diversión se hace a lo grande, algo que parece chocar con el carácter alemán, pero no en Hamburgo, ciudad que se siente orgullosa de ser más tolerante que otras. Por eso, hasta apuesto que pone la palabra "sexo" más de 30 veces. Algún día iré con mi hija a contar.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Lo que reflejan las fotos

Si por algo me gustan las fotos es porque reflejan un momento particular. Luego las ves, y recuerdas con todo lujo de detalles lo que hiciste ese día, y dónde estabas y por qué, y te sirven para vivir ese momento otra vez, incluso años después, y recordar. La que me ha llegado hoy por correo me muestra a mí al volante de mi coche, toda relajada y sonriente. Iba yo al parecer toda contenta, cuando un radar me hizo la foto, exactamente el 25 de agosto a las 14:21 h. Yo me di cuenta, claro, y lo primero que hice, tras el susto, fue mirar la velocidad a la que iba, y no calculé mal: iba a 61 km/h en vez de a los 50 km/h permitidos. Sin querer disculpar mi fallo sí que digo que hasta poquito antes se podía ir a 80 y en cuestión de un tramo relativamente corto había que ir a 50. Vale, lo acepto, infracción es infracción, y si encima se ve en alemán parece más grave la cosa, porque lo que he cometido es una Ordnungswidrigkeit, así con todas las letras: Ordnung ('orden') y Widrigkeit ('falta'), o sea una falta al orden. Lo bueno es que la carta va dirigida al mi marido, a cuyo nombre está puesto el coche, y le informan de que la "conductora" de ese día y a esa hora ha cometido la infracción. Por si no se lo creyera, hablan de los Beweismittel ('las pruebas'), que son una Induktionsschleifenmessung und Frontfoto, es decir una medición realizada a través de inducción de no sé ni de qué, aunque claro, como dicen que la foto de frente es prueba también y viene ya impresa en la carta, no hay nada más que decir, por lo clarito que se me ve, y tan contenta. Pero lo mejor es que además hay un testigo: "Harck 908334-S3, Bad Segeberg", que será el código del radar que me hizo la foto.

Una amiga me contó una experiencia de la autopista en Francia este verano que me hizo mucha gracia. De repente, en uno de los paneles que van anunciando atascos o límites de velocidad vio "HH XXXX trop vite!", su número de matrícula y que iban demasiado rápido. Dice que se le cortó la respiración, y no me extraña; me imagino la sensación de que te miran todos los coches de alrededor y el bochorno de verte delatada así, en letras grandes, encima de la autopista, para que todos lo vean bien.

Así que más discretita es mi foto, y más por el módico precio de los 20 euros que tengo que pagar. Tampoco es tanto, si tengo en cuenta el cabreo que me cogí cuando me di cuenta de que me habían hecho la foto, y el mes que he estado esperando a que me llegara la multa, que esperaba más alta. Y lo bien que está la foto, que no refleja nada del momento posterior sino sólo ese momento de satisfacción de que era un día relajado y bonito para mí. Eso sí que no me lo quita nadie.

[Comentarios posteriores de mi familia al ver la foto y hablar de la multa:
Natalia: "¿Mamá, qué has hecho ahora?"
Mi marido: "Qué chula la foto. Pide una ampliación".
Y no me había dado cuenta de toda la información que viene en el reverso de la carta: el dueño del coche, mi marido, puede rechazar la multa acogiéndose al siguiente párrafo. Traduzco:
"Ud. puede negarse a dar datos en este asunto sólo en el caso de estar relacionado en parentesco con la persona responsable, es decir, estar prometido o casado con ella, o haber estar casado con ella, o si se trata de su compañera o compañero, o si comparten parentesco de primer grado (esto aplica a padres, hijos, abuelos, nietos, bisabuelos y bisnientos), o por haber sido acogido de niño o con parentesco hasta tercer grado (esto aplica a hermanos, sobrinas, sobrinos, tías y tíos), o si está o ha estado emparentado por matrimonio hasta un segundo grado (esto aplica a los padres, abuelos, bisabuelos, hijos, nietos, y biesnietos de su cónyuge así como cuñados y cuñadas), o mismo si Ud. es la persona responsable".
O sea que incluso en el caso de que sea mi bisabuela la que conduce el coche, o mi sobrino de 2 años, mi marido no está obligado a denunciarlos.
Total que pagamos, pues si se niega, lo que hace la policía en estos casos es que viene y llama donde la vecina y dice: "¿Conoce Ud. a esta persona?" y como para que no me conozcan en la foto tan bien hecha...]

martes, 22 de septiembre de 2009

La Oktoberfest y los goles

El norte de Alemania es plano, planísimo. Las únicas montañas que tiene Hamburgo son unas artificiales, de basura. Y a Schleswig-Holstein, el Estado Federal al norte de Hamburgo, lo llaman Land der Horizonte, 'el Estado de los horizontes' una buena manera de decir que los Alpes caen demasiado lejos. Una vez aceptado que aquí no tenemos ni montañas, ni tiroleses, ni salchichas blancas, cito a mis conciudadanos hamburgueses que dicen que Baviera comienza al sur del río Elba, o sea que ahí mismo. Entonces, el día en el que comprendí que toda Alemania no es Baviera, como España no es sólo Andalucia, tuve que buscar en otras partes las referencias de Alemania que todo el mundo conoce fuera de estas fronteras. Para eso nada mejor que el Oktoberfest, la fiesta de la cerveza que se celebra en Múnich todos los años por estas fechas. Yo no he ido nunca, así que no puedo hablar desde mi experiencia personal, pero sí que está presente en todo el país, sea en forma de banderitas en el supermercado con rombos blancos y azul cielo, alternando, como la bandera de Baviera, o de alguna que otra Oktoberfest perdida en algún bar de la ciudad.

Mi primera pregunta siempre ha sido por qué la llaman 'la fiesta de octubre' cuando comienza y transcurre en su mayor parte en septiembre. Hasta hoy no he buscado respuestas a esa pregunta, lo que demuestra que tampoco me era tan crucial saberlo: desde 1870 empieza siempre el primer sábado después del 15 de septiembre, por ser las temperaturas más suaves que en octubre, y termina el primer domingo de octubre. La fiesta se declara abierta con la famosa frase "O'zapft is", con el que echan la primera cerveza en la jarra de litro famosa, la Maß, y la primera se la bebe el Presidente de Baviera. El resto los seis millones de visitantes que pasan por allí las semanas que dura la fiesta. El precio de la jarra de cerveza se anuncia siempre en la prensa, y este año es de 8,60 €. Es normal que los hombres acudan en Lederhose (el pantalón corto de cuero, estilo tirolés) y las mujeres en Dirndl, un vestido muy tradicional con puntillas, o un delantal blanco delante, pero que ha ido adquiriendo aspecto más sexy cada vez, al calor de las famosas que se pasean por allí. Mi cultura de la Oktoberfest son las fotos que veo en las revistas de cotilleos en los médicos o en la peluquería estas semanas, con los famosos y famosas del país tomandose sus cervecitas en el Wiesn, la esplanada gigante donde están montadas todas las tiendas y la verbena.

Y ayer saltó la noticia, por la mala jugada que le ha causado la Oktoberfest a Lehmann, el portero del VfB Stuttgart, al que le han suspendido para el torneo de mañana frente al Lübeck tras haberse ido el sábado a la fiesta después de haber perdido 0-2 contra el Colonia. Él se ha justificado diciendo que la visita era por motivos de un "acto de una asociación de caridad". Pobre. Si no se puede tomar uno ya una cerveza de un litro después de que te hayan metido dos goles, me pregunto que podrá hacer el pobre portero del Atleti al que le metió el otro día el Barça cinco goles. Prost!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Este cementerio es serio

Ayer me acordaba de la canción de Mecano "No es serio este cementerio", pues el de Ohlsdorf, en Hamburgo, es muy serio. Es el cementerio-parque más grande del mundo. Tiene en su interior dos líneas de autobús, y prácticamente no se ven las tumbas, al estar todo metido entre tanta naturaleza, árboles gigantes, setos, flores, lagos. Parece una zona de recreo, y la gente va a pasear, montar en bici o en patinete. El límite de velocidad para los coches es de 30 km/h, y se respeta, aunque tiene tráfico, ya que se utiliza para acortar y pasar de un barrio a otro, pues por lo grande que es, merece la pena en ocasiones. Y de lo bonito que es, cuando veo el de Carabanchel desde fuera de sus muros pienso muchas veces en lo que pensaría la gente si dijera: "hala, vámonos a dar un paseíto por él". El cementerio de Carabanchel es como Carabanchel mismo: todo apretadito, y desde que luego que es más ecológico por evitar espacio. Pero Hamburgo tiene espacio, y por eso aquí a los muertos se les pone tan estiraditos y con derroche de árboles por todas partes.

