sábado, 31 de octubre de 2009

"Mr. Scrooge and Halloween"

... podría ser un cuento para el día de hoy. Érase una vez una madre que cada vez que llega Halloween se convierte en Mr. Scrooge. "Odio Halloween", piensa siempre. No les prohíbe a sus hijas alegrarse por tal día, pero apoya en lo mínimo la celebración, es decir, les permite ir a las fiestas si les invitan, las maquilla y les improvisa algún disfraz. Ella nunca haría una fiesta, pues le molesta mucho cuando niños extraños llaman a la puerta diciendo el famoso trick or treat o Süßes oder Saures ('dulce o amargo'), como dicen aquí. Les da un par de caramelos, y no comprende que los padres acompañen a sus hijos a dar la lata a la gente. Pero todos los años la historia se repite, y ella les explica a sus hijas que no le apetece que inviten a sus amigas ese día y organizar tal sarao que le parece tan fuera de lugar.

Entiendo que se celebre en EE.UU., lugar originario de la fiesta, pero que se haya importado a Europa me parece absolutamente innecesario. Lo que me fastidia, es que los niños de hoy día, no se creen que Halloween no se celebraba antes. Pero la adaptación es total. Aparte de la traducción de la frasecita mencionada, aquí los niños van también de puerta en puerta reclamando caramelos, e incluso te dicen un poemita en alemán, amenazándote de que si no les das caramelos, se quedarán pegados en tu puerta; tampoco es tanta amenaza, ... o según se mire. Divertidas son las historias que me ha contado mi hija mayor a la vuelta de sus andanzas "halloweenenses": desde el grupo de princesas en patinetes que han visto con la bolsa de caramelos en la mano y tiara y todo (ésas sí que se han equivocado de fiesta), y que iban a toda velocidad, a la familia que al no tener caramelos preparados les ha dado pizza hawaii recién hecha, a la "injusticia" de que se les sumara otro grupito conocido, con lo cual a las cuatro que eran se le sumaron diez más que "encima se ponían delante y se guardaban todos los caramelos". Una de sus amigas clasificaba las casas ya desde fuera como halloweenös, o am halloweenösten, ("halloweenosa", o "las más halloweenosas", con el superlativo absoluto y todo) ... con un neologismo que prueba lo rápido que los niños adaptan el lenguaje a lo que necesitan.

Pero lo mejor es que antes de irse, al ponerme yo en un momento de debilidad un gorro de bruja, va y me salta: "Tú pareces una bruja de todas formas". A mis carcajadas ella aclaró: "Bueno, es por el pelo negro, no te hace falta el gorro". Así que para bruja yo. Lo llevo en la cara por lo visto, sin necesidad de disfrazarme. Y es que el espíritu (anti)halloweenense se lleva dentro, pero como el mismo Mr. Scrooge, a lo largo de la tarde me he ido suavizando, y hemos acabado la tarde con un guateque improvisado en casa, pero a ritmos de "Saturday Night Fever". ¡Ah, qué tiempos aquellos cuando no se celebraba Halloween en Europa!

viernes, 30 de octubre de 2009

¿De dónde sacan a tanto italiano?

Ayer miraba el cielo gris y la oscuridad a la hora de la comida, estando dentro de un restaurante italiano, con la música de Eros Ramazotti de fondo, los platos típicos, los camareros típicos, y pensaba en lo que es la comida italiana y lo italiano para los alemanes. La comida italiana es como si fuera parte de la gastronomía de Alemania, con platos cuyos nombres en italiano se dicen aquí como si se tratara de chucrut y la Kartoffelsalat (la ensalada de patata). Todo el mundo tiene su restaurante italiano donde se siente como en casa (o como en Rímini), donde los camareros te saludan diciéndote Buongiorno y te dicen prego cuando te sirven la comida. Observaba la llegada de la gente, el saludo efusivo, algo impensable en otro restaurante, y empecé a tarear el "Será porque te amo", que yo conozco más en la versión española y que sonaba en ese momento. En todos los restaurantes ponen las mismas canciones y estoy segura de que todos tienen la misma cinta grabada, pues son siempre las mismas. A nosotros nos llegaron muchas de estas canciones, como las de Albano y Romina Power, pero como los españoles no necesitamos como referencia un país mediterraneo, salvo para compararnos, nunca nos entró de esa manera lo italiano en nuestro país, salvo Raffaela Carrà y personajes así. Aquí lo italiano entró con los inmigrantes italianos, que hicieron mucha más mella de la que hicieron los españoles inmigrantes, que salvo por estar concentrados en algunas zonas industriales, por las fábricas donde trabajaban, ahorrar y luego regresar a España de jubilados en la mayoría de los casos o incluso antes, los italianos o se quedaron o impregnaron el país de heladerías y restaurantes.

Pero yo creo que existe la falacia del camarero italiano en Alemania: no es posible que haya tanto italiano en Alemania suficiente como para ocupar todos los puestos de trabajo de todos los restaurantes italianos que hay. Y cada vez me vuelvo a pillar mirando a los camareros con recelo y acordarme de lo que una amiga brasileña que tuve hace bastantes años decía toda indignada: "No son todos italianos. La mayoría son de otros países mediterraneos, ... griegos, del norte de África... Prueba, háblales en español y verás como no te entienden". Y ayer me pillé pensando que uno de ellos parecía marroquí, y que claro con decir prego y buongiorno, encima dan el pego. Vamos, como si me pongo yo. Otra reflexión que se me ocurre ahora mismo: ¿Por qué no hay camareras italianas? Nunca he visto a ninguna... Esto huele.

Al haberme saturado de ver tanta comida italiana por todas partes, puesto que en casi todos los bufés de las fiestas se sirve comida italiana, y como lo mediterráneo lo como en casa, no suelo ir a restaurantes italianos, y cuando salgo prefiero la comida alemana, que yo no cocino casi nunca y me parece más exótica, con lo pesada que es para el estómago. Sorprendo a cualquier alemán que va conmigo a un restaurante cuando me pido codillo y los platos más típicos. "Es que no lo como nunca..." me disculpo cuando ataco la corteza esa cuarteada que me encanta y que debe tener mil calorías. A mí me gusta la comida alemana, y en su versión más refinada que está surgiendo en los últimos años me resulta muy apetecible, y no menos que la italiana. Pero la visita de ayer ha resultado positiva: hoy ha salido por fin el sol, y el sambuca que me dio el camarero ("despeja", me dijo), me ha acabado de alejar el catarro que me lleva rondando toda la semana. Así que volveré. Aunque sea la única ciudadana de Hamburgo que no ha estado en Italia nunca y me atraigan poco estas cosas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

No es humillación

¿Por qué ha de ser la victoria del Alcorcón contra el Real Madrid una "humillación" contra este último, como ha estado diciendo la prensa todo el día? Lo siento, pero ¿no salen todos los equipos al campo a ganar? Si hay algo que me molesta en el deporte es el desprecio al pequeño. Es como decir, "hala, que salga al campo el Alcorcón para que el Real Madrid se regocije con ellos". Pues el Alcorcón tiene igual de derecho a ganar y a luchar. Creo que todo equipo necesita su "Alcorconazo". Los que juegan bien merecen ganar, por mucho rival importante que tengan. La única vez que he visto un partido en un estadio fue precisamente uno del Real Madrid de la época de los galácticos. Pero ni Zidane, ni Beckham, ni Figo y demás consiguieron realizar un juego interesante y perdieron contra el Depor. Los hinchas se levantaron y se fueron antes de que terminara el partido. Y yo, que en realidad no entiendo nada de fútbol, salvo en plan cotilleo de si ha ganado éste o perdido el otro, salí divertida por el espectáculo en sí: estadio grande, mucha gente (y dolorida por lo caras que nos costaron las entradas y encima para eso...). Pero se trataba de dar espectáculo a nuestros amigos alemanes que estaban por Madrid esos días. Más me hubiera gustado pagar para ver el partido de ayer. Que se lo pregunten a mi padre, socio de honor del Puerta Bonita, equipo de barrio donde los haya. Propongo que la liga empiece a jugarse en los barrios. Seguro que es más interesante. Pero claro, se trata del negocio.

martes, 27 de octubre de 2009

Casos reales, ¿con o sin solución?

