miércoles, 30 de junio de 2010

Lo que se cuece en la Asamblea

Hoy toca elegir presidente en Alemania, y la cuestión es o Wulff o Gauck. El primero, de las filas de la CDU, es el candidato de Merkel y del gobierno de coalición. Es un político bastante joven, bien planchadito y puesto, actual presidente de Baja Sajonia, y cuya elección no haría tambalear el gobierno de Merkel, y todo seguiría su curso, "aparentemente" tranquilo. Gauck es el candidato de la oposición, SPD y Los Verdes, un político sin pertenencia a ningún partido y de salir elegido, podría haber una convulsión política. La CDU tiene mayoría en la Asamblea, con lo cual debería poder ganar su candidato, pero todos calculan que Gauck se llevará muchos votos del FDP, los liberales que gobiernan en coalición con Merkel. Procedente de la antigua Alemania Democrática, es una figura simbólica pues fue perseguido e hizo oposición en los tiempos de la DDR. Tras la llamada Wende ('vuelta', pero en el sentido de 'cambio'), estuvo a cargo de las actas de la Stasi, esos archivos ignomiosos que con la precisión alemana guardaron todas las miserias del régimen (recomiendo al respecto la película "La vida de los otros"). Activista a favor de los derechos humanos, Gauck le daría al puesto el carisma romántico que pocos presidentes le han dado hasta ahora. Y en la segunda vuelta de votaciones, se podría llevar los votos de los Linke (La Izquierda). A mediodía comienzan las votaciones. Y de salir elegido Gauck, Merkel tendrá problemas, incluso dentro de su partido. Un poema de Heinrich Heine tiene un verso que todo el mundo conoce aquí: "Denk ich an Deutschland in der Nacht, dann bin ich um den Schlaf gebracht", 'Pienso en Alemania en la noche, y entonces se me pasa el sueño", y algo así le debe de pasar a Merkel, tras la dimisión inesperada de Köhler, y ahora esto.

Como cuerpo extraño en este país (todos los inmigrantes lo somos), y como no puedo votar en nada, ni en un referéndum mísero de Hamburgo, reflexiono sobre la alemanidad, y acuño este término, que seguro que ya está inventado, pues ayer leí que como segundo año consecutivo desciende el número de extranjeros que se quieren naturalizar, pese a un llamamiento que nos hizo Merkel ya hace un año. Yo cumplo todos los requisitos, y creo que hasta pasaría el test de "alemanidad" que todo candidato a un pasaporte alemán tiene que hacer desde 2008. Es un test tipo multiple choice (de crucecitas), en los que hay que responder 33 preguntas y acertar 17, si no no estás capacitado para ser alemán. Acabo de hacer uno de los que hay por internet, y he acertado 29 de 33, y me felicitan y me dicen que he aprobado. De las preguntas que he fallado, traduzco la que más gracia me ha hecho:

"Usted le quiere regalar a su hijo un perro. ¿A qué le obliga la ley?:
a) a vacunarle contra la rabia
b) a registrarle en una sociedad protectora de animales
c) a registrarle en el ayuntamiento y pagar impuestos
d) a educarle en una escuela de perros."

Mi idiosincrasia me dijo que a) era la correcta, pero la de este país dice que es c). ¿Cómo me voy a hacer alemana, señora Merkel, si sigo sin enterarme? Eso sí, el himno nacional me encanta. Es nada menos que de Haydn. Presten atención en el próximo partido de la selección alemana. Por cierto, me empiezan a pedir revancha todos mis amigos y conocidos, y están muy creciditos, y yo no hago más que alterarme en la retransmisión de partidos de España, pues hagan lo que hagan los españoles, no hacen más que criticar su juego, y el gol de Villa, dicen, era en fuera de juego. Lo dijo la listilla del ZDF, y hasta Oliver Kahn le dijo que no es seguro que lo fuera, y que bajo la duda... y hablan, y hablan, y analizan hasta aburrir. Y por eso no me hago alemana, por el tonillo en la vida diaria de sabelotodos y de "controletis". Y lo mismo le pasa a Merkel, que por mucho que quiera atar y atar, se le despendolan unos cuantos, y a saber la que le sale hoy.

martes, 29 de junio de 2010

Repercusión

La actualidad vuelve a mandar, porque, aunque pensaba escribir de la elección de mañana en el Parlamento Alemán del Bundespräsident, el presidente del país, que si Gauck o Wulff (vale, no bostecen), los mensajes que he recibido hoy me hacen cambiar de planes e irme por derroteros más divertidos. Y como a veces reflexiono sobre la repercusión de este blog, sobre todo en mí misma, que hace que me ría yo sola montones de veces, al escribirlo y al recibir comentarios, bienvenidas sean todas las risas que uno se pueda echar a lo largo del día, pues lágrimas me cuesta también a veces, por si no se nota... Pero me quedo con las risas, y el impacto, y lo digo con toda mi modestia. Entre la amiga que se atrevió con la receta del bizcocho de limón y a la que le gustó mucho (qué genial endulzarle a alguien un domingo), y los que, ejem, no se han podido contener los comentarios respecto a mis recién estrenadas uñas. Una de mis más fieles lectoras me pide hasta una foto (será que no se lo cree; vale, en privado, pues anuncio que solo colgaré fotos el día que me las ponga de vampiresa).

Otro momento satisfactorio es cuando unos cuantos que viven aquí me mandan todo tipo de artículos o links sobre noticias que leen sobre las estadísticas, que no engañan y dicen que ser mujer y tener hijos en Alemania es condenarte al ostracismo laboral. En esos momentos me digo que si al menos conciencio a un par de personas, seguiré soltando todo mi cabreo en estas páginas, por mucho que yo a veces me aburro de oírme a mí misma quejándome de lo mismo.

Pero hoy me ha llegado un link, gracias Pablo, recordándome que a Joachim Löw, el seleccionador alemán, le pillaron el otro día comiéndose los mocos en pleno partido. Digo "recordándome" porque lo vi ayer, no las imágenes, que he visto hoy gracias al enlace, pero sí la noticia. Mi entrada de blog y mis comentarios sobre Joachim Löw han causado mella en la sociedad, veo, pues ahora todo el que ve algo de nuestro atractivísimo (repito) entrenador, se acuerda de mí, y eso está muy bien. Confieso que hubiese preferido no ver las imágenes, aún así gracias Pablo, repito, ya que llevo toda la mañana riéndome a carcajadas, y eso es mucho. Además, vuelvo a leer la frase del correo que incluye el enlace: "Te mando un enlace que probablemente te interese", y me vuelvo a reír a carcajadas.

Genial, genial. Y yo que, en uno de los ataques que me dan de vez en cuando, estuve el otro día a punto de mandar este blog a la porra... Entonces no me estaría riendo tanto hoy, qué lástima. Pero todos somos humanos, hasta Joachim Löw; otros se muerden las uñas, y hasta los más antipáticos tienen su lado amable en un aseo de señoras en un estadio de fútbol. Qué humana es esa presidenta lavándose las manos y con el rímel corrido de la emoción de ver al Atleti ganar la Uefa. Qué humanos somos todos en nuestros momentos de tensión, de nervios, de malestar. Pero la risa, que no nos quiten la risa.

lunes, 28 de junio de 2010

Ponerse de uñas

A partir de ahora me puedo poner de uñas, pues hoy tengo. Dejo una pausa aquí para que se rían los que me conocen, ... .... ...., pues no se creerán lo de que tengo uñas, pues si por algo me caracterizo (-aba, mejor dicho), es por no tenerlas. Me las he mordido toda mi vida, desde que tengo uso de razón o probablemente sin él, como en la actualidad. Pues bien, hace una semana, al pasar por un centro de cosmética, sin pensármelo, sin haberlo planeado, pues yo soy así, entré, les enseñé mis manos, y me dieron una cita para hoy, pues era absolutamente necesario. Y yo no le enseño a nadie mis manos voluntariamente, pues llevo toda la vida escondiéndolas, y hay gente que ha tardado años en darse cuenta de que me las muerdo.

Ha habido intentos de dejarlo, pero nunca he sido capaz de superar una (corta) temporada. Incluso mi hija pequeña, que se las empezó a morder a los 3 años, con una cordura que no he tenido yo dejó de hacerlo a los 5, y me soltó: "ahora te las vas a morder tú solita", y desde entonces, durante dos años, ha sido la policía que me da manotazos cuando me ve, incluso a veces de soslayo, sentadas a la mesa, sin mirarme, haciendo reír a todos, con su tesón de no dejarme por imposible. Así que hoy no se lo cree, ni yo tampoco, y me sigue dando manotazos cuando me las miro, para prevenir...

Hoy he pasado mucha vergüenza al poner mis manos sobre la mesa, y, al buscar la que me las ha arreglado las postizas del tamaño adecuado, se ha reído, pues eran más bien dignas de un niño. Y tras una hora y media de pegar, limar, pulir, y rellenar con gel, he salido con uñas que parecen un apósito, un cuerpo extraño que no me pertece, y llevo todo el día con nuevas sensaciones: rascarse no es lo mismo (tendré que tener cuidado de no hacerme heridas), mismo sacar dinero del monedero (qué elegancia, Jesús), e incluso conducir. Y no hablemos de teclear estas líneas... El teclado parece otra cosa.