Tras leer en el periódico que ayer era el día de los cementerios (quién organizará esas cosas) y que había actividades programadas para todo el día, fuimos para allá, pues tampoco teníamos nada mejor que hacer. ¿Cómo festeja un cementerio un día así? Pues con puestos de actividades para pequeños y mayores, con puestos de información sobre todo lo relacionado con el cementerio: desde el trabajo de los jardineros, de las funerarias, a los que hacen las lápidas, para las que no hay límite a la fantasía, con formas que iban desde una guitarra a un violín. Luego, como estamos en Alemania, donde se dice que cuando se reunen dos personas organizan un Verein, es decir, una asociación de algo, estaba el Förderverein del cementerio, la asociación que sin ánimo de lucro recauda fondos y se preocupa de sus intereses. Y los discursitos que esta asociación estaba dando y que oímos de pasada me hicieron recordar los de las historias de Paul Maar, un escritor alemán que escribe sobre todo libros infantiles, y que toca la esencia alemana con una ironía finísima, y pensé que el discurso del presidente del club de patinete de una de las historias tenía el mismo tono que los de ayer en el cementerio: una seriedad solemne, que a mí me produce risa. Pero lo mejor fue el paseo en el coche de caballos por muchos sitios recónditos del cementerio. Tuvimos que esperar bastante, pero mereció la pena porque a los dos caballos, aparte de los dos hombres que los manejaban parecían llevarlos dos perritos que iban sentados delante, cuales chóferes.

Como no hay festejo en la calle que no tenga el puesto de salchichas correspondiente y el puesto de café y tarta, no tuvimos mucho que pensar a la hora de comer algo, lo cual es bueno también, así que tras comer la salchicha correspondiente, continuamos viendo la oferta de otros puestos de información. Había desde uno cuyas prestaciones se resumían en Schmerz-Management (Schmerz = dolor, Management = gestión) a otro que se dedicaba a organizar viajes para la gente que ha perdido a un familiar, con el lema "Duelo, vacaciones y más". Era como ver toda la situación: una vez que no pueden hacer nada más por ti, empieza el negocio con la tumba a elegir, si no la urnita para la icineración, o las plantitas que quieres a tu alrededor; luego le gestionas el dolor a tus familiares, y si no vale con el apoyo moral, les pagas un viaje ... "Las penas con pan son buenas", dice mi madre siempre.

Y para alegrarles el día a los muertos, aparte de la cantidad de visitantes que desfilamos por allí, hubo una actuación de flamenco (no la vi, pero tampoco puse empeño en ello), y una orquesta callejera que animaba a ritmo de trompetas y saxofones, con una comparsa que parecía salida de la película "Mary Poppins". Y nos fuimos, disfrutando de los árboles que empiezan a cambiar el color verde por los tones ocres y marrones del otoño (todo un espectáculo en otoño, vamos, que me ahorro el viaje al Indian Summer de Canadá y EE.UU. todos los años), viendo después la arquitectura tan sobria y bonita de la capilla realizada por Fritz Schumacher (arquitecto que dejó su huella por todo Hamburgo en la primera mitad del siglo XX con sus obras de ladrillo), pasando luego por las tumbas de soldados de la II Guerra Mundial repartidas por grupitos (ingleses, americanos), y luego, algo que siempre me impresiona y adonde llevo a mis visitantes en Hamburgo: la tumba común en forma de cruz donde están enterradas las casi 40.000 personas que perdieron la vida en los bombardeos de la operación Gomorra que dejaron Hamburgo arrasado. Ohlsdorf ofrece cabida a todo y a todos. Es digno de verse.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Escuelas para toda la vida

Dos y media de la mañana en un bar de Ottensen, un barrio de Hamburgo que forma parte de Altona y que es una mezclina de tribus urbanas que lo hacen tan especial. Estoy con un amigo mío, y de repente entra una mujer en el bar y ambos nos miramos y decimos, "Pero si es..." Y era..., una compañera del banco donde trabajábamos los dos, y hacía 10 años que no la veíamos. Ella nos reconoció también de inmediato. Y en un momento me trasladé al año 1992, cuando empecé a trabajar en el banco, pues aunque ella entró después en ese departamento, trabajamos juntas un par de años. Como ella me recordó anoche, sobrevivir la escuela de ese departamento te prepara para todo en la vida laboral. Entré por mis conocimientos de idiomas y me pusieron a escribir en español, pues en alemán lo hacían "ellas", y con "ellas" me refiero a las compañeras a las que mi marido denominaba las hienas. El ambiente era insoportable. Se criticaba a cualquiera según saliera por la puerta, y no había problema en tratarlo con desdén en su presencia. Se boicoteaba todo lo que no fuera "como lo hemos hecho siempre", y la visión de la vida y de los demás era de lo más esteoreotipada que he visto nunca. Y ahí aterricé yo, tras llevar sólo un año y medio en Alemania, con 22 añitos, y sin saber bien alemán (algo más para criticar, pero y lo mucho que aprendí ahí...). Pero debí de romperles bastante los esquemas con todo: "No tenemos nada en contra de ti, pero... los estudiantes son unos pedazo de vagos que se aprovechan de todos los trabajadores como nosotros" (yo era estudiante). "Nada en contra de los extranjeros, pero... son unos parásitos que llegan a Alemania a aprovecharse de nuestra riqueza" (yo soy extranjera). Aguanté el chaparrón seis años y un ambiente de trabajo que pude soportar por ser media jornada para mí. Ellas se descuartizaban a jornada completa. Como me decía anoche la otra víctima "a ti te tenían mucho respeto, y nunca les oí criticarte en nada, y eso que allí no se salvaba nadie", y es cierto. Milagrosamente coseguí que me respetaran y que no me hicieran participar de su guerras internas y externas. "¿Y tienes contacto con ellas?", me preguntó, y yo dije "Noooo, imposible", y se empezó a reír, sin palabras, pues no hacían falta. La escuela fue para toda la vida. Entre las muchas que pasaron por allí esos seis años y que salieron espantadas o expelidas, recuerdo a una italiana que trabajó unos seis meses en el departamento y a la que hicieron mobbing en toda regla. Ésta, un día, para tratar de agradarles en algo, trajo una tarta hecha por ella. Tuvieron la poca decencia de no probarla siquiera. Ése era el comportamiento habitual.

Tenía completamente olvidada esta etapa de mi vida, por dura, pero anoche me dio un ataque de risa, al igual que a la otra al recordar ciertos detalles que tenía olvidados, y que recordé de golpe a altas horas de la madrugada. Quedamos en volvernos a ver, para reírnos tanto como lo hicimos anoche. Dijimos que no era casualidad que nos encontráramos en ese bareto, que estaba ya casi vacío, y donde mi amigo y yo hablábamos de todo tipo de problemas tras haber visto "El Anticristo", de Lars von Trier. La película nos dejó algo revueltos, sobre todo a mí. Recomiendo dos terceras partes de la película, y eso no a todo el mundo. La última no se la recomiendo a nadie. Habría que hacer películas en las que pusiera: "Los que hasta ahora hayan estado más o menos conformes con lo ofrecido, salgan ahora mismo de la sala. Los que quieran lamentar después haber visto esta película, quédense". Mi amigo me comentó después que el truco para soportar tales escenas violentas es imaginarse todo el set de la película alrededor de los actores, con los focos y las cámaras, y que entonces se le quita el morbo y la seriedad al trance. Y razón no le falta, nunca lo había pensado. Quizá éso es lo que hice espontáneamente en aquellos seis años que trabajé con aquellas brujas. Ignorar que aquello podía ser la realidad. No obstante, si lo llego a saber, me hubiera ido antes de que empezara lo peor de la película.

sábado, 19 de septiembre de 2009

A falta de ideas, titulares

Seguimos con la campaña electoral, a tan sólo una semana de las elecciones. Tras el debate televisado el domingo pasado entre los candidatos principales, que gobiernan juntos en la actualidad, Frank-Walter Steinmeier y Angela Merkel, los sondeos daban como débil ganador a Steinmeier. El debate fue soso, sosísimo, como la campaña misma, y comenzó con la pregunta: "¿Ustedes se tratan de usted o de tú, tras llevar cuatro años goberando juntos?". "De usted, claro", fue la respuesta, algo que no sorprende en Alemania. O sea que Frau Merkel y Herr Steinmeier siguieron discutiendo sobre puntos en los que no hay apenas diferencia: respecto a la crisis, las mismas medidas, que son las que han tomado juntos en realidad. El titular del Bild Zeitung al día siguiente del debate, diario que siempre busca la polémica y que es el más leído en Alemania fue: "Yes, we gähn", haciéndose eco del "Yes, we can" de Obama, pero diciendo wir gähnen, 'bostezamos'.