S.: Arquitecta. Dos hijas. Se dedica a organizar o mejor dicho revolver en los colegios de sus hijas. Se deja elegir para todo tipo de responsabilidades: delegada de padres, asociación de padres. Nada le parece poco. Hace poco estuvo dos días en el hospital por un bajón que le dio.
U.: Profesora de primaria. 4 hijos. Dos perros. 3 conejos. 2 gatos. 8 conejillos de indias. Peces. Un jardín lleno de flores (a mí me dijo que mi jardín es muy "sencillito de cuidar"). Se está sacando un diploma para hacerse teraupeta de niños usando los perros como medio de terapia (pienso que debería darle terapia a su cuarta hija, de seis años, una buena pieza). Totalmente "bio", homeopática, todo muy natural. Su casa parece la de Pippi Calzaslargas.
A.: Mujer florero total. 2 hijos. Conoció a Mr. Perfect y con ello ella se volvió perfecta. Sonrisa en la boca constantemente. Nunca te dirá que tiene un problema, y si los tiene, con negarlos o no hablar de ellos los borra. Pero le encanta escuchar los problemas de los demás (de los que cada vez oye menos, pues todos desconfían de tanta perfección). Se dedica a gastar el dinero que Mr. Perfect gana a espuertas, y no entiende que haya mujeres que quieran trabajar.
J.: Doctora en biología. 4 hijas perfectas. Marido perfecto que tiene a sus mujeres en un pedestal. Todo perfecto. Sofá blanco. Plata por todas partes. Una mesa con botellas de alcohol sin una mota de polvo, y al lado los marcos de plata con fotos perfectas de todos los miembros de la familia. La mejor cocinera, la mejor jardinera, la mejor anfitriona. Bree van der Camp total (de "Mujeres Desesperadas").
B.: Licenciada en empresariales. 2 hijas. Jardín perfecto. Se disculpa diciendo que los Pfannkuchen (pancakes, tortitas) no le han quedado muy bien hoy, pero que claro, con la racha que lleva tras las Brattkartoffeln que tampoco le salieron como siempre en el fin de semana... Quiere ser Bree van der Camp, pero no llega.
E.: Cirujana infantil. 2 hijas. Muy creativa. Pinta, toca el violín, hace fieltro, fotos maravillosas. Con su carácter arrollador está siempre rodeada de gente, y organiza conciertos de música clásica en su casa, viajes con grupos de amigas a hacer yoga. Organiza y organiza en el colegio de sus hijas. Se pelea con los profesores, con el director, con todo el mundo. Una maravillosa persona que se llena de actividades para no pensar. Ya pensará.
B.: Doctora en Economía. 3 hijas. Las tres superdotadas. Van saltando clases, y no parecen encontrar su sitio. Van a clases extraescolares de piano, arpa, pintura, flamenco, inglés, y más. Se está haciendo autónoma como asesora para padres con hijos superdotados. Manda a sus hijas a todas partes "con instrucciones", crema protectora, gorro y anorak cuando hace calor.
A.: 2 hijas. Tiró el doctorado en bioquímica por la borda justo antes de entregarlo, por un embarazo. No lo volvió a retomar después. Hace 12 años de esto. No ha vuelto a trabajar. Es el caso de sumisión peor que conozco. Tuvo cáncer de pecho hace tres años.
H. y A.: ambas 4 hijos. Maridos con puestos muy altos. Ambas conducen furgones donde llevan a sus cuatro hijos más a los amigos de cada uno, y cargan y descargan. Sus conversaciones consisten en contarte las actividades que hacen con sus hijos: curso de vela en vacaciones, ópera, todo tipo de manualidades. Y continuamente dicen "mi marido", "mi marido", "mi marido".
S.: Educadora. 3 hijos. Un perro. Corre. Melancólica. Se puede pasar una mañana mirando por la ventana con una taza de café en la mano. Es la única que reconoce que la vida tan vacía le quita la energía para hacer lo rutinario y que no sabe qué hacer con la que le sobra para hacer algo que le llene. Sugiere que todas las madres (paradas) de Alemania nos registremos a la vez en la oficina del paro, para que el gobierno se asuste de una vez y que las cifras de paradAs sean reales.
M.E. Filóloga. 2 hijas. Decidió hacer una pausa para cuidar de sus hijas, como lo "piden" los cánones alemanes. La pausa voluntaria se ha vuelto involuntaria por haber cerrado su lugar de trabajo. Corre y escribe en un blog, para quemar energía física y mental. No sabe si ha de hacer el pino para obtener un trabajo: o está demasiado cualificada, o demasiado poco especializada. Pesan demasiado los hijos en el currículum, la pausa, los horarios escolares, y el rechazo de la sociedad. Aún así sigue buscando. Las otras no busca ninguna, pues ellas dicen que "no pueden" trabajar.
A lo mejor ésa es la solución: conformarse. O hacerse entrenadora de canarios o algo por el estilo.

lunes, 26 de octubre de 2009

El despertador y las cosas a medias

Esta mañana, el despertador de mi hija pequeña nos ha devuelto a la realidad. Tras llevar dos semanas levantándonos a nuestro albedrío, el sonido atronador ha sido una llamada al orden. Me sorprendió que se pidiera un despertador para su cumpleaños, aunque tampoco, si pienso que llevaba todo el curso escolar pasado diciendo que se levantaría mejor si tuviera uno propio (aunque nunca le ha costado levantarse). La amiga que lo compró me dijo que le costó encontrar uno apropiado para una niña de seis años, pues no debía ser demasiado infantiloide, pero tampoco de mayores. Así que nos mandó éste, y cuando le dije que sonaba "algo fuerte", me dijo que como alternativa sólo había visto uno con una llamada a la oración a la mezquita. Hombre, no sé que es mejor, aunque me imagino los cantos islámicos mucho más melódicos que el "trrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrring" atronador que se oye en toda la casa y con el que nos despertamos todos, y hasta el mismo despertador parece salir corriendo. Es un modélo clasico, con "las campanas", casi diría, a los lados. Con una disciplina infalible mi hija lo pone la noche anterior, lo apaga por la mañana, y se levanta tan pancha. Es alemana, pienso en esos momentos, pues para remolona yo. Además, ¿cómo se puede pedir uno un despertador?

