domingo, 28 de febrero de 2010

El mundo es un pueblo

El viernes tuve un momento de pueblo, o de pañuelo. Para los alemanes el mundo es un pueblo, y para los españoles lo es todavía más reducido: es un pañuelo. En una reunión viví uno de estos momentos en los que piensas que no puede ser, y que hay casualidades increíbles. Al hablar con dos españolas sobre el sistema escolar en Alemania y en España, yo le comenté a la que acababa de conocer que yo he ido al cole en Carabanchel, y que a lo mejor se imagina que eso significa no haber tenido grandes tonterías... y ella me mira y me dice: "Yo también soy de Carabanchel". Nos miramos, y me dijo la calle, que conozco, claro, y además había ido al instituto al lado del mío. Vive en Hamburgo, y se suma a la lista las coincidencias "de pañuelo" de mi vida. De todos los sitios de España, y de todo Madrid, tenía que ser casi vecina mía.

Otra experiencia de pañuelo: hace años en el regreso de Madrid, al cambiar de avión en París, y en el vuelo a Hamburgo, al meterme en el autobús que nos llevaba al avión, oigo una voz conocida: "Hallo". Era mi compañera de trabajo directa, y nos encontramos en un vuelo, regresando de dos lugares distintos. También me encontré a mi vecina de Bruselas una vez en una de las tiendas de Pontejos en Madrid, en el mostrador. Me dijo también: "Hola"; es una de las coincidencias mejores que me han pasado. También recuerdo haberme encontrado de niña a una compañera del cole en la playa, en Gandía. Así que en comparación no son nada las veces que te encuentras a alguien de tu misma ciudad en algún sitio de la misma; aún siendo en ciudades grandes como Madrid es bastante difícil, pero ocurre, y en Hamburgo me ha pasado en más ocasiones.

Estas coincidencias me hacen pensar en lo contrario: en las veces en las que no nos encontramos a alguien por unos segundos o unos minutos. El "pasaba por allí" justo antes de que pasemos nosotros, y no te ves. Seguro que eso ocurre aún más veces, pues me parece más probable que el que te veas. O lo que me pasó a mí el otro día: al cogerme un taxi de regreso del aeropuerto a mi casa, al bajar el taxista para abrirme el maletero, me quedé mirándole petrificada y él a mí. Era el mismo que dos semanas antes me trajo a mi casa también. Con el silencio de los taxistas alemanes, que no hablan contigo, y como yo tampoco tenía ganas de hablar, se quedó en nuestro secreto esta coincidencia. Él me miraba a través del retrovisor, y yo sabía lo que estaba pensando, y más cuando de camino a mi casa percibí que esta vez iba bastante seguro hacia ella. Al llegar me bajé, me miró y no dijo nada. Y yo ni siquiera se lo había contado a nadie hasta ahora por miedo a que nadie me creyera. Pero no lo he soñado. Al igual que el mundo es Carabanchel.

sábado, 27 de febrero de 2010

De desnudos y actos

Hoy he visto una exposición de fotografía titulada "Nude visions". Con esa manía tan alemana de ponerle títulos a las cosas en inglés, me esperaba una mayoría de desnudos extranjeros, pero no, eran sobre todo fotos tomadas en Alemania. Se trata de una antología de cuerpos desnudos desde los comienzos de la fotografía, y lo interesante es que todo está ahí, que siempre lo ha estado. Todo empezó como "ayuda" para los pintores, para poder estudiar el cuerpo humano para sus trabajos, pero se percibe el desarrollo y las diversas concepciones, como la visión del cuerpo en la naturaleza, las imágenes propagandísticas de la época nazi, las que muestran la rebeldía de la generación del 68, y algo de famoseo, que por suerte era lo menos importante.

Ante todo se trataba de mostrar esas diversas visiones, como dice el título de la exposición: el desnudo como protesta, el desnudo como liberación, pero también como arte, como manifestación de inclinaciones sexuales, incluso hay fotos de niños desnudos, cuales querubines, fotos de hombres, fotos de mujeres, fotos de torsos, sin caras, fotos de prostitutas, de strippers, de algún famoso o famosa. Diversas interpretaciones y motivaciones. Pensaba en la palabra alemana para designar tales fotos: Aktfotos, 'fotos de actos'. He tardado años en acostumbrarme a esa palabra, utilizada en el arte para referirse a lo desnudo, pues con la palabra "acto" en ese contexto siempre he esperado otra cosa. Pero hoy me ha parecido acertada, pues son actos: de rebelión, de arte, de fantasía, de narcisismo; la desnudez es una manera de expresión, pues aún siendo tan común a todos, es a la vez lo más íntimo que tenemos. Y me ha sorprendido la libertad del arte, puesto que hoy día muchos se rasgarían las vestiduras por las imágenes que muestran a niños, por ejemplo. Me ha resultado sorprendente el juego entre el contexto histórico de las fotos y pensar en la visión de cada visitante que se pasea por las salas del museo con la creencia de haber superado muchos tabús, ya que muchas de las fotos sorprenden por su modernidad, sobre todo muchas de las tomadas hace 150 años. Al ver las de la Freikörperkultur en Alemania, el movimiento nudista, que tiene mucho más arraigo que en otros países, me parecía que tras haber visto todo lo anterior, el camino había sido fácil para ellos. No parecían ni transgresores siquiera.

viernes, 26 de febrero de 2010

Viernes de cuaresma

Los viernes de cuaresma siempre me acuerdo del potaje que hacía mi madre, debido al "sacrificio" de no comer carne que se seguía en mi casa, pero a mí me parecía más sacrificio el potaje, y siempre decía que a mí no me importaba no comer carne, pero que qué tal probar con otras cosas ... ¿pescado?, ¿otros guisos? Ahora me río, pues sí que me gusta el potaje, pero se quedó en uno de esos platos de la infancia que no he vuelto a comer, pues yo no lo hago, aunque podría, y la cuaresma tiene connotaciones de viernes de potaje, con sus garbanzos y espinacas.

Aquí en la cuaresma, llamada Fastenzeit ('tiempo de ayuno'), se hace otro tipo de sacrificios. Se renuncia a algo, y es normal que la gente no coma por ejemplo chocolates o golosinas duante la cuaresma. Sonará chistoso, pero a los alemanes, grandes consumidores de golosinas, tipo ositos de goma, y montones de chocolate, lo es. A mí, que no soy golosa, siempre me ha parecido curioso, pues eso no me supondría ningún sacrificio. Es como lo de no comer carne: que me den un buen pescado, que me gusta más de todas formas; y lo mismo respecto a los dulces: que me den una bolsa de patatas fritas... Pero aquí se hacen sacrificios así, de ese tipo, como no beber alcohol en cuaresma, o reducir su consumo, y cosas por el estilo.

Lo interesante es saber en qué acaba esto... es decir, en el atracón a chocolates de la Semana Santa, pues aquí el domingo y lunes de Pascua sobre todo, se come mucho chocolate: huevos y liebres de chocolate de todos los tamaños y sabores. Y siempre me ha divertido ver que los amigos que te cuentan que no comen chocolate durante cuarenta días, luego se ponen las botas esos días.

Como no me resulta difícil no comer carne, ni golosinas, me pregunto qué sería un buen sacrificio para mí, y no me cabe la menor duda: renunciar a mi ordenador durante 40 días. Eso sería la mayor flagelación y penitencia. Por suerte no creo en estas cosas...

jueves, 25 de febrero de 2010

"El peor invierno de mi vida"

Podría ser el título de una película, o de una novela, pero como yo soy de las que opinan que la realidad supera a la ficción, se trata del comentario de mi hija pequeña ayer por la mañana. "Éste es el peor invierno de mi vida", declaró a las siete de la mañana, al ver que había vuelto a caer otra nevada. Teniendo en cuenta que tiene seis años y que tampoco recuerda tantos inviernos, suena chistoso, y al verme reír a carcajadas me dijo que a ella no le parecía tan gracioso. Y a mí tampoco, pues yo tengo 40 años y desde luego que éste es el peor invierno de mi vida también, y así se lo hice saber.

