jueves, 29 de julio de 2010

Las encinas

Al final el accidente de mi madre (ver entrada anterior a ésta) ha sido serio, y se rompió la muñeca y ha de llevar una escayola durante 6 semanas. Así que mis días de asueto se acaban y debo volver a tierras extremeñas antes de lo previsto, porque había aparcado a mis hijas allí por mis deseos de volar unos días, pues soy un ave de paso por todas partes, y al final, como mencionaba en otra entrada, estamos pendientes de hilos que nos atan o conectan con lugares o personas. Y me encuentro de vuelta en un tren que me lleva al campo y a un mundo sin internet aunque al menos con piscina. Espero poder conectarme en algún lugar del aire, pues eso es la internet, aire, y un hilo invisible que nos une con todo el mundo.

Empiezo a silenciar, en un proceso que viene ya de largo y eso es raro en mí, y empiezan a faltarme las palabras. Pero somos mayorcitos como para dejarnos llevar adonde haya que ir, porque hay que ir. Ayer tuve el placer de ver a grandes amigos, y eso no se paga con dinero, y aunque se me hayan fastidiado otros planes que tenía, muchos otros no y pienso en el que me quiten lo bailao. Y estar en Madrid no ha sido fácil. Ahora mismo nada es fácil. Como en todo, vendrán épocas mejores. En Madrid y donde sea. Y pronto veré las caritas de mis hijas, y eso es algo que tampoco se paga con dinero. Hace poco otro amigo me hablaba de tesoros que valen más que el oro de Arabia, y eso son la familia y los amigos. Empiezo a ver las encinas otra vez.

miércoles, 28 de julio de 2010

Luego dicen ...

... que la vida de los pueblos es tranquila. No sé no sé. Yo me he vuelto hoy a Madrid, dispuesta a iniciar unos días tranquilos por aquí, es decir, a mi libre albedrío, y encima sin familia. Y recién llegada me entero de que un niño se ha llevado por delante a mi madre, tirándola al suelo, y como se le ha hinchado tanto la muñeca tras la caída, ha acabado esta noche en el hospital, por si se hubiese roto algo. El niño está hecho un toro, me han dado como explicación por teléfono... Y tanto. Creo que la gente en verano se comporta así. Y yo que he estado unos días al borde de la piscina, aplatanada por la ola de calor que ha hecho que el sol de Extremadura picase como nunca, o a mí me lo parecía, y "disfrutando" de los ruidos de las motos, de la gente que vocifera bajo tu ventana "¿Cuándo habéis venido?" y una madre mía que responde en un tono de voz con el que se le nota que era la hija del pregonero del pueblo. Ayer se lo decía yo, al oírle hablar a 200 m y oírla perfectamente. Lo de hablar alto se queda en la sangre. Y se reía... al menos algo, pues yo me preocupaba de si eso se sigue traspasando de generación en generación, pero a mí me dicen que hablo rápido, pero no alto.

Estos días he aprendido extremeño, y pensaba dar un cursillo en los días pasados a través de este blog, porque tras mis observaciones lo domino ahora, por si no lo hablaba tras una infancia oyéndolo, pero es que ahora lo analizo y me parece muy divertido. También iba a escribir una entrada el día de Santiago, por lo del Jacobeo, el perigrinaje ... es decir, por el cumple de mi hija mayor, que cumplió 10 añitos, y que día a día parece entrar más aún en una edad del pavo que me tiene loca, aparte de que de verla tan mayor, ya con un número redondo, me siento yo mayor, y que encima se pone mi ropa y algunos de mis zapatos, porque le valen (!). Y pensaba escribir de jornadas de piscina en "Costa Bellota" como tan acertadamente se llama la piscina tan maravillosa de la que puede presumir el pueblo, con las mejores vistas que puede tener una piscina, y a la que acuden hasta los placentinos y gentes de los pueblos de alrededor. Pero la internet móvil no funcionaba en el pueblo, y no he podido escribir nada de nada. ¿Demasiada encina? ¿Demasiado campo? ¿Demasiada "tranquilidad"? Me dio rabia que no funcionase, pero mi letargo ha hecho que me escriba las entradas de blog mentalmente, tras haber intentado conectarme en varias ocasiones sin éxito. Anoche, otro internauta con mono, al verme en la plaza del pueblo con el portátil, me preguntó si sabía de un ciber o algún sitio en Plasencia donde conectarse. Y yo le dije que no, porque "en teoría" yo me puedo conectar en cualquier lugar, pues mi internet es móvil. Pero ya he aprendido que no todo es "cualquier lugar", que hay sitios en los que los relojes hacen tic tac de otra manera, como se dice en alemán. Otros me dicen que las antenas de la zona son otras, y no las de mi "pincho" de internet. Y qué más da, pensé al final, lo importante es ponerse moreno, y hacer el vago todo el día al borde de la piscina. Y es lo que he hecho durante cuatro días, y con mi moreno quería romper ahora tanto ritmo campestre, que a mí me baja mucho los biorritmos, y llego a Madrid y me cuentan la historia del niño toro y casi me da algo. Luego hablan de los peligros de la ciudad.

miércoles, 21 de julio de 2010

En ruta

En algún lugar de Castilla León, con girasoles a la derecha, una autovía en estupendo estado, y mucho veraneante, mucho coche francés con inmigrantes de camino a su tierra, y los campos de Castilla que tanto me gustan. Soy de secano, y me siento mejor en estos campos que con tanta verdura a mi alrededor, ya que ésa la tengo todo el año. Atrás queda el fresquito de Cantabria, pues ayer el clima se volvió cántabro y comprendí lo que todo el mundo dice de que irte de veraneo al norte es algo muy arriesgado si quieres playa, porque de siete días, con suerte te bañas cuatro, y eso con suerte o si eres un curtido norteño, como mis hijas o mi marido, que se meten en el agua sí o sí, pero yo ayer no pisé el agua, y pasé la jornada de playa arropadita, pues el sol brillaba por su ausencia, y los playeros también, y sólo nosotros y unos cuantos intrépidos más aguantaban el viento tan fresco. Hasta los de salvamento de la Cruz Roja parecían preparados para un campamento en la montaña en vez de para socorrer en la playa.