Vuelta a la rutina a finales de octubre. Hasta Navidad será todo de un tirón, pues aquí ni tenemos día de Todos los Santos (los bávaros que son más listos sí), ni la Constitución, ni la Inmaculada. Y con el cambio de hora del sábado, ayer anocheció a las cinco de la tarde, y hasta el 21 de diciembre anochecerá a las cuatro. Entre las pocas horas de sol, el cielo tan gris durante el día, y la luz tan pobre le entran ganas a uno de dormir todo el rato. Hasta deslucen los colores ocres y marrones tan bonitos del otoño, que está haciendo de las calles alfombras de hojas. La gente es muy disciplinada y las recoge con sus rastrillos, haciendo como que encima les gusta: "al menos así estoy al aire libre", dicen algunos. En el Retiro de Madrid hace dos semanas observé a las trabajadoras del ayuntamiento barrer hojas con el rastrillo y las envidié, pues encima les pagan por ello y lo hacían con un solazo con el que cualquiera tiene energía. Yo hago lo mismo en mi jardín y en los caminos públicos alrededor de mi casa, y ni me pagan por ello, y aseguro que en el Retiro hay menos hojas. Aquí pasan hasta camiones por las calles, recogiéndolas, pero no en las aceras. Eso les toca a los ciudadados disciplinados, y a los que no lo somos nos fastidia que tras haber recogido un par de sacos de hojas, a los cinco minutos esté todo igual.

Pero las quitaremos poco a poco, que hasta bien entrado noviembre todavía seguirán cayendo, y no hay que agobiarse. Como encima se nos ha instalado la gripe en casa (no la A, pero aunque sea la Z me fastidia igual) la vuelta al cole ha sido a un 50%. Así no hay manera de hacer las cosas bien. Lo malo de esto, es que al otro 50% le brotará la gripe cuando la que comenzó esté curada. Abogo por no interrumpir tanto la rutina, para dejar de tener la sensación de volver a empezar continuamente y ni siquiera conseguirlo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Vida nocturna

Por suerte Hamburgo es una ciudad con vida nocturna y bastante animada en algunas zonas. Pero es justo eso: en algunas zonas. Hay que saber adónde ir. Por lo bien que me lo he pasado en muchas ocasiones, hasta altas horas de la madrugada en sitios llenos de gente, sé que es posible estar toda la noche por ahí, pero al volver de Madrid, siempre me parece que falta ambientillo. El viernes por la noche me pasó algo así. A las ocho de la tarde en un bar de una zona animada no había más que dos parejas más tomando una copa, y eso que era la happy hour, y las copas costaban todas 5 euros. Y a las once y media de la noche, fuimos a la HafenCity, el barrio nuevo de Hamburgo, buscando un sitio para tomar la última y buscando marcha, que esperábamos encontrar por ser un lugar de moda. No había ningún sitio donde tomar nada, y por la calle no iba nadie más que nosotros. Pensé: "Viernes noche, en uno de los lugares proclamados como la modernidad pura". Así se compra cualquiera un piso en la HafenCity y te haces moderno, pues puedes dormir como un lirón, ya que salvo pisos y oficinas, y algunos cafés y restaurantes que abren sólo de día, no hay nada, y estás en un lugar tan privilegiado y encima sin que te molesten. Pero tras haberlo visto en varias ocasiones sólo de día, con todas las obras por todo los edificios que siguen construyendo, con turistas y la gente que trabaja por ahí, por la noche me pareció soso sosísimo, como una ciudad fantasma.

Reconozco que al caminar por el centro de Madrid, pienso en la gente que vive ahí por el efecto contrario: ¿Podrán pegar ojo por las noches? La gente camina por Madrid a altas horas de la madrugada hablando alto, como si fuera mediodía, y para nada entiendo el fenómeno del botellón, aceptable hasta cierto punto en ciertos sitios, pero insufrible en muchos casos, y no por ello prohibido, como ocurriría en cualquier otro país de Europa. En Madrid me sorprende a veces el silencio de la mañana. Probablemente tu vecino se irrite si tú haces ruido con la aspiradora una mañana de domingo y no le dejes dormir la borrachera de la noche anterior, pero por la noche el ruido de la música a todo meter, y la gente gritando por la calle ha de ser aceptado, pues para eso es España, con lo bien que nos lo pasamos a todas horas. Como siempre, el término medio sería lo adecuado. Ni como aquí, que la gente no tolera nada, ni que los niños griten y jueguen en las zonas comunes de los pisos entre la una y las tres de la tarde: "Das Lärmen der Kinder ist untersagt" ('El ruido de los niños está prohibido'), es el cartelito que aparece en edificios, y que siempre me hace pensar si se podrá apagar el ruido de los niños apretando un botón.

El viernes me dieron ganas de apretar algún botón y que por resorte salieran las gentes a la calle a hacer ruido. "Es viernes por la noche", pensé, "salgan de sus casas, diviértanse, hagan ruido". Pues no. El único ruido era el de mis botas al caminar, y por suerte no salió nadie a mandarnos para casa, a nuestro barrio silencioso cual lugar balneario, donde salvo los perros con sus dueños (observen el orden: sin perros, las personas no saldrían), no pasea nadie. Y bares desde luego que no hay ninguno. El "vámonos a tomar una cañita al bar de la esquina", no existe, pues hay esquinas con casas, pero no con bares. Este verano me sorprendió en una terraza de un restaurante en el centro de Hamburgo, cuando a las diez y media de la noche el camarero vino a anunciarnos a mis amigas y a mí que a las once, o tendríamos que entrar al interior del local o irnos, pues si no tendrían problemas con los vecinos y por consecuencia con la policía. En ese momento me sorprendió, pero luego pensé "¿y si fueras tú la que duerme arriba y al día siguiente te tienes que levantar a las 6.30 de la mañana ...?" Era entre semana así que nos fuimos a las once. Pero el viernes, a las once y media nos vinimos para casa. La próxima vez planearemos mejor, e iremos a sitios donde sabemos que hay marcha, pues no la hay en cualquier parte, y se trata de ir sabiendo y no a ciegas. Porque la diferencia es ésa: en Madrid puedes salir e ir improvisando tu noche, y aquí no. Así que no me quejo y en cuanto me cambie el chip, en unos días, volveré a apreciar que en Hamburgo hay marcha; sólo tienes que saber dónde.

sábado, 24 de octubre de 2009

Nuevo gobierno

A las 10.30 de la mañana de hoy se ha anunciado el nuevo gobierno de coalición entre la CDU/CSU y el FDP. Merkel no lo ha tenido ni lo va a tener fácil con sus dos co-negociadores: Guido Westerwelle (FDP), futuro Ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller y Horst Seehofer, Primer Ministro de Baviera, y presidente de la CSU, satisfecho de haber conseguido tres carteras de ministros para su partido, al fin y al cabo regional. Al menos Seehofer y Westerwelle han contado hoy que a las 2.15 de la mañana anoche, se ofrecieron el tú. Eso siempre es noticia en Alemania. Y Merkel no parecía muy divertida con el anuncio de esta supuesta camaradería de estos tipos tan peculiares, pues ha zanjado el asunto diciendo que lo bueno de una coalición es que se notan las diferencias entre cada partido de los participantes. El tratado de coalición, que será ratificado el lunes, comienza con la frase: "Wir stellen den Mut zur Zukunft der Verzagtheit entgegen", 'anteponemos el coraje ante el futuro al desánimo'. Buena frase, teniendo en cuenta que han estado más de tres semanas de conversaciones.