La semana ha producido todo tipo de sondeos y titulares anunciando el avance de Steinmeier tras el debate, y que todo sigue siendo posible. Para mí otra forma de hacer campaña, pues me parece que por desgracia se está haciendo en los medios de comunicación en vez de en la vida real. Y ahora leemos sobre los flirteos entre la CDU con el FDP, el partido con el que siempre se coalicionó la CDU pero al que tuvo que dejar plantado la última vez con tal de gobernar, teniendo que aceptar una gran coalición. Ahora se les tiende la mano otra vez, y se les recuerda que son el partido preferido, ya puestos a coalicionarse. Y ayer, Merkel, tras pronunciarse a favor de una coalición con el FDP, afirmó que bajará los impuestos, así que vuelven a aflorar las promesas típicas, en una fase de la campaña en la que sigue habiendo muchos indecisos, y a los que se les trata de dar pistas respecto a las coaliciones pues como vemos, ningún partido podrá gobernar con mayoría. Así que casi parece más producente darle el voto a uno de los partidos que participarán en la coalición, en vez de a uno de los grandes, que no presentan nada claro y son demasiado iguales, e inclinar así la balanza hacia un lado u otro. Así está resurgiendo La Izquierda, como una potencia muy a tomar en serio junto con los típicos partidos bisagra FDP y Los Verdes. Creo que demasiada gente sigue sin saber a quién votar, así que la última semana antes de las elecciones seguirá en la misma línea. Triste, me parece.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Familias normales

De nuevo un chaval de 18 años atacó ayer a profesores y compañeros de su instituto, armado con cuchillos y un hacha, y esta vez ha sido en Ansbach, en Baviera. Hay varios heridos, y una chica se debate entre la vida y la muerte, tras sufrir heridas en la cabeza con el hacha y quemaduras por los cócteles Molotov. Por suerte, esta vez no han sido 15 personas las asesinadas, como en Winnenden en marzo de este año, o 16 como en Erfurt en 2002. Parece que los ataques de este tipo ocurren con demasiada frecuencia en Alemania, pues ya están grabados en la memoria colectiva y cada acto está de más. Antes, aquí se echaba la gente las manos a la cabeza ante los mismos hechos en EE.UU., pero aquí ocurren también, como podrían pasar en cualquier otro sitio "civilizado", o precisamente por eso. Lo curioso es siempre lo mismo: que los chicos que perpetran tales ataques son de familias normales, y que nadie nunca pudo sospechar nada. Luego registran en sus habitaciones y encuentran cartas anunciando el "Apocalipsis", como ha sido en la habitación del chico de ayer, o armas, o videos, o cosas que nadie nunca había notado. Sé que es imposible prevenir este tipo de actos, pero me llama la atención tanto odio por parte de chicos tan jóvenes y "normales". Ahora dicen que estaba en tratamiento psiquiátrico. En ese mismo instituto está la hermana del chico. Normalmente las familias tienen que huir después de las ciudades, como ocurrió con la familia de Winnenden. Como madre que soy no me quiero desinvolucrar de la discusión. Mi miedo es criar monstruos, y creo que hoy día agasajamos a nuestros hijos con demasiadas atenciones. En Alemania es "obligatorio" que cada niño tenga su habitación, su ordenador, su independecia... todo muy loable pero innecesario si al final eso implica que nadie en la casa sepa qué tiene en la cabeza el chico. Por supuesto que es imposible prevenir que tu hijo coja un cuchillo a escondidas y mate a unos cuantos, pero me pregunto de dónde viene tal agresividad y deseo de matar a tanta gente, y compañeros tuyos. ¿Son los colegios tal caldo de cultivo de agresiones y odios? Un padre agrede a la directora de un colegio el otro día en Madrid, porque castigaron a su hijo de 5 años. Creo que hay demasiada intromisión de los padres en los colegios, y demasiada poca en casa. No soporto que a mi hijo le castigue el profesor, pero tampoco lo hago yo cuando lo necesita. No ponemos los límites cuando son necesarios.

Aquí en Alemania los niños y chavales tienen la vida tan organizada que creo que deben andar a punto de estallar muchos ya en la edad adolescente. Se trata de no dejarlos pensar o que se aburran. A mí me encanta cuando mis hijas me dicen que se aburren, y que no saben qué hacer, y pienso en la respuesta que nos decía mi madre cuando nos quejábamos de eso mis hermanos o yo: "Pues cómprate un mono que te divierta". Hoy día a los hijos se les da y se les da, pensando en que no sean o tengan menos que los demás. Y sus demandas acaban por hacerse insostenibles o al final dejas que todo siga su curso, sin involucrarte en conflictos con tus hijos o sin mostrar autoridad porque "somos una familia normal y va todo bien". Y casos como el de ayer demuestran que las familias "normales" no son garantía de nada para la sociedad. Que hay que saberles decir NO a los hijos en muchas ocasiones, aunque sea más cómodo decir que sí. Educar es difícil, yo lo sé muy bien, pero no hagamos como que no va con nosotros.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Mala conciencia o acoso?

Hasta hoy he pensado que me es imposible hablar mientras corro, pero hoy me he dado cuenta de que depende del tema... Hoy he entrenado con una amiga la carrera que vamos a correr juntas en unos días, y nos pusimos a hablar de lo mismo de siempre: de lo mucho que nos molesta la continua petición de ayuda a los padres para todo tipo de actividades del colegio. ¡Y vaya si he podido hablar y correr durante 12 kilómetros!

Desde que ha comenzado el curso, abro con pánico la carpeta de las cartitas del colegio para los padres. Y como ahora lo saco todo en partida doble, al tener ya a dos en el mismo cole, el acoso es vergonzoso: "Queridos padres, como nos faltan 'voluntarios' para servir la leche en el recreo (Milchmütter), les pedimos su colaboración, porque son nuestros hijos los que se benefician de ello." Y luego viene lo mejor: "Además, por el retorno de las madres a la vida laboral, nos estamos quedando sin personal" (me están tomando definitivamente el pelo: ¿de qué retorno hablan?). Otra hojita: "Para el 'recreo activo' necesitamos que padres o madres vengan a sacar y recoger los juegos de los niños para el recreo". La siguiente: "Con motivo del 50 aniversario del colegio la semana que viene, les rogamos colaboración para todo tipo de actividades..." y en la hoja viene un plan con todo lo que van a hacer todos los días y hay que apuntarse en algo, en la mayoría de los casos durante (!) el horario escolar a ayudar a hacer manualidades, como la decoración para la discoteca que van a organizar. Otra hojita: "Para la fiesta del deporte del viernes, les rogamos aporten algo para el bufé del desayuno para nuestros hijos, teniendo en cuenta que ha de ser un 'desayuno saludable'" (me estoy planteando comprar unas patatas fritas y unas coca colas, para que me echen definitivamente del colegio). Y la mejor de las hojitas: "Debido a la semana de proyectos por el aniversario, las clases serán de 8.30 a 12.30. Por favor rellene en el caso de que sea necesario que su hijo tenga que estar en el colegio de 8 a 13 h".