Así que hoy, que toca vuelta, nos vamos otra vez a tierras más calidas, primero a Madrid, con el calor infernal que están teniendo, y tras una breve estancia, a Extremadura, a estar igual de "fresquitos", pero con campo, donde el calor, al menos por la noche, parece menos. Pero esto es una de estas cosas que nos cuentan a los urbanitas, para que nos creamos que en el campo se está mejor, pero a mí no me convencen, pues el sol de Extremadura se las trae.

Pero tengo que seguir haciendo fotos para un proyecto de los míos, una de esas cosas que se me ocurren de vez en cuando y que mantienen mi mente ordenada (y ocupada, que es lo mejor). Estoy haciendo fotos de imagenes de España para compartir con mis alumnos en mis clases de español, enseñar las fotos y empezar a describir, algo muy divertido en las clases y muy buen método para aprender vocabulario y reírte un rato: "¿Qué es esto?" Respuesta: un toro de Osborne, una señal del Camino de Santiago. Y así voy fotografiando estas cosas tan nuestras para hacerme mi álbum particular español (cuando pille una ristra de jamones, les tocará también, al igual que a los cerdos negros extremeños, alimentados con bellotas). Cuando lo tenga listo en mi casa, pues esos son los deberes para la vuelta, que ahora, aunque tenga ordenador e internet móvil estoy de vacaciones (no lo olviden que a mí no se me olvida), entonces compartiré algunas de estas fotos con los lectores de este blog. De momento me quedo con unas que tomé ayer en Santoña, de algo que no había visto nunca: una máquina de leche, donde pagas 40 ct y compras una botella, y luego metes un euro y te sale un litro de leche fresca de las vacas cántabras como las de la foto de la máquina, y el eslogan era "de la vaca a la boca". Me encanta. La de jugo que le voy a sacar a la frasecita y a la foto de la máquina. Y lo que disfrutó mi hija pequeña, que es bebedora compulsiva de leche, hasta tal punto que mi padre ha dicho más de una vez que nos merecería la pena tener una vaca. Pero mejor la maquinita, pues no me imagino ordeñando una vaca, yo, que mejor ordeño las teclas de este portátil en plena carretera. Con lo que esto de la internet móvil cobra hoy todo su sentido literal. Será la entrada de blog más movidita que escribiré jamás. En plena ruta.

martes, 20 de julio de 2010

El arte de desconectar

Qué organizaditos estaban los hombres de las cavernas. Con óxido de hierro marcaban con círculos no se sabe qué, pero hay teorías de que podrían ser "censos" de nacimientos o muertos en la cueva, o ponían su mano en la pared y soplaban la pintura alrededor, y esas manos podrían ser una advertencia tipo "atención, osos", pues estos habitaban otras partes de las cavernas. Y junto a estas expresiones prácticas del arte, se puede ver su recreación: el arte rupestre. Al ver los bisontes o ciervos, pintados en la cueva, me preguntaba si pintarían para pasar el rato, pues en la cueva no había mucho que hacer, o pensando: "esto para que lo vea la gente 15.000 años", pues ahí están los dibujos, como si no hubiesen pasado los años por ellos. O me imagino que estando mirando las musarañas veían figuras en las grietas de la pared, ya que aprovechaban los relieves para las formas, consiguiendo efectos tridimensionales. Y no estoy hablando de Altamira, que no se puede visitar, sino de las cuevas El Castillo y Las Monedas, en Puente Viesgo. Yo nunca había visto arte rupestre, además enmarcado entre formaciones geológicas fascinantes, y no podía ser más contraste al arte que vi ayer, en el Guggenheim de Bilbao.

Tampoco había visto nada de Henri Rousseau, ese pintor francés que por su pintura tipo naif podría ser no tomado en serio, pero que se codeó e influyó a los grandes, como Picasso. Y si bien la exposición estaba bien, me molestó el sablazo de los 13 € de la entrada al museo, pues salvo las exposiciones, el Guggenheim no tiene gran cosa en la exposición permanente, que ya vi estando embarazada hace 7 años y que me dejó tal cual. Sin embargo, el arte rupestre que he visto hoy, no lo olvidaré fácilmente.

Como tampoco se te olvida el perrito de flores a la puerta del Guggenheim, que a mis hijas les hubiera gustado acariciar o subirse encima de él. El resto era todo "un rollo", decía la pequeña, cuyo único aliciente estos días es la playa. Y tiene razón, pues el placer de ir a la playa a las seis de la tarde no te lo quita nadie. Eso sí, antes de la playa y tras las cuevas hubo que ver Santillana del Mar, y acercarse a Comillas, aunque sólo fuese a ver El Capricho de Gaudí, pues para más no dio, pues lo entiendo, ya que ir con críos a hacer turismo no es lo más placentero.