Pero ya tenemos ministros y hay algunas sorpresas. El niño mimado del último gabinete, Karl-Theodor zu Guttenberg (CSU), que gracias a la crisis brilló en su breve fase de Ministro de Economía, pasa a ser Ministro de Defensa, y le tocará a ir a Afganistán, a recoger a los soldados muertos. Quizá en esa tarea logrará un perfil más internacional para un político joven y carismático con miras a futuras elecciones, pero a primera vista es un puesto más desagradecido.
Schäuble (CDU), el incombustible, deja la cartera de Interior para tomar el relevo como Ministro de Finanzas. Fue Ministro del Interior ya en el gobierno de Kohl, participando del tratado de unificación de las dos Alemanias, y ni siquiera el atentado que sufrió y que le llevó a la silla de ruedas le ha apartado nunca de la política.

A pesar de ser un gobierno conservador, dan impresión de modernidad si tenemos en cuenta que la canciller es una mujer, que el vicecanciller y Ministro de Asuntos Exteriores es homosexual, y el de Interior un minusválido. Además han nombrado Ministro de Sanidad a un vietnamita que fue adoptado de bebé por una familia alemana, y a sus 36 años, Philipp Rösler es el ministro más joven del gabinete. Ha sido médico de las fuerzas armadas, y llega al trabajo oyendo música con su MP3. Su cantante favorito es Udo Jürgens..., lo cual es tal indicio de modernidad como ser fan declarado de Raphael. Pero es el que tendrá el obstáculo mayor: la reforma de la Sanidad, uno de los puntos más polémicos. Seguirán recortando y los gastos caerán en los asalariados, al tener que afrontar los pagos que no realizarán las empresas en la medida como lo han hecho hasta ahora.

Pero si comparo las negociaciones de coalición con los improperios y a mi modo de ver lo mal que se hace la política en España, donde desde febrero se sigue lidiando con el caso Gürtel y la desfachatez de Camps, y con la improfesionalidad de muchos políticos de todos los partidos, la sensación aquí es que al menos si se insultan y se tiran los trastos a la cabeza, lo hacen por detrás, lo cual ya es un respeto hacia los electores, y de que son capaces de negociar y organizarse. Ahora cabe esperar los resultados.

viernes, 23 de octubre de 2009

El Isemarkt y Eppendorf

El mercado más bonito de Hamburgo es el Isemarkt. Todos los martes y los viernes lo ponen por las mañanas, de ocho a dos, debajo del puente del metro en la Isestraße, entre las estaciones Eppendorfer Baum y Hoheluft. Como va de una estación a otra, se puede decir que es el más largo de Hamburgo, con casi un kilómetro, y acabo de leer que de Europa (a los hamburgeses les gusta despuntar). Está siempre lleno, y es una manera estupenda y colorida de pasar una mañana de viernes tan gris y fría y, encima de vacaciones, como hoy. Es ésta una rara costumbre, la de poner los mercados al aire libre en Alemania, pero el Isemarkt, salvo por el fresquito que te entra por los lados, es como si al menos estuviera techado.

Es difícil ir y no traerte bolsas llena de comida. La variedad es inmensa, y muchos puestos ofrecen productos dignos de tiendas de delicatesen. Aparte de comida, los puestos de flores y plantas son un placer para la vista, y hay una tienda de libros, todo tipo de artículos de regalo, ropa, y todas las golosinas y chocolates que uno pueda imaginar. Se puede ir temprano, desayunar allí, y luego al mediodía comerte la salchicha en alguno de los puestos que hay, aunque también te puedes comer la salchicha a las 8 de la mañana pues siempre hay hambrientos que se las comen a esa hora, y seguir luego con los dulces.

Por si fuera poco, Eppendorf, el barrio donde tiene lugar el mercado, es uno de los más atractivos de Hamburgo. Muchos dicen que ahí no vivirían ni locos, por el "caos" en el tráfico, por no poder aparcar en ningún sitio. Pero pregúntenme a mí. Si se tarda un poquito en aparcar y hay que andar un poco... ¿qué es eso comparado con el placer de estar en la ciudad y tenerlo todo tan a mano?, con lo que a los urbanitas criados en ciudades más caóticas nos encanta la ciudad. Además de lo bonito que es ese barrio, con los pisos antiguos tan señoriales, y a pesar de estar en el centro, como siempre en Hamburgo hay árboles por todos lados. Es un buen barrio para ir de compras callejeando, para a los que no nos gustan los centros comerciales y preferimos entrar y salir de tiendas pequeñas, aunque no compremos nada (o sí...).

Como dice un amigo mío, todas las ciudades son iguales, y una vez que has aprendido eso, es muy fácil reconocer un barrio de Salamanca, Chueca, o Lavapiés en todas. Por esta analogía Eppendorf es como el barrio de Salamanca, aunque menos estiradas sus gentes y menos pijerío, pues aquí el buen nivel salarial desvía muchas veces a ecologismo e intelectualidad modelo "anti-todo". Chueca sería St. Georg, el barrio gay de Hamburgo. Lavapiés sería St. Pauli, el barrio más castizo. Pero además tenemos el barrio de los ocupas y antisistema, el Schanzenviertel, que por desgracia también se está volviendo algo pijo, lo que aquí llaman "Latte-Macchiatisierung" del barrio, por esos cafés modernos y tan iguales que aparecen por todas partes donde ya no se bebe café sino caffe latte, o latte macchiato y se comen muffins, bagels, o scones. Por eso me siguen gustando tanto los sitios tan auténticos y únicos, como el mercado de Eppendorf, pues aunque también te puedas beber un latte macchiato y comer un muffin, sigue siendo un lugar tan hamburgués.

jueves, 22 de octubre de 2009

Consuelo relativo

Robos existen en todas partes. En todos lados hay atracos, robos en las casas, sustracción de vehículos. Pero en España son más. No hago más que oír noticias truculentas cuando estoy en Madrid. La última fue el martes: a un amigo mío le quitaron su BMW el sábado y apareció calcinado el martes, en la Cañada Real (bonito nombre para un sitio tan inhumano). El disgusto de mi amigo fue soberano cuando bajó y vio que no estaba el coche, pues era un capricho que se dio no hace tanto. Al poner la denuncia, le dijeron que no aparecería más, y es lo que yo pienso que sería más normal: que se lo llevaran para venderlo, como hacen aquí las mafias que roban coches. Pero no, apareció calcinado, y en un lugar tan bonito y tolerado como punto de venta de droga y donde se hacinan personas y niños en condicines de vida infrahumanas. A pesar de eso, no entiendo las ganas de robar objetos para luego destrozarlos. Todavía lo que se roba para sobrevivir, o para darle de comer a tus hijos, sigue siendo un hurto pero es al menos entendible, pero calcinar un vehículo o lo que sea, me parece un acto vandálico que no sirve para nada, y no creo que ni siquiera a gente de vida tan marginal les aporte algo, ni como válvula de escape.