Así que hoy empieza una nueva vida, una con uñas. La batalla no está ganada, pues los vicios no se pierden fácilmente, y menos a los 41 años, y como me dijo la guasona de mi hija mayor cuando le conté hace una semana lo de la cita: "sólo falta que ahora te comas las postizas". No, eso no, pues se trata de una cierta autodestrucción, y tiene que ser lo real y no lo irreal lo que uno se carga. Lo difícil será cuando no necesite las postizas pues las mías hayan crecido, el respetar las verdaderas otra vez. Pero hasta entonces falta mucho. Y de momento me quito la tara de la que habla mi madre toda la vida al verme las manos, y declarar: "mi hija está tarada". Ojalá se pudiera hacer con todo: un pulido por aquí, un limado por allá, y listo. Y ahora espero silencio, y que no me mire todo el mundo que me conoce las manos nada más verme, o si no publicaré en internet que me las he puesto con brillantitos, o con dibujitos, modelo vampiresa.

sábado, 26 de junio de 2010

"Cuarenta y"

Hace unas cuantas semanas vi la segunda parte de "Sexo en Nueva York", y me decepcionó bastante. No es que la primera fuera maravillosa, pero iba más en la línea de la serie, que me gustó mucho. Pero la continuación es más de lo mismo y menos de lo de siempre. Tiene la misma chispa en algunas escenas, pero en otras se les va la olla a los productores. Por muy fashion que sea una mujer, no me imagino que se pueda caminar por el desierto con taconazos imposibles. Y mi amiga y yo, al ver tanto pecho cuarentón y cincuentón enlatado en vestidos de jovenzuelas, y piernas dignas de vestidos más largos de los lucidos, nos sentimos naturales y de acorde a nuestros "cuarenta y". Quizá deberíamos estar en casa con los taconazos que lucen en la serie como calzado "todo trote", tan prácticos para la vida diaria. Y además pensé que ya quisiera tener media humanidad los problemas de las protagonistas.

Pero cada cual que apechugue con los suyos (hablando de pechugas), que yo no juzgo los problemas de nadie, y me tomo muy en serio todos, sobre todos los míos, a los que doy una tregua el día de doy y aprovecho la ocasión que se me brinda para conseguir algo contante y sonante, pero no unos "Manolos", una joya, o algún modelito estridente, pues ésa no sería yo, aunque con los "cuarenta y" se atreve una de repente con todo. Más apropiado me parece "internet para llevar", es decir, un portátil de esos minis, que caben en cualquier bolso, y que ya tengo instalado y listo para llevar en mis inminentes vacaciones. Porque sin zapatos de precio de infarto puedo vivir, sin botox, sin operaciones de estética, o modas que me hagan pensar que soy más joven de lo que soy, pero sin ordenador... imposible. Y encima respiro porque cuando me falle éste, tendré el otro, y además sé que durante las vacaciones estaré menos desconectada. No es que no pueda estarlo, pero es que me niego a estarlo. Así que me cae un aparatito más, y un año más. Yo que pensé justo hace un año que en el día de hoy iba a ser más sabia, más cuerda, más visionaria; pero sigo igual, tiene narices, hay cosas que no tienen solución, mismo yo misma, y sin embargo lo importante es que sigo siendo yo, un año más, pues cada vez estoy más contenta de ello. La medianoche me ha pillado de rebote en otra fiesta, y a las doce y cinco, brindando con cava, ha sonado "Wish you were here", mi canción favorita. Qué cosas, y yo con "cuarenta y ...".

viernes, 25 de junio de 2010

Los votos que importarían

Estoy cabreada. No puedo votar en el referéndum del 18 julio, y eso que tengo dos hijas en edad escolar, y estoy empadronada aquí desde hace 20 años. Pero no soy alemana. Entiendo que no pueda votar en las elecciones legislativas, ¿pero en un referéndum del estado de Hamburgo en el que se decide o la continuación del sistema escolar actual, o el cambio a 6 años en vez de los 4 de ahora en primaria?

Me parecía raro no haber recibido los papeles para votar, pero como faltaba un mes, no me había alarmado. Pero en el periódico lo pone bien clarito: se necesita la "deutsche Staatsburgerschaft", la 'nacionalidad alemana', así que no voto. Eso significa que una abuela de 80 años puede votar, que los que no tienen hijos pueden votar, que cantidad de gente a la que no le incumbe el cambio pueden votar, pero todos los extranjeros que tenemos hijos en el colegio aquí no podemos votar, y somos muchos (el periódico habla de más de 200.000 votos). Esto me da otra perspectiva en cuanto al resultado, que yo ya no tomaré en serio, pues no es real, ya que muchos de los que no pueden votar, inmigrantes, estarían a favor de la prolongación de la escuela primaria, para darles a sus hijos un tiempo que a lo mejor hace que puedan ir al instituto, porque si no la criba es a los 10 años. Y sí, es el derecho electoral hamburgués el que dicta sentencia, pero me parece injusto que yo, que probablemente he sido la única en toda mi zona en no firmar para que este referéndum tenga lugar pues los cambios me parecen necesarios, no pueda dar mi voto a favor de la reforma. Y ahora caigo en otro aspecto interesante: a la hora de recoger firmas, no le hicieron ascos a nadie, ni a los extranjeros, y podía firmar todo el mundo. "Firme aquí para el referéndum pero luego no vote" (lo último no lo dijeron, claro). Qué sentido tiene esto. Seguiré cabreada, y más si encima no cambia nada, como me temo que será el caso. Pero por otra parte, no sé ni por qué me cabreo, pues nada de lo que a mí me incumbe personalmente va a cambiar, salga el resultado que sea: seguiremos con un sistema lento lento en primaria, que aburre a cualquier crío, y los niños seguirán saliendo a la una. Y las (pocas) que pedimos otra cosa, somos unas malas madres, que les queremos robar a los niños su infancia. Pero lo que está sobre la mesa es la "calidad" de la enseñaza, y el "dejemos todo como está porque no conocemos otra cosa".

Por suerte no soy la única cabreada con que nos excluyan a más de 200.000 en una ciudad de 1.800.000 habitantes (quiten de esta cifra a los menores de 18 años, y es evidente que los 200.000 votos importarían), y ahora leo que un grupo de enfadados como yo ha organizado un voto simbólico el 3 de julio en la plaza del Ayuntamiento, y yo iré, vaya si iré, aunque no sirva para nada mi voto. Pero esto es una democracia, ¿no?

jueves, 24 de junio de 2010

Placeres veraniegos

Tras un invierno crudo crudísimo, una primavera fría y deslucida, el verano ha comenzado como un verano en toda regla. Llevamos una semana de sol impresionante, y desde ayer hasta con temperaturas veraniegas. Y el verano por fin se siente como verano, no sólo en el calendario, sino en cuanto a que por fin necesitamos ropa de verano (otro placer: abajo los abrigos, las bufandas, los jerseys, ir vestidos en capas como cebollas, ... pero no las botas, me encantan las botas, y los que han inventado las botas de verano -que no poseo- han tenido una gran idea, aunque sólo sea por la estética, no por su sentido absurdo en esta época del año). Las barbacoas se harán con su merecido clima y no congelados haciendo que es verano, como hicimos nosotros en mayo con la única que nos hemos atrevido a hacer hasta ahora. Y mientras corría antes, uno de mis placeres no sólo estivales, pensaba en eso que se dice de que los mejores placeres son los gratuitos. Correr es gratis, tomar el sol es gratis, pasear es gratis, hablar con tus amigos también, estar con la gente que quieres. Pero el verano es mi estación y en la que alcanzo la temperatura que necesito, y ayer volví a sentir el sol sobre mi (blanquísima) piel y a pensar en lo maravillosa que es la temporada estival. Estos días miro al cielo por las noches, pues a las 11 todavía se vez luz del día por lo extremadamente al norte que está Hamburgo y a las tres y media de la mañana amanece, y estos días de junio son los más largos del año, lo cual compensa (algo, no exageremos) por los cortísimos días en invierno. Y miro el cielo y pretendo agarrar el instante de tanta diurnidad, de estas noches en apariencia serenas. Junio es mi mes, y ya se va acabando. Pero el verano acaba de empezar (aunque en Hamburgo nunca se sabe lo que dura o si lo hay), y las vacaciones se acercan a pasos agigantados para cerrar un ciclo antes de comenzar otro.

No me quiero poner poética ni meditabunda, así que volvamos a los placeres prácticos para la vida diaria, y antes pensé también en uno que no es gratis, pero bien baratito aquí en Alemania: una bola de helado por 80 céntimos, o como mucho 90 (algunos descarados, los menos, piden un euro). Aquí hay heladerías que no cierran en todo el año, pero algunas abren de febrero/marzo a octubre/noviembre proporcionándonos nuestro pan de cada día en verano: el helado. Yo, que soy poco golosa, admito que es una de mis debilidades y durante mi primer embarazo, me comía uno diario a la hora de la comida en el trabajo en un puesto de helados que sigue estando en una esquina del Alster en el centro de Hamburgo. Y creo que algún kilillo de más que me quedó fue por ello. Pero en cuanto al precio, por un control escrito o no escrito, el precio de la bola de helado es sagrado, y los que pidan más del estipulado en la temporada, pasan a ser unos careros. Este año seguimos a 80 ct, y rara vez das con un helado que no esté bueno. Todos tenemos nuestra heladería favorita, aunque no hacemos ascos a las otras. El heladero de la esquina, cerca de mi casa, se llama Tom, y sonríe como nadie a los críos que se acercan y le dicen "Hola Tom", y le piden una o dos bolas con los consabidos anises que tanto les gustan aquí a los niños (ahora los hay con los colores de la bandera alemana... qué saturación de negro, rojo y amarillo, encima ahora con Alemania clasificada). Yo he tomado helados de mojito, de crème brulée, y de sabores de lo más deliciosos. Mis visitantes españoles se maravillan cuando invitan a helado y dicen "huy, qué barato", y entienden que yo diga que dejé de comer hace tiempo helado en España, salvo en una heladería del centro de Madrid que lo tiene muy bueno, pero cuyas bolas rácanas y caras me hacen no volver. Y aquí algunos se quejan de que han subido mucho los helados, pues recuerdan cuando costaban mucho menos. Con lo baratitos que son. Así que con 80 ct en el bolsillo se puede hacer mucho, y el pronóstico del tiempo es de sol para los próximos 14 días, ¡y gratis!!!!

miércoles, 23 de junio de 2010

Mi sombra y la de la ciénaga

Hay momentos en los que como se dice en alemán tengo que saltar sobre mi propia sombra (über den eigenen Schatten springen), para que mis hijas no se sientan como marcianitos, que bastante tienen ya con tener una madre rara para la media de aquí. Pero empecemos por el comienzo de los tiempos, como dice Manolito Gafotas.