Como entiendo que mañana habrá playa todo el día, que el deber veraniego obliga, y el moreno que me estoy empezando a coger. Pero antes habrá que pasarse por Santoña, a comprar unas anchoas... Mis hijas ya han fruncido el ceño al oírlo: "tú y tus cosas raras". Pero porque no venden espaguetis enlatados y en conserva, que si no me los llevaba para comer el resto de las vacaciones, pues para mi desesperación, salvo comer pasta, poco les hace ilusión.

Lo mejor fue cuando mi hija mayor me dijo hoy que le da la sensación que el día a día que tenemos en vacaciones fuese su "tarea diaria", que atrás ha quedado el cole, y que no se acuerda de nada. Admirable poder desconectar así. Yo puedo, pero siempre hay algún hilo del que estoy enganchada, y ayer el referéndum de Hamburgo sobre la reforma de la enseñanza primaria dio un masivo rechazo al cambio y todo debe seguir como está. Antes del resultado, por si acaso, el alcalde y presidente de Hamburgo dimitió, por falta de apoyo, y porque está quemado. A Merkel se le han ido unos cuantos presidentes de los Estados Federales en lo que va de año, por no hablar del Bundespräsident, que dimitió en mayo y montó una buena.

Todo sigue, aunque estés de vacaciones: el arte, la crisis, las dimisiones, y el que nada cambie en el sistema escolar en Hamburgo, como era de esperar. Pero y lo bien que se está en la playa. Empiezo a darles la razón a mis hijas, sino fuera por el arte... y por los hilos.

sábado, 17 de julio de 2010

Cantabria

Me quedo con el paisaje, y eso que yo no le hago muchas concesiones a la naturaleza, pero es imposible no hacerlo en Cantabria. Mi primera imagen fueron las montañas cubiertas de helechos, que no había visto nunca, las rocas tan impresionantes, el saber que en la zona del nacimiento del río Asón y ese valle que corta la respiración se halla una de las zonas de cuevas más grandes del mundo. Y la palabra "kárstico" por todas partes, y lo antiguo que suena.

Lo principal, lo que uno espera de Cantabria, está por llegar: Santillana del Mar, Comillas, y lo "antiguo" otra vez, como ver alguna cueva con pinturas prehistóricas. Viendo ayer el Parque de Cabárceno, me imaginaba a los trogloditas caminando por allí. Ahora somos los turistas los que nos creemos que hacemos un safari por carreteras asfaltaditas, pero viendo animales en un zoo más natural. Pero como me gustan poco los bichos, mismo en ese parque me volví a quedar con el paisaje, tan verde y con rocas impresionantes, y la sensación de estar en el norte de España, y pienso en las miles de veces que habré contado en el extranjero que España no es tan seca como se piensan, ni que todo es Andalucía. Pero lo mismo pensaba yo de Alemania: que todo era Baviera, los Alpes y Heidi.

Sin embargo los bávaros tienen montañas, pero no playa, y el norte de Alemania tiene playas, pero no montañas, mientras que los cántabros lo tienen todo: playas con montañas alrededor, como la playa de Laredo. El sitio no es tan bonito, pero la playa es impresionante, y con marea baja, como estaba hoy, es anchísima, y con la forma curva que tiene, ideal para correr, pues da para un buen entrenamiento, por lo que cunde. Y el clima del día de playa, me recordó al de la tierra donde vivo: tras un día lluvioso ayer, amaneció hoy gris y más bien frío, para a lo largo del día en la playa, pasar de estar arropada a quemarme al sol. Eso me pasa por turista ingenua: ni que yo no supiera que se quema uno con el cielo nublado, y más luego expuesta a un sol de justicia como en cualquier playa del Mediterráneo. Así que he pasado de turista blanquecina, a rojo cangrejo. Pero me gustó el cambio de panorama y todo en un par de horas: de turistas playeros arropados con toallas, chaquetas o jerseys, pasamos a ser turistas al calor de un sol del mes de julio que no hace distinción de costas. Y de repente, salvo el paisaje y la montaña que dominaba también a la playa, parecía uno de tantos veranos, en los que da igual si estás en el norte o en el sur, pues la arena, y el mar tan calmado y menos frío de lo que me esperaba, me devolvió las mismas sensaciones estivales. Pero esta vez en Cantabria, y con ese paisaje que no se ve todos los días.

viernes, 16 de julio de 2010

Internet Everywhere ...

... en teoría, pero no en todas partes. En Madrid no, pero en Cantabria sí. Y he tardado cinco días en poder enchufarme, y eso que podría haberlo hecho el lunes. Fui en su busca en mi primer día en España, algo que parecía muy fácil, a juzgar por el anuncio de televisión y que muchos me dijeran que me comprase el famoso "pincho" de internet. Pero no: agotado por todas partes, en un sitio me dijeron que lo recibían al día siguiente, así que le pedí al vendedor que me reservase uno, que me pasaría a recogerlo al día siguiente. Me dijo que sí, pero como se quedó tan fresco, me salió el ramalazo alemán y le dije que tomase nota de mi nombre y mi número de teléfono. "No hace falta", me dijo, que se acordaría ... y ante mi cara de escepticismo me dijo que me reservaba uno, al igual que a otra clienta (otra alemana, pensé). Como tengo comportamiento alemán (20 años no hay quien los niegue), le pedí el número de teléfono para no ir en balde. Al llamar al dia siguiente, tras no cogerme durante mucho tiempo nadie la llamada, al final el buen vendedor me dijo que lo habían mandado a otro centro comercial. Le dije que entonces me pasaba yo por ese otro sitio, y me dijo que avisaría "ya mismo" de que me lo guardasen allí. Como yo no me creo nada, me fui al otro centro comercial convencida de que no iba a funcionar tanto trámite, y efectivamente: ni lo tenían en la otra tienda, ni el vendedor había avisado de nada. "Quédese por aquí, que en cualquier momento viene el repartidor". Y yo "sí seguro", y como iba con toda la familia, crías incluidas, le di mi número de móvil para que me avisase cuando lo recibiese en "cualquier momento", como él decía. Y me quedé tan fresca, es decir, sin conexión de internet.