La semana anterior, una amiga me contó otra de coches: a un compañero suyo le sustrajeron del bolsillo y sin que se diera cuenta las llaves del coche mientras estaba en un McDonald's. Al denunciarlo, la policía dijo que ese McDonald's es conocido por esos robos. Los cacos observan a la gente cuando se baja de los coches y luego les quitan las llaves cuando van con las bandejas de la comida, y les roban los coches tan elegantemente.

A la madre de un amigo de mi hermano le arrancaron el otro día la cadena de oro del cuello en su mismo portal. Fueron dos tipos "bien arreglados" (me encanta siempre la descripción) que les siguieron. El padre, al perseguir a los ladrones, se cayó, y encima se hizo daño en las rodillas.

A mi padre le quitaron hace años el coche en Plasencia. Uno diría que estas cosas ocurren en Madrid, pero ni las ciudades de provincias ni los pueblos están exentas de nada. Al salir y ver que no estaba el coche donde lo habían dejado, fueron a la comisaría. En seguida llegó la llamada: el caco, que iba borracho o drogado, se había estrellado contra un muro, y salió sangrando y aún con ganas de pegar a los que le iban a socorrer. Mi padre se quedó sin su coche, y como era viejo, la indemnización no dio para mucho.

Y luego están los hurtos que he presenciado en el autobús o en el metro de Madrid en los últimos años, robos de monederos o carteras que hacen que en cuanto estoy en Madrid lleve el bolso agarrado como si me fuera en ello la vida. Si pienso en las veces que lo llevo abierto aquí.... O las veces en las que me he dejado las llaves puestas en la cerradura de la puerta de casa, por fuera y la puerta da a la calle (!), y no ha pasado nada... Aquí también entran a robar en las casas, pero no se oyen de esos robos tan salvajes, ni de tanta cantidad de ellos. A mi cuñado le desapareció su Mercedes en el puerto de Hamburgo hace bastantes años, y no se supo nada más de él hasta casi un año después: apareció en un contenedor en Albania, y para entonces ya se había peleado con el seguro por la indemnización y el coche se quedó allí, pues pasó tanto tiempo que el caso estaba cerrado. Al menos el flaco consuelo de mi amigo es que su coche ha aparecido tan rápido, y aunque tenga que pelear con el seguro, todo se resolverá antes. No obstante el disgusto no se lo quita nadie, y no podrá reemplazarlo por el mismo modelo. Pero al final, el consuelo clave es que encima has de estar contento si los daños son sólo materiales.

miércoles, 21 de octubre de 2009

De aviones y bombas

Con un saltito de avión, estoy otra vez al otro lado. Me lo he encontrado más oscuro que cuando me fui, lo normal para estas fechas, pero tras 12 días de sol y un cielo azul espectacular en Madrid (salvo el diluvio de ayer), la luz de Hamburgo parece muy pobre, como si te hubieran puesto delante de los ojos papel vegetal a través del que mirar.

Es genial llegar al aeropuerto tres horas antes de que salga el vuelo por miedo al atasco de la mañana madrileña (miedo constatado por la vez en la que casi pierdo el avión con un bebé por el atasco de la M-30), y tener encima retraso aún, con lo cual la estancia en Barajas ha sido más larga que el tiempo de vuelo. Al menos la espera ha sido amenizada por los forofos del Atlético que se han desplazado a Inglaterra para sufrir hoy en el partido contra el Chelsea. Debe ser divertido volar así: con la camiseta rojiblanca puesta y sin casi equipaje, y contentísimos iban un rato, así que me parece loable tal labor, casi social...

Como los suizos, por mucho que digan, no son alemanes, han llegado tarde a "recogernos" a Madrid, y como mi vida alemana me contagia algo, he vuelto a constatar, que como con Lufthansa no se vuela con ninguna otra línea (hablo de las europeas, no sea que se enfaden los de Thai u otros perfeccionistas asiáticos). A la ida nos faltó el cocido, como dijo un español del avión, y a la vuelta nos han vuelto a dar los mismos bocadillos. No soy la típica española que va protestando por la comida por todas partes, pero me ha salido el orgullo alemán y mis hijas y yo nos hemos acordado del platito de pasta (¡calentito!) que todavía siguen sirviendo en Lufthansa. Mi hija pequeña, al aterrizar, me volvió a decir hoy que dónde estaban los tortellinis. Pero al menos tienen buen chocolate, y eso se agradece, aparte de la decoración tan chula con la banderita roja con la crucecita blanca por todas partes. Divertido es también el conglomerado de idiomas, al lado del cual Bélgica, con sus tres idiomas oficiales se queda corto, así que en la pantallita te lo ponen en cinco, en retrorromano incluido, y te despiden en Schwyzerdütsch, en alemán suizo: "Auf Wiederluege".

Primera noticia que leo de Hamburgo: han cortado toda una zona por haber encontrado al realizar unas obras una bomba de la II Guerra Mundial, de 450 kg nada menos. Sonará raro, pero es algo que ocurre a menudo en Hamburgo. Aquí, a nada que se hagan agujeros no aparecen restos arqueológicos importantes (los romanos no se perdieron por aquí) sino bombas que tiraron los aliados y no explotaron en la guerra (las llamadas Blindgänger, 'las que se quedan ciegas' traduciendo el término literalmente). En los casi 20 años que llevo aquí, no ha explotado ninguna de las que han encontrado, pero las medidas de seguridad son fuertes, y evacuan toda la zona y ahora se encuentra acordonada gran parte de Wilhelmsburg, un barrio muy industrial donde cayeron unas cuantas. Anuncian "retenciones" en la zona, y han cortado el metro que pasa por allí. A las siete comenzarán a desactivarla. Me imagino las obras de Gallardón, si encima encontraran bombas. La que se organizaría sería buena.

viernes, 16 de octubre de 2009

Sol, sol y sol

Madrid. Cielo de un azul increíble. Verano en octubre. Obras, muchas obras, las que había en verano, más las nuevas. Al ayuntamiento le debe sobrar el dinero para hacerlas todas a la vez. Atascos. Riadas humanas. Me da la sensación de que la gente vive en la calle. Con este tiempo así cualquiera. El mérito consiste en pasear por la calle y hacer botellón a cero grados y con lluvia y viento.

Crisis y la gripe A son los temas dominantes. Hasta mi sobrino, que se despertó el otro día con tos dice: "A lo mejor tengo la gripe A". La que podría tenerla soy yo, tras haberme pasado más de dos horas en el ambulatorio rodeada de niños griposos. Y más me ha alarmado la doctora, cuando al examinar a mi hija, se ha puesto la mascarilla. Ni en Alemania he visto una cosa así. Entonces nos las deberían entregar a la puerta al entrar. Pero si no te coges eso, a saber qué ... Mi hija tuvo que ir urgentemente al baño. Otra muy mala idea. Sin palabras para describir cómo estaba la taza del váter, y todo. Durante la espera, muchos hablaban de poner reclamaciones por todo, pero seguro que nadie lo hace. Una madre con una hija con algún retraso difícil de definir para mí no hacía más que pegarla e insultarla. La niña, como si quisiera "denunciar" su situación, seguía provocando el sopapo, gritos e insultos de la madre. Al menos esta vez me han tomado los datos, pues la última vez que pasé por la Seguridad Social en España les pareció demasiado trabajo y me atendieron "by the face", como se dice por aquí ahora. Otra cosa es que luego se lo cobren a los alemanes, pues me imagino que eso será demasiado esfuerzo. Si lo comparo con las veces que he ido al médico con visitantes españoles en Hamburgo, donde no atienden a nadie si no está claro quién paga, me choca siempre el desinterés aquí. Pero la diferencia es que aquí el dinero va a todo el sistema, mientras que en Alemania va directamente al bolsillo del médico, que es el que pasa la factura al seguro médico correspondiente. A mi hermana le cobraron la consulta a tocateja (50 €), y todo para un colirio, que no se puede comprar sin receta médica en Alemania, y que le costó otros 15 €.