No quiero parecer dramática pues es el peor de mucha otra gente también, como los ejemplos que mostraron ayer en "Comando Actualidad" en TVE Internacional. Sacaron a españoles que viven en Berlín, este año entre el hielo. El reportero iba de panolis, en plan "ay, mira, cómo se patina, qué gracia". Pues no, maldita la gracia si llevas patinando dos meses. Pero claro, así visto por la tele tiene su gracia y todo, o más si tienes que grabar un reportaje. Y mostraron a pececillos congelados bajo el hielo. Pero en Helsinki están peor; lo vi con mis propios ojos, así que no me quejo y eso que ayer me volví a quedar encallada en la nieve, por enésima vez, pero hasta yo me sorprendo de mi paciencia y de cómo consigo sacar el coche otra vez. Eso sí, algún improperio se me escapa: "Mamá, eso no se dice", dijeron ayer mis hijas en el coche. Pero seguiremos maldiciendo, pues ahora que el pavimento de las calles empieza a estar más visible, están apareciendo unos agujeros tremendos, pues el hielo y las heladas se lo cargan todo, y el Ayuntamiento ha anunciado que las arcas están vacías, así que ahora nos cargaremos los coches. ¿Quiénes se frotan las manos? Los talleres de coches, que no dan abasto a arreglar coches tras los accidentes en el hielo. Y luego arreglarán ejes.

Pero lo más divertido para mí es la gente que ahora se va de vacaciones de esquí y la risa que me da cuando me lo cuentan. Las dos semanas de vacaciones escolares en marzo son para muchos el momento de esquiar. Y es graciosísimo oír que los fanáticos de la nieve empiezan a decir que en realidad este año ya no les apetece, que si lo hubieran sabido se hubieran ido a otro sitio, al sol, por ejemplo. Ah, se siente, haberlo pensado antes, como hago yo cada año. Mi teoría es que yo no pago ni un céntimo para ver nieve, y hasta ahora no me ha salido mal. Lo que me ahorro entre la gasolina para atravesarme toda Alemania hasta el Tirol o Austria, equipo de esquí, y lo que vale todo allí: curso de esquí, el ascensor de subida, la comida y las cervezas para entrar en calor. Lo sé porque me lo cuentan. Y yo les animo a todos y les digo que seguro que disfrutan muchísimo.

Y con esta entrada hago firme propósito de no volver a escribir JAMÁS de hielo, de nieve y de temperaturas gélidas (al menos este invierno...). Como decían ayer en la radio: "Aguanten, que sólo quedan 24 días para el comienzo de la primavera". Y hoy son ya 23... Si no supiera que eso aquí no significa nada y que hasta abril puede hacer mucho frío...

martes, 23 de febrero de 2010

La "obispa" beoda

Durante todo el día se van sucediendo las noticias, que comenzaron con un titular: "Obispa Käßmann pillada conduciendo con más de un 1 de tasa de alcoholemia". Sí, digo "obispa" porque aquí hay "obispas", la religión protestante lo permite, y nosotros ni siquiera tenemos el término femenino en español. Así que Margot Käßmann, Presidente del Consejo de la Iglesia Protestante en Alemania iba conduciendo por Hannover con el coche oficial de su cargo cuando a las once de la noche se saltó un semáforo rojo. La policía la paró y al oler el alcohol, le hicieron la prueba de la alcoholemia, la cual dio tan alta, que llevaron a la "obispa" de inmediato a la comisaría, donde le hicieron un análisis de sangre. Hoy ha saltado la noticia y desde esta mañana la tasa de alcohol ha ido cambiando: la portavoz de la iglesia protestante hablaba de un 1,1 y el periódico sensacionalista Bild de 1,3. Por supuesto que Bild se acercaba más, pues el resultado final ha sido de 1,54. Así que a la buena mujer se le va a caer el pelo. Ya le han quitado el carnet, y se habla de un "futuro incierto". Tan incierto como que ahora mismo, a estas horas de la noche, están reunidos los representantes de la iglesia protestante y seguro que no pasa de hoy, y será destituida o dimitirá.

Ella ha declarado hoy que "está asustada sobre sí misma" y que aceptará las consecuencias de sus actos. Errores que se pagan y da igual que seas una "obispa" o lo que sea, y si no la hubieran pillado el sábado, probablemente el próximo se hubiera bebido otra botella de vino, por muy asustada que esté hoy. Pero hoy la señala todo el mundo con el dedo.

En Alemania lo de no beber antes de conducir es sagrado, pero si hasta la iglesia se lo salta, qué se puede esperar del resto de pecadores. Así que suerte ha tenido de no atropellar a nadie. Pero esta noche habrá otros cuantos obispos descorchando unas cuantas botellas de champán: los católicos, que estarán contentos de que se desvíe la atención de las últimas semanas por los abusos cometidos en escuelas jesuitas. Así que señores obispos, beban, pero no conduzcan después.

lunes, 22 de febrero de 2010

Wintergate y más asuntos

El Wintergate, como ha sido denominado aquí, ha acabado con la dimisión del Presidente del Parlamento de Hamburgo, por abuso de poder al haber hecho que quitaran el hielo de su calle, por ser quién es. Este fin de semana ha dimitido. Aquí se dimite, hasta por una cosa así, que parecerá leve pero que no lo es, y en España por cosas más graves no dimite nadie. Y digo que parecerá leve, pues el resto seguimos patinando. Lo mejor que he vivido estos días fue al cruzarme con una camioneta cargadita de cristales en el lateral con el que casi se empotra contra mi coche aquí a la vuelta de la esquina; yo paré, al verle venir en mi dirección, porque he aprendido estos dos meses que dos coches se atraen como dos imanes cuando conducen sobre hielo. Pues estando yo sin moverme, a él se le escurrió el vehículo, como yo esperaba, y faltó un dedo para que se estrellara contra mí. Ésa sí que hubiera sido buena. Así que celebro que las calles, a pesar de la nevada de hoy, empiezan a parecer zonas pantanosas al derretirse la nieve, y celebro la lluvia. Nunca pensé que me iba a alegrar de ver llover en Hamburgo. Qué emoción.

Y entre el clima y las noticias está todo revuelto aquí. Entre la huelga de los pilotos de Lufthansa que ha empezado hoy, los escándalos de abusos a niños en los colegios católicos de jesuitas en los años 70 e incluso 80, que llevan llenando los periódicos las últimas semanas, la reforma de la enseñanza en la que no se ponen de acuerdo, y que si no se carga la coalición de Los Verdes y de la CDU nos traerá un referéndum en verano probablemente. Y ahora encima he visto que Van Nistelrooy tampoco está en forma, y que no jugará probablemente el partido de vuelta contra el Eindhoven. Vaya, ahora que tenemos un héroe, tras haber metido dos goles en un minuto hace una semana. Pero no está en forma.

La que sí que lo está es mi hija mayor, y con ganas de dar caña, pues ha decidido ir a partir de hora a la clase de educación física vestida con el equipo de la selección española, o con "la roja", como se llama ahora. No he sido yo, que conste, soy inocente. Ella lo decidió el jueves, y el viernes se plantó con el equipo en la clase de gimnasia. Hoy le he preguntado que qué le dijeron, sobre todo los chicos, y bueno, parece que causó sensación. Le he dicho que como ganadores que fuimos de la Eurocopa que se lo puede permitir, y que continúe así hasta el Mundial. Ahora ha sido la pequeña la que ha dicho que ella también quiere ponérselo. No sé cómo me las apaño pero al final siempre tenemos que llamar la atención. Me espera una primavera caliente.

domingo, 21 de febrero de 2010

... en Florencia

Ciudad del Renacimiento por excelencia. Menuda la que organizaron tantos artistas, entre arquitectos, pintores, escultores, escritores, y los mismos Médici, que financiaron tanta obra de arte. Fueron magníficos tiempos para las artes, y eso se ve en la ciudad, que conserva ese espíritu, como si en realidad lo que faltara es eso, el estar en esos años, y donde la vida moderna parece fuera de lugar. Con 370.000 habitantes, pero 5 millones de turistas al año, está claro cuál es la imagen de la ciudad: su esplendor pasado, muy bien conservado en la actualidad y su entrega al turismo.