Toda esta semana mi hija pequeña está realizando un viaje de fin de curso, y digo toda la semana, porque es como el día de la marmota: se despierta cada día en su cama, y cada día va con toda la clase con el mismo autobús (del servicio municipal, nada de autocares, que aquí nos lo curramos todo), a un albergue juvenil donde pasan toda la mañana, regresando al cole a eso de las cuatro de la tarde (ahora explico lo de "a eso"), para tener la sensación de que viajan siendo monotemáticos. Entiendo que con niños de primero las profesoras no quieran estar cuatro noches fuera, pero podrían plantear las excursiones de otra manera: hoy al zoo, otro día al museo, otro al bosque, y no volver al mismo sitio cada día, y a la misma ciénaga.

Y con esto acabo de mencionar mi preocupación, pues tuve "el placer" de acompañar el lunes a la clase de mi hija con otra madre más y las profes, que aquí a la primera de turno piden ayuda. Las otras clases de primero llevaban a su madres correspondientes (lo que a 5 días hace a 30 madres ociosas que sacrificamos parte de nuestro día por motivos diferentes: las otras por el placer de no perder al crío de vista ni un instante, y el mío mi hija, y no el cole, y que no se sienta mal porque su madre no se deja ver el pelo nunca). Y ésta es la primera vez que salto sobre mi sombra esta semana.

Pues estando por allí yo, aburrida, aburridísima, pues los niños jugaban a su libre albedrío (y menos mal, pues me temía programación a la alemana con cada segundo del día planificado), me puse malísima al ver a los niños metiéndose en una especie de pilón, pues no se puede llamar ni piscina, ni lago, ... lleno de plantas, moho, juncos, cieno, y bichos. Y los niños todos en ropa interior metiéndose con redes sacando renacuajos para luego observarlos. Mi hija ese día no se arrimó, pues el agua le pareció demasiado asquerosita (o a lo mejor mi presencia le hizo que se lo pareciera). Pero ayer volvió reclamando llevarse hoy el bañador (pues en bragas no se mete, no le parece propio, dice - otro ramalazo español), y a regañadientes se lo he dado. En mi opinión hace fresco para eso, pero no es eso, claro, sino que aquí, tan "biológicos" como son, se meten en todas partes, y la españolita melindrosa no. Así que hoy al despedir a mi hija a la puerta del cole, le he dicho que prefiero que no se meta, pero que es porque está nublado, que no quiero que se constipe (qué falsas somos las madres a veces). Pero si no se mete hoy, lo hará mañana, pues estamos a medio camino de este viaje que en mi opinión aburre a cualquiera. Yo volví de la excursión con los biorritmos por los suelos, por oír además de las otras 5 madres que qué placer estar toda la mañana observando lo bien que se lo pasan nuestros hijos, otra quejándose de que les tenían que dejar nadar "ahí" dentro, en esa inmundicia, y no solo meterse a caminar, y coger renacuajos (bonita palabra en alemán además, Kaulquappe, que tengo que practicar, pues no me salía el otro día), además de que todos los críos me los enseñaban: "mira, y éste ya es casi rana". Lecciones de biología.

Y lecciones de precisión. A las 10 en punto desayuno, con reparto de tareas (los niños matan además por hacer algo para la clase), a las 12 en punto comida del mediodía, a la una y media café y galletas (el café para las madres, los niños beben té de frutas o agua mineral con gas). Y el regreso cronometrado. Las tres clases se turnan, saliendo de manera escalonada alternando cada día de la semana, para que no haya injusticias y unos niños difruten menos que otros del idilio, y para confusión de las madres a la hora de recogerlos en la parada de autobús. Y lo de "a eso de las cuatro" es como sigue: el lunes a las 15.52, el martes a las 16.12, el miércoles a las 15.32, el jueves a las 15.52 y el viernes también a las 15.52. Justo lo que necesita mi mente con el caos que le caracteriza. Y créanme, los autobuses alemanes llegan a esa hora, al minuto, pues aquí se respetan todos los horarios, menos los míos.

domingo, 20 de junio de 2010

Nada nuevo en el arte

De Frida Kahlo se ha dicho tanto y su obra es tan conocida, que incluso sin haberla visto nunca, uno ya sabe lo que se va a encontrar. Esto es lo que me pasó a mí ayer al ver la restrosprectiva de su obra en el Martin-Gropius-Bau, en Berlín. Por amor al arte estuve hora y media en la cola, y eso que tenía una entrada "medio vip" que me ahorró la cola de fuera, de otra hora y media mínimo. Pero si Frida Kahlo puede ir de México a Berlín salvando un océano, yo puedo ir de Hamburgo a Berlín sin pestañear, en una hora veinte minutos de trayecto en el tren de alta velocidad y con una oferta de billete de tren junto con el de la exposición todo en un mismo día, y encima ahorrándome la primera cola.

Y sí, nada nuevo: la ceja y el bigote con el que se pinta, los colores tan típicos, los trajes tan mexicanos con los que vestía, su dolor físico y anímico. Un icono en el arte, y como mujer. No hay nada nuevo que se pueda decir ni expresar con una restrospectiva quizá demasiado enlatada en los clichés, ya que Frida Kahlo es un personaje tan definido que queda poco margen a nuevas interpretaciones, y dado que sus cuadros y estilo son de sobra conocidos como para esperar sorpresas, eso es justo lo que me fastidió de la exposición: la tan detallada explicación de cada cuadro, que si pintó esto y lo otro cuando tuvo un lío con éste o con aquella, explicando cada símbolo del cuadro. Es triste ser un icono, pienso, que todos tengan una imagen tan clara de tu vida y de cada pincelada, como por ejemplo un cuadro con sandías, en el que explicaban que eran Frida Kahlo y Ribera. Y tanta explicación sobre el Yin y el Yan que si el sol y la luna y el universo, que leí de carrerilla pues no me interesaban, pues mi fantasía no da para tanto. Yo quería ver los cuadros, sin tanto análisis.

Y traté de hacerlo. Me esperaba ver a una mujer desgarrada por el dolor, y me sorprendió leer que sólo pintó un cuadro haciendo referencia al terrible accidente de autobús que sufrió a los 18 años, y ver ese cuadro, con ella en el suelo, atravesada por el hierro, el autobús con la gente, y ese cuadro era uno de los grabados sin el colorido de su obra en general. Pensándolo bien, Frida Kahlo no retrató su época, y no veo por ninguna parte el retrato de la sociedad del que hablan los resabiados críticos de arte. La mayor parte de su obra son autorretratos, y su biografía sería carnaza para la prensa del corazón de hoy día: el accidente, su matrimonio con Ribera, divorcio, amantes hombres y mujeres, una segunda boda con Ribera, los amoríos de él y ella, ella incluso con Trotsky. Vida novelesca, o de película de Hollywood, que también las hay.

Y sin embargo me sorprendió ver a una mujer altiva, y menos dolorida de lo que me esperaba, creando ella misma ese mito, esa ceja, y ese bigote, de los que hizo su imagen. De las fotos que acompañaban a los cuadros, me impactó la foto en la que ella misma pinta su corsé en escayola como máscara mortuoria, hasta con la hoz y martillo comunistas. Y las fotos realizadas por el húngaro que fue su amante, y otras de una fotógrafa que incluso la fotografió muerta.

En cualquier caso mereció la pena ver en vivo y en directo 140 obras de esta pintora de la que no hay mucho que decir, y acabar molida tras caminar y caminar, sola y en Berlín. Siempre Berlín.

viernes, 18 de junio de 2010

España

No estoy animando a la selección, pues si no animaría con signos de admiración el título de esta entrada, y además, después del primer partido en el Mundial, debemos correr un tupido velo. Simplemente lanzo el tema de España como propuesta para el día de hoy. Si tuvieran que hacer una presentación sobre España y hacer un póster con lo fundamental, ¿qué pondrían?

En la clase de conocimiento del medio en cuarto de primaria empiezan con Hamburgo, luego vienen los Bundesländer (los Estados Federales alemanes), y luego Europa. Como aquí todos se especializan en algo, mi hija es experta en Baja Sajonia, y en España... Al repartir los países europeos, ella podía hablar de varios, pero tiró España, y creo que le era cuestión de honor. No podía coger otro. Y estaba claro que esta vez me tocaba a mí pringar..., con lo que me gusta escaquearme de todas las tareas del cole, pues en contra de las otras madres no digo que "tenemos que hacer los deberes" sino que "tienen que hacer los deberes". Pero es que era España, y el honor pica, qué le vamos a hacer, no sea que lo hiciera mal y encima dijeran "y eso que su madre es española". Y lo preparó junto con una niña de melena rubia, larga y lisa, que podría ser la típica turista de las islas de las que quiso hablar, pues es lo único que conoce, dejándole a mi hija la península enterita, y eso que la mía tampoco tiene mucha pinta de española, qué le vamos a hacer. Le hubiera pegado mejor la presentación sobre Holanda.