Pero bueno, me imagino que la sanidad no necesitará dinero, y por eso levantan a la vez la Plaza del Callao, Alcalá, la Plaza de Colón, Recoletos, Serrano, Marqués de Vadillo y todo lo que no habré visto. Para lo de "arriba" de la M-30 sigue sin haber dinero, y a la altura del Puente de Toledo las vistas son parecidas a un paisaje lunar.

La visita a Faunia resulta ser un estudio sociológico. Hay muchos colegios y hay diferencias. Los uniformados son todos niños españoles y se llaman Cayetana, Jimena, Lucía y Raúl. Los no uniformados son una mezcla de razas y me pareció curiosa la retahíla de nombres que dijo la maestra al llamarlos: Mohamed, Luna y otros nombres que ni siquiera entendí (orientales, árabes, de todo).

Ahora, mientras escribo esto, ha comenzado a sonar un pasodoble español. No hace falta ni que me asome. Sé que es el espectáculo de toda la vida: la cabra y el gitano tocando la trompeta, pero llevan un teclado, y además un amplificador, no sea que no se les oiga. Hay cosas que nunca cambian. Sigo pensando en lo de las dos Españas, pero las diferencias son económicas. Los que no tienen crisis siguen gastando como siempre. La crisis es para el que la tiene, y los que no siguen viviendo igual. Me temo que la brecha se haga cada vez mayor entre unos y otros. Al menos el sol brilla igual para todos y eso ya es mucho.

viernes, 9 de octubre de 2009

Para allá otra vez

Volar es divertido. Y hay diversas modalidades. Se puede volar solo, acompañado, con poco equipaje, con mucho equipaje, con carro, maxi-cosi, bolsa de pañales, con tripa de embarazada, con tripa de embarazada y una niña pequeña de la mano, con un bebé encima hasta los dos años (pues no les dan asiento propio), o todo sofocado y amenazando a tu hijo para que se quede sentadito para aterrizar y despegar, contento porque llegas o triste porque te vas. Pero aunque no sea un vuelo transatlántico, un vuelo de tres horas con dos bebés o críos pequeños agota. Ahora que vuelvo a disfrutar de los vuelos, pues mis hijas ya se entretienen solas leyendo o pintando, vuelve todo a ser más rutinario otra vez. ¡Y hasta puedo leer!

El trayecto Hamburgo-Madrid lo he hecho muchísimas veces, directo o con escala en muchas capitales europeas. Me gusta volar. Y siempre me vuelve a parecer un milagro que levanten el avión en el aire, y lo lleven donde quieran. Más extraño es el mundo de los aeropuertos, que parecen lugares de nadie y sin patria, y con una mezcla tan variopinta de gente. Una vez que te metes en uno de ellos, te escupen a otro aeropuerto de otro sitio lejano. Y lo increíble es que incluso tras un vuelo relativamente corto, salgas a otro mundo tan completamente distinto. La llegada a España siempre me encanta, cuando veo desde arriba la meseta y "mi tierra", tras meses sin estar ahí (y hace muchos años incluso un año completo), y si ya veo las torres KIO a lo lejos en el horizonte madrileño, me emociono, no porque sean bonitas, pero sí que son inconfundibles.

Es la vida de las idas y las venidas. Siempre a camino entre dos sitios. Maletas para acá, maletas para allá. Soy afortunada de conocer tan a fondo dos mundos. Pero a veces me siento perdida entre ambos. Ahora disfrutaré del otro lado. Esta vez trataré de relatar algo desde ese lado, algo que nunca he hecho. A lo mejor cambia la perspectiva, algo que no creo, pues la mirada es la misma. Hasta muy pronto a todos. Gracias por leerme y estar ahí, aquí y allí, o allí y aquí, según se mire.

jueves, 8 de octubre de 2009

Menudo estrés

Sin apenas darnos cuenta, los niños están a punto de tener vacaciones otra vez, tras seis semanas de clase. Aunque eso signifique que estoy haciendo maletas para largarme, no me parece bien hacer una pausa tan rápido, ahora que los niños han calentado motores. Si bien pienso que las seis semanas en verano les dan de sobra, pues aquí no hace nunca el calor de España, sí que me parece que vienen demasiado rápido las siguientes vacaciones, pues si no te vas, puedes estar a punto de cortarte las venas si tienes un día como hoy, de lluvia, lluvia, y lluvia, y la probabilidad es grande aquí de que veas dos semanas seguidas cómo llueve. Bendito colegio. Pero yo no acabo de acostumbrarme a un sistema en el que cada 6 u 8 semanas hay vacaciones, y eso que yo no soy la escolar. Y como mal menor, me dedico a hacer y deshacer maletas, con lo que distrae.

De qué me quejo, si en seis semanas mi hija pequeña ha aprendido la A, la O, y la L, y ya está, letras que sabe hacer desde los 4 años. A este paso con mucha suerte sabrá leer a finales de curso... Y con los números van por el 5. Todo esto en primero de primaria, cuando en otros países los niños ya saben escribir y leer con cinco años, en el último año de infantil. Pero no, hay que ir despacito y aburrirlos. Ayer mi hija lloró al sacar la hoja de los deberes, donde tenía que escribir lo menos 30 veces el número 5: "Quiero deberes más difíciles. Esto es tan aburrido", dijo entre lágrimas. Ya llevarán en clase practicando el 5 no se cuántos días, y no creo que en los dos últimos días de clase les metan el 6. No sea que se vayan estresados a las vacaciones. Y menos mal que ahora tienen dos semanas para descansar, tras haber aprendido tres letras. A la vuelta retomarán el abecedario, paso a pasito. Lo malo del sistema, es que acostumbran a los niños a ir muy lentos, y cuando pasan al instituto (con 10 años), les meten tal palo que se quedan tiesos todos. Y a veces hay quejas en la reunión de padres por el "estrés" al que están sometidos los niños. Más es el de los padres que encima tienen que decir al niño que tiene que hacer lo que le manden, y hacer además como si estuviéramos conformes, no sea que el crío suelte en clase: "Mi madre dice que vamos muy lentos". Lo que me faltaba.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Sin retoques

La revista alemana Brigitte ha decidido publicar en sus reportajes a partir de enero fotos de mujeres normales y no de modelos. Es una mala noticia para las modelos, en tiempos de crisis además, en un trabajo en el que tienen los días contados por ser sobre todo para las más jóvenes, o las superestrellas. Lo interesante de la noticia es que la revista admite que sus profesionales retocaban las fotos con el Photoshop para hacer a las mujeres más normales. Normalmente se utiliza el Photoshop para lo contrario, como para retocarle a Sarkozy el michelín en su yate de vacaciones.