Como primer sitio para visitar en Italia no está nada mal, pues me he encontrado con Miguel Ángel, con Dante, con Maquiavello, con Galileo Galilei; bueno, es un decir, pues lo que he visto son sus tumbas, todas metiditas en la iglesia de Santo Croce. La de Galileo tiene delante la bandera de Italia, pero claro, ahora que ya está perdonado por la iglesia, pueden hacer ostentación de genio. La ciudad dio para todo, hasta para un pintor "rebelde", como Pontormo, que se atrevió a pintar cuadros religiosos con colores chillones, toda una revolución.

Pero para personaje el David, escultura realizada por Miguel Ángel en un derroche de material y ganas de demostrar quién era. Me esperaba una escultura de tamaño como las estatuas romanas o griegas, pero no, es un grandullón de más de cinco metros, que llena prácticamente el museo en el que se encuentra. Las demás obras de arte pasan sin pena ni gloria a su lado, y es que, como mi amiga y yo, todo el mundo se pasa por allí por la estatua de David, y con razón.

Salvo esta visita, no hemos visto, salvo el interior de alguna iglesia, ningún palacio ni museo, bajo la imposibilidad de verlos todos, y habiéndonos distanciado del turismo borreguil. Así que ni los Uffizi ni el palacio Pitti. Al final casi es relajante pensar que como no puedes ver todo, lo mejor es simplemente relajarse y disfrutar. Y por eso me quedo con las plazas de la ciudad, con la comida, con la gente amabilísima y con la sensación de estar en Italia que he tenido todo el rato: calles diagonales, colores ocres de las fachadas, las motos, el mercado lleno de pasta en todas sus variedades, y el gelato; con los momentos del chianti classico y el plato de queso que nos comimos ayer, la comida toscana tan deliciosa, la pizza con show incluido, con el cocinero italiano dándole vueltas a la masa en el aire. Los clichés se cumplen, y en Italia desde luego. Así que vuelvo tranquila pues lo que me esperaba se ha cumplido y lo negativo no.

Porque la vida del turista es como el día de la marmota: tienes tus ritos, tus expectativas, tus deseos. O te puede pasar como a mí, que dos semanas después de esa experiencia, llegues otra vez sin maleta, que vuelvas a ser el único que se queda sin ella: "Se ha quedado en Hamburgo", me anunció la del mostrador de reclamaciones. "Esta tarde llegará, y se la llevamos al hotel". La recepcionista del hotel me dijo: "Bueno, eso dicen siempre, pero le llegará mañana, porque esto es Italia...". Y cuando me llegó por la noche, pensé que ya no se puede fiar uno de los clichés: los alemanes me dejaron tirada la maleta en Hamburgo, y los italianos, contra pronóstico, hicieron bien su trabajo. Yo entendí que no se lo creyera la del hotel, pues soy española, y ya lucho aquí contra lo que piensan de nosotros.

Durante todo el fin de semana he tenido la agradable sensación de que los italianos y los españoles somos por lo menos primos hermanos. El norte y el sur, lo que digo siempre, la constante en mi vida diaria y en mi vida de turista. Soy nórdica pero con pasado mediterráneo, por lo que todo me suena. Mismo en Florencia. Así que no pierdo el norte.

viernes, 19 de febrero de 2010

Nos vemos en Italia

Este fin de semana pisaré territorio italiano por primera vez en mi vida. No parecerá nada raro no haber estado en Italia, al menos en España, pero para los alemanes sí lo es. Les resulta raro cuando cuento que no he estado nunca. Italia es junto con España uno de los destinos favoritos de vacaciones. Y yo he elegido muy bien con quién piso Italia por primera vez. Fue la misma amiga con la que pisé Suecia por primera vez, y si seguimos así, a excursión por año, como hemos planeado, seguiré poniendo chinchetas en el mapa. El año pasado nos inventamos la excusa de que cumplíamos ambas 40 años para encontrarnos un fin de semana en Estocolmo, pero también las excusas típicas ... que si los niños, ... y lo a gusto que se escapa una de sus labores. Pero no, simplemente es que ambas somos unos pendones desorejados, y que nos basta poco para organizarnos alguna.

Y con gente así da gusto organizar algo. La primera vez que vi a Azucena teníamos ambas 14 años. Ya no recuerdo, con mi supermemoria, si fui yo la que le preguntó a ella "Hola, ¿estás sola?" o ella a mí, pero como ambas estábamos solas y no conocíamos a nadie, nos sentamos juntas en nuestro primer día de instituto. Y nos hicimos muy amigas. Pero con el desapego de los "adultos" de 18 años, nos perdimos la pista, y eso durante 20 años, hasta que nos volvimos a encontrar, en uno de esos revivals que se organizan hoy día para ver qué ha sido de nosotros 20 años después. Y fue vernos, y empezar a charlar como entonces, como si no hubieran pasado 20 años. Y nos pusimos al día, y aquí seguimos, con e-mail diario prácticamente, alguna que otra llamada de teléfono, y una excursión por año (ahora es la segunda).

Congenio muy bien con la gente de carácter fuerte, y nadie mejor que Azucena para resumir lo de que los polos opuestos se atraen: "Elena, tú eres de letras y yo de ciencias, eso explica mucho". Esta frase tan suya me ha hecho reír muchas veces. Patearemos la ciudad, parlotearemos sobre todo lo habido y por haber, y cada una volverá a su sitio, seguro que con una idea para el año que viene, como cuando durante el otro viaje decidimos ya que este año quedábamos ¿en ...?

jueves, 18 de febrero de 2010

El deshollinador que no deshollina

Hoy ha venido el deshollinador a mi casa, los 'barredores de chimeneas' como se denominan en alemán, Schornsteinfeger. Es una profesión sagrada aquí, y van vestidos con los trajes típicos negros del gremio, para que se les vea a la legua la profesión. Nunca he visto un baile de deshollinadores en los tejados, como en Mary Poppins, pero podría pasar, siempre lo he pensado.
Pues el señor deshollinador te anuncia tres días antes mediante un papelito en el buzón que vendrá este jueves de 8 a 9 h y que cambios de citas podrían suponer trayectos más largos para él y una mayor factura para ti. Como no me gusta que me amenacen, me lo tomo en serio, y estoy aquí a esa hora. Viene a las 8.15 h, no lleva escoba, mira la caldera, no deshollina nada y se va. La última vez se lo curró algo más y al menos se subio al tejado y miró la chimenea, pero esta vez con ver la caldera y apuntar unos numeritos ha tenido bastante.

En Alemania existe el llamado Kehrmonopol, el 'monopolio de barrer' (chimeneas), es decir, que no puedes elegir el deshollinador que tú quieras sino que el ayuntamiento los distribuye por distritos, y tienes el que te corresponde. Eso te permite ver al señor deshollinador paseándose por tus calles en bicicleta a lo largo del año, o que al irse de tu casa te diga, como hoy a mí: "bueno, siguen construyendo más casas por aquí, así que no falta el trabajo". Por lo visto ha habido gente que ha ido a juicio por poder elegir ellos al deshollinador, pero no, no es posible. Ahora leo que la ley de los deshollinadores viene de época prusiana, y que hay que dejarle entrar al buen hombre, que no te puedes negar, pues si no entrarían por la fuerza mediante orden judicial.