Para mí es absolutamente necesario que se respete el horario escolar y me parece vergonzoso que los colegios alemanes hagan lo que les da la gana con ellos. Luego dicen que les faltan horas lectivas, pero a la mínima quitan una hora aquí o allá, como va a ser durante toda la semana que viene. Como la mayoría de los niños se va entonces a su casa a las 12.30, es a mí a la que le toca explicar a mis hijas por qué se quedan esa media hora más antes y después. Luego me toca explicar por qué no voy a servir leche, y por qué no voy en los recreos a sacar juguetes, y por qué no me parece bien el abuso. Pero sí que, por mi hija, voy a ir una mañana la semana que viene a hacer las malditas manualidades, para no se sienta mal si su madre no aparece en toda la semana, ya que aquí todo el mundo va a una cosa u otra. Al final, porque muchos ven en estas cosas su ocupación principal, se crea un ambientillo de presión que es difícil aguantar.

Mi amiga me decía hoy que me envidia, porque al ser española me puedo escaquear más y hacer como que esto no va conmigo, pero que ella no puede. ¿No es triste esto? ¿Qué sentido del deber es éste que apela a tu mala conciencia y a que te sientas mal ante tu hijo? Yo también me veo a veces frente a preguntas tipo: "Mamá, ¿y por qué no vienes tú nunca de excursión, o a hacer galletitas en Navidad?" u "hoy estuvo la mamá de fulanita o menganita en la clase; ¿y tú cuándo vienes?". Así que sigo luchando, una batalla que parece inútil, pues esto cada vez va a más, y a la larga, aunque te resistas a la presión, por tu hijo cedes en algo. Por cierto, la hojita de ayer: "Para la semana de proyectos de noviembre necesitamos colaboración de padres que impartan cursos. Si Ud. tiene algún talento especial puede dar clases una hora y media cada día y el viernes, para la presentación final de 8 a 13 h"... ¿Por qué organizan todas estas cosas si no tienen la capacidad de realizarlas si no es abusando de la ayuda de los padres? Pero claro, es "por el bienestar" de nuestros hijos. Por mí que no organicen nada extra y se tomen en serio lo básico.

martes, 15 de septiembre de 2009

Aprendizaje sin fin

¿Por qué nos proponemos metas o hitos en nuestra vida? Necesitamos retos que nos muevan hacia delante, para no estancarnos, o peor aún para no perdernos de vista o perdernos por el camino. Algo así es lo que llevo haciendo toda mi vida con el aprendizaje de idiomas. Me pregunto cuál es el placer que me produce ir a clases de idiomas desde que tengo 7 años. Debería haberme cansado. Pero no, no es el caso. Ayer retomé mis clases de francés, tras las vacaciones de verano, y volví a sentirme enganchada o de vuelta a lo mío. Quizá me encanta por la sensación de que con un idioma, ni con el nativo de uno, se acaba jamás, algo que quizá necesite alguien como yo, que raya en un deseo de no acabar nunca con nada. Nada mejor que un idioma entonces. Mismo mi padre me decía una vez no hace tanto respecto a mis clases de francés: "A ver si lo aprendes del todo por fin". No se dará el caso. Así que seguiré yendo. Y si "acabara" con el francés, me metería en otro.

Cuando con 7 años me apuntaron a las clases extraescolares de inglés del colegio, me debió de infectar algún bacilo, pues nunca lo dejé después. Luego probé con el francés, para tras un año decidir que no era mi idioma. Nunca me sentí cómoda con la pronunciación (y me sigue costando). Luego empecé a meterme con el alemán, idioma que me fascinó desde el primer instante y que recomiendo a todo el mundo. No es ni tan duro como parece, y la gramática es genial, tan ordenadita, todo tiene su lógica, menos lo que no la tiene... como en todos los idiomas y en la vida misma. Pero la experiencia más dura, fue cuando en mi año en EE.UU. me vi obligada a hablar inglés, algo que parecerá tan obvio que resultará raro, pero no lo es. Yo estaba acostumbrada a escribir y leer en inglés, pero no a hablarlo, como si ése no fuese el objetivo principal de una lengua. Y lo pasé mal. Por mi vergüenza a hacer faltas, por la inseguridad de no poder decir bien nada. Pero conseguí liberarme de ese bloqueo mental que te hace pensar que es tan horroroso no hablar bien un idioma extranjero. Hay tanta gente por el mundo que lo habla fatal y que está tan convencida de que lo hace bien, que debemos quitarnos ciertos complejos. Si no se cometen errores, no se aprende. Y los errores son los que corrijes y no lo que dices bien. Y creo que ése es el motivo por el que los españoles hemos andado siempre peleados con los idiomas extranjeros: por la vergüenza que sentimos si no lo hablamos bien, algo en lo que siempre he envidiado a los alemanes, por ejemplo, que con unos conocimientos rudimentarios de cualquier lengua, te aseguran hablarla perfectamente (con el tiempo mi envidia pasó a dejarme indiferente ante tales personas, pues ya no me creo nada, y menos que nadie hable una lengua perfectamente).

Tras superar el bloqueo mental con el inglés, soltarme a hablar el alemán fue algo más fácil. Por supuesto que admito que el requisito principal para aprender una lengua es tener que usarla, y no sólo aprenderla con los libros, y que nada mejor que estar en el país donde se habla. Pero aseguro también que el oírla o leerla a menudo ayuda. Es lo que me ha pasado con el holandés, lengua que de haberla oído tanto, he acabado por interiorizar, sin darme cuenta, y me bastó llegar a Bélgica, para comenzar a hablarlo, mal, pero a hablarlo, pues ya no le tengo miedo a ninguno. ¿Qué te puede pasar si dices algo mal? Como mucho que se ría la gente, o te miren con cara rara, pero y qué. Y en Bruselas tuve que empezar con el francés otra vez, un idioma con el que pensé que nunca me metería, y le acabé por coger el gusto. No es una lengua por la que sienta pasión, como por el alemán, pero porque me cuesta y no la acabo de hablar bien, me tiene enganchada. Porque todas enganchan. Porque no consigo pronunciar bien la palabra voyage, algo que al profesor le hace gracia, así que tendré que continuar...

Coraje cívico

¿Cómo es posible que dos chavales de 17 y 18 años hayan matado el sábado a un hombre de 50 años en el metro de Múnich a golpes y patadas, a las cuatro de la tarde, con muchas personas alrededor que ahora quieren ser testigos? Fue el único hombre que tuvo el coraje de defender a unos niños del ataque de tres jóvenes que querían robarles 15 euros. En el momento del incidente, había 15 personas en la estación. Tras defender a los niños, el hombre llamó a la policía, pero dos de los jóvenes le persiguieron y se ensañaron con él. Cuando llegó la policía diez minutos más tarde, ya había muerto el hombre, por la brutalidad de los golpes. ¿Es que nadie pudo hacer nada, los testigos por ejemplo? Acciones como ésta van a acabar con el poco coraje cívico que queda. Mi miedo es que la brutalidad de dos chavales, pueda intimidar a tanta gente. Que nadie haga nada. Que la gente se paralice. Viendo las consecuencias, comprensible también. Por supuesto que hay cosas que no se pueden evitar, pero sí prevenir la falta de solidaridad de grupo para afrontar algo así. En vez de actuar borreguilmente en momentos en los que es muy fácil actuar con la masa, deberían funcionar los mecanismos de solidaridad colectiva ante un acto así. Algunos políticos reclaman videocámaras en las estaciones. ¿De qué sirven las cámaras si ni siquiera la gente que está presente quiere ver nada? Para nada sirve luego verlo todo en diferido, o menos oír los relatos de la gente que pasaba por allí.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Ciudades

Al volver ayer de Berlín, una de las ciudades que me parecen más fascinantes, leí lo que no podía ser mejor recapitulación de mi viaje: "Yo soy un ganapán de las ciudades. [...] Piso las baldosas y los adoquines y reconozco un aire de familia [...]. Todas son mías. Camino despacito, reconociendo lo desconocido y juego con los rostros, que por supuesto son ciudadanos. [...] Hay una evocación alucinada de algo que me pertenece y sin embargo no es mío. Calles y más calles. Esto es ciudad, y punto". Reflexiones de Benedetti en su obra "Vivir adrede" que hago mías, como muchas otras de una obra tan magnífica; perfecta lectura en el viaje de vuelta y colofón final a un día maravilloso en Berlín.