Y así unos cuantos días más hasta que en Cantabria he encontrado el famoso pincho, y tras rellenar formularios, y estar demasiado tiempo en la tienda, lo tengo ya listo y puedo escribir, y como prueba avala esta entrada de blog. Mi reflexión era estos días si es posible encontrarse con una cierta seriedad o profesionalidad en las tiendas, con gente que sabe lo que te dice, o que te atiende de manera rapidita sin dejarte media hora esperando mientras están programando un móvil de otro cliente (el vendedor mismo buscaba y buscaba en las opciones del móvil, sin saber). Y si bien no era de vida o muerte lo de internet, sí que yo me decía todo el rato que quería gastar, que quería consumir eso tan alabado en la publicidad como algo tan sencillo. Y me preguntaba cómo será dar de alta el gas, la luz, el teléfono, si el "venga usted mañana" ya no aplica a la administración y estos trabajan de verdad y es todo lo demás lo que va lento. En Alemania me ataco a veces por el formalismo en todo, pero aquí me ataca la falta de seriedad.

Pero lo que sigue funcionando es la iglesia. Esta tarde, a las ocho, en pleno centro de Santander, no di crédito primero a mis oídos y luego a mis ojos: por megafonía instalada en muchas farolas estaba siendo retrasmitida en vivo la letanía de un rosario, y luego los cánticos que yo todavía me sé de memoria, pues no han cambiado en nada, ni en el "gancho", ni en su alegría: el "ven con nosotros a caminar, Santa María ven" y otras canciones tan "emotivas", y acabar luego en un atasco supino y no quedarnos más remedio que presenciar una procesión sin podernos mover de una rotonda. Qué control de las calles, de las gentes, todos tan arregladitos para la ocasión, qué ambientazo. Y al fluír el tráfico he salido espantada de allí, por el escándalo que había, asustada de que en el año 2010 sea más fácil encontrarte con una misa y rosario colectivo en pleno centro de una ciudad que con una conexión de internet. Válgame Google.

sábado, 10 de julio de 2010

Vacaciones

Esta vez no cierro por vacaciones. La culpa la tengo yo, que para mi cumple me pedí un mini portátil, y está bien así. Ahora sólo habrá que apañar una conexión de internet, pero eso hoy día no será gran problema. Pero la alternativa era estar un mes sin ordenador e internet, y como que no puedo... Por supuesto que no estaré enchufada igual que cuando estoy en casa, que hay que descansar, pero esta vez no desaparezco. No hago ningún pronóstico para este blog, si habrá muchas o pocas entradas. Pero habrá. Necesito relatar, y escucharme, pues cuando escribo es como si me hablara a mí misma y ordenase mi mente. Pero muchos de mis lectores están de vacaciones también o se irán en los próximos días, así que cada uno a lo suyo, que es de lo que se trata.

Las maletas están hechas. No es fácil, lo aseguro, pero no me quejo, pues quién se puede ir todo un mes de vacaciones. Lo que todo el año hace que me cabree, es mi ventaja este verano, y aunque lo podría haber hecho en los últimos años, nunca he pasado de las dos o tres semanas de vacaciones veraniegas. Y no sé por qué. Por tonta, digo ahora. Pero este año me dije que hay que aprovechar, que puedo, así que me escapo todo un mes. En fin, la ventaja de los profes, y más de los recién incorporados a la profesión. Y de los que tenemos un segundo hogar en otro país, además el de origen.

Y como un mes es bastante tiempo, voy cargada hasta con waveboard, el último grito de monopatín, pues el sencillito se ha quedado anticuado y los chavales de 10 o más años se piden este modelo mucho más moderno, pues además de desplazarse uno, hay que mantener el equilibrio por la forma tan rara que tiene. Y entre eso, libros, juguetes, cuadernos de pintar, pinturas, cartas, y otras cosas, voy tan cargada que he amenazado con mandar a mis hijas con todo el equipaje de vuelta a casa si me dicen que se aburren. Cada loco con su tema. Una con waveboard, y otra con su mini portátil. Con eso me taparon la boca cuando protesté.

Ya está todo preparado. No se olviden de mí, que seguiré ahí. Sólo me queda decir que ... nos vemos en Madrid o por algún lugar de España.

jueves, 8 de julio de 2010

Emociones

Hay días de emociones. Pueden ser como ayer, porque sea el último día de colegio y comiencen las vacaciones. Porque que las notazas sólo podrían empeorar. Porque tu hijo termine la escuela primaria, y que a su diez añitos le manden al instituto, como si fuera mayor. Porque, aunque tú te mantengas fría ante madres ñoñas que organizan una despedida digna de madres que no tienen y aceptan no tener otra cosa que hacer, y a las que les encanta rizar el rizo, y le den a cada crío un globo rojo que mandar al cielo, todos a la vez, como símbolo de que vuelan, tú te das cuenta de que algo cambia. Porque todos a tu alrededor te dicen que va a ganar Alemania el partido, que están jugando mejor, que lo sienten. Porque tú te mantienes respetuosa y sólo dices "ya veremos". Porque tu hija porta la camiseta de la selección española con tal brío que da igual que haya lo menos 50 niños con tricots de la selección alemana. Porque luego vas a comer con dos madres y con más niños como comienzo de las vacaciones, y ves que a tu alrededor todas las mesas están ocupadas con más madres que han tenido la misma idea y te sientes tan poco original y pieza de un mecanismo que no manejas tú. Porque después vas a comprarle a tu hija, que está a punto de volar, la mochila nueva para el cole nuevo faltando seis semanas, pero siendo ya "tarde" pues los niños de su clase tienen todo listo desde Navidades lo menos. Porque tras dos días a 24°C vuelven a subir las temperaturas a 30°C. Porque hay que hacer maletas para las vacaciones. Y porque encima, tras un juego emocionante gana España y se mete por primera vez en la historia en la final de un mundial, y encima le ganaron a Alemania, y yo estaba aquí, pero la final la veo allí.