Pero ay, amigo deshollinador, lo que no sabía es que la Comisión Europea (los mismos de siempre) tomó cartas en el asunto en 2008 y a partir del 2012 entrará en vigor una nueva ley que liberará el mercado de los deshollinadores, pudiendo realizar los trabajos cualquier empresa privada. Malos tiempos para los deshollinadores. Espero que al menos no les quiten sus trajes típicos, pues encima se dice en Alemania que los deshollinadores traen buena suerte y son uno de los símbolos en Nochevieja. Al haberme honrado hoy con su visita será mi día de suerte. De momento y desde que se fue ha empezado a nevar con ganas otra vez, y yo que pensaba que un día de estos se iba a derretir la nieve. Y ahora, que me toca conducir otro poquito encima del hielo, sólo puedo decir: ¡deshollinador, acompáñame en el camino!

miércoles, 17 de febrero de 2010

El Miércoles de Ceniza y la política

De manera misteriosa el Miércoles de Ceniza en Alemania es un día de connotaciones políticas. Si yo oigo aquí Aschermittwoch, lo asocio con el "politischer Aschermittwoch", el 'Miércoles de Ceniza político'. En un país donde muchos términos religiosos han adquirido significado laico, siempre me ha parecido curioso que nadie piense aquí en lo de "polvo eres y en polvo te convertirás" o en el entierro de la sardina, sino en política.

Y en un día tan político como hoy, los partidos grandes celebran encuentros regionales, donde de lo que se trata es de analizar la actualidad política en discursos de retórica muy subidita de tono. Su origen data del siglo XVI, en Baviera, en las reuniones de los campesinos, y aunque hoy día se realizan en toda Alemania, los más celebrados siempre han sido los de Baviera, donde sobre todo en la época de Franz Josef Strauß tuvieron su máxima expresión por sus ataques incluso al partido hermano, la CDU. Digamos que en un país donde las puyas en política son mucho más moderadas que por ejemplo en España, donde a veces me resultan penosas muchas declaraciones de los dos partidos grandes, el día de pronunciar discursitos mucho más subidos de tono es hoy, y se aprovecha bien. Probablemente hoy los temas tratados hayan sido Hartz IV, el subsidio de desempleo que cobran los parados que no tienen ya perspectivas de trabajar, cuya posible subida se discute en la actualidad para que los niños de estas familias no vivan en el umbral de la pobreza, lo cual es el caso, o las declaraciones al respecto de nuestro maravilloso Guido Westerwelle, el vicencanciller, Ministro de Asuntos Exteriores y jefe del FDP. O como he leído en el semanario Der Spiegel, en el día de hoy se trata de "todos contra todos y de todos contra Westerwelle".

Y lo que no se haya dicho hoy se podrá reservar para el día de Reyes, para el Dreikönigstreffen, que son las llamadas "reuniones de clausura" de los liberales, FDP, y de los democristianos bávaros, CSU, otra de las citas "religiosas" de este país. Eso para que se vea lo que adoctrina la política.

martes, 16 de febrero de 2010

Los límites de la ciencia

Bajo el título "Muy tarde, con o sin 'vitro'" publica El País de hoy un artículo sobre el frecuente fracaso de las técnicas de reproducción asistida en edades avanzadas para concebir un hijo, es decir a partir de los 40 años. El precio a pagar porque las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres para estudiar y trabajar (otra cosa es luego), es que se retrasa la edad biológica, y en los mejores años para ello, que eran cuando nuestras madres nos tuvieron a nosotros, son los que nosotras ni pensamos en tener hijos. Y está bien así. Yo siempre he dicho que es un precio que hay que pagar por poder estudiar y trabajar.

Yo sé de qué hablo, pues aunque a los 27 no era demasiado mayor ni mucho menos, sí que tenía problemas para quedarme embarazada por lo que tuve que recurrir a estas técnicas, y mi hija nació cuando yo tenía 31. Yo le tengo mucho que agradecer a la reproducción asistida, pues sin ella no tendría a mis hijas, y cuando tras cinco inseminaciones artificiales nació mi hija, para mí fue como un milagro. Con la segunda fue otro asunto, pues me quedé embarazada tras una inseminación, y ya sin los nervios y las frustraciones de las cinco primeras veces. Sé lo que es el peregrinaje a esas clínicas y en muchos casos, como en el mío, se trata de problemas que se tienen también con 20 años, y que no son cuestión de la edad. Pero incluso a mí me dijeron que los problemas que yo tengo, con 10 años más, hubieran hecho casi imposible quedarme embarazada.

Por eso, cada vez que leo algo sobre fertilización asisitida, siento el tema cercano, pues lo he vivido. Sé lo que supone querer tener un hijo y no poder. Y sí que, por experiencia, recomiendo a las que los quieran tener, que no esperen demasiado. Fácil decirlo. Todo no se puede: los hijos y la maravillosa carrera profesional. Ésta última no existe en la mayoría de los casos, y se trata de amoldar las posibilidades a cuando mejor cuadren. Suerte las que lo consiguen sí o sí de manera natural, con 27 o a partir de los 40, pero desde luego que esperar a los 40 y esperar que la ciencia te lo solucione es algo ingenuo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Karneval o Fasching

Los alemanes tienen dos palabras para designar al carnaval, y con ellas se nota si se celebra o no y la religión de la zona que usa cada palabra. Mientras que Karneval es la utilizada en las zonas donde se celebra, que es la parte católica del país, Fasching es la que se utiliza donde no. Yo vivo en zona de Fasching, es decir, en zona protestante donde sólo se disfrazan los niños, ya que por lo demás el carnaval pasa sin pena ni gloria. Salvo en guarderías, colegios o fiestas privadas, no hay indicios de carnaval en ninguna parte. Y el Karneval se celebra en el sur de Alemania, y especialmente en Colonia, Mainz y otros centros carnavaleros del centro y el oeste de Alemania. Hoy mismo, lunes de carnaval, llamado aquí Rosenmontag, Colonia está paralizada y toda la gente está en la calle celebrando. En realidad calientan motores el 11 de noviembre, con la apertura oficial de la "quinta estación del año", como denominan aquí al período desde entonces hasta ahora, y en las semanas antes del carnaval se realizan sesiones de fiesta retransmitidas por televisión con discursitos y canciones con un "humor" que para mí no tiene ni gracia, y nunca he conseguido soportar ni un minuto de esos programas. Las celebraciones en las calles empiezan el jueves, con el Weiberfastnacht, en el que reinan las mujeres. Y el segundo día importante es hoy, el Rosenmontag. Y entremedias, fiesta y más fiesta, hasta mañana.

Mis hijas se disfrazarán mañana para la fiesta del colegio. Pero para que no se emocionen sólo hay cole de nueve a doce, el resto es gentileza de los padres, que deben organizar qué hacer con los niños esa hora de antes y de después, así que saldrán felices al mediodía tras haber festejado tres horas y sin haber tenido clase. Hoy les contaba yo sobre el entierro de la sardina, para darle un toque castizo al asunto, y mi hija mayor me ha mirado toda seria y me ha dicho: "Pues con lo tristes que son los entierros, no le veo la gracia". Yo he tratado de hacerle ver que es una ceremonia divertida, pero no se lo ha parecido, y encima una sardina, con lo poco que le gusta el pescado. En realidad el carnaval no es una fiesta que me guste, pero viendo tanta nieve por todas partes y que no hemos subido de 0°C desde diciembre, este año me encantaría estar celebrando el carnaval de Tenerife o ya puestos el de Río de Janeiro, y ver a la gente tan ligerita de ropa. No es ya por disfrazarme, sino por quitarme el abrigo, la bufanda y las botas. Vamos, que me ponía unas plumas.

domingo, 14 de febrero de 2010

Vivir en el aire

Hay gente que vive en el aire, en el sentido literal de la palabra, pues se pasan la mayor parte de los días del año volando de un lado para otro. A muchos les parecerá una forma de no vivir, pero como a todo, me imagino que los que lo hacen se acaban acostumbrando. Es lo que le pasa al personaje interpretado por George Clooney en "Up in the air", que no se imagina otra forma de vida y que disfruta de vivir así, coleccionando millas en sus tarjetas, puntos en los hoteles, y todo lo que le haga sentirse diferente y que le distinga de los otros viajeros convencionales. La idea de la película me pareció genial, el vivir así, con una maleta de mano, llevando lo imprescindible, pero con una rutina igual que en cualquier otro tipo de vida. El personaje no tiene desperdicio, con un humor deliciosamente mordaz en sus comentarios respecto a la gente de vida convencional.