Y como esto es Alemania, y no nos pilla el toro, prepararon hace semanas el trabajo que presentaron ayer en clase. Digamos que si le hubiese tocado Lituania, yo no hubiese sabido qué elegir como la quinta esencia del país. Pero poner a España resumida en una cartulina me pareció hasta fácil. Los paisajes: el norte, y el sur, tan distintos, incluso los volcanes de Lanzarote, el litoral tan espectacular de la Costa Brava; monumentos que resumen nuestra historia: la Alhambra, el teatro romano de Mérida, Toledo como símbolo de las tres religiones en su convivencia en paz, la Barcelona de Gaudí, la catedral de Santiago de Compostela; algo de pintura: Las Meninas, el Guernica (arte clásico y arte moderno); y algo de gastronomía... una paellita. Todo esto ilustrado en fotos a color, sin texto, pues las imágenes hablan solas.

Pero mi hija dijo que faltaba algo de Madrid, y le expliqué que no hay ningún monumento en Madrid conocido en el extranjero. Y me dijo que La Cibeles, y me plantó en la esquina inferior de la cartulina una foto tan grande de La Cibeles que hace palidecer a la misma Alhambra. Que conste que ni es del Madrid, ni de ningún equipo, pero se ve que tira la sangre que corre por las venas, por mucha Alhambra o Camino de Santiago que haya en España.

Y para redondear el trabajo me pidió un favor al que incluso una madre dura durísima no se puede resistir: hacerle una tortilla de patatas para la presentación. Así que la madre se levantó ayer antes de lo normal (y lo normal es muy pronto en este país), para hacer una tortilla de patatas bien hermosota para compartir entre 30 niños y dos profesoras. No quedó ni un trozo, y volvió feliz, diciendo que pudo contar sobre España sin utilizar casi los papeles que llevaba para leer, y que con esas fotos, sólo con comentarlas, le salía todo. Y la tortillita, que lo sé yo. Así que eso es España, y mucho más, olé. Nos hemos olvidado de muchas cosas, pero es que todo no cabía en la cartulina. Y pata negra tampoco iba a dar para la clase.

jueves, 17 de junio de 2010

Aturdida

Estoy totalmente aturdida. La situación de España me desconcierta. Entre que llevo un par de meses leyendo titulares en Alemania de que España podría ser la próxima Grecia, entre los artículos aparecidos en la prensa alemana esta semana, de los que unos dicen que son bulos, y otros que no. Entre Merkel que dice que España no necesita ayuda (lo sabrá ella), pero que "si la necesitara", que para eso están los fondos europeos. Entre que el gobierno negó durante demasiado tiempo la crisis. Entre los palos de ciego que dan, como ejemplo el absurdo cheque-bebé, que ahora pongo y ahora quito. Entre la reforma laboral aprobada ayer, según la cual el gobierno participará en las indemnizaciones de los despidos, para las que me pregunto de dónde van a sacar el dinero: hago más fácil el despido pues de lo que se trata es de afianzar el euro, ¿no?, pero el empresario despide y todos pagan la indemnización. Entre la huelga general que se avecina, y que yo no sé si servirá de algo, entre la que se ha montado por el recorte al salario de los funcionarios, que antes no se quejaban de nada ante injusticias parecidas y ahora se quejan de todo. Entre la cifra escandalosa de parados en España. Entre que durante años esa riqueza basada ¿en qué?, ¿en trabajos precarios?, no ha creado en muchas áreas trabajos de calidad. Entre los de antes, que dieron paso al enriquecimiento de los especuladores, políticos de ayuntamientos en la costa, y que no previeron la que se avecinaba ¿o sí?, y los de ahora, que lo están haciendo fatal.

Será mi aturdimiento personal, del que no salgo de todas formas. Antes me han llamado cariñosamente "meloncilla de Carabanchel" y me lo tomo como un halago. A lo mejor es eso. Cómo tampoco nunca he entendido por qué en España se venden los huevos en docenas, y en Alemania de 10 en 10. Hoy me lo he vuelto a preguntar (como durante 20 años), al prepararme la clase de hoy y ver la foto en el método de español con los 12 huevos y la pregunta: "¿Me da una docena de huevos?", intraducible al alemán, pues aquí no hay docenas de huevos. A ver qué les digo hoy a mis alumnos. Como todo está en internet, he metido en Google "Warum Eier in 10" ('por qué huevos en 10') y me ha salido una respuesta: "El ciudadano moderno centroeuropeo se ha adaptado al sistema decimal; el sistema antiguo en docenas se ha quedado anticuado". Pero como aunque no vendan docenas, en Alemania es posible comprar medias docenas explican que es porque sería más complicado vender las "medias decenas", o sea de cinco en cinco, que ese envase no está inventado, que quedaría cojo con uno de más, o de menos. Y consuelan a los que quieran una docena que compren dos medias. Vaya, no se me hubiera ocurrido... me encantan los problemas que tienen algunos, y la fácil solución. Y como es un foro de discusión en Internet, uno dice que es porque en las neveras sólo hay sitio para 10 huevos. Mentira: en el mío caben 14!, o sea que ni decenas, ni docenas, ¿a qué me voy a Estrasburgo a reclamar la venta de 14 en 14? O sea que estas respuestas me sirven tan poco como las respuestas del gobierno a la crisis. Así no voy a salir de mi aturdimiento en la vida, con tan poca lógica como hay en el mundo. Y esto es sólo lo de fuera. Para lo de dentro no hay arreglo.

miércoles, 16 de junio de 2010

El fútbol es cultura

Tengo que dejarlo claro: en realidad no me gusta el fútbol. Me refiero al juego, a la técnica, al deporte en sí. Me gusta todo lo de alrededor, las camisetas, los jugadores, los fans, los cotilleos de ese mundillo. Digamos que me gusta estar informada como si de cultura general se tratara.

Si digo esto es porque varios amigos míos (hombres) me han dicho estos días que parezco siempre muy puesta en temas futbolísticos y que no se creen que no me guste: entre el entrenador "que está tan bueno" (eso me dijo un amigo el otro día, que dije eso... hombre, no lo dije así...), la final de la UEFA, y la de veces que escribo en este blog de ello, que no lo parece. Pues bien, reitero: me gusta mucho Joachim Löw, y encima es simpático, elegante, y tiene éxito: un tipo estilo Quique Flores, otro que me cae muy bien. Pero no me pregunten cómo ha jugado uno u otro equipo, de su técnica, qué jugadores tienen. De los urguguayos me gustan Forlán y en la selección paraguaya he visto que hay muy buen "panorama". Y podría seguir...

Lo que me gusta es la cultura del fútbol, lo que se aprende. Por ejemplo he guardado para estas semanas la hojita que venía dentro de mi revista favorita de mujeres, Brigitte, para esta semanas de Mundial y resumo las noticias. Aparte del calendario de juego, que consulto para estar al día, recomiendan páginas web para practicar las canciones del mundial, dan enlaces de blogs escritos por mujeres sobre fútbol, hacen recomendaciones de moda para las fans, de cómo nos podemos vestir las chicas con los colores de nuestros equipos pero yendo de calle, no vestidas con todo el equipo. Además viene una foto de Roque Santa Cruz que deja poco que decir, ejem; Bobbi Brown propone un maquillaje (de calle, nada de banderitas, que la revista tiene nivel) con los colores de Alemania, ejercicios de yoga para estar preparados(-as?) para la final. Y en la página final, donde escriben de la misma, dan un menú de barbacoa, para ese día, y lanzan la pregunta: "¿Cómo consigue mi marido un torso como Ronaldo?" (con abdominales, chicos, nada nuevo), y sacan a Cristiano Ronaldo con la publicidad para la ropa interior de Armani que salió justo ayer, el día de su primer partido en el Mundial, por supuesto que no es coincidencia. Ah, y la camisa blanca de Löw que le queda tan bien es de Strenesse y cuesta 150 €.

Y noticias hay todos los días: ayer un jugador inglés dijo que los alemanes juegan con ventaja por llevar ya meses jugando con el balón del mundial, que para los otros jugadores es nuevo. Además vi en las noticias que los alemanes andan investigando cómo hacer que las vuvuzelas sean más silenciosas (y ya saben lo que es la ingenieria alemana, en estas cuatro semanas resolverán el problema), y hoy Nivea regala en su centro de belleza del centro de Hamburgo camisetas de la selección alemana con la inscripción a la espalda "Jogis 11 Co-Trainer", 'co-entrenador de los 11 de Jogi' (diminutivo del nombre del entrenador). Y unos estudiantes de Münster han hecho una versión futbolística de la canción de Lena "Satellite", ganadora en Eurovisión, que es la monda.

Pero no, no me gusta el fútbol, y sin embargo he mandado a mi hija pequeña al cole con "la roja" puesta, para dejar claras las posiciones, y veremos el partido las tres chicas de la casa ... claro que lo veremos; son las ventajas de un país que te lanza a casa a los niños a la una y con madres que están en la misma para aportarles la cultura que les de la gana, futbolística o no.