Y luego están los momentos de risa, como cuando en una trifulca entre tus hijas, al tirarle la pequeña a la otra con toda su rabia un muñeco a la cara, cuando le regañas por hacerlo te dice "¡a que me quito la camiseta de la selección!!!", o que te diga al comenzar el partido que un niño de su clase le dijo al verla con la camiseta que ella es el número 5, y al ver el partido, ella cae en la cuenta de que es por los rizos, el 5 es Puyol, y que cuando éste marca el gol, ella dice "he sido yo". Y que a tres minutos del final del partido, ante mi alegría porque parecía ganado ella me salta: "no te alegres demasiado pronto, mami". Y porque al terminar llegan e-mails de felicitación, pero el que más me emociona es el de una alumna mía a la que mis clases parecían no hacerle ni fu ni fa, y andaba desaparecida las últimas tres semanas y me dice que enhorabuena por el triunfo, que merecíamos ganar, y que el que no haya venido a clase tres veces seguidas no tiene nada que ver conmigo, que le encantan mis clases. Y yo me emociono. Porque todos necesitamos que aprecien nuestro trabajo. Porque lo realizamos con tesón, y con el deseo de hacerlo bien.

O pueden ser días como hoy, al sentir emoción al oír que los alemanes son buenos perdedores, que dicen en la radio y en la prensa que hemos merecido ganar, que somos mejores. Cuántas sensaciones. Y todo esto en días normales, con las mismas sensaciones, carencias, y emociones de siempre.

miércoles, 7 de julio de 2010

Cómo ganar siempre

La pregunta que más se me ha hecho estos días es: "¿Y tus hijas con quién van?" o se lo han preguntado a ellas directamente. Pero antes de dar las respuestas, voy a narrar un cuento:

Érase una vez dos niñas nacidas en Hamburgo de padre holandés criado en Alemania, y de madre española. Tienen un vínculo muy grande con España, país en el que están muy a menudo, con Holanda menos, pero la sangre tira, por su padre y abuela holandesa, a la que adoran, y se están criando, salvo dos años y medio en Bruselas, en Alemania, el país de su socialización. A la vuelta de Bélgica, la mayor, a la pregunta de la profesora en clase de si conocen a gente en otros o de otros países, respondió como sigue: "Mi madre es española, mi padre holandés, mi abuela es holandesa pero nació en Indonesia, mis abuelos, tíos y primos están en España, además tengo un tío en California, mi padrino es alemán pero vive en Holanda, en La Haya, pero antes vivía en Inglaterra, donde le he visitado, además tengo amigas en Bruselas, y un tío que vive en Suiza casado con una china...". Al decir esto último, los niños de la clase se plantaron y le dijeron que ya valía, que lo de la tía china era demasiado, que hasta ese punto sonaba todo plausible ... Pero todo es cierto, y esto dicho en un barrio que no es nada multikulti, donde la mayoría de los niños cuentan algo parecido a "mi madre es de Moratalaz y mi padre de Vicálvaro", suena muy raro. Así que no es de extrañar que a la hora de un partido España-Alemania la gente se pregunte con quién van, y encima con Holanda entre los cuatro mejores.

Y las respuestas son como siguen: salvo si hubiese ganado Uruguay el Mundial, algo de lo que yo me hubiese alegrado más que si gana Alemania, ellas se alegran por todo, pues van de ganadoras, con tres equipos en lo más alto. Pero hay jerarquías en las preferencias de la victoria. En el partido de hoy quieren que gane España, pero si el partido de hoy se jugase estando ella en España, como va a ser el caso el día de la final, la mayor me dijo ayer que en ese momento se sentiría alemana... Muy buena lógica, es mi lema: se trata de llevar la contraria. Y la pequeña me ha dicho que su problema moral es si hubiera una final España-Holanda, que entonces no sabría con quién ir, "pero no necesariamente con España". Ayer, durante el partido entre Holanda y Uruguay, como en realidad "el juego es un rollo", dijo, se fue a dibujar a la mesa. Y apareció con una bandera holandesa pintada en el orden correspondiente, y empezó a animar "Nie-der-lan-de", el nombre correcto y oficial, nada de "Holland", y eso que su padre no estaba. Lo del orden de los colores de la bandera parecerá lógico, pero no lo es, pues una anécdota de la familia holandesa es que mi suegro, patriota oranje hasta la médula, al ver una bandera que creyó holandesa, le recriminó a unos alemanes hace muchos años que si ponían la bandera holandesa que la pusieran bien, a lo que los alemanes respondieron mosqueados: "¿Quién le ha dicho a usted que es la bandera holandesa?". Era la de Schleswig-Holstein, el estado federal de aquí arriba... que es igual, pero el orden a la inversa.