Es gente que prescinde de todo salvo de sí mismos y sus convicciones, y su vida se basa en eso. Por eso es raro que el final de la película quede también "en el aire", pues parece abierto sin serlo. No obstante, hasta estas personas que viven en el aire buscan sus rituales y rutinas, quedándose siempre en el mismo tipo de hotel o de la misma cadena, y llevando en la cartera montones de tarjetas para acumular puntos, tan sólo por el hecho de tenerlos, no ya porque quieran canjear nada a cambio. Se celebra el hecho en sí.

En el aire. Cuántos viven en tierra así también: sin ataduras, plenamente convencidos de hacer lo que quieren. Millones de personas se desplazan por tierra y aire día a día teniéndose sólo a sí mismos, un mínimo de equipaje, y una personalidad arrolladora y fascinante.

A Pilar

No hay otra como ella. Nos conocemos desde hace 20 años. Tuvimos una clase de alemán juntas, luego nos perdimos un tiempo de vista, y nos volvimos a cruzar por la universidad, y ella ya tenía una niña de un año, a la que he visto crecer. Es cariñosa, y amiga como nadie. Capaz de matar por los suyos, visceral y tierna. Con ella paso de las risas a las lágrimas en cuestión de minutos, por la empatía que le caracteriza, capaz de meterse en la piel de cada uno y vivir lo que le cuentas. Muy querida entre sus amigos, por su espontaneidad y forma directa de decir las cosas. No se corta nada, y te lo da todo. Llevamos muchos años compartiendo montones de horas entre conversaciones, tardes de cine y cenas. Me ha ayudado mucho en momentos bajos. Es un hombro sobre el que llorar. Sus opiniones cuentan, sus consejos también. Es la familia española que no tengo en esta ciudad. Gracias por toda tu ayuda, tu apoyo y tu amistad.

viernes, 12 de febrero de 2010

Barcelona y Valencia

Incrédulos, que son unos incrédulos. Ayer me tocó tratar de convencer a 18 alemanes de que la B y la V de Barcelona y Valencia se pronuncian igual. Como son tan duros de roer, al final hasta te hacen dudar. Pero no, yo convencidísima y dándoles caña, con más ejemplos todavía. Como no me quise pasar en mi primer día con ese grupo, no les explique lo de la B de burro, pero podríamos llegar a esos extremos. Les expliqué que generaciones de españoles hacen faltas de ortografía precisamente por eso, porque no hay diferencia en la pronunciación, y que "vaca" se pronuncia igual que "baca". Miradas de desconcierto. "Pero 'vino' se pronuncia como con una v en inglés o en francés", me dijo uno. Y yo: "No, se pronuncia con una B, como Barcelona y Balencia", (y como "Burro", pensé). Antes me ha recordado alguien lo de la be alta y la be baja. Con eso les acabaré de desconcertar en la clase de la semana que viene.

Lo interesante es la actitud. El cuestionar todos los aspectos de la vida y del mundo, incluso en los que no tienes ni idea. No me extraña que el país haya dado para tanto filósofo. Cuando llegué a Alemania y me dijeron que la ö se pronuncia como una mezcla entre una o y una e, me lo creí; o que la hache es como una jota, pero más suave, como en inglés, lo mismo. Podría empeñarme en que se pronuncia como nuestro "jamón". Otra cosa más que no se creyeron es que la hache sea muda. "¿Pero de verdad que no se pronuncia?" Y yo: "No, no y no: 'hola' y 'ola' se pronuncian igual". Más incredulidad aún. Y cuando ya nos metimos con la ll y la y...

Invertí la explicación: que ellos distingan estos sonidos al pronunciar, les ayudará a la hora de escribir, y ése es el acentillo que queda cuando un extranjero aprende otro idioma, las diferencias en la fonética por tener otra lengua de origen ... pero que eso no quita que sea incorrecto. Les dije que lo sentía en el alma, pero que hay cosas que son como son. Pero lo más fue cuando me trataron de convencer de el rabito que lleva la ñ es un acento. Les dije que lo sentía mucho otra vez, pero que es lo mismo que la n tiene dos patas y la m tiene tres, que es parte de la letra. "Ah, es una letra completamente independiente", dijo uno, "y tanto", le respondí, "y que no nos la toquen, como la idéntica pronunciación de la b y la v". Ya les explicaré otro día lo de las lentejas...

jueves, 11 de febrero de 2010

Qué modernas somos

Boris Becker ha sido padre por cuarta vez (tiene hijos con tres mujeres distintas, pues para eso es Boris Becker). La última novia que tuvo dio a luz la semana pasada. Marichalar ya no está en la foto real, e incluso han quitado su figura del Museo de Cera de Madrid. En todos los países tenemos nuestros cotilleos, y aunque no compremos el Hola, Gala o Bunte, nos enteramos igual, ya que basta con abrir cualquier página de Internet. Con lo de Marichalar pensaba que a él le han quitado sus títulos o privilegios. Aquí en Alemania, las mujeres divorciadas siguen conservando el apellido del marido en la mayoría de los casos. Yo no le veo la ventaja, pero si eres Barbara Becker, la ex de Boris, ya da igual cómo te llamabas antes o con quién te cases después, pues seguirás siendo Barbara Becker (ahora me niego a mirar si ha cambiado su nombre al casarse otra vez hace poco).

Es un tema interesante este de los apellidos. Nunca me había parado a pensar sobre esto hasta que vine a Alemania. Aquí, las mujeres, al casarse cogen el apellido del marido, y la familia tiene uno solo: Müller, por ejemplo. A los alemanes les hace gracia que los españoles tengamos dos, y yo, que conservo el mío (ambos, claro), y que es distinto al de mis hijas, doy a entender que podría no ser la madre. Si a eso le añado el detalle de que no me parezco en nada a la mayor de mis hijas, en el parque, por ejemplo, cuando iba con ella me llegaron a preguntar si era la canguro o la au pair. Así que si supieran que encima me llamo de otra manera, todos podrían dudar de que soy la madre. Y cuando al casarme dije que no tomaba el apellido de mi marido y que me quedaba con mi exótico Fernández nadie lo entiendió. Alguno me llegó a decir que eso era muy desagradable para un hombre, pero como por suerte no me he dejado influenciar por estas cosas, aquí sigo, con mis exóticos apellidos, que en el extranjero además lo son. Y lo que me gusta cuando digo mi nombre, lo escriben bien a la primera, y encima me preguntan: "¿Es Ud. española?" Si me llamara Schmidt no tendría gracia. Además yo no tengo cara de Schmidt.

A lo largo de los años algunas mujeres han empezado aquí a quedarse con su apellido, pues antes no estaba ni permitido, pero son las menos. Y hubo una época en la que algunas decidieron quedarse con el suyo y añadirle con guión el del marido, dando combinaciones tan sonoras como Leutheusser-Schnarrenberger, como se apellida la ministra de Justicia, que ya lo fue en los años 90 y ahora repite cartera, pues con ese nombre a nadie se le olvida su paso por la política. Pero esa moda parece haber pasado otra vez. Así que en eso somos muy modernas las españolas, siempre lo digo, y reitero que hasta mi abuela lo era.

[Apéndice, 12-02-10, 21.36 h: la actual ministra de la Familia, Kristina Köhler, se ha casado hoy, y ahora se llama Kristina Schröder. Hasta nos tenemos que acostumbrar a un cambio de apellido de alguien en un cargo oficial, ... pero como es ministra de la Familia, tendrá que predicar con el ejemplo]

miércoles, 10 de febrero de 2010

Enseñar tu idioma

Todos los padres del mundo realizan esta labor sin darse cuenta, así, gratuitamente, pero con pleno dominio del lenguaje y con el corazón. Empiezas hablándole a tu hijo canturreándole, diciéndole palabras sueltas, y en un par de añitos, tu hijo es experto hablante de la lengua, la tuya además, para que te entienda gritar y darle órdenes en el aprendizaje de la vida. Los niños son capaces de aprender todos, desde chino, hasta español. Y ni te dan las gracias por ello.