Ciudad inventada y reinventada por sí misma, donde los turistas somos invisibles, pues la ciudad tiene su esencia en sí. En otras ciudades, como París, me aturden las masas de turistas, pero en Berlín las ignoro, pues la ciudad es un regalo, pues no tiene pretensiones de ser bella, ni de ser romántica, ni de ser única. Berlín es Berlín: apabullante por su vida cultural y rasgada por su historia, que se palpa en cada rincón. Es una ciudad que tiene color, y a su lado muchas ciudades alemanas palidecen, y no ya por ser la capital, pues antes no lo era. Y sus gentes tienen un halo de estar a vuelta de todo.

El motivo de mi viaje fue la exposición sobre el estilo Bauhaus, conocido especialmente por sus obras arquitectónicas, pero cuyas expresiones se manifestaron también en otros campos, como en la pintura, decoración, diseño industrial o escenografía. Para mí se trata de la aportación alemana por excelencia al diseño moderno, y pienso que no es casual que surgiera en el período de entreguerras. Walter Gropius fundó la escuela en Weimar, que se trasladó después a Dessau. En ella impartieron sus enseñanzas nombres como Lyonel Feininger, Wassily Kandinsky o Paul Klee bajo la batuta de directores como Walter Gropius y Mies van der Rohe. Su último período, en Berlín, duró apenas un año, al ser en 1933 clausurada por los nazis. No se podía haber elegido mejor sitio para la exposición que el Martin Gropius-Bau, edificio realizado además por el tío abuelo de Walter Gropius, y situado al lado de lo que queda de los calabozos de la Gestapo, con una exposición permanente llamada "Topología del Terror". Así ha sido siempre Berlín: innovador y destructivo, y todo convive a la par, incluso hoy.

Siguiendo pateando sus calles en dirección a la Isla de los Museos, todavía de obras, como lleva Berlín en algún sitio u otro desde 1989, la ciudad muestra su lado "vendido". La Friedrichstraße, una de las calles emblemáticas de Berlín Este, se juntan todas las marcas de lujo y no se recuerda nada de su aspecto gris de antaño. El color a veces no es positivo. Sin embargo, en Oranienburg, el barrio alrededor de la restaurada sinagoga, barrio multikulti, en el que han surgido galerías de arte, restaurantes con comida de todo el mundo, cafés y comercios, se mantiene el aspecto berlinés, y por eso me gusta tanto. Pero me recuerda a otros barrios parecidos vistos en otras ciudades. Al fin y al cabo en todas se repite lo mismo, con las mismas manadas, todos urbanitas, como yo, que disfrutan de verse y reconocerse en todas ellas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

El recreo y la fama

Está bien cuando tu hija se hace famosa en tu ciudad por el recreo. Desde hace una semana no hago más que oír comentarios de gente que leyó la frase ocurrente de mi hija en el periódico de Hamburgo. En el seguimiento que una reportera hizo a la clase durante la primera semana para plasmar las impresiones de una compañera de mi hija durante los primeros días de cole en su vida (tengamos en cuenta que en Alemania en la mayoría de los casos los niños no pisan el cole hasta los seis años), la única mención a mi hija fue: "Wann haben wir wieder Pause?", fragt Natalia.", "'¿Cuándo tenemos otra vez recreo', pregunta Natalia". Una frase que te lanza a la celebridad, y con más efecto y duración que los 15 minutos de gloria famosos. Desde entonces, me han hecho montones de comentarios, en vivo, por teléfono o en el contestador automático: "Hemos leído lo que dice tu hija, jajaja", "Como no debe haber tantas Natalias en primero en Hamburgo, debe ser tu hija", "Qué gracioso lo que dice tu hija", y yo he puntualizado que hubiera preferido, por supuesto, que la hubieran citado diciendo "Señorita, me puede dar otra hoja de ejercicios". Pero no, la fama no viene por los méritos, sino por decir cualquier cosa, como bien sabemos en la sociedad actual.

Ya tenía el momento de gloria olvidado, cuando ayer, al preguntarle en su segunda semana de cole que qué asignatura es la que más le gusta, me dijo tan pancha: "El recreo", y no pude contener la risa, para su irritación, pues ella lo decía muy en serio. "Bueno, también pintar", me dijo. Buf, menos mal. De todas formas puedo verlo de una manera positiva: una amiga que leyó el artículo me dijo que es muy positivo que una niña tenga tantas ganas de salir al recreo en los primeros días de colegio, que normalente les da miedo por no ser una habitación recogidita como la clase y que eso indica que es muy echada para adelante ... Psicologías que aclaran todo, pensé. El que no se conforma es porque no quiere. En fin. Que disfrute el recreo, que le quedan muchos en su recién comenzada edad escolar.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Soy de Carabanchel ...

... y eso significa que he salido al mundo con un bagaje especial. Porque ser de Carabanchel te impone una forma especial de ver el mundo. Y encima no tienes por qué aleardear de ser de allí, y sin embargo puedes sorprender. No se me olvidará en la vida que en un aeropuerto de EE.UU. teniendo 19 añitos, al volver de un año en California me encontré con un grupo de muchachos españoles algo más jovenes que yo. Tras un año lejos de la madre patria, busqué la conversación pero su formas me echaron para atrás: "Yo soy de la Moraleja y he pasado un mes en Boston", me dijo una toda chulita, "Pues yo soy de Carabanchel y he pasado un año en Los Ángeles". Para chula yo, aunque por supuesto que no le conté que yo soy la del tío en América, como en la canción. Pero qué más da, pues lo de Carabanchel te da ese toque macarra que en mi caso se volvió en "macarra chic" dada la situación en el aeropuerto, y eso que todavía no estaba acuñado el término.

Carabanchel tiene sus personajes ilustres y no sólo Hamburgo, me recordaba un amigo mío ayer. Es cierto. Tenemos a Manolito Gafotas, con cuyas aventuras disfruto cuando las leo junto con mi hija mayor para transmitirle cultura carabanchelera. Él es de Carabanchel (Alto), y yo de Carabanchel (Bajo), pero las vivencias son parecidas a las de mi infancia, y la relación con las vecinas, el bar de las esquina, etc., me hacen reír, además de la forma de hablar, que parece la de mi madre. Pasmado se quedó un compañero de trabajo hace bastantes años cuando me encargó que le trajera de Madrid un par de libros de Manolito. Cuando se los di y le dije que yo era de Carabanchel se quedó alucinadito: me dijo que pensaba que Carabanchel era un lugar ficticio. "De eso nada, le dije. Es real y bien real. Mírame a mí". Y se empezó a reír ... Vamos, que se creía que Carabanchel era como Macondo.

Nada más lejos de la realidad pues hasta aparecemos en la versión alemana de Wikipedia, algo que me ha llenado de emoción, al ver nombres de calles como General Ricardos o Antonio Leyva, metiditas en un artículo en alemán, así tan bien puestas. O lo ha escrito un turista alemán que haya salido espantado de las playas de Mallorca buscando el sosiego de Carabanchel, o lo ha redactado un carabanchelero en el exilio alemán, y que conste que yo no he sido. Mucho más larga es la entrada en la versión española de Wikipedia, donde explican que Carabanchel está distribuido en siete barrios: Comillas, Opañel, San Isidro, Vista Alegre, Puerta Bonita y Abrantes. Ya puestos a especificar, yo soy de Opañel y no puedo contener las carcajadas al leer la frase: "El barrio de Opañel no destaca por sus parques, pero está bien comunicado." Eso lo podría haber escrito yo, pues es lo que siempre digo ... disculpando los excrementos de perro, cristales, y basura en la arena de los dos parques minúsculos que tenemos. Pero todo no se puede tener, y mi hermano justo me hablaba esta semana de la psicología carabanchelera, e incluso de la de Opañel. Y entiendo perfectamente a lo que se refiere.