Soy lectora desde que tengo uso de razón "en alemán" de la revista Brigitte. Es la única revista de mujeres que leo, porque es una revista con contenidos muy interesantes y para mí la mezcla ideal de lo que ha de ser una revista para mujeres. A los habituales reportajes de moda y belleza y las (buenísimas) recetas de cocina, se suman siempre temas culturales, entrevistas, reportajes o temas de actualidad. Nada de cotilleos, nada de marujeos simplones. En fin, una revista seria, que le hacen a una sentirse orgullosa de ser mujer, algo que no consiguen muchas otras publicaciones femeninas que hay por ahí.

A lo mejor se trata de una medida en tiempos de crisis, como se les critica también, porque así se ahorran los gastos en modelos, ya puestos a criticar. Pero no me sorprende que sea esta revista la que realice esta acción, que me imagino que tendrá éxito. Por supuesto que a todas nos gusta ver en las fotos a mujeres perfectas, pero ser perfecta físicamente teniendo 20 años y siendo modelo además, no es nada difícil, y más si el Photoshop las hace más naturales. Pero por suerte nos gusta más la vida real. A mí por lo menos.

martes, 6 de octubre de 2009

Problemas o ventajas de la (in)comunicación

Existen diversos grados de comunicación entre las personas. Puedes hablar el mismo idioma y no entenderte, puedes hablar diferentes idiomas y entenderte, y puedes hablar el mismo o ninguno y manipular la comunicación como te convenga. Hoy he recordado una anécdota de hace muchos años, en un viaje realizado a España con mis suegros. Mi suegro era gran amante del silencio, y tras tres semanas en España estaba ya algo "incómodo", digamos. En un bar del barrio, en Madrid, estaba la tele puesta, la música, y el ruido de la gente hablando era atronador para su oídos, y nosotros todos hablábamos plácidamente mientras tomábamos unas cañitas. Su malestar era obvio, con gestos tan explícitos que hasta mis padres me preguntaron que qué le pasaba. Y yo les dije que estaba encantado y que me había dicho que le gustaba mucho el bar. Son las ventajas de ser la traductora, que traduces lo que te viene en gana y listo. Estos son problemas obvios de comunicación, o mejor dicho de manipulación de la comunicación. Tras esas experiencias, de las que he vivido muchas, siempre me ha parecido interesante el trabajo de los intérpretes que traducen en situaciones de alta tensión entre gobernantes, por ejemplo, pues ellos tienen en las manos el que la situación escale o se suavice, algo que ocurre a menudo entre familias, y aseguro que es muy ventajoso tener dos que no se entienden y que cuando están juntas se sonríen y están limitadas a lo que yo traduzca (o quiera traducir). Y lo bien que se entienden de esa manera.

También recuerdo las primeras visitas de mi marido a España, cuando no entendía ni hablaba español. Él observaba nuestras conversaciones y más de una vez me preguntó después: "¿Por qué os habéis peleado?", y yo "¿Peleado? No, estábamos hablando de manera normal". Para un nórdico, nuestras conversaciones, en las que te puedes permitir mandarte a la porra sin que se ofenda nadie, pero lo dices a gritos, o dices "anda ya", o "déjame en paz", parecen peleas, en vez de las discusiones tan civilizadas que he presenciado aquí, con la taza de café en la mano: "Bueno, yo no estoy de acuerdo con ese punto, y pienso que deberías rectificar".

Pero más complicado es hablar el mismo idioma y no entenderte. Hablar en dos niveles distintos uno en una onda, y tú en otra. Esas conversaciones sí que son incomunicación total. Y se trata de encontrar el mismo "canal" de comunicación, como se dice en lingüística, el del famoso esquema de comunicación con el emisor, el receptor, el mensaje y el canal, que más el código común a ambos, hacen posible toda comunicación. Demasiados factores, pues además no debemos olvidarnos del contexto, que es al final lo determinante, lo que hace que lo que dices parezca una cosa u otra, porque al final lo que hacemos es interpretar de acuerdo a las circunstancias.

lunes, 5 de octubre de 2009

Catarsis

El perro de Chirac todavía no ha superado la depresión que le supuso el tener que salir del Eliseo. Tras la pérdida de poder de su amo, tuvieron que mudarse a un espacioso apartamento en París, pero claro, no es lo mismo. Así que a comienzos de año mordió a su amo y ahora le han mandado a una granja, para que se recupere. Curiosa noticia. Hasta los perros se deprimen por sacarlos de su rutina (palaciega).

Palacio, apartamento espacioso, una granja. Al final da igual donde uno viva, pues de lo que se trata es de tenerse a uno mismo, y el perrito se ha perdido y no se encuentra. Si uno divaga por ahí, puede tratar de distraerse y decirse como hará el perrito: "Pero mira que cesta tan mona me han puesto en esta casa nueva", o "Qué personal tan agradable trabaja en esta casa". Pero él pensará que en el Eliseo estaba mejor, y a lo mejor allí, hasta no era la riqueza lo que le hacía sentirse bien, sino que simplemente estaba bien consigo mismo. Esas cosas no se planean o se piensan. Si estás bien, tu capacidad de superación de cualquier problema es mayor, pero si estás mal, cualquier cosilla se te hace un mundo.

Lo importante es la catarsis. El momento de explotar, de purificación. Puedes morder a tu amo, como hizo el perro, por muy ex Presidente de la República que sea. Pero en el rebelarte demuestras que sientes y padeces, que no estás anestesiado, y que a pesar de todo y de lo que crean los demás, eres tú mismo el que quiere salir del agujero.

sábado, 3 de octubre de 2009

Día de la Unidad Alemana

Curiosamente yo siempre digo en español que el 3 de octubre es el Día de la Reunificación Alemana, pero si pienso en el orginal, no es ésa la traducción sino el Día de la Unidad Alemana (Tag der deutschen Einheit). Pero al fin y al cabo da igual, pues lo que se celebra es la reunificación de las dos Alemanias, esa Wiedervereinigung que fue un hecho histórico para este país. Así que más que unidad, que me parece una meta más compleja y abstracta, sí que se ha logrado la reunificación física. Porque en las mentes sigue existiendo una frontera divisoria, que cada vez es más difusa, pero se sigue distinguiendo entre el este y el oeste de Alemania, que es más que una diferencia geográfica, pues 41 años de historia separada con regímenes políticos distintos no se pueden reunificar o unificar de golpe.

Tras la caída del muro el 9 de noviembre de 1989, la reunificación de los dos estados fue el primer objetivo, quizá como rúbrica a una tarea mucho más difícil de lograr. Hubo voces que pedían cautela y un retraso de tal fecha, pero quizá el acierto fue hacerlo tan rápido. Ni siquiera se eligió el 9 de noviembre, que hubiera sido la fecha adecuada, por tener demasiado peso a sus espaldas al ser también la fecha de la noche de los cristales rotos, en la que Berlín ardió y se inició la persecución de los judíos. Y se eligió al azar el 3 de octubre de 1990, por ser la más rápida posible, tras la Conferencia para la Paz y Seguridad en Europa el día anterior. Recuerdo ver en las marquesinas de las paradas de autobús los carteles anunciando tal fecha histórica y pensar que era curioso, habiéndo llegado ese mismo año a Alemania, toparme "por casualidad" con una reunificación de dos países, así tal cual. De esa fecha me queda la imagen de los fuegos artificiales sobre Berlín, del concierto en el teatro de la plaza Gendarmenmarkt, en la foto histórica de los gobernantes en las escaleras del mismo, todo visto por televisión obviamente. Pero cuando estoy en esa plaza tan bonita, recuerdo ese día.