Lo interesante es cuando le enseñas a tu hijo tu lengua con todas las de perder, es decir, porque tienen otra que les gusta más, la del país donde viven, evidentemente. Ésa siempre gana. Y la segunda, la mía en este caso, va renqueando como puede. Aunque ya quisiera yo haber sido bilingüe, por mucho que una lengua gane a la otra, pues la ventaja, mismo de cara a aprender otros idiomas, es enorme.

Y así, con todas las de perder siguo machacándoles a mis hijas y hablándoles en mi idioma. Ellas me responden que para qué, que por qué yo hablo con el resto de la humanidad de este país en alemán y a ellas las fastidio con el español, que qué es eso. Y yo les sigo hablando en español, y ellas me responden en alemán, erre que erre, cada una en su idioma, y a veces me río cuando salen frases como la que me ha dicho antes mi hija pequeña: "Ich miento nicht!" para decir "No miento" como respuesta a mi anterior "No me mientas". Y lo divertido que es explicar expresiones tipo: "Cállate, que tú eres el último mono de la casa". Mis hijas se toman estas expresiones de manera literal, y se parten de risa, y encima me toca explicarles que no es que tengamos más monos en la casa. Pero mi hija pequeña, mucho más empeñada que su hermana mayor en no ser bilingüe, me trata con desdén al decirle yo ciertas palabras. Como al preguntarle hace poco que qué tal estaba del catarrito. "Catarrito, qué es catarrito", me dijo con menosprecio. O al decirle que el dibujo que estaba haciendo le estaba quedando muy chapucero, me salta: "Chapucero, ¡qué es eso!, me suena a Zapatero, el presidente de España". La analogía de palabras, en su caso por la fonética, me pareció hilarante. Y que conste que no tengo apuntada a mi hija a ningún partido político... y menos al que pareciese.

Pero hoy empezaré a enseñarles español a unos desconocidos, de otra manera a como se lo enseño a mis hijas. Con método, pizarra, rotulador (hoy día ya no se enseña con tiza, lo que evoluciona el mundo), y seré una señora profesora, que la última vez que dió clases a un grupo tenía 18 años menos. Espero no parecer chapucera, y desde luego que no seré el último mono de la clase. Con lo divertido que es enseñar idiomas.

martes, 9 de febrero de 2010

Demasiado bien se conduce y demasiada paciencia

Ésta no es la imagen de la calle de Bernd Röder, el presidente del Parlamento de Hamburgo. A su calle le han quitado el hielo porque sí, por una orden "espontánea" del servicio de limpieza municipal, lo que no han hecho en ninguna otra calle salvo en las principales. Miren en la foto cómo está la mía. Y como la mía el resto. Conducir es una pesadilla desde hace semanas, y en los últimos días es espantoso. Al llegar antes a casa he dado gracias de volver otra vez sin desperfectos (lo material es ya lo de menos). Ayer casi me estrellé contra un coche aparcado, y faltó un milímetro (iba a 5 por hora). Antes de eso, se me quedó el coche atravesado en mitad de la calle, y como yo montones de coches más. Y hoy ha sido horroroso otra vez. He visto a un camión que se ha llevado a dos coches por delante, a coches que no podían salir del lugar donde habían aparcado (eso me ha pasado a mí también estos días), a coches que han dado una vuelta de 180° delante de mí. Las calles tienen unos surcos en los que tienes que conducir, pues no puedes salirte, aunque quieras. Lo malo es que en muchas, los surcos son para ambas direcciones, y al tratar de salirte, es cuando derrapas o te atraviesas, como le pasó a un coche delante de mí. Luego he visto a un anciano resbalarse. Yo misma me he resbalado hoy otra vez (y ayer; las aceras están como las calles). Los hospitales siguen desbordados por fracturas de huesos, y no tenemos sal. Hasta mi vecina, moscovita, me decía hoy que en Moscú, donde tienen inviernos peores que éste aquí, no dejan que las calles lleguen a este estado y que se retira todo. Yo quiero ser moscovita o vecina de Bernd Röder, para sentirme estos días como Dios.

Como últimamente trato de ser positiva (... me cuesta, la verdad), hoy al maldecir otra vez la nieve, el hielo y "...", pensaba en las ventajas y fascinantes alternativas que todo esto me proporciona:
  1. Me podré apuntar al París-Dakar o mejor aún a cualquier carrera en Laponia.
  2. He aprendido a derrapar, a arrancar el coche en segunda, en tercera, a frenar sobre hielo sin frenar ... pero sin tragarme el vehículo de delante, ¡chanchán!
  3. Ahora sé aparcar subiéndome a placas de hielo, incluso con algo de pendiente
  4. Y puedo salir airosa sola o con ayuda de gente de montones de nieve, blandita, menos blandita, ... de todas las consistencias.

Y con todo esto pensaba hoy una cosa. Considero que sería necesario introducir un permiso de conducir por puntos, pero POSITIVOS, es decir:

  • por cada día que llegamos a casa sin cargarnos una valla o un coche aparcado: 2 puntos;
  • por saber mantener la distancia de seguridad: 3 puntos (a mí me ha salvado eso en las últimas 8 semanas montones de veces);
  • por la paciencia que tenemos los conductores aquí los unos con los otros: 4 puntos (nadie pita, nadie se impacienta por verte encallado en la nieve, mis experiencias están siendo muy positivas en este aspecto, chapeau a los alemanes, impacientes en el resto de las cosas de la vida diaria; ahora caigo: ¿a lo mejor por eso no han quitado el hielo??, pues demasiado bien conducen).

Pero la ciudad de Hamburgo se ha ganado un buen cate este invierno. Hay gente que empieza a querer demandar (¿dónde hay que apuntarse?). Pero lo que leo ahora me deja sin respiración: la consejería de Educación ha mandado hoy una carta a todas las escuelas sugiriendo que los alumnos podrían quitar la nieve y el hielo de alrededor de los colegios, en vez de tener clase. Genial. Si quieren mando a mis hijas también a la calle del alcalde y vicealcalde también.

lunes, 8 de febrero de 2010

Mal comienzo...

La enfermera de la consulta de cabecera a la que voy siempre me ha dicho antes de manera muy aguda: "Podían haber comprado sal para quitar la nieve en vez de tanta vacuna para la gripe A". Cierto, pues la demanda de la última no ha sido la esperada, pero la de la sal... Se ha acabado, y siguen sin echar nada en las calles. A la vuelta de mi escapadita de fin de semana sigue todo igual. Ahora la gente quita las placas de hielo dando golpes con las palas, y están todos los trozos de hielo amontonados, como en el cuadro de Caspar David Friedrich. Lo pintaría en un invierno como este, en 1821 concretamente. Eso para que digan que los inviernos ya no son lo que eran antes.

Y yo con bronquitis: "No debe Ud. hablar, y debería darle la baja", me ha dicho antes la doctora. Esto tiene su guasa. Primero he de propagar que POR FIN me ha salido trabajo. Y comienzo el miércoles. Es un trabajo en el que tengo que hablar, pues se trata de enseñar español a dos grupos grandes. Y si yo no hablo, no hay clase de español, y es muy mal comienzo darse la baja el primer día. Así que no. Un antibiótico y un silencio autoobligado hasta el miércoles por la tarde, harán el resto. Esto puede traer repercusiones: A) que mis hijas se me suban a la chepa estos días, y B) que en vez de español, con la vocecita que se me ha quedado sería quizá mejor enseñar francés.