Y hoy no iba a escribir de fútbol, que conste.

martes, 15 de junio de 2010

Derechos de autor

¿Son estas palabras que escribo sólo mías o en el momento que las lanzo al ciberespacio dejan de serlo? Cualquiera puede copiarlas, adaptarlas a su mensaje, incluso manipularlas y decir "María Elena ha dicho esto y esto" haciendo del mensaje otro distinto al mío e incluso perjudicándome. A mí no es que me importe, pues ni me gano la vida con esto (qué más quisiera), ni lo que escribo es tan trascendental para la humanidad. Pero lo que plasmo aquí son mis palabras, mi estilo, mi visión, y una parte de mí. Pero si pensamos bien, esto ocurre con cualquier trabajo, pues siempre se produce algo que deja de ser tuyo en cuanto lo entregas o porque trabajas en nombre de una empresa, o vendes algo, o asesoras en algo, o analizas un asunto. Y lo que es tuyo, tus palabras, tus ideas no son tuyas, sino que servirán al conjunto (y eso siendo muy optimistas, y más hoy día).

Pero hay momentos en los que duele que lo de uno deje de serlo. Imaginemos a una compositora de un rap, que con dos amigas compone uno, con su letra y música y en los recreos. La profesora de música, que las ve, entusiasmada les coge la hoja y les dice que se puede utilizar muy bien para la clase de música, y lo adapta, corta y recorta, cambia algo la letra, y para más inri, a las autoras las relega a segundo plano, pone al coro a cantar la canción, ella dirige, y las otras son meras figurantes, en un lado, con sus instrumentos. En ningún lado consta que ellas son las autoras, y en la actuación la profesora recibe los aplausos por "su" trabajo, llevado a cabo por los niños del coro, y sin que nadie sepa que la creatividad vino de esas tres niñas que tocan el violín, el piano y la batería y de cuyo trabajo ha quedado una versión adaptada al gusto de la profesora, a la que encima le ahorraron trabajo.

Esto le ha ocurrido a mi hija estos días, y con el sentido de la justicia que tiene (por no decir mala leche), le parece muy injusto, y hoy es la actuación, y la que se puede montar es buena. Incluso hoy se ha ido un cuarto de hora antes al colegio, para "aclarar" junto con otra profesora como mediadora de cara a la otra, que ella y las otras niñas no están de acuerdo con las formas, con que no quede claro que ellas son las autoras, y que la profesora haga como si el rap fuera suyo. Yo hubiese esperado a la actuación, a darle a la profesora la oportunidad de decirlo, y en el caso de que no dijera nada, protestar a posteriori. Pero en mi casa había dos opiniones, la de los nórdicos, y la latina, es decir, la mía, que somos más de esperar "a ver qué pasa y como se pase se va a enterar". Pero han ganado los nórdicos y acato. Justo no ha sido el asunto, y aunque la autoría del producto no es siempre lo más importante, sí que yo trato de sacar conclusiones prácticas para la vida diaria y para la educación de mis hijas: a) no hay que trabajar de más; ya le vengo diciendo que nadie se lo agradecerá, que el sobresaliente en música lo tenía sí o sí, y encima ahora con rabieta, y b) que listillos y aprovechados hay por todas partes, y al que no le haya pasado algo así en su vida que levante la mano.

Pero no somos siempre víctimas. Todos copiamos, plagiamos y hacemos nuestras las ideas de otros que nos gustan. Es como ahora el PP que dice que es el partido de los trabajadores. Me encanta. Es que Zapatero ha perdido los papeles, y alguien los tiene que coger.

lunes, 14 de junio de 2010

La fonética si importa

Podremos hablar un idioma de manera perfecta en cuanto a la gramática, al léxico, pero si no pronunciamos bien, no nos entenderán. La fonética es la chispa, el alma y la música de una lengua, y por muy denostada que esté en el aprendizaje, es mucho más importante de lo que parece. Cómo si no, he evitado durante años decir las palabras schwül (cuando hace bochorno) y schwul (marica), habiendo yo utilizado esta última para decir que el día era muy bochornoso, pero diciendo lo otro, para divertimento de mis interlocutores. La diferencia entre u y ü cambia el significado de algunas palabras, de la misma manera que las vocales largas o cortas: Wal (ballena) - Wahl (elecciones), o Ball (pelota o baile), con la diferencia entre b y v que no tenemos nosotros.

Pero mi curso de ayer iba por otro derroteros. Pasarse un domingo en un curso de fonética no es algo que se haga todos los fines de semana ni mucho menos, pero mereció la pena. Una alemana experta en estos temas como profesora, y un grupo de profesores de idiomas extranjeros como alumnos: españoles, italianos, rusos, una danesa, e incluso alemanas a las que su lengua les pareció de repente extranjera, todos con un nivel muy alto de alemán, pero con necesidad de un último pulido, ése que nunca llega.

Sí, el alemán es fuerte, pues se basa en tres sonidos, la p, t, k, que son además plosivas. No se pronuncian como las nuestras, sino que hay que soltar aire. Tiene un ritmo, muy marcado, una melodía y la sensación de hablar en plan staccato, aspirando las vocales al comienzo de sílaba. Esto fue mi aprendizaje del día, tras 20 años hablando alemán y esos son los detalles que hacen que el alemán suene a alemán. Como la posición de la lengua hace que el inglés suene a inglés, y nuestro hablar sin casi abrir la boca hace que suene todo a una cadena rápida y sin interrupción.

Por supuesto que no pretendo dar una clase de fonética, sino de sensibilizar a los que aprenden idiomas extranjeros de que la fonética importa, tanto o más que la gramática, pues si no no se nos entiende, por mucha gramática que sepamos o bien que digamos todo. La fonética es el alma de una lengua. El español no sería español sin nuestro hablar rápido, encadenando una sílaba con otra (justo lo contrario a lo que hace el alemán), sin nuestra "r" (torturen a un alemán con la palabra "ferrocarril"), y "ano" no es lo mismo que "año": "Tiene 30 anos", dicen mis alumnos, y yo les explico que no puede ser... , y que una "cochina" no es una "cocina", por muy sucia que esté. Pero también acabamos con la conclusión (malísimos como somos los italianos y españoles) de que una lengua es también gesticular, sonreír, y no poner la misma cara digas lo que digas. Ayer practicábamos la frase en alemán "Könnten Sie mir bitte sagen, wo der Bahnhof ist?" (¿Me podría decir por favor dónde está la estación?", a lo que el italiano dijo que con decir "La stazione, per favore" en italiano basta, pero eso sí, que lo hacen con una sonrisa ...

domingo, 13 de junio de 2010

Atronadoras o silenciosas aportaciones de los mundiales

Al final va a tener razón aquel inglés que dijo aquello de que el fútbol es el juego de once contra once en el que siempre gana Alemania. La selección alemana ha sentenciado el partido muy rápido, lo cual les resarza quizá del sonido de las vuvuzelas, que tiene a los alemanes enfadados en los comedores de su casas. Tras el inicio del Mundial el viernes, los medios de comunicación alemanes han criticado el aturdimiento producido por estas trompetas de plástico: que si no se oye ni al comentador de televisión, que si parece un enjambre de abejas, y que es incluso perjudicial para la salud, y que si deberían prohibirlas.

La verdad es que prefiero los cánticos de los fans, que esta vez ni se oyen, y me imagino que para los jugadores no será agradable. ¿Pero quién conocía la palabra vuvuzela hace una semana? Será la aportación de este mundial al vocabulario global, de la misma manera que del último mundial quedaron los public viewings, para denominar las retransmisiones en pantalla grande en las calles, y en los que por cierto se han prohibido en Alemania las vuvuzelas, y si no ya se encargarán los vecinos de las zonas de estas retransmisiones en la calle de que así sea.

La mascota pasará sin pena ni glora, como nuestro Naranjito no aportó nada al mundo tras el 82. Pero el que ha quedado para la posteridad, al menos en mi familia es Goleo, el león mascota del Mundial en Alemania de hace cuatro años. Se me ocurrió comprárselo a mi sobrino en el aeropuerto, pero se lo agenció el hermano, que tiene ahora tres años. Mi sobrino Daniel ha hecho de Goleo, al que primero llamaba "eo, eo" su peluche favorito, ese muñeco sin el que no se puede dormir y que es imposible hasta lavar, teniendo ya un aspecto cochambroso, y a mí me hace gracia verle siempre con el bicho a cuestas, cuando en Alemania nadie se acuerda de él. Al ver a la mascota surafricana de este Mundial pensé en los niños que no se podrán dormir sin tenerla a su lado. Todo tiene su función en este mundo.

Hasta las vuvuzelas, quizá. 4-0, nada menos. Que no se quejen los alemanes, pues no les han traído mala suerte. La respuesta en los mismos medios que critican las vuvuzelas es que hay que aceptar las costumbres de otros países, y ahí les tocan la fibra sensible, no sea que les llamen intolerantes, y se oye como consuelo la expresión alemana "Andere Länder, andere Sitten", 'otros países, otras costumbres', con la que aclaran a veces de manera misericordiosa lo que no entienden de otros lugares.