Volviendo al partido de hoy, confieso que estos días he preferido no ver tele ni oír nada, para que no me calienten la cabeza, pues los alemanes están convencidísimos de que nos van a ganar. Estoy de acuerdo en que están jugando muy bien... pero el partido hay que jugarlo. Y me remito a los deberes de mi hija pequeña el otro día y a la lógica infantil. A la pregunta de si los coches en la autopista van a) rápidos b) lentos o c) enfadados, como no sabía cuál elegir me dijo: "enfadados no es, pero no sé si van rápidos o lentos". Yo le dije que pensase un momento, que ella va a menudo en la autopista, a lo que me saltó: "Bueno, yo no conduzco". Pues eso, que los que no "conducen" que se callen, y que dejen jugar a los que saben "conducir" y que nos ganen si es que pueden. Ah, y hoy han ido al cole mis hijas con la roja puesta. Porque es el último día de curso y les dan las notas, claro.

martes, 6 de julio de 2010

El momento de la fama

La fama o te viene o no te viene, y el llamado momento de fama, pasa a veces a tu lado sin tocarte. Mi hija tuvo su momento de fama el domingo, con su concierto de violín, que ejercitó por tercer año consecutivo de una manera tan relajada, como si no hiciese otra cosa. 10 violines: en conjunto, en solitario, en dúo, en cuartetos, algunos chirriantes, por el calor, decían, el suyo no. Ah, es que ella lleva el calor en la sangre, pensé.

Y mi momento de fama pasó de largo ayer, cuando mi foto no apareció en el periódico. Me explico: el sábado, cuando fui a la plaza del ayuntamiento a votar simbólicamente y como protesta por no poder, como extranjera, votar en el referéndum de la reforma de la enseñanza en Hamburgo, tras meter la papeleta en la urna, se acercó a mí un hombre provisto de una cámara gigante y me dijo que me había hecho una foto mientras metía la papeleta, y que si estaría de acuerdo en que publicaran mi foto en el periódico del lunes. Le dije que sí, que me parecía bien, y que le agradecía que me lo dijera (por la fama claro, y porque no era el Bild-Zeitung). Pues bien, mi foto no apareció en el periódico sino la de otra extranjera, y no me importa, pues hubo algo que me chirrió y que me amargó el momento de protesta. En las papeletas ponía sólo la opción: "Estoy a favor de la reforma y de una escuela primaria de 6 años en total", y una casilla para poner la cruz. La opción a decir "no" no existía. Yo quería votar esa única opción, pero sentí lo que debe ocurrir en Cuba y en otros países: "Estoy a favor de la reelección del Comandante", y ya está. Democracia básica. Y otras cosas me amargaron el momento, pues si bien yo también estoy a favor de muchas de las protestas que pululaban por allí: palestinos, kurdos, y otras más causas perdidas de la humanidad, me dio rabia que al final el tema educativo se viese entramado en otro marco que ese día no procedía. Así que además de no poder votar, la votación simbólica estaba manipulada, y encima en el periódico sacan a otra. Que les den a todos.

Pero la fama hay que ganársela a pulso, que se lo digan a los "hijos de", "ex esposas de", etc., o a los locos que hay sueltos por ahí, pues tras oír antes en la radio la noticia del día, me ha entrado pavor: ayer en Hannover un alemán se cargó a dos italianos por una discusión sobre fútbol. La pregunta era cuántos mundiales habían ganado Alemania e Italia. Me imagino la discusión, "no, que son tres; no que son cuatro", y ¡peng, hala! y estos tres también tienen su momento de fama, sin duda. "Dios mío, qué mal estamos todos", diría mi hermana. Así que yo hoy, que he terminado mi terapia sin sacar nada en claro me llevo como conclusión (mía) lo siguiente: cuando estás abatido y no sabes lo que hacer, no hagas nada, y espera. Lo leí el otro día en una entrevista. Y para eso 30 sesiones.

domingo, 4 de julio de 2010

El Tour no francés

Que no, que no, que no voy a hablar de fútbol, y eso que la semifinal Alemania-España promete nervios, como la final de la Eurocopa, y encima, al vivir aquí, me suena a revancha, que me lo vienen avisando, y además me van a tocar las narices estos días, hasta el miércoles, y para colmo me tengo que tragar el partido comentado por los listillos comentadores alemanes, a los que el juego de España les parece tan decepcionante hasta que España marca un gol y entonces sólo hay alabanzas a un juego con clase ... eso dicen, pero les cuesta, porque encima están muy creciditos, y yo a Löw se lo permito, y a un amigo mío, pero al resto no.

