lunes, 31 de agosto de 2009

Pasión por las flores

Esto es dedicación y altruismo hacia la ciudad. Es el seto que hay a la vuelta de la esquina de mi casa, por donde paso todos los días. No es un jardín privado de nadie pero sí el de la ciudad de Hamburgo, que un particular cuida con un tesón que ya quisieran muchos como yo para su jardín. En todas las calles de por aquí hay setos entre la acera y las casas, pero no he visto nada igual en todo el barrio. Durante todo el año el espectáculo es digno de revistas de jardinería, pues las flores van cambiando, como por arte de magia, según la estación del año. Teniendo en cuenta que no es su jardín sino un terreno público, me deja admirada. No hablo ya sólo del gasto si no del tiempo que le dedica, para deleite de toda la barriada. He visto a gente pararse y tirar fotos, y hasta yo he hecho alguna ahora también, porque llevo dos años maravillada y es hora de reconocerle su mérito.

Viniendo de un país donde la estética de lo público no se cuida tanto, pues el ámbito de lo que a cada uno le incumbe suele acabarse a la puerta de casa, me admira ese tesón. Yo, que no hago nada en mi jardín, no dedicaría mi tiempo a plantar flores en el seto de delante de mi casa, pues hasta mi propio jardín es "fácil de cuidar", como me dijo una vez una fanática de las plantas que pasó por mi casa, lo que fue una forma educada de decirme "pero cacho vaga, planta algo". Me impresiona que alguien tenga el deseo de consagrarse a una labor así, como forma de pasar el tiempo, o a lo mejor hasta se trata de una especie de narcisismo, al deleitarse en su propia imagen, en este caso la que da a todos los que pasan por allí. Si eso que hace, que se ve, es tan bonito, me pregunto cómo será su jardín privado, el que no se ve. O es más espectacular aún o a lo mejor está descuidado, pues ése no se ve, mientras que el otro sí. A lo mejor es eso. En cualquier caso tiene su mérito y hay que reconocérselo.

domingo, 30 de agosto de 2009

Jornada electoral: todo es posible

Bunt ('de colores') es el resultado de las elecciones de hoy en tres Estados Federales: Sajonia, Turingia y el Sarre. En Alemania los resultados de las elecciones se explican siempre con colores, los que corresponden a cada partido:
  • Schwarz (negro): CDU
  • Rot (rojo): SPD
  • Gelb (amarillo): FDP
  • Grün (verde): Los Verdes
Y habrá que inventarse un nuevo color para una nueva fuerza, que ya venía afianzándose como el quinto partido a tener en cuenta en el hasta ahora grupo de cuatro partidos importantes: Die Linke, La Izquierda, que surgió del antiguo SED (partido comunista de la República Democrática Alemana) y con Oskar Lafontaine (antiguo socialdemócrata, antiguo presidente del Sarre, y Ministro de Finanzas del primer gobierno de Gerhard Schröder, cartera de la que dimitió en protesta por las reformas laborales y sociales del primer gobierno de Schröder) y Gregor Gisy como líderes carismáticos en su liderazgo.

Las elecciones de hoy tienen como resultado una lotería de posibles coaliciones entre cinco partidos. La CDU ha perdido su mayoría absoluta en Turingia y el Sarre, y para gobernar necesitará gobernar con el SPD. Una posibilidad para Turingia sería una rot-rot-grüne Koalition (SPD-Linke-Verdes) como nueva "mezcla de colores", que se daría por primera vez en un Estado Federal. El SPD lo tiene difícil. Si sigue formando coaliciones con la CDU, seguirá perdiendo votos de los que se beneficia La Izquierda. Durante la campaña electoral, el SPD ha mantenido siempre en Turingia que sólo formaría una coalición con La Izquierda, si el presidente del Estado Federal no fuera de ese partido, aunque La Izquierda obtuviese más votos, como ha sido el caso hoy. En el Sarre, La Izquierda se ha convertido en la segunda fuerza política (sorprendentemente, teniendo en cuenta que el Sarre está en el oeste de Alemania y no sorprendentemente por el vínculo que Lafontaine mantiene con su Estado Federal). El único estado donde hay claridad es Sajonia, donde la CDU puede elegir si sigue en coalición con el SPD o hace una coalición con el FPD.

O sea que la gente va a votar para que al final los gobiernos se formen a base de coaliciones. ¿Es la falta de contenidos de los partidos? Seguramente. Otras posibilidades son la Ampelkoalition ('coalición semáforo'), es decir el SPD, con el FDP y los Verdes. O la llamada Jamaika-Koalition, por los colores de la bandera de Jamaica (verde, negro y amarillo), que sería posible por primera vez en el Sarre. En Hamburgo ya tenemos la coalición Schwarz-Grün (la CDU con Los Verdes), algo que parecía imposible hace unos cuantos años.

¡Lo que nos depararán las elecciones generales en cuatro semanas teniendo en cuenta este popurrí...! Lo más triste es que el al final ganará otro partido que no tiene color: el de los no votantes.

sábado, 29 de agosto de 2009

I survived the ABBA party

Ahora mismo me pondría una camiseta con esa frase. Acabamos de celebrar el noveno cumpleaños de mi hija, cantando con SingStar. Me horroriza organizar fiestas infantiles, y ahora que ha pasado respiro aliviada hasta el año que viene. Además aquí, como las fiestas han de tener su lado pedagógico o al menos "organizado", me resulta agobiante pensar qué hacer. Así que surgió la idea (no la tuve yo, sino mi ocurrente hija) de hacer la fiesta de ABBA. Cuando otras familias me empezaron a preguntar si los niños tenían que venir disfrazados, empecé a agobiarme y dije que no era necesario. Y hasta una ha venido vestida estilo años 70, toda mona.