Desde entonces cada año se encarga de las festividades por la Reunificación, perdón, Unidad, el Estado Federal que tiene ese año la presidencia del Consejo (Bundesrat), y este año le toca al Sarre. El año pasado fue en Hamburgo, y en la HafenCity, el nuevo barrio de Hamburgo, se desplegaron las casetas de presentación de cada Estado Federal, con su gastronomía típica. No sé por qué siempre el 3 de octubre queda muy deslucido por la lluvia o cielo gris, como hoy, pero lo que no desluce es lo logrado en estos 19 años. La impresión fue que todo se hacía muy rápido, y si no todo ha salido bien, mucho sí, y Alemania no dada a despliegues patrióticos, ni desfiles militares, celebra cada año su fiesta de una manera bastante silenciosa. Porque tampoco hay que alardear tanto de las cosas bien hechas. Y porque todavía queda mucho por arreglar.

viernes, 2 de octubre de 2009

Madrid ... ¿2016?

Mientras escribo estas líneas está por saberse si Madrid será sede olímpica o no, aunque queda muy poco. No soy dada a sentimentalismos baratos. Ni el mundo será más bonito tras unas olimpiadas en Madrid, como ha dicho el rey, ni creo que a Samaranch le dé un patatús antes de tiempo por no ver unos juegos olímpicos en Madrid. El mundo sería más bonito sin guerras, sin genocidios, sin torturas, sin pobreza y sin tanto negocio, que es de lo que se trata en el fondo. Y será igual de bonito o feo si Madrid se queda sin su 2016 olímpico. Porque Madrid ni ninguna ciudad lo necesita. Ni siquiera creo que a Madrid le pegue ser olímpica. Como dice un amigo mío: dejémosles a los catalanes el honor de haber organizado las olimpiadas y no tratemos de imitarles.

Tanto bombardeo mediático me ha acabado por cansar esta semana. Me irrita tanta repetición machacona de que nuestra candidatura es la mejor, de que la nuestra es la que tiene el mayor apoyo popular (conozco a muchos madrileños que están en contra) y no se puede juzgar porque unos cuantos miles vayan a la Cibeles a apoyar la candidatura. Por supuesto que no dudo de la capacidad de Madrid y España de organizar unas olimpiadas, pero me gustaría que esa energía y dinero se dedicara a otras cosas mucho más importantes. Entiendo que para los deportistas sea un hito participar en unas olimpiadas en el propio país, y todos sabemos lo que emocionan éxitos deportivos como el que España ganara la última Eurocopa o muy recientemente la de baloncesto.
Yo apuesto por Río, y no me pregunten por qué; les pega más. Como madrileña por el mundo, puedo afirmar que aquí nadie se ha enterado de que Madrid es candidata, ni de las otras ciudades tampoco. Eso para los que piensan que el mundo nos espera. Pero como madrileña me emociona mi ciudad, con sus lados buenos y malos, como los tienen todas, y me siento orgullosa de ser de allí. Porque Madrid no es una ciudad que pretenda ser la más bella del mundo, ni la más verde, ni la más limpia, ni la más tranquila (algo de esto le vendría bien...), pero Madrid tiene un encanto que no percibo en otros sitios. Se palpa en sus calles, en los miles de bares que existen, entre los tres museos únicos que tenemos: el Reina Sofía, el Thyssen y el Prado. Y eso es Madrid para mí, y muchísimo más, pero no necesariamente olímpica. Bueno, sería un adjetivo más.

jueves, 1 de octubre de 2009

El imperativo

De todos los tiempos verbales, el que más uso desde hace años es el imperativo, y es un fenómeno que observo cada día, desde hace nueve años. Todo empezó con el nacimiento de mi primera hija. Empiezas a hablarle a tu bebé con imperativos, de forma cariñosa, para protegerle y sugerirle lo que debe hacer: "no llores", "cálmate", "duérmete"; luego cuando empiezan a moverse y descubrir el mundo los utilizas para prevenirles y salvarles la vida: "no te subas ahí", "bájate", "no te metas eso en la boca", "sácate eso de la boca"; o para mostrar tu disconformidad con lo que hacen: "no pintes la pared", "no arañes la mesa". Éste es un punto donde disciernen la educación moderna con la tradicional. Un padre de hoy día preferirá explicarle a su hijo el por qué de tal consejo: "mira, no tienes que pintar la pared, porque sino papá se pone muy triste, y hay que pintar la pared otra vez", y esa es una tendencia muy observada aquí, en cualquier caso, menos dados a los gritos y a que las cosas se hacen porque lo digo yo, que para eso soy tu madre. Mucha explicación a niños demasiado pequeños, que no entienden el color gris, sino sólo el blanco o el negro. Y por eso yo prefiero el imperativo, y no los rodeos y menos tanta explicación.

Tus hijos siguen creciendo y te pones en plan sargento: "ven aquí", "ponte los zapatos", "vístete", "come", "bebe", "pórtate bien" o "estate quietecito". Y llega un día en que observas que repites los mismos tres veces seguidas lo menos, por la sordera inexplicable que caracteriza a todos los niños, salvo si les preguntas si quieren una bolsa de patatas fritas o ver la tele, algo que cogen a la primera. Uno de los más utilizados es "vístete", por las mañanas, hasta que acabas gritando "que te he dicho cinco veces que te vistas", o "daos prisa", que yo diría es el primero de la lista. No sé cuántas veces, antes de salir de casa me pongo histérica pues todo el tiempo del mundo se acaba convirtiendo en un acelerón final y mala sangre, y una madre gritando y unas niñas llorando. Recuerdo que cuando era niña mi madre nos levantaba muchas veces a voces diciendo: "vamos, rápido, que me he dormido", y en cuestión de nada estábamos listos y de camino al cole. Mi madre me hizo saber hace poco que por supuesto que no se dormía tantos días. Creo que las madres de antaño eran más listas.

Y con el paso del tiempo, el ámbito de uso del imperativo sigue ampliándose para situaciones más complicadas: "no os peguéis", "no os insultéis", "no os matéis", y yo, los de esta categoría los he llegado a utilizar a la inversa "mataos y a ver cuál de las dos sobrevive", "venga pegaos más fuerte". Y cuando llega la adolescencia o preadolescencia, pues hoy día se adelanta o lo adelantamos nosotros todo, se afina la dialéctica: "cállate", "no seas descarada", "no te pases", "no me tomes el pelo", "no te pongas chulita", "no me hagas burla", etc. etc. Me pregunto cuál será el siguiente paso, aunque probablemente sea "no te pongas esa ropa tan ajustada para ir al instituto", "ten cuidado con los chicos", "no llegues tarde a casa", "avísame si te retrasas", "no vayas con malas compañías", "estudia", "piensa en tu futuro". Ni que a mí no me hubieran hablado en imperativo. Como me decía mi prima el otro día: "mientras no nos peguen y nos paguen el asilo cuando seamos mayores...". Y eso habrá que pedirlo amablemente y sin usar imperativos.