Mi maleta está a punto de llegar. Se fue a Copenhague, ella solita. Y esta mañana ha regresado a Hamburgo y ahora está de camino a mi casa y espero que llegue en cualquier momento, para poder iniciar el ataque al chocolate comprado en Bélgica. Por suerte compré mucho más aún para llevar a mano. Las cosas importantes no se guardan en la maleta, aprendí hace tiempo. La manía que tenemos los que importamos cosas de otros países, con la convinción sibarita de que la especialidad de ese país es mejor. Y lo peor es cuando nos hacemos expertos y vas por Bélgica diciendo: "Este chocolate es mejor que éste. Éste es para casa. Éste para los momentos de lujo". Los que hemos vivido en Bélgica nos manejamos entre las marcas de chocolate como si dijéramos "Este es un gran reserva y este un gran cru". Ay, qué pedantes nos volvemos a veces. Cuando lo importante es tener voz y no toser cada minuto. Ahora que me ha salido trabajo...

domingo, 7 de febrero de 2010

Último equipaje

Es una discriminación que de un vuelo salgan toda las maletas de todos los pasajeros menos la tuya. Antes me he quedado compuesta y sin novio de que en la pantallita de la cinta del equipaje de mi vuelo pusiera "Última pieza de equipaje" y los últimos pasajeros cogieran sus maletas y se fueran y ver que yo era la única sin la mía. Reclamación. Mañana, en teoría, vendrá. Eso si no me la han mandado a Honolulu. Se debe haber quedado en Bruselas, prolongando así mi estancia de fin de semana. Caprichos de una maleta.

Bruselas, esa ciudad que tanto me gusta y conozco por haber vivido en ella dos años y medio. Me resulta raro volver, y encontrarla tan cercana y familiar. Pero una vez que sales, las ciudades dejan de ser tuyas. Bruselas ya no es mía. En el metro observaba a la gente moviéndose en su ciudad, y yo me veía extraña en ella, pues me movía con la ociosidad y libertad que tienen los turistas y me delataba como tal por no ignorar los sitios a mi paso. Comienza por el desconcierto ante una máquina para comprar el billete de metro, porque no llevaba monedas sueltas y la dichosa máquina no aceptaba mi tarjeta de crédito, y termina por no saber en qué dirección coger el metro.

Sin embargo me es todo muy familiar, como los idiomas que se oyen en ella. Además de las lenguas oficiales en Bruselas, el francés (un 80% de los hablantes) y el holandés flamenco (el resto), se oye de todo. Me ha llamado de nuevo la atención la cantidad de españoles que hay y que se oye también mucho alemán. E inglés por supuestísimo. Mis cinco lenguas. Más no necesito en Bruselas. Es mi equipaje de mano, uno que no te dejan tirado en ningún aeropuerto, como mi maleta.

Oí a alguien decir una vez: "Si me pierdo que me busquen en la Gran Plaza". Y a mí, aunque añadiría otros rincones más. Bruselas es pequeña pero grande, provinciana e internacional, cutre y pretenciosa. La comida una delicia, como en todo el país. Y si además estás en buena compañía te permite pasar unos días estupendos y soltar lastre, y a mí me hacía falta. Pero de ahí a que se queden con mis cosas ...

viernes, 5 de febrero de 2010

20 años

Si no existiera este medio, el día de hoy pasaría sin pena ni gloria. En realidad es un día corriente; por qué habría de ser distinto. Pero un día como hoy hace 20 años llegué a Alemania. Salí tal día como ayer, en coche, sabiendo que me iba definitivamente, con 20 añitos. Todavía recuerdo como si fuera hoy el momento en el que me monté en el coche, las lágrimas de todos, y una abuela que decía que me iba muy joven. Y recuerdo la imagen, mi familia en la acera, bajo las ventanas de casa. Lloré hasta París. Recuerdo la sensación al entrar en Alemania. Hacía sol. Pusimos gasolina en Leverkusen, la ciudad de la aspirina, y me hizo gracia ver la "aspirina" gigante que tienen colgada en algún punto que se divisa desde todas partes. Y autopista para arriba, la A1, por la que habré pasado después montones de veces, hasta Hamburgo, y la sensación de lo lejos que estaba, todo recto y para arriba. Vaya, me recibió con nieve, ahora que lo pienso. Durante años sólo ha nevado en febrero en Hamburgo, y si acaso. Este año, de mi aniversario, está nevando por todos los inviernos en los que no nevó en los últimos 20 años.

Y empezó mi vida aquí. Primero un curso de alemán intensivo, y en abril comenzó el semestre en la facultad. Me hicieron un examen de nivel, y por desgracia me dijeron que mi "nivelazo" daba como para empezar la carrera, realizando paralelamente cursos de alemán para extranjeros. No supe la que se me venía encima...: meterme en clases de filología alemana con estudiantes alemanes. No entendía nada. Lo mejor fue que tras el primer día, a la semana siguiente todos se habían comprado un libro y leído algo de él o todo, nunca supe. Yo ni me había enterado de que había que comprar ese libro, y menos leerlo. El sistema universitario alemán tan especializado empezó a decepcionarme: el curso de introducción a la literatura alemana fue un semestre entero dedicado a una novela del Romanticismo alemán: "Aus dem Leben eines Taugenichts", y ya está. Empecé a sufrir por el sistema tan participativo en clase, viniendo de otro completamente distinto, y donde en cada asignatura había que preparar un tema y exponerlo, y en alemán claro. Los dos primeros años fueron durísimos, y recuerdo haber llorado por no entender la literatura antigua (ahora me río, y sigo sin entenderla). ¡Pero si no sabía ni alemán moderno! Lo mejor fue cuando me pusieron a traducir el "Parzival", del alemán medieval al alemán moderno. Ahí me lo empecé a tomar con humor...

Trabajé a la vez que estudié. Y con 27 años tenía un título universitario (¡en alemán!), y un trabajo. Fueron años duros, pero en los que aprendí muchísimo. Luego, con el "motivo" de mi venida, formé una familia y otro mes de febrero, de 2005, hicimos otra mudanza, vaya, con nieve también, a Bélgica. Y en 2007 regresé de nuevo a Alemania, sin nieve y en el mes de julio. Desde entonces todavía ando algo perdida. Alemania no es un país fácil en los comienzos. La diferencia es que hace 20 años salté a la piscina sin saber nadar, y aunque tardé, aprendí. Ahora, he saltado a la piscina sabiendo nadar, pero no me dejan ni hacerme un largo. Es un país demasiado estructurado, de visiones demasiado prehechas en muchos casos, y con poco margen de movimiento. Aún así, le he cogido el gusto a las muchas ventajas, que desde luego no son el clima, ni la amabilidad de sus gentes. Pero he conocido a gente maravillosa, he aprendido una lengua que me fascina, y Alemania me ha hecho "yo", este híbrido que soy, tras media vida en un país, y otra media en otro(s). Diré que es porque bebo poco el motivo para no descorchar una botella. Pero estoy orgullosa de mi decisión de entonces. Siempre lo he estado.

miércoles, 3 de febrero de 2010

La marmota y las vacaciones de verano

"La marmota Phil augura seis semanas más de invierno", dice un titular de hoy de El País. Si no fuera por aquella película que hizo conocida mundialmente a la famosa marmota y los machacones que son los medios de comunicación en presentarnos costumbres americanas que a lo mejor piensan que deberíamos adoptar, como el Halloween, nadie sabría de tal costumbre, de la que ahora se informa cada año, igual que del comienzo de las compras navideñas en EE.UU. el día después de Thanksgiving, algo que me irrita (no las compras sino que nos lo cuenten). Pero según el animalito, cuya sombra al salir de su madriguera pronostica cuánto queda del invierno, a los americanos les quedan 6 semanas. ¿Y a mí quién me dice cuánto me queda de este invierno tan insoportable? No hay indicios por ninguna parte, pues hasta el pajarito que habita en la casita del jardín anda desaparecido. Parece que quiere derretirse la nieve, pero digo parece pues está cayendo algo más, y la que se avecina cuando se derrita será buena. Vamos a tener que desplazarnos en barca. En algunos lugares de Alemania hay más nieve acumulada de lo que jamás han registrado desde que se anota todo lo concerniente al tiempo. Y hoy he visto a mi vecino de enfrente que como cada mañana retira con la pala la nieve de su acera y la tira a la acera de enfrente, es decir al seto de delante de mi casa. Hay verdaderas batallas de nieve entre vecinos.

