viernes, 22 de mayo de 2009

Organización

Visita a la piscina. Al final, lo que debería ser una estancia relajante se convierte en un reto para no perder los nervios. Siempre se me olvida que en Alemania hasta te cronometran el ocio. Según llegas, al pagar la entrada te preguntan que si quieres estar una hora y media o tres horas. La primera opción es demasiado corta con niños, así que nos decantamos por la segunda. Pagas. Te dan una entrada que tienes que meter en una máquina. Se abre la puerta y el tiempo empieza a correr. Y empieza la organización. Con la misma entrada vas a una pared llena de llaves con números y la metes en la ranura correspondiente. Se enciende una lucecita roja debajo de la llave que te toca y el número de la misma te dice cuál es la taquilla que te corresponde para guardar la ropa. Por suerte te puedes cambiar en el vestuario que quieras ("qué libertad" pensé), pero la ropa la llevas al armario correspondiente. Coges la llave, que va enganchada a una pulsera, te la pones en la muñeca y te vas al agua. En un momento de descanso, les das a los niños unas galletas y algo de beber. Viene en seguida un chico que trabaja en la piscina a decirnos que no está permitido comer en las instalaciones (algo así me había parecido oír por los altavoces, mientras estaba en el agua, pero con el estruendo no lo oí bien o mi subconsciente español lo ignoró). Me disculpo diciendo que es la primera vez que estaba en esta piscina y que no lo sabía. Me sonríe al menos y me dice que no importa por esta vez (buf, qué suerte he tenido). Cuando se acerca la hora de salida, nos vamos a las duchas, y conseguimos estar listos antes de que se cumplan las tres horas desde que entramos (si se nos pasara la hora, no nos sacarían esposados pero sí que habría que pagar la diferencia). Nos dirigimos a la pared de las llaves, la metemos en su sitio y nos dicen que hay que darle media vuelta, que si no no podremos salir al meter la entrada en la máquina para salir. Eso justo les pasa a un par de familias delante de nosotros, que están ocasionando un atasco en la cola y empiezan a recibir miradas asesinas de las personas que han cumplido todas las normas y que quieren salir cuanto antes, no sea que tengan que pagar la penalización correspondiente... Los que han infringido la norma de no dar la vueltecita a la llave, tienen que salirse de la cola y volver al paredón, como se le podría llamar. Nosotros introducimos la entrada, y la máquina dice "Puede salir". Y respiro tranquila mientras paso por la puerta automática tras tres horas perfectamente organizadas y contenta de volver a ser yo la que cronometre y controle el resto del día.

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