lunes, 17 de mayo de 2010

Mi primera vez

Está bien eso de tener 40 (vale, casi 41) años, y atreverse con todo. En mi temporada de probar todo lo que no conocía y que antes decía que no haría jamás, me he topado con correr (y ya lo hago en plan salvaje, casi), un blog, las redes sociales... y ahora le ha tocado a la sauna. Parecerá poca cosa, pero para alguien como yo que lleva muchos años resistiéndose a entrar en una, es toda una revolución. Que se lo digan a un amigo mío que lleva siglos queriéndome meter en una y yo siempre me río y doy largas, y todo por un motivo: que son mixtas aquí en Alemania. Nunca me he planteado si la sauna es buena o mala para la salud, si es un placer o no, o que sirva para aumentar las defensas; no discuto nada y me lo creo todo, pero eso no es para mí lo importante sino el hecho de que son mixtas y que estás desnuda con cantidad de gente a la que no conoces, y lo peor aún, con gente a la que conoces. Y ese es el motivo número uno para decir que no.

Pero este fin de semana he estado en una, por primera vez en mi vida. Me costó entrar, pues ya veía a la gente como Dios los trajo al mundo en los alrededores de la sauna, es decir, fuera. En Alemania la gente crece sin complejos para desnudarse delante de quien sea y donde sea. Fue entrar en la zona de piscina y sauna, y ver a todos caminando desnudos, y me entró malestar, yo en bañador, claro. Y mi hija pequeña señalando: "mamá, mira, a esa señora le llega el pecho por aquí"... "mamá, mira, en esa piscinita se meten todos con el culo al aire". Y yo "niña, no se señala..."

Y sin pensármelo, me dije: "ésta es la mía hoy". Me metí en esa sauna donde estaban unos cuantos desconocidos. Creo que se me notaba que era primeriza, pues la toalla me la quité al ir a sentarme en el banco y no entré con ella en la mano, como entran los veteranos (o no vergonzosos, o digamos, alemanes). Y bueno, luego estás allí sentadita, y no sabes dónde mirar. A mí que no me digan que nadie mira a nadie, porque no me lo creo. Estaban los tumbados, sobre la toalla, y los sentaditos sobre la toalla como yo (nada de taparse, que no se hace), yo con las piernas cruzadas, claro, no como otros... Para los primerizos parece que con cinco minutos da, pero aguanté doce, hasta que llegó ese momento del que hablan todos en el que te rompe el sudor y no puedes más y te tienes que salir. Me gustó el calorcito. Con el frío que paso durante todo el año en este país tan frío es un placer meterse en un sitio tan calentito, y eso que tardé en entrar en calor. Pero estando allí dentro ya pensaba que ésa es mi temperatura, que qué placer, que antes muero en una sauna que esquiando. Y me encantó, lo reconozco, y retiro todo lo dicho de que no es para mí. Sí lo es y volveré, me ha picado el gusanillo, pero como con todo lo que hago soy yo la que dice cuándo, cómo, dónde y con quién me meto, y desde luego que no con conocidos...

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