Así que hablo de ciclismo, del Tour de France, otro deporte del que sé menos aún pero que admiro mucho más, por no saber montar en bici. Porque menuda tortura hacer tantos kilómetros en bici, montaña arriba montaña abajo, y la de turismo que hacen, mucho más ameno que correr en un estadio de un lado para otro. Yo me aficioné al Tour de France, como muchos otros españoles, en tiempos de Indurain. En Alemania hubo una ligera fiebre con Jan Ulrich, que pasó a mejor vida tras los escándalos de dopaje, y con ello el Tour volvió rápidamente a un segundo plano en Alemania, y eso que Erik Zabel, un ciclista sencillo y admirable, ganó el maillot verde bastantes años sin que se lo reconociesen como a los otros dopados. Y en esta edición, sin quitarle méritos a Contador, que los tiene y muchos, y como me cae mal Armstrong, me parece más interesante la ruta. Desde que el Tour de France se sale de sus fronteras y cualquier cosa es Francia, mismo Rotterdam, el recorrido me parece más interesante, pues Francia, país bastante desconocido para mí, me parece bastante igual. Me ha sorprendido el comienzo en Rotterdam, que desde luego no es Francia, y ni siquiera parece Holanda. Tiene el puerto más grande de Europa, y sus torretas iluminadas, grúas, y actividad día y noche, hace que su horizonte parezca el de Nueva York. Es impresionante. No es una ciudad bonita, pero sí una de esas tantas ciudades europeas que ha hecho de su industrialidad un emblema de apertura a la cultura, con un resurgir estilo Bilbao o Manchester. Quedó bastante destruida tras la II Guerra Mundial, y por eso hubo espacio para crímenes arquitectónicos tan típicos de los años 50 y 60 por donde la guerra dejó sólo cenizas, pero también para experimentos arquitectónicos, y por eso Rotterdam tiene algo, y no sé qué es. No es Amsterdam, ni tiene el encanto de casi todas las ciudades holandesas. Cualquier pueblo en Holanda tiene encanto y Rotterdam es la ciudad menos holandesa de todas. Me parece un buen punto de comienzo del Tour, por hacer algo distinto, más que nada. Y hoy pasan por Bélgica y llegan a Bruselas. Ese recorrido lo he hecho yo en coche muchas veces, pero no cogen el camino más rápido, que para eso son ciclistas y tienen que sufrir, sino que dan un buen rodeo por Zeeland, una provincia fascinante en Holanda, la de los pólderes, islas, penínsulas y diques, que demuestra que Holanda no existiría si no fuese por ellos, pues en realidad son agua. Y el Tour entra en Bélgica por el norte de Amberes. En ningún país he visto además tanta afición ciclista como en Bélgica, el legado de Eddy Merckx. Por las carreteras de Bélgica se ve a mucha gente con la indumentaria y estilo tan profesional, que parece que se han escapado del Tour de Flandes. Seguirán por Malinas, una ciudad que me sorprendió la primera vez que la vi, pues no me sonaba de nada, y tiene una plaza preciosa, gigante y espaciosa, y unas calles muy bonitas, para llegar tras 223 km a Bruselas.

Al ver imágenes de la contrarreloj en Rotterdam, pensé que viendo el Tour o los Tours se pueden ver distintos cielos. El de Rotterdam es, como en toda Holanda, de nubes de algodón, pero esponjosas y con mucho gris en su tonalidad. Siempre pienso en si las nubes en Holanda copian a las de los cuadros del Siglo de Oro holandés, pero es que son así, de cuadro, y no me extraña que surgiera tanto pintor. Y en Bélgica o está el cielo gris (más bien esto) o está azul, sin nubes dramáticas de cuadro. Si yo fuese ciclista, compararía nubes y pavimento. En Bélgica este último es a veces de espanto, pero están muy iluminaditas las carreteras, hasta las autopistas. Y mañana van a Spa, pero no a tratarse de nada, pues hoy día todo tratamiento de bienestar o centro de relax se llama Spa, sino a la ciudad belga cuna de los balnearios llamada Spa, bastante feúcha en mi opinión. Tiene el encanto belga destartalado de muchas ciudades de la Wallonie, Valonia, y un esplendor oxidado de la época de cuando los balnearios en algunas ciudades europeas eran cosa de la realeza europea, y de gente importante. Pero de Spa sale también el agua mineral más bebida en Bélgica y en Holanda, tanto que los holandeses mismo piden "Spa blauw" para el agua mineral sin gas, y "Spa rood" para la con gas, habiéndose convertido en genérico para el agua embotellada. Y el tercer día fuera de Francia, pasarán por la Valonia pura y dura, por sitios desconocidos que recuerdan a Eddy Merckx y a esos pueblos tan belgas que deprimen al pasar por ellos y que dan esa imagen por la que la gente piensa que Bélgica es un país feo, a lo que yo siempre digo que no lo es, que hay que mirar más allá de lo que se ve desde esas autopistas con baches iluminadas, y esos pueblos sosos y grises del sur.

Entiendo lo de hacer turismo en bici, pero no sería lo mío. Más entiendo lo de matarse en bici, un deporte al que a veces no se le hace justicia, y encima hoy en día tan manchado por el dopaje. Pero la pregunta es si se aguanta esa presión a pelo, aunque de eso se trata, como fue en sus comienzos épicos, antes de tecnificar y comercializar todo tanto. Yo seguiré la ruta estos primeros días, en tierras del "Tour fuera de Francia", y luego me gusta ver siempre la llegada a París, y la de vueltas que se dan por el asfalto parisino. El resto, lo infravaloro, lo reconozco. Pero para entonces, el miércoles, ya habrá semifinal de fútbol: Alemania-España. O España-Alemania, que sé que no es lo mismo, pero los nervios son igual.

sábado, 3 de julio de 2010

35°C, ¡alabado sea el cielo!

35° C en Hamburgo es como estar en los Trópicos, pero a mí me encanta. ¡Cómo no me va a encantar tras el invierno que hemos tenido! Por mí como si estamos así hasta octubre y se secan todos los jardines, y árboles. Pero ahí le tocan la fibra sensible a todos. Llevamos dos semanas de sol y con temperaturas veraniegas, y es el momento de empezar a reclamar la lluvia, por los jardines, porque hace demasiado calor. Yo siempre le digo a la gente de aquí que tienen el tiempo que se merecen, que no aprecian otra cosa. Pero, ¿cómo van a querer calor si no lo necesitan? Aquí, para tener calor se paga, es decir, se va uno una semana o dos a Mallorca o a Turquía, y ya da, pero en la vida diaria les rompen los esquemas. Todos te dicen: "sí, muy bien, pero si no tienes que trabajar, sí, muy bien, pero hay que regar el jardín, sí, muy bien, pero con un par de días basta". No es lo suyo. Aunque la ciudad se trasforma y muchos lo disfrutan.