Es que ser de Carabanchel te permite ir por la vida con ese tono de que parece que te deben y no te pagan ... por no decir algo más fuerte que se me viene a la mente, y que no quiero propagar en el ciberespacio para que no piensen mal de nosotros. A mí me han pulido bastante, como dice una amiga mía, pero si eres de Carabanchel eso te marca para toda la vida y se lleva dentro. Y cada vez me identifico más con las enseñanzas allí adquiridas, y creo que vamos mejor equipados que muchos otros que hay por el mundo. Porque las psicologías carabancheleras nos han hecho, a pesar de todo, gente con la cabeza bastante bien amueblada. Y no hablo por hablar, pues conozco a muchos carabancheleros ilustres, luchadores, geniales y maravillosos.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El regalo del lenguaje

Nada me produce más fascinación que el lenguaje, algo que usamos cada día sin darnos cuenta, y que nos vincula a nuestra cultura más que incluso nuestro pasaporte. Porque a través de la adquisición del lenguaje entramos a formar parte de un ente en el que compartimos con los demás miembros una forma de ordenar y percibir el mundo. Porque el lenguaje es la principal forma de comunicación, y la única forma de dar salida a nuestros pensamientos y percepciones. Y tan valiosa me parece su producción oral como la escrita.

No es casualidad por tanto que estudiara filología, y que observe las palabras escritas y escuche todo lo dicho con interés de cirujano casi, con bisturí, para diseccionar las estructuras, a través de una mirada profunda buscando lo que se esconde detrás de cada palabra, y asociando, con unos y con otros idiomas. Nada más fascinante que eso, al menos para mí. Nuestro término, filología, se referiere a la 'amistad o amor por las palabras', y no se utiliza casi en alemán salvo para la filología clásica, pues en realidad es sobre todo el estudio de los textos escritos, y aquí se estudia no filología, sino Sprachwissenschaft, es decir, la ciencia del lenguaje. O sea que en alemán su estudio es una ciencia también, algo que siempre me ha sorprendido. Por eso me gusta seccionar tanto.

Lo admirable es cómo aprendemos a hablar y a manejarnos en nuestro ámbito lingüístico. Y maravillosa es la capacidad de adquirir dos lenguas maternas a la vez, el llamado bilingüismo, aunque siempre hay una que domine, lo cual tampoco supone ningún déficit por la ventaja con la que se parte. Siempre me pregunto si percibimos nuestro mundo en base a las coordinadas que nos proporciona nuestra lengua o si nuestra lengua nos impone la percepción de nuestro mundo. No soy defensora plena de la visión humboldtiana del lenguaje y de su identidad en base al constraste a las otras formas de ver el mundo o Weltanschauungen. Pero el uso "práctico" del lenguaje de los que nos movemos entre varios y entre varias culturas nos hace volver siempre a esa comparación. Y me tienta pensar que si la sintaxis alemana está tan organizadita, es porque va con la mente alemana, y porque tiene que ser así. Que si en español tenemos sonidos tan claros, vocales tan bien definidas, es porque no nos va el amaneramiento. Que si en alemán hay tantas palabras para hablar de la lluvia, será por algo... Que si nosotros usamos tantas palabrotas será por algo también. Pocas verdades científicas, pero sí que son observaciones de campo, y que me tientan a diario, por divertidas y por poco fundadas. Porque ciencia o no el lenguaje es uno de los bienes más preciados que tenemos y sobre el que pocas veces se reflexiona. Y como nosotros mismos, evoluciona también. Cuidémoslo.

martes, 8 de septiembre de 2009

La cosecha

Hamburgo nos ha regalado hoy un día veraniego para las fechas que estamos. Tras haber tenido unos cuantos días bastante otoñales, hoy hemos llegado a 26°C, lo que aquí llaman en estas fechas Spätsommer, 'verano tardío'. El alemán es una lengua tan organizadora, que a las estaciones del año se las prolonga o adelanta; basta con ponerle un "antes" o un "después" delante, y clasificamos todo. Pero aunque el día sea tan veraniego, hay indicios de que el otoño está ya más cerca que lo que queda del verano, a pesar de estos coletazos inesperados de hoy y mañana. Y no tengo más que mirar delante de mi casa y ver la cosecha que se me avecina.

Hace dos años presencié el espectáculo como si no fuera conmigo: empezaron a caer bellotas del roble que tenemos delante de casa, y a pesar de los sustos que me llevaba al oír los "clong, clong", unos golpes tan secos, sobre las ventanas, coches, por todas partes, o incluso encima de mi cabeza, no pensé que la cosa era tan seria. Pero luego, durante semanas estuve recogiendo bellotas, y luego hojas secas de ese mismo roble, y las de los árboles del lateral y las del de detrás, y maldije a la naturaleza y a las obligaciones como ciudadana ejemplar. En Alemania, cada casa es responsable de "limpiar" el camino lindante con la fachada de su casa, y eso quiere decir que hay que quitar las hojas, bellotas, o lo que sea, pues si cualquiera se cayera a tu puerta, o en lo que te corresponde por la fachada, te podría denunciar, aunque sea en territorio de la ciudad. Y lo mismo ocurre con la nieve: el camino ha de estar libre de nieve antes de las ocho de la mañana, por lo mismo, y en invierno, yo rezo para que no nieve...

El año pasado, la cosecha de bellotas fue menos cuantiosa, pero a juzgar por las muchas bellotas que han caído ya, me temo que la de este año será como la de hace dos años. Alguien me explicó el año pasado que los árboles descansan algo un año u otro y que producen menos cantidades de su fruto. Así que empiezo a elucubrar y pensar si no podría ponerme un par de cerdos aquí en la puerta. No son iguales que las bellotas de las encinas de Extremadura, pero a lo mejor consigo elaborar un jamón con denominación de origen: "jamón de bellota de roble de Hamburgo". No estaría mal. Todo con tal de no tener que estar recogiendo tal cantidad otra vez, porque la que se nos viene encima va a ser buena... porque el otoño está a punto de regresar y porque ya hay demasiadas bellotas en el suelo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Die Vorfreude... a las morcillas

Todos tenemos nuestros placeres secretos, más o menos ocultos, más o menos compartidos, u otros completamente solitarios. Uno de mis exclusivos placeres es darme yo solita un festín comiendo morcilla de Burgos al mes o así de volver de las vacaciones. Siempre me traigo una, envasada al vacío, y espero casi al límite de la fecha de caducidad para prolongar más la espera, y darle más placer a la cosa, pues comérmela nada más regresar no tiene gracia, así que cuando llega el momento elegido, el acto tiene algo de excelso.

Hoy ha sido ese día, escogido ya con antelación, para prepararme mentalmente. Es lo que se llama en alemán Vorfreude (vor = 'antes', Freude = 'alegría'), es decir, la alegría que tienes por adelantado, y me parece muy acertada la expresión alemana de que Die Vorfreude ist die schönste Freude, que dice que la alegría que tienes por adelantado es la mejor alegría (o la más bonita, para ser fieles al alemán). Y es cierto. Llevo todo el mes viendo la morcilla en la nevera, y pensando en cuándo sería el mejor momento de comérmela. Como a nadie más le gusta en esta casa, además no necesito compartir, con lo cual, al ser mi placer solitario, el día ha de ser elegido con premeditación, aunque no con alevosía.

Y como la madalena de Proust, la morcilla me trae recuerdos e imágenes, y evoca asociaciones a muchas otras morcillas comidas en el pasado y las circunstancias y lugares de esos momentos. Así que hoy pensaba mientras me la comía en lo que me gusta que me den morcillas... Y más en un día como hoy, en el que mejor que no me tome nadie en serio, y menos yo a mí misma.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Septiembre de lo más normal

No sé que tiene septiembre que en los últimos tres años me ha dejado mi vida diaria algo empantanada. Es un mes en el que, tras el corte que hace el verano, retomas la actividad normal, pero yo llevo tres sin incorporarme con la normalidad habitual o la que me gustaría.

Hace dos septiembres me acababa de mudar de regreso a Hamburgo, y me hallaba entre cajas y cajas de mudanza, y el proceso de adaptación a la nueva vida. Aunque ya he pasado por trances así varias veces, sí que me afectó bastante esta última vez, y cuando te mudas con hijos (y ya no bebés) los cambios son algo más complicados y requieren grandes dotes logísticas.