Se han oído unos cuantos petardos de celebración del triunfo. La que me espera mañana, pues habrá más banderas (aún) ondeando en los coches y por todas partes. Esto acaba de empezar. Hasta Oliver Kahn, que de portero antipático se ha pasado a simpático comentador de los partidos, está entusiasmado con el juego de la selección que criticó hace un par de semanas. Y las vuvuzelas seguirán atronándonos, cuatro semanas más. Pero ni aunque ganase (atención al pretérito imperfecto de subjuntivo, es decir, un tiempo "irreal") Alemania se adoptarán esas trompetas en este país. De eso estoy segura.

sábado, 12 de junio de 2010

Las apariencias engañan

"Tu madre hace muy buenos pasteles". Con esta frase de una amiguita volvió mi hija el otro día del cole, tras haber ofrecido a la clase "el bizcocho". Digo "el" porque es el concreto y no uno entre varios, pues es el único que hago y sé hacer. Y todo gracias a J.K. Se trata de una amiga mía, a la que conocí en Bélgica. Anfitriona como nadie, con perfección tipo Bree van der Camp, de "Mujeres desesperadas", hacía todo ella mísma, desde los panecillos que ofrecía, a las mermeladas, todo. Y las conversaciones en sus fiestas giraban en torno a la mantelería tan blanca inmaculada, a la ensalada de lentejas al curry, cuya receta todas querían tener, a las maravillosas rosas de su jardín, para las que no hay mejor abono que los posos del café. Y cuando me ofrecía un té, y yo le decía que prefería café, aunque ella no lo bebiese, me decía con una sonrisa tan perfecta, como perfecta es ella, que me lo hacía encantada porque las rosas se alegrarían después. J.K. no invitaba a comer, sino a un "Ladies' Lunch", con invitaciones hechas por ella misma, con lazo y letra de caligrafía. Y como dato que no enturbia la perfección sino que la afianza, J.K. tiene cuatro hijas, una de ellas un bebé, y un sofá blanco inmaculado (los míos son marrón chocolate, ... para "prevenir" las manchas).

Pero era y es muy buena gente, y aunque no podíamos ser más diferentes, de alguna manera u otra congeniábamos bien, y en una de sus invitaciones a café (para las rosas), me ofreció "el" bizcocho. No soy golosa, pero me encantó, e hice lo que nunca he hecho con pastelitos: "¿Me puedes pasar la receta?", y conociéndola, pensé que me diría que no, que sería un secreto familiar de generaciones desde hace siglos. Pero no, se levantó y me la escribió de su puño y letra, y conservo la hoja como oro en paño, porque "el" bizcocho ha sido mi salvación en los últimos años. Odio hacer tartas, y para eso me encuentro en el peor país, pues aquí hay que saber hacerlas, y aunque hay gente a la que se lo deberían prohibir, por lo mal que les salen, las hacen igual, porque de lo que se trata es de tomar en los cumpleaños o fiestas tartas caseras, ya que comprarlas hechas está mal visto (una ley secreta). Y a mí siempre me han entrado sudores al llegar los cumpleaños de mis hijas y el papelón de llevar algo a la guardería o colegio. Hasta que J.K. me salvó la vida, y varias alemanas reposteras (o a lo mejor odia-tartas como yo) me han pedido la receta... ¡A mí!!!! Y en las clases de mi hijas se comenta que sé hacer muy bien pasteles. Bendita J.K. Lo malo es que cuando tengo que hacer dos en la misma semana, con invitados que comieron el bizcocho de limón ya un par de días antes, mis hijas me dicen: "Mamá, no puedes hacer lo mismo otra vez, ¿no sabes hacer otra cosa?", ... las muy cabritas.

Podría llevarme el secreto a la tumba, pero como a lo mejor salvo a otras/os de algún aprieto, aquí va la receta, para el que quiera hacerla y acordarse de mí, como yo me acuerdo siempre de J.K. y sus "Crunchy Lemon Squares", que yo he bautizado en ...

Bizcocho de limón:

200 g de mantequilla, 300 g de harina, 2 cucharaditas de levadura en polvo, 3 huevos, 200 g de azúcar glas, 60 cl de leche, la cáscara rallada y el zumo de dos limones ("bio" ... porque es receta de una alemana, y no puede haber pesticidas ;-) ).

Batir el azúcar glas con la mantequilla hasta que esté cremoso. Echar los huevos poco a poco hasta que la mezcla quede espumosa. Echar la leche, la harina y la levadura y la cáscara rallada de los limones, y mezclar todo bien.
Forrar una fuente de horno (rectangular o cuadrada) con papel para el horno, y echar dentro la mezcla y repartirla bien. Meter en el horno a 180°C (ventilación) en total 35 minutos, pero a los 20 minutos taparlo con papel aluminio.
Mientras tanto mezclar 100-150 g de azúcar con el zumo de los limones, y echar la mezcla encima del bizcocho nada más sacarlo del horno. Dejarlo enfriar y cortar en cuadraditos.

jueves, 10 de junio de 2010

Sin Feria del Libro

Qué ganas tengo de que se acabe la Feria del Libro de Madrid, como cada año. Parecerá que estando a más de 2.000 km de distancia no me debería atañer, pero sí. En las últimas 21 ediciones, sólo he tenido ocasión de ir dos veces, siendo la última hace dos años, por estar un fin de semana en Madrid por motivo de un concierto. Y volví a pasarme por allí y disfruté un montón. La Feria del Libro para mí es una de las cosas que echo de menos cada primavera, y durante las dos semanas que dura, sigo las noticias con pena de no poderme pasar. Recuerdo haber ido de niña montones de veces. Me encantan los libros, siento mucho respeto por todo lo escrito, y aunque por supuesto que es todo negocio (y qué no), el marco de la feria es incomparable, la sensación de la primavera, y en muchos casos ya calor del verano, el gentío ese tan madrileño y el no poder dar un paso entre tanta gente. Curioso como otros eventos de Madrid no los echo de menos, pero la Feria del Libro sí. Me encantaría pasarme, como cada año, es decir, como cada año que me la pierdo. En Hamburgo no hay feria del libro, y no será porque no se lea o no se compren libros. Las ferias del libro más grandes de Alemania son la de Leipzig, en la antigua Alemania Democrática, y en Frankfurt, esta última gigante, como todo lo que hacen seriamente los alemanes, y tiene lugar en octubre en el recinto ferial de Frankfurt. Pero es otra cosa: tan sólo abre al público dos días y el resto es para los profesionales del libro. Llevo también 20 años queriendo ir..., y cada año me digo que al próximo iré. Pero será porque no es al aire libre, será porque no es en Madrid, será porque es en otoño. Frankfurt no está mal, pero no es ninguna ciudad que me apasione. Es la ciudad de los bancos, no es casualidad que el Banco Central Europeo esté allí, la ciudad de la feria de coches más importante de Alemania, la IAA, y los coches aquí son tan importantes o más que los bancos, y desde luego que los libros. Y en Hamburgo no hay Feria del Libro, ni dentro ni fuera. Una lástima. Pero me imagino un día de lluvia con viento de los de aquí y los libros pingando en un momento.

Y un año tras otro llega junio, y la Feria, y cuando oigo las noticias antes, durante, y al terminar, me acuerdo de muchos meses de junio. Me gusta este mes. Además hoy es el 40 de mayo y el mal tiempo hace que no se pueda quitar uno el sayo en Madrid. Aquí no nos lo quitamos nunca, y ahora pienso en un equivalente para esa frase para explicársela a un alemán. Ni hay 40 de mayo, ni recogemos nunca la ropa de abrigo, ni se entiende el concepto en veranos sin garantía y encima sin derecho a devolución. Junio me encantaba de niña: se acababa el curso escolar, abrían las piscinas, comenzaba el verano (garantizado), y es el mes de mi cumpleaños, y encima con Feria del Libro. Aquí no se acaba el curso escolar en junio, salvo algún año cuando las vacaciones escalonadas alternantes en Alemania lo produzca, pero eso significará que a comienzos de agosto estemos en el cole otra vez; en junio están abiertas las piscinas al aire libre, pero fffffff, como si no; mi cumpleaños sigue teniendo lugar, eso sí, imparable...; y no hay Feria.

Pero el placer de leer no me lo quita nadie, aunque lo haga menos de lo que me gustaría y como tampoco soy tan aguafiestas, les deseo a todos los madrileños que se paseen por la Feria por mí, pero que no me lo cuenten después, que me muero de envidia.

miércoles, 9 de junio de 2010

Patriotismo por adelantado

Se estaba poniendo malo ya. Banderitas por aquí y por allá. En los coches, en las barandillas de los balcones, no una sino en algunos coches hasta cuatro, en algunos balcones más aún, y banderas tapando las rejas de los mismos. Hasta en el concesionario de coches hoy al pasar de camino al aeropuerto: "Venden los coches hasta con banderas puestas. No hay quien lo aguante". "Pero si no han hecho na' todavía!", "Si son malísimos además". Pero hoy se ha ido, a ver el mundial a otra parte, pues aquí hubiese sido insoportable para él. Llevamos viendo banderas desde hace una semana, aparte de todo lo que venden en los supermercados y droguerías, para equiparte para ver el mundial en tu casa con los colores de la bandera alemana.

La bandera alemana ha estado oculta, salvo en actos oficiales, durante décadas. Tras la II Guerra Mundial el país no quedó como para mostrar el patriotismo por ningún lado, y el Mundial de fútbol de hace cuatro años en Alemania sacó el orgullo de ser alemán como hasta entonces no lo había visto yo aquí. Además les hizo buen tiempo (ninguna garantía en los veranos alemanes, por mucho Mundial que organicen), y como el buen tiempo hace festivalero a cualquiera, hasta a los alemanes, esas semanas de verano del 2006 han pasado a la historia como el "Sommermärchen", el 'cuento de verano', en alusión a "Deutschland. Ein Wintermärchen", "Alemania. Un cuento de invierno", la obra satírica del poeta Heinrich Heine en el estilo de las Volkslieder en la que criticó a Alemania en una serie de capítulos en los que se va encontrando a personajes y alegorías de la historia alemana, y pasando por lugares simbólicos. Fue prohíbido nada más publicarlo en la Prusia de 1944. Y la antítesis, el Sommermärchen, es el fútbol, ¡qué si no!, que despertó a Alemania oficialmente a la alegría, la fiesta y a su bandera. Yo viví ese 'cuento de verano' en mi exilio belga, como Heine cuando escribió su serie de poemas con tono invernal de camino a Francia, donde habitaba.