Y sin embargo, en pleno invierno, o precisamente por eso, es momento de ir pensando en las vacaciones de verano. Me hace gracia que en España los anuncios de las ofertas de vacaciones suelen salir en primavera. Aquí salen los catálogos en octubre, y la gente reserva muy pronto. El otro día me saltaron todas las alarmas cuando una amiga me dijo que está mirando ya catálogos para las vacaciones de marzo del año que viene. ¡Pero si todavía no hemos pasado las de marzo de este año!, pensé yo. Y en ese momento caí en la cuenta de que ni siquiera he pensado en las de este verano. Bueno, en mi caso no hay mucho que pensar, pues se trata de España o España, pero sí que si vamos a la playita habría que empezar a pensar, pues viniendo del extranjero, no es tan fácil como al vivir en la península, pues hay que organizar vuelos, entre otras cosas.

El otro día iba yo de madrugada en el coche con tres españolas más, a las que acerqué a sus respectivas casas. Al ver el hielo e ir conduciendo a 20 por hora y el coche patinado, una de ellas dijo: "Chicas, esto debería hacernos reflexionar...", y tenía razón, ¡qué hacen unas cuantas españolas metidas en esta climatología!, pues como relatábamos todas durante la cena, encima tenemos que oír los comentarios de la gente aquí: "Por fin un invierno decente", "Qué bonita es la nieve", "Salvo por tener que quitar la nieve por las mañanas de la calle, por lo demás es una maravilla". Sí, maravilloso. Es para reflexionar, como dijo esta chica el otro día. Ésta misma relataba que ya ha hecho la reserva para Mallorca para el verano, dos semanitas en las que se va a pasar el día "vuelta y vuelta", es decir, tumbada en la toalla, y tostándose por un lado y por otro.

Ay, creo que debo mirar algo. Me lo dicen los montones de nieve. Ahora mismo me siento como los de la película de la marmota, levántandome cada día y viendo el mismo panorama. Empiezo a pensar en las playas de Cádiz, por ejemplo, y una buena bandeja de pescaíto frito.

martes, 2 de febrero de 2010

Dudosa moral

¿Debe el estado comprar datos que han sido robados para pillar a evasores fiscales? Deben estar muy seguros de que la cuantía a incautar es jugosa si están dipuestos a pagar 2,5 millones de euros por el CD con los datos de cuentas en bancos suizos. Se ha desatado la polémica: se debe o no se debe. ¿Es criminal comprarle datos a un criminal que además intenta enriquecerse? No sé. Yo dudo de que la persona que lo ofrezca sea trigo limpio, y la policía justifica la compra diciendo que para combatir el crimen se trabaja con criminales. Y el Ministro de Finanzas dijo ayer en la tele que la compra del CD es más que justificable y hoy ha dado luz verde. Ya en 2008 el estado alemán se gastó 5 millones de euros en la misma noble labor.

Por supuesto que me parece bien que el estado persiga la evasión fiscal. Pero no por esos medios. Me asalta la pregunta de si se podrían hacer los mismos tratos para resolver otros actos criminales. Por supuesto que el tema de las recompensas funciona así, y sería loable que el que tiene los datos, si se tratara de justicia, los regalara al estado. ¿Pero pagar esa enorme cantidad por ellos? Tan inmorales me parece los que evaden los impuestos, como el que roba los datos, como el estado que paga 2,5 millones para que se enriquezca este último.

Pienso en otros casos en los que la "justicia" tiene sus límites, como uno muy sonado en Alemania hace años. Un estudiante de derecho secuestró a Jakob von Meztler, un niño de 11 años, hijo de una familia de banqueros de Frankfurt, y lo mató ese mismo día. Aún así cobró el dinero del rescate, pero como no aparecía el niño la policía le detuvo. En el interrogatorio, el subdirector de la policía de Frankfurt, al creer al niño con vida, amenazó al secuestrador con maltratos si no confesaba su paradero. Al final les llevó al lugar donde escondió el cadáver. El policía fue juzgado y destituido por esas amenazas. El debate que siguió fue sonado. Si el niño hubiese aparecido vivo, a lo mejor esas amenazas le habrían salvado. Pero evidentemente no es función de la justicia amenazar con torturas.

Por otra parte, cada vez que oigo sobre el caso de Marta del Castillo siento estupor de que unos jóvenes se estén riendo de la justicia, o peor aún de unos padres en su desesperación no sólo de haber perdido a su hija para siempre, sino por la vejación de no saber lo que han hecho con ella. Me pregunto qué pasaría si el estado ofreciera 2,5 millones de euros a los asesinos para que indicasen qué hicieron con el cuerpo. Seguro que hablaban. Cuando se trata de comprar dinero con dinero, todo parece justificado. Pero ni el dinero compra justicia, ni mucho menos el honor de nadie, ni del estado. Pero de eso no se trata, evidentemente.

lunes, 1 de febrero de 2010

Terapias para madres

¿Qué hacer cuando uno está hasta arriba de los niños? Por ejemplo ir al médico y solicitar una Mutter-Kind-Kur, que es una estancia en el balneario con tu hijo, para así calmarte los nervios y volver a casa restablecida y así tirar otra temporadita, hasta que no puedes más y solicitas otra de estas terapias, y así. Hoy justo he oído de dos amigas sobre éstas terapias: la una anda en proceso de solicitar una, preparando todo el papeleo (lo paga el seguro), y me decía que si sería más bonito éste u otro sitio, que ahí no ha estado...; y la otra me ha escrito hoy contándome que se fue de Kur hace dos semanas, pero que la tuvo que interrumpir porque a su hija le dio una apendicitis. Con lo bien organizadito que lo tenía todo. No quisiera yo ser quien deniega esas estancias, pero si yo fuera la responsable, 90% no iría. En muchos casos está justificado, tras enfermedades, ¿pero en plan vacaciones?

La doctora de cabecera a la que voy tiene colgado del mostrador de la enfermera un póster con el reclamo: "Terapia para madre e hijos. Consúltenos". Cada vez que estoy en la sala de espera viendo ese cartel me entran sofocos sólo de pensar en pasarme tres semanas con gente más desequilibrada que yo, y con más niños que los míos... Hace poco le comenté a la enfermera de mi desasosiego, y le dije que si yo fuera tres semanas a un sitio de esos, a mi vuelta me tendrían que internar definitivamente. Y ella lo confirmó, teniendo en cuenta que ve a las candidatas a tales sesiones de relax, y que alegan todo tipo de trastornos psíquicos o físicos para ir.

Estas terapias son una de esas vacas sagradas en Alemania que yo quitaría de inmediato. ¿Por qué están esas mujeres tan agobiadas? ¿No será por falta de otros alicientes, o en muchos casos medios económicos para irse (varias veces) de vacaciones? Entonces digo que estoy mal de los nervios, y al menos me voy con el crío tres semanas. He oído a algunas hasta quejarse de que "encima" se tienen que llevar al niño, y que así no descansa nadie. Vamos a ver: quién ha dicho que con un niño puedas descansar. Pero si es como el caso de una que conozco, que tiene cuatro (quién le manda), que tiene los nervios destrozados, que critica a las que trabajan por malas madres, critica a los que quieren imponer las escuelas con horario hasta por la tarde, pero que se va dos veces o tres al año a estas estancias, que pagamos todos y que junto con otros excesos han hecho que el sistema sanitario se vea desbordado, es como poner tiritas a alguien que sigue trabajando con cactus. Y un día que ya no me pude aguantar, le dije a ésta que a lo mejor con un par de horas más de colegio y un trabajo no necesitaría estas terapias. Pero no. Se trata de quién es mejor madre, en cantidad de horas y no en calidad, y de autofustigarse. Y sé de lo que hablo, tras un día en el que no he pisado la calle por tener una niña mala, pero no lo suficiente mala como para que esté durmiendo todo el día plácidamente sino con energía suficiente como para decirme mil veces que se aburre, y pelearse con su hermana. Así que hoy me estaba planteando ir y solicitar una terapia de ésas. Pero por suerte se me ocurren mejores cosas que hacer, ... como escribir este blog, y otras más de las que no voy a hablar. No sea que me internen de verdad.