En septiembre del año pasado me metieron cinco días en un hospital, para acompañar a mi hija por su operación de anginas, y luego el posoperatorio duró tres semanas en casa. Le prohibieron ir todo ese tiempo a la guardería, por miedo a hemorragias. Cuando me dijeron que para quitarle las anginas y las vegetaciones la tenían que ingresar cinco días en el hospital, y a mí con ella, por ser menor de seis años, me quedé de piedra. Me volvieron las imágenes, más bien por lo que me han contado, de mi operación de anginas a comienzos de los 70. Una niña de tres años con una sábana colgando, se escapa en el ambulatorio al ver la que se le venía encima. Aunque me escondí, me encontraron y vaya si me operaron, y delante de todos. Mi hermano me contó que se le quedó grabada una imagen ese día: cómo el médico que me operó tiró las anginas a la papelera, como si tirara a canasta... Me fui a casa, y allí pasé el posoperatorio, y seguro que al par de días estaba más fresca que una lechuga. Aquí la operaron, no vi las anginas por ninguna parte, y sí que pienso que una noche en el hospital no estaba de más, pero las cuatro siguientes fueron una tortura. La niña estaba dolorida, pero no más de lo que hubiera estado en casa, comía normal y se dio un atracón a helados (todavía hay un polo de hielo que ve y le recuerda al hospital). Al día siguiente de la operación empezó a saltar de cama en cama, y yo empecé a alterarme sólo con pensar en que se rompiera un brazo o una pierna y tuviéramos que prolongar la estancia allí, y me pasé los días como un león enjaulado y salí toda traumatizada, porque a mí no se me puede hacer una cosa así, en pleno septiembre y frenarme con todo.

Y este septiembre hemos empezado con el brazo roto, la misma paciente del año pasado, quién si no. Se defiende bastante bien, y probablemente yo esté más traumatizada que ella, que se maneja con un sólo brazo como si fuera lo más normal del mundo. "Sólo" nos faltan dos semanas más de escayola, y para entonces septiembre irá bastante adelantado ya, y será el momento de volver a la normalidad (mental), aunque sea con un par de semanas de retraso.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Personajes ilustres

Ando estos días siguiendo la lista de candidatos que propone el periódico local para que los lectores elijan al hamburgués o hamburguesa más importante. Miro la lista, y admito que ni incluso llevando tantos años en esta ciudad conozco a todos. Algunos para mí son sólo nombres de calles, y otros los he acabado por conocer por llevar tanto tiempo aquí, y porque son parte del inventario de la ciudad. Yo, como soy algo enrevesada, formulo la pregunta de otra manera: ¿Qué personajes ha aportado Hamburgo al mundo? Y mirando la lista de 60 personajes, se me reducen al político Helmut Schmidt, a la diseñadora Jil Sander, los futboleros quizá conozcan a Uwe Seeler, y los cinéfilos, y a lo mejor ya es difícil, al director Fatih Akin. Pero al resto, sin quitarles mérito pues entre ellos se cuentran Axel Springer, el fundador del grupo de prensa Springer, o Rudolf Augstein de la revista Der Spiegel, y muchos otros personajes de gran relevancia para toda Alemania dudo que los conozca nadie más allá de las fronteras alemanas. Yo no sabría a quién votar, la verdad.

Más desconcertada me dejó la elección del belga más importante de todos los tiempos, que seguí en mi primer año en Bélgica, cuando la tan joven nación cumplía 175 años. Como los mismos belgas dicen que el único belga es el rey, la elección se desdobló en dos, es decir, el belga más importante según las votaciones de los telespectadores de Valonia y los más votados por los de Flandes. Dos de las cadenas principales, una francófona y otra flamenca organizaron la elección por separado (hasta eso) y el resultado fue distinto, como lo es todo es ese país. Para mí fue divertido primero constatar que no conocía a la mayoría de los candidatos, y segundo pensar "ah, ¿pero ése es o era belga?". Los flamencos eligieron a través de su cadena de televisión al Padre Damián como el belga más importante (desconocido para mí), seguido de Paul Janssen (también) y de Eddie Merckx en tercer lugar (éste ya me sonaba); y los valones a Jacques Brel como primero, el rey Balduino en segundo lugar, y al Padre Damián en el tercero. Como todo lo francófono se suele identificar con Francia, yo no sabía que Jacques Brel era belga. En la lista elegida por los flamencos aparecía entre los diez primeros Rubens, que en realidad no era "belga", pues antes de esos 175 años Amberes estaba en Flandes, que formaba entonces parte de los Países Bajos), y entre los diez primeros francófonos se encontraban el pintor surrealista Magritte, Hergé (el creador de Tintín), y George Simenon, autor de las novelas del comisario Maigret. Pero el resto de personajes eran totalmente desconocidos para mí.

En Alemania la misma elección dio como resultado a Konrad Adenauer en primer lugar, en Gran Bretaña a Wiston Churchill, y en Holanda algo sorprendente, Pim Fortuym, el político populista que fue asesinado. Me hace gracia el afán de canonizar a los personajes, en darles un rango en una escala que no le sirve de nada a nadie. Y si ya es raro elegir a los personajes más importantes de un país, un más sinsentido me parece elegir a los de una ciudad. Es como si buscásemos al madrileño más importante. Si tuviera que hacer una lista me costaría y tendría que pensar mucho. Ahora mismo, de manera espontánea, salvo Mariano José de Larra (y menos mal), sólo se me ocurre el oso y el madroño.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Amianto

107 colegios de Hamburgo han cerrado hoy los edificios o pabellones en los se imparten las clases de educación física. El motivo es que ayer descubrieron en un colegio que de la calefacción salían trozos de amianto y que los niveles de toxicidad superaban en más del doble los permitidos. La alarma ha saltado por tener 107 centros más ese mismo tipo de calefacción del año 1972. Nuestro colegio está en la lista. Por supuesto que es mejor pecar de precavidos que luego lamentar, y me parece más que lógico que cierren el gimnasio del colegio afectado, y claro que que sé que es una substancia cancerígena y que el tema es muy serio. Pero reconozco que al oír la palabra amianto me saltan todas las alarmas, pero por otro motivo.

Hace dos años y medio, en el Colegio Alemán de Bruselas, detectaron niveles altos de amianto también en el gimnasio, y el revuelo que se organizó fue tremendo, y las consecuencias no las olvidaré en la vida. El colegio fue muy correcto, y por miedo al pánico se informó de manera detallada a los padres. Grave error. Las obras estaban programadas para el mes de febrero, por la "imposibilidad" de realizarlas en vacaciones, y una tarde acudieron los expertos que iban a realizar la obra junto con la dirección del colegio a informar de que se podían realizar los trabajos pertinentes sin que la actividad diaria del colegio se viera afectada. Yo no acudí a la reunión, pero oí después que les acusaron de querer dañar a los niños y que se organizó una buena. Hubo padres que empezaron a recabar información, a llamar a Alemania al Ministerio de Sanidad (a los belgas no los consideraban competentes en el tema y la sorna fue tremenda de que si era una empresa belga la que saneaba el colegio que cualquiera podía fiarse). Y el tema creció como una bola de nieve. En cuestión de días, muchos anunciaron que no mandarían a los niños al colegio, y se convocaron reuniones y más reuniones, y como el colegio es privado, la clientela tenía mucho que decir. Yo fui de los (poquísimos) que anunció que no tendría ningún problema en mandar a mis hijas al colegio durante las obras, y que si los expertos aseguraban que no había riesgos, me lo creía, que no hay que ponerse en lo peor, y así lo dije en la reunión convocada en la clase de mi hija. No me olvidaré de las miradas... Como la mayoría eran los incrédulos, al final "ganaron". Si digo ganaron fue porque consiguieron que cerraran TODO el colegio durante tres semanas en pleno mes de febrero. Encima muchos preguntaron en las reuniones donde se propagaba tanto miedo que, ya que iban a cerrar, que dijeran rápido las fechas para prolongar las vacaciones de esquí o aprovechar los precios más baratos por ser época de colegio normalmente. Y justo muchos de los que estaban tan escandalizados diciendo que no mandarían a sus hijos a la "cueva cancerígena", como llamaban al edificio, fueron los que cogieron los esquís o partieron de vacaciones justo ese tiempo. Y yo me quedé en casa, con mis hijas, con la sensación de que me estaban tomando el pelo, y de que en cualquier ciudad los niveles de amianto probablemente sean también elevados y no hablemos de zonas industriales, o que habiendo ido al colegio en los años setenta y ochenta, a saber lo que habré respirado.