Pero al vivir aquí otra vez, durante la Eurocopa hace dos años, me encontré con un despliegue de patriotismo de lo más natural, como si hubiese sido siempre así, y yo, con cada partido que iba ganando España, me ponía contentísima pero en silencio. Hasta que un día me devolvieron a mis hijas del colegio con la bandera de Alemania pintada en la cara y al clasificarse España para la final, y encima contra Alemania, las mandé yo al cole con la bandera española pintada en la cara. Con España habían topado, y eso que no soy ni muy patriota y con lo que me asustan las banderas, y mucho las de mi país. Pero todos tenemos nuestro punto en el que nos tocan las narices ... o nuestro patriotismo por muy escondido que esté.

Pero desde hoy mi padre puede respirar tranquilo, pues verá el Mundial con otros colores, y sin despliegue de banderas. A mí me espera un buen baño de rojo, negro y dorado, pero espero que el final de esta historia sea rojo, amarillo y rojo, y en silencio, que para ganar no hace falta meter bulla. Y aunque no me gusta nada cómo se pasa la masa celebrando los triunfos deportivos en los últimos años, peor aún es celebrar sin motivo. Y en eso tiene razón mi padre, que a observador no le gana nadie.

martes, 8 de junio de 2010

Despilfarremos

Hamburgo es un ejemplo de lo que se emplea el dinero en este país rico pero endeudado hasta arriba. Hamburgo construye su Elbphilharmonie desde hace un par de años, un edificio de prestigio que cierra un extremo de la HafenCity y que será la sala de conciertos de la Filarmónica de Hamburgo. No se necesita. Hamburgo tiene una opera, una sala de conciertos, y la construcción está suponiendo un escándalo tras otro para la ciudad. Desde el comienzo, los costes se han ido multiplicando, siendo ahora un 86% más de lo calculado en un comienzo, y ya vamos por 500 millones de euros... que podían haber sido invertidos en otras cosas más importantes (¿educación, por ejemplo?), y los ciudadanos nos tiramos de los pelos. Mientras tanto en esta ciudad rica cierran museos porque no hay dinero para mantenerlos, como se ha anunciado hace poco, de educación mejor no hablar en un sistema basado en el apoyo de las familias que van a hacer de manera voluntaria trabajos de jardinería o de mantenimiento de las instalaciones (yo misma he pintado columnas en el colegio el año pasado) y que suple la falta de personal (e interés) con voluntariados absurdos, y hay zonas de esta ciudad rica donde los niños van sin desayunar al colegio (esto confirmado por una amiga mía que es profesora y a la que un día se le ocurrió llevar pan de su casa, porque era imposible que los alumnos se concentrasen en clase e increíblemente dio en el clavo, en una de las ciudades más ricas de Europa).

Alemania anunció ayer recortes, porque el país está en la bancarrota. Y si aquí estamos así, imaginemos otros países de Europa. Cuando el canciller Gerhard Schröder introdujo su Agenda 2010 de recortes, fue criticado. Cuando la derecha llegó al poder, se siguieron con esas reformas e incluso se intensificaron. Pero seguimos en las mismas, y sin embargo salvemos bancos que han invertido donde no debían y empresas de prestigio que fueron mal gestionadas, pero dejemos que se hundan las familias, que se recorten los subsidios de los más pobres, y sigamos construyendo en Hamburgo la Filarmónica, calculemos el dinero que se ha tirado ya en la reforma escolar que no sabemos siquiera si tendrá lugar, por el referéndum que habrá en julio y que podría pararla porque muchos han juntado firmas bajo la premisa: "Si usted está a favor de un buen sistema escolar, firme aquí". ¿Pero es un buen sistema escolar el que a los 10 años hace ya una criba tan brutal entre los niños y en el que salen las diferencias económicas en muchos casos? Si hacemos una radiografía escolar en este país, un barrio acomodado tendrá más porcentaje de niños en el instituto que las zonas de trabajadores. Pero claro, siempre lo hemos hecho así. Los "listos" pierden por estar con los "torpes", dicen. Sí, ya vemos. Con este sistema perdemos todos, tarde o temprano.

Aquí el Kurzarbeit, jornadas reducidas para no echar a la gente, ha salvado por suerte muchos puestos de trabajo, pero los problemas de base siguen siendo los mismos: despilfarro en la seguridad social en algunas prestaciones, y recortes en otras que son necesarias. Pero el gobierno de Merkel no ha aprobado ayer hacer pagar más a los que más ganan. Mejor recortar por abajo, claro, es más fácil. Alemania tiene que ahorrar 80.000 millones de euros. Y la Filarmónica de Hamburgo es un ejemplo del despilfarro de un país que ha vivido demasiados años creyendo que se podía financiar todo, hasta lo innecesario, cueste lo que cueste.

lunes, 7 de junio de 2010

La madre que la parió

Ahora mismo hace siete años estaba de parto, y di a luz por segunda y última vez. Esta ocasión compensó a la primera, pues que me perdonen, pero aparte de que un parto es una malísima idea como actividad, no es lo mismo siempre. La primera fue una tortura de 18 horas, de contracciones que no terminaban nunca y como aquí nos gusta todo lo natural, lo de la epidural no es lo habitual. Te la ponen "si eso...", es decir, que se va viendo en el parto, y no como en otros países, donde desde el comienzo se apalabra que te la pongan. Yo a las once de la noche pedí a gritos (lo aseguro), que me la pusieran, pero ya era tarde, no sólo por las horas que eran sino porque asomaba algo la cabecita (o cabezota, en situación de parto), y dos horitas después salió la causante de la tortura, así que parí a pelo.

La segunda vez cambié de hospital, pues el primero no me gustó, y como suponía que no iba a ser tan horroroso como la primera y estaba convencida de que tenía que ser más breve, dije que no hacía falta la epidural, y fue cierto. Como tenía demasiado líquido amniótico, me indujeron el parto, abriéndome la bolsa en camilla, y me puse a parir, esta vez sentada, pues no me apetecía estar tumbada. La matrona, que estaba a mi servicio para hacerme feliz todo lo que pudiese, al verme así, me propuso hacerlo sentada en un taburete en forma de U, que hace que los niños salgan por efecto de la gravedad y en la posición como lo hacen las mujeres en África o las que no paren en un hospital tumbadas en una camilla, que es lo más cómodo para el personal, pero no para la víctima. Y sí, menuda diferencia: yo sentada y la matrona de rodillas en el suelo, sobre una colchoneta, que evitaría un chichón del recién nacido. Y porque no quise meterme en una bañera, lo cual me propusieron también en ese hospital tan moderno con bañera en el paritorio; pero eso me pareció demasiado para mi cuerpo en tales circunstancias, encima humedad, y no me apeteció. Todo esto fue por el seguro, nada privado, pues en Alemania, a las parturientas nos tratan muy bien (no la primera vez, que conste, pues por no quejarme más aún, me dejaron aparcada y atendieron a los casos "más urgentes", es decir, a las más quejicas, digo yo), pero en esta ocasión salí muy contenta de mi parto sentada, y que duró sólo tres horas. Como por suerte me quedé en dos partos, no he tenido ocasión de probar más técnicas, pero en mi próxima vida a lo mejor me atrevo con la bañera, o lo que sea.

Y hoy hace 7 años salió al mundo una niña muy graciosa, que el otro día, al escribir sobre sí misma en uno de esos libritos de amistad que circulan por aquí, al definirse respondiendo a varias preguntas, plasmó su carácter: "¿Qué piensas del colegio? Respuesta: "Nada". ¿En que sitio es donde más a gusto estás?": "En todos" ¿Qué es lo que más te mola?": "Yo misma". ¿Qué quieres ser de mayor?": "No lo sé" (como para definirse hoy día además..., con la crisis). No sé qué pensar: que o le estoy inculcando un pasotismo fuera de serie, o que esta niña está preparada para la vida moderna, y que fluirá, como lo hace siempre y como fluyó a la vida. Todo un personaje, y yo me siento orgullosa de haberla traído al mundo.

domingo, 6 de junio de 2010

Real pero corto

Por fin hoy ha hecho un día veraniego en Hamburgo, aleluya, el primero y quizá último, pues mañana bajan las temperaturas otra vez. Así que hoy no nos hemos reído. Mis hijas llevaban partiéndose de risa toda la semana: que si fulanito va a clase con camiseta de tirantes, que si menganito va en pantalón corto. El otro día se reían a carcajadas en el coche al contármelo, porque aunque hemos tenido mucho sol durante días, no habíamos pasado de los 22° C, y eso de máxima, pues por la mañana estamos a 12° C como mucho, y muchos niños iban ya en tirantes y pantalón corto. Y ellas se reían diciendo que esta gente no sabe lo que es el calor, y que se lo digan a ellas, que pasan sus vacaciones en Carabanchel y en Extremadura, que si al menos fuese en el norte de España. Pero este año verán que en España hay veranos menos calurosos, y a los que me advierten de que en el norte de España puede hacer "mucho frío" en verano (qué exagerados estos españoles), les digo que cualquier verano en el norte de la Península seguro que es más caluroso que uno en Hamburgo. Pero no me quejo, que hoy hemos llegado a 26° C y hasta he estado sentada fuera al calorcito. Bueno, podrían ser más, pero aquí esto son temperaturas tropicales.