Creo que los horarios son la causa de que sientan al calor como el intruso innecesario. En Alemania la hora central del día es entre el mediodía y las seis de la tarde. A las siete ya se cena, y la gente suele recogerse. E incluso cuando hace calor la gente pretende hacer sus tareas en esas horas centrales del día o salir con 30°C. Yo siempre les digo que a esas horas con ese calor en España la gente no está en la calle, sólo para desplazarse, pero a nadie se le ocurriría sentarse al sol o ponerse a arreglar el jardín a las tres de la tarde y 35°C. Pero aquí no. Nada se para, ni con calor.

Yo espero que esto dure la semana que me queda hasta irme a donde hace el mismo calor o más. Y que luego les vuelva el fresquito y la lluvia, que les hace tan felices. De momento disfruto con las expresiones que se oyen estos días: calor tropical, calor del Sahara, ola de calor, endlich Sommer ('por fin verano'), piscinas, vacaciones, playa (que las hay por aquí). Y no dejo que me agüen la fiesta. Para eso hay otras cosas.

jueves, 1 de julio de 2010

Preparada para la vida

A una semana de que acabe el curso escolar, me doy cuenta de que a mi hija mayor están a punto de soltarla al mundo. Termina cuarto, y con ello pasa al instituto el curso que viene y las actividades de los últimos meses han ido encauzadas hacia ese fin. Primero el examen de conducir bicis, luego hace un par de semanas una yincana en el trasporte público de Hamburgo. Les dieron un plano de metro, y una hoja con tareas. Tenían que ir en grupos de cuatro e ir respondiendo las preguntas: "¿Qué año pone en la estatua de la plaza X?", y cosas así, y se pasaron toda la mañana los niños solos por Hamburgo (con 10 años), de una estación a otra, haciendo transbordo, para aprender a manejarse en el metro solitos. Y como las notas están si no dadas ya escritas, y no hay nada que se pueda solucionar a estas alturas, las dos últimas semanas de clase les están dando Sexualkunde, 'educación sexual', por la que se avecina. Llevan una semana con el tema y les falta otra, interrumpida ayer por una excursión de despedida, toda la clase juntos, antes de tomar cada uno sus derroteros de la vida. Y la excursioncita se las trajo también, y yo, cenando con mi hija no di crédito a lo que me narró.

Tras un viaje en autobús y metro a un lugar remoto en el campo (Hamburgo es remoto y tiene campo por todas partes), se juntaron con un hombre tipo explorador aventurero que durante todo el día les enseñó a sobrevivir en la naturaleza, contándoles que había pasado 5 días en la jungla en África sin equipaje ni nada. Y les enseñó a hacer fuego con dos piedras, a cómo aliviarse los picotazos de mosquitos y ortigas aplicándose el jugo de unas hojitas que había por allí; además filtraron agua "de por allí", haciendo un filtro natural ellos mismos. Ante la cara que yo puse y al preguntarle a mi hija si la bebieron, ella respondió tímidamente "bueno, un traguito, y no estaba ni muy sucia ni sabía tan mal". Y luego se asaron unas salchichas con el fuego que ellos habían encendido con las piedras pero así pinchadas en un palo sobre la lumbre, en un campamento indio, con sus tiendas y todo. Luego hicieron el indio, con todos mis respetos, pero es que es verdad, pues hicieron un ritual indio de despedida y qué sé yo qué cosas más. Y volvió a casa con los pies negros, y toda embadurnada de todas las esencias naturales, y lista para la bañera.

Y hoy siguen con la educación sexual, que hay que terminar el tema. La profe ya les ha enseñado un preservativo que han hecho hasta estallar en clase, han hablado de los órganos sexuales y de lo que se puede hacer con ellos ("jijiji", fue la respuesta de todos). Han visto un video de un nacimiento: "mamá, ¿yo salí así de sucia al nacer?, puaj, qué asco". Y ahora hablarán por separado las niñas con la profesora y los niños también, para que puedan plantear sus dudas sin sentirse cohibidos por la presencia del sexo contrario.

Así que ayer, al oír sus historias, no pude evitar pensar que ya está, que la puedo mandar con el hatillo por el mundo, pues sabe como purificar agua, asarse salchichas con fuego hecho por ella misma (vaya, no les enseñaron a cazar ni a hacer salchichas), y que ya sabe de la quintaesencia de la vida desde el punto de vista científico (lo básico lo sabía ya). Y yo sigo sorpendiéndome de un sistema escolar en el que mi otra hija, tras primero, escribe malamente, encadenando letras como puede, pero sabe mucho de bichos, animales, pero lee y escribe, aleluya. Y la otra, que a sus 10 años tiene otra visión del mundo y de la vida de la que yo tenía. Me explica cantidad de cosas para la vida práctica, y todavía no sabe lo que es tener que estudiar de verdad, pues hasta ahora ha sido un paseíto. Ahora le tocará, el curso que viene. Que disfrute lo que le queda de la buena vida que aquí se prolonga en mi opinión demasiado en infancias demasiado idílicas. Hace poco vi unos carteles delante de la clase de preescolar en los que ponía: "Yo soy yo, algo único que sólo existe una vez". Cierto, muy bueno para la autoestima, y me parece bien que vayan en esa línea, pero me da la sensación de que en primaria les reiteran continuamente eso, y el palo viene después, cuando de repente el cole se convierte en trabajo duro, y las normas las dicta la vida, y el "yo soy yo y mis circunstancias" no nos ayuda en muchos casos. Pero por si acaso, seguiré observando.