Aquí hablan ahora de "estar preparados" y para ello quieren recabar los datos de todos los alumnos y profesores que han estado en ese edificio del colegio afectado en los últimos 37 años. Ya de paso que anoten los nombres de todos los vecinos que han vivido en la zona desde entonces, de todos los que hayan paseado al perro cerca de ese colegio, los que corran por esas calles, los que pasen en bicicleta, y los que han tenido contacto con todas las personas mencionadas... Por favor, que no encuentren ninguna fibra de amianto en el colegio de mis hijas, porque ya estoy escaldada. Pero tienen semanas para buscar, pues de momento, hasta las vacaciones de octubre estarán los edificios cerrados, por precaución. Y los que buscan algo encuentran.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Ellos o nosotros

El coche es un buen sitio para que tus hijos te cuenten lo que pasa por sus cabecitas. Tras el primer día de colegio, mi hija pequeña salió diciendo que no le parece bien que cuando la señorita hace "cling" al tocar el triángulo, para llamar la atención de los niños, que tengan que dejar de pintar, e "incluso" poner la pintura sobre la mesa y escuchar. Luego me dijo que también le parece muy mal que cuando nieva que yo no tenga zanahorias en casa, como pasó la última vez, y que por favor para la próxima vez que no vuelva a ocurrir, porque si nieva necesita poner una nariz al muñeco de nieve (hoy estábamos a 23°C). Y luego me dijo que ella en realidad no se quiere hacer mayor, porque "imagínate, mamá, que no tengo niños. Entonces, quién va a jugar con mis juguetes. Sería una pena que nadie lo hicera". Preocupaciones de una niña de seis años. Y le dije que esos problemas dejarán de serlo pronto, aunque algunas cosas no tienen solución, como que hay que acatar lo que dice su profesora, que luego tendrá forma de jefe, como ahora tiene que acatar lo que digo yo (hay que dejar claras las jerarquías).

Quizá es la única ventaja de ser madre taxista, el disfrutar de estos momentos en los que te hablan de sus pensamientos, pues por el resto sólo le veo inconvenientes. Me paso el día de allá para acá, trayectos cortos en su mayoría, pero algunos bastante largos. Si pienso que cuando era niña iba andando a todos sitios, y comparo con la vida de los niños de hoy día, va mucha diferencia. Por supuesto que el estrés nos lo creamos nosotros, no cabe duda, y como hay montones de cosas que puedes hacer, y el coche te da la movilidad para hacerlas, pues las haces, no sea que te vayas a perder algo. Nos cuesta renunciar, decir a algo que no. Todo eso pensaba yo hoy al ir y volver de la escuela española, de llevar a la mayor. Los niños españoles que viven en el extranjero, tienen la posibilidad de ir a partir de segundo de primaria a las clases de español que organiza la Consejería de Educación en ciudades grandes de toda Europa. En Hamburgo hay varios centros que imparten las clases un día por semana, y a ellos acudimos todos los padres españoles, queriéndoles dar a nuestros hijos la carencia que les falta en el idioma por no estar viviendo en España. A unos les falta más, a otros menos. Los niños van poco entusiasmados, y las madres (todas españolas) peleamos con ellos para que vayan "porque ya nos lo agradecerán en el futuro", como si a ellos les importase eso ahora. Pienso que así será en su día, y por mi pasión por los idiomas, me duele pensar que escriba mal el que yo le transmito; quién me manda encima ser filóloga y que me importen mucho estas cosas. Por otra parte, dudo de si me merece la pena todo el estrés, un año y otro año, para allá y para acá. Pero no voy a ceder, al menos de momento, y eso que éste será el tercero de lucha. Lo malo es la sensación de inseguridad permanente, por no saber si lo hacemos por ellos o por nosotros mismos.

martes, 1 de septiembre de 2009

1 de septiembre

1 de septiembre. Se cumplen 70 años de la invasión de Polonia y del comienzo de la II Guerra Mundial. Nadie podía imaginar entonces lo que iba a venir después: 60 millones de muertos; más no hace falta decir. Alemania se muestra una vez más arrepentida. No nos olvidemos nunca de una fecha así.
1 de septiembre. Es el comienzo del otoño metereológico. La mitad del día ha sido sorprendentemente veraniego y por la tarde ha llegado el otoño, con nubes y lluvia. El verano se ha despedido hoy.
1 de septiembre. Veo en el supermercado dulces típicos navideños. Otros años me escandalizó verlos allá por el 10 de septiembre. Vamos adelantando las Navidades. Pronto durarán todo el año, que es lo que muchos desean.
1 de septiembre. Comienza una nueva etapa en la vida de los niños de 6 ó 7 años. Empiezan primaria. En Alemania se identifica este paso como el comienzo de la 'seriedad de la vida', el Ernst des Lebens, frase típica usada en el día de hoy. En una ceremonia familiar y festiva, se acompaña al niño como a su comunión o boda. Es como soltarle al mundo, pues es lo que te piden en el colegio que hagas, que les des libertad, que significa que vayan solos al colegio a tan corta edad, con lluvia o tempestades, andando buenos trechos ellos solitos, pero por otra parte acortan las clases: sólo tienen clase de ocho y media a doce y media, para que se acostumbren "poco a poco".

Einschulung ('escolarización') se llama aquí a este día tan señalado. Los niños reciben una Schultüte, que es un cucurucho lleno de regalitos, caramelos, o lo que uno quiera meter dentro. Se pueden comprar hechos, pero está mejor visto hacerlo uno mismo para sus hijos (ay, las presiones sociales). El colorido y fantasía no tienen límites, y a juzgar por el tamaño de algunos, me pregunto si habrán metido dentro algún peluche de esos gigantes que se ganan en las tómbolas. Con la decoración de tal artefacto, se ven los gustos de los niños: piratas, princesitas, fútbol, o peces y sirenas, como el de mi hija. Yo he hecho un modelo discretito. Pedirle a una española que no identifica nada con esta tradición que ponga toda su fantasía en una manualidad así es como pedirle hacer pasteles como las alemanas, hacer decoración o las galletitas típicas por Navidad, como se hace aquí con los niños. Pero gracias a mi hija (medio española, pero para estas cosas alemana total) he salido del paso: "No te preocupes mamá, yo te ayudo".

La ceremonia comenzaba a las diez de la mañana. A las diez menos veinte hemos llegado, pronto, diría yo. Pues no, en Alemania era tarde. El salón de actos estaba lleno, y hemos cogido los últimos sitios, y donde no veíamos nada. En realidad en todos estos actos no suelo ver nada, ya que aquí la mayoría de la gente me saca una cabeza, y no tengo moral para llegar una hora antes para sentarme en primera fila, con lo cual veo todos estos actos como un espectador situado en un lugar inexistente, sacado de contexto. Como los códigos del vestir para todo tipo de eventos andan siempre algo difusos, hoy teníamos desde la madre que iba con vaqueros, camiseta de rayas y zapatillas de deporte, a la que iba con un vestido y sandalias de tacón. Creo que no es difícil adivinar cómo iba la madre española. Y la niña multikulti (como se llama aquí a lo multicultural) iba un poco desorientada, porque su madre no sabía cuándo darle el cucurucho famoso. Le di el cucurucho y no la cartera para subir al escenario. Mal hecho. Se les da primero sólo la cartera, y el cucurucho se les da después de haber estado en la clase una hora con la profesora. Hay que ganarse el pan. Así que todos se cogen de la mano, y suben a la clase con la profesora. Volvemos a llamar la atención. Mi hija escayolada tiene sólo una mano disponible, con lo cual rompe la cadena y se queda perdida atrás con dos despistados más. Una hora después los recogemos en la clase, donde ya les han adjudicado su sitio. Una reportera del periódico local va a realizar un reportaje sobre los escolares en el comienzo de esta nueva etapa de su vida, poniendo como ejemplo a una niña de la clase de mi hija. Casualidad, si se piensa en la cantidad de colegios que hay y dentro de ellos varias clases de primero. La reportera nos pregunta si estamos de acuerdo en si publican fotos de los niños con sus nombres en el periódico: el que no quiera, que lo diga ahora o calle para siempre. Es como una boda, lo que yo digo. La niña agraciada con el reportaje parece sacada de un libro. La madre también. El mundo es feliz. Los niños se van con sus padres a seguir celebrando, y lo que es más importante aún: a ver por fin lo que hay dentro del cucurucho famoso, que es de lo que se trata en un día así. Cuántos unos de septiembre tan distintos ha habido y habrá siempre.