Porque todo es relativo. Para nosotros los españoles, con un margen de calor entre 28° C y 40° C, 22°C no son calor, y menos 18° C. Pero aquí, donde raramente llegamos a 30° C, y si llegamos, eso sí, son insoportables, por pegajosos, por la humedad (aunque yo no me quejo, pues es una cuestión de principios), 24° C son como para nosotros 34° C. Y yo soy el barómetro de calor alemán: una amiga me dice siempre cuando me ve en manga corta "¡tú en manga corta!, entonces es que hace calor". Pues hasta hoy no me la había puesto, ya que he estado toda la primavera de largo... Sin embargo sigo sin creer en este verano, y eso que hoy lo ha sido, o precisamente por eso, porque sé lo que pueden ser julio y agosto, es decir, como jugar a la lotería, y sobre todo que no te toque.

Así que hoy nos hemos creído que era verano, porque lo era. Y los otros días seguirán mis hijas de cachondeo, porque la gente hace de unas temperaturas de chaqueta un verano tropical, y ellas, pensando en el calorcito que van a tener en España y lo mucho que se van a bañar en la piscina, se parten. Aquí ayer, en un cumpleaños en canoa al que asistió mi hija, ejemplo de los maravillosos eventos a los que les invitan aquí a los niños para celebrar un cumpleaños, unos niños de su clase se bañaron en el río Alster, con lo helada que debía estar el agua, y mi hija muerta de risa, diciendo que estaban todos locos.

Hoy no lo estamos, pero me acabo de poner una chaqueta, amenaza tormenta, pues aquí un día de verano hace una tormenta de verano, pero mañana tendremos 17° C de máxima y algo de lluvia, y yo pensaré otra vez si me he soñado que hoy fue verano, como con cosas que ocurren en la vida y cuyas sensaciones nos acompañarán siempre. Como un maravilloso día de verano.

sábado, 5 de junio de 2010

Corazón partío

Llevo toda la semana con el corazón partío, pues preparé la canción de Alejandro Sanz para cantarla en clase con mis alumnos de español: los unos la cantaron el último día de clase antes de las vacaciones, y los otros, como el curso durará todavía un mes, la cantaron un día cualquiera, es decir uno sintomático de lo que significa enseñar un idioma a alumnos que no se lo toman en serio. La que tiene el corazón partío soy yo, porque el otro día volvieron a venir sólo cuatro, como la semana anterior. Si al menos fuesen los mismos cuatro, se podría trabajar bien, pero la constelación varía: dos de la semana pasada y a su vez dos más que han faltado en las últimas semanas. A tres horas de clase cada sesión, faltar dos o tres veces seguidas hacen 6 ó 9 horas perdidas, lo que me frena a mí constantemente y a los que vienen siempre. Ahora caigo que son sólo dos los que vienen siempre, así que a la que frenan es a mí y las lecciones se estiran como chicles. Y encima me echan en cara los del control de calidad de las clases que a lo mejor debería reflexionar sobre por qué faltan tanto.

Vale, es primavera, y por fin hace bueno, aunque no calor como para no poder con una clase, y el que no anda por Cuba un par de semanas se me ha ido a Polonia, o a quién sabe dónde. Pero estas cosas se saben y me pregunto que por qué se apuntan a algo voluntario, si luego vienen a una tercera parte de las clases. Parece que no les duele el dinero, pues los cursos muy baratos, son por la tarde, la gente ha estado todo el día trabajando, y el de los jueves, con sus tres horas de clase se las trae, y encima conmigo, con lo que me gusta la gramática, los idiomas, las palabras... Pero a mí que no me acusen porque me contengo todo el rato, y trato de dar gramática para ir a Teneriffa a tostarse al sol, es decir, lo justo como para entender lo que tienen que aprender.

Así que para acabar la clase les puse esta semana "Corazón partío" sin darme cuenta (o sí) de que la que lo tiene soy yo, de que les podría a lo mejor traer sangría en cubos, y a lo mejor vendrían más. Además de que a veces pienso que les enseño alemán. Cuando aprendes un idioma extranjero es el momento de reflexionar sobre el tuyo propio; por supuesto que un hablante no necesita saber gramática de su propia lengua, faltaría más, pero a la hora de aprender una lengua, necesitas tener unas herramientas en la mano: cómo puedes explicar lo que es una conjugación si no sabes lo que es un infinitivo. Pero hay veces en las que te piden tener esa competencia lingüística, y al parecer a unos más que a otros, como mi hija, que vino indignadísima hace poco de un examen de lengua del cole, en el que tenían que analizar frases y decir qué era un acusativo y qué un dativo. Ella confundió uno y dijo que era lo que no era. Pues la profesora le dijo ni corta ni perezosa que lo había confundido porque el alemán no es su primera lengua (¡ja!). Mi hija, a la que no se la dan con queso, estaba enfadada y con razón, porque muchos niños de la clase habían hecho el mismo error y sólo a ella se lo recriminaron. Y le expliqué que si se pone en la calle a preguntar a la gente al pasar "¿es esto un acusativo o un dativo?", que la mayoría no sabría analizar la frase, que una cosa es la competencia nativa de una lengua, para la que no necesitas gramática, y otra la competencia lingüística que te permite ver más allá del significado de lo que dices, usando el metalenguaje para explicarlo además. Pues bien, no sólo a ella le echaron en cara el error, sino que también al turco de la clase, que sólo lo es de pasaporte, pues ese niño ni habla turco, ni sus padres tampoco, nacidos en Alemania, pero que según la profesora, era la interferencia de su lengua por la que había hecho el error. Pero si la lengua de estos niños es el alemán, señora mía, no confunda.

Así que seguiré cantando "Corazón partío", que aplica, aunque me han dicho que les gustó más la canción que hemos cantado durante semanas, "La camisa negra", y lo entiendo, pero es que me estoy poniendo melancólica, y como sigamos así, les voy a llevar "Asturias patria querida" y entonces, nos emborracharemos todos juntos, ... los pocos que vengan, claro.

martes, 1 de junio de 2010

No hacía falta

Ayer dimitió Horst Köhler, el Presidente de Alemania. Hizo hace poco unas declaraciones durante una entrevista en la radio durante su visita a las tropas alemanas en Afganistán que pasaron desapercibidas, algo así como que las fuerzas armadas alemanas están para defender los intereses económicos del país. Nadie se rasgó las vestiduras, pero como ocurre muchas veces con estas cosas, se empieza a escribir de ello y a analizar días después, y a la prensa le pareció una desmesura para alguien de esa categoría. Sinceramente, con las muchas tonterías que dicen los políticos en ocasiones, no parece nada grave a primera vista. Tampoco a segunda, aunque tampoco es tan inocente el comentario. Él dijo tras las críticas que se refería a ataques de piratas en el Índico o cosas así, y no a vincular la guerra a motivos económicos. Y ayer, sin dar ningún aviso, convocó a la prensa dos horas antes, para dejarlos a todos boquiabiertos cuando presentó su dimisión. Alemania se quedó ayer desconcertada, y la opinión general es que parece algo demasiado nimio como para tirar la toalla, que debería haber mostrado fortaleza en su posición como representante número uno del país, no ser tan susceptible y no haber renunciado tan rápidamente. Yo pienso que el problema es de fondo: por detrás hay mucho más de lo que nos enteramos, pues esto no es España donde los políticos se faltan al respeto delante de las cámaras, aparte de que en Alemania se dimite por motivos que en España parecerían absurdos. Además, creo, no ha sentido el apoyo de la canciller Merkel, ni del vicecanciller Westerwelle, de los que se lleva distanciando hace tiempo con otras declaraciones polémicas que ha hecho. Y esto, que parece insignificante, ha sido el detonante de que se vaya sin que nadie haya pedido su dimisión siquiera, si es que es por eso por lo que se va. Pero en cualquier caso es la primera vez que un presidente alemán dimite, y en cuatro semanas habrá que elegir uno nuevo, algo que en Alemania es algo problemático pues los partidos proponen, y la lucha es siempre brutal, aunque no lo parezca, pues es un cargo no elegido por los votantes sino entre los partidos, y no con la alternancia que debería haber entre CDU, SPD y FDP (y Los Verdes (?), que no ha proporcionado ninguno) sino que predominan los de las filas de la CDU.

El Bundespräsident alemán representa, puede opinar, pero sin excederse, como vemos. Köhler parecía directo, y a la vez discreto, como ha de ser su función, pero se ha mojado bastante, por lo que le han criticado. Sus declaraciones no parecen muy apropiadas, pero los mismos que le critican por haberlas hecho, le critican ahora por irse. Y el Gobierno de Merkel no está en su mejor momento, y esto podría suponer una buena estocada para lo que parece contenido y atado, pero que revienta por todas partes. De momento han puesto un suplente, hasta que se nombre a uno nuevo, en un mes. Se empiezan a barajar nombres: la ministra von der Leyen (que sería la primera mujer en el puesto y que dejaría entonces de pronunciarse sobre las mujeres y sus dificultades en el mundo laboral), Schäuble (el incombustible y "tirita" para todo) o (dios nos coja confesados) el bávaro y ultraconservador Stoiber. Ése sí que se tendría que moderar mucho mucho. También se habla de la obispa Käßmann a la que pillaron borracha al volante. Que no digan que la política no es interesante.