La música de ABBA anima cualquier fiesta, la verdad, y hasta los más escépticos han cantado, y eso que los niños te dicen sin ningún problema lo que quieren o no quieren hacer, lo cual yo siempre respeto. Lo divertido ha sido ver la diferencia entre niños y niñas. Las niñas han sido más lanzadas, y los dos niños se han sentado primero a observar, dándonos a entender que todo era bajo su nivel. En esta edad las cosas son o cool o uncool (guay o no), como se dice aquí, y no hay ninguna otra posibilidad para describirlas. Pero he observado que los dos chicos cantaban por lo bajo, y al final de la fiesta hasta han cogido el micrófono. Lo peor es la que se organiza con cualquier cumpleaños infantil, y en eso ABBA no tiene ninguna culpa: 12 niños en total, de los cuales 10 no son tuyos, con lo que no les puedes dar un grito de vez en cuando con la misma confianza como lo harías a los tuyos. Al final te das cuenta de que todos los niños son iguales, por impacientes, avariciosos, malos perdedores, y si acaso sirve de algo esto es para ver que los de uno no están peor educados que los otros (ay, que consuelo más simple). Y en todas las fiestas es lo mismo: siempre hay el listillo, el tímido, el graciosillo, el cuentachistes y los adaptados. Como en la sociedad misma.

Al venir los padres a recoger a los niños, alguno se ha soltado algo la melena y se ha puesto a cantar ("era nuestra música" decían muchos), así que la fiesta se ha prolongado algo, pero ya me daba igual, pues en seguida cada uno a cogido a su vástago y se han ido todos. Y lo a gusto que me he quedado yo ...

viernes, 28 de agosto de 2009

Energía positiva

Hoy es uno de esos días en los que trato de cargarme de energía positiva, pues la negativa abunda por todas partes, o al menos yo la palpo, y me he levantado con mal pie. Todo empezó anoche, cuando al volver a casa me encontré con una llamada en el contestador automático. La madre de una niña de la clase de mi hija mayor, a cuyo cumpleaños mi hija asistió la semana pasada, nos decía con voz titubeante que una de las niñas que acudió al cumpleaños tiene ahora la gripe porcina. En un principio me alarmé. Mi segunda reacción fue empezarme a reír a carcajadas, sobre todo al ver a mi otra hija escayolada y pensar "lo que faltaba". Y con la risa yo misma me tranquilicé. No hay que alarmarse antes de tiempo, y no soy de las que va a ir por la calle con mascarilla salvo si hay una pandemia y se hiciera absolutamente necesario. Una conocida mía volvió en un vuelo de Mallorca así, y me imagino a los cuatro portándolas en el avión y lo que llamarían la atención. A mí ver a gente así casi me alarma más...

Hoy en el médico estaba yo esperando plácidamente junto con mi escayolada, cuando entró en la sala de espera una madre joven con su bebé, ella hablando altísimo con unas voces exageradas, en un idioma que yo no entendía, pero curiosamente sabía lo que estaba diciendo. Era una especie de "guachi, guachi, kaki, guachi, guachi, kaki.... kaki... kaki", Vamos, que ni sin saber polaco, checo o lo que fuese, supe antes de que pusiera al bebé en el cambiador, que le estaba diciendo "¿Se ha hecho caca mi niño?" Ni que no fuera lo mismo en todos los idiomas, salvo que otros hemos hecho esas carantoñas en casa, y no en la sala de espera de una consulta, donde se puso a cambiarle el pañal, pronunciando la frase susodicha mil veces más. Yo era la única esperando, y aunque he cambiado miles de pañales en mi vida, pienso que un espectáculo así, siendo un bebé extraño, ha de ahorrársele a cualquiera.

Luego en la librería del centro comercial, al ir a pagar, mi hija se alejó de mí (por variar, la escayolada, claro). Le dije: "Quédate aquí, cariño" (yo en español, claro). La señora de detrás de mí dijo: "Carino, así no se dice, jajajaja" (ella en alemán, claro). A lo que le respondí: "He dicho cariño, con eñe, pues soy española" y se quedó totalmente cortada y entonces vino la disculpa: "Ay, es que me fascina el español, y no puedo evitar emocionarme cada vez que lo oigo...". Cuando pagué y me fui le dije "Adiós señora" y luego en alemán "Que aprenda mucho español".

Por suerte hay mucha gente que me transmite energías positivas. A todos ellos les dedico esta entrada. A los que me hacen reír. Que lo sigan haciendo.

jueves, 27 de agosto de 2009

El mejor metro del mundo

Como el metro de Madrid no hay ninguno, de eso no me cabe duda, y si alguien conoce alguno mejor, que me trate de convencer de ello, que le será difícil. En los casi 20 años que llevo fuera de Madrid, siempre que he vuelto me he encontrado con estaciones nuevas, prolongaciones de líneas, y en muchos casos remodelación de estaciones o andenes, trenes modernos, y miles de motivos para volver a sorprenderme, además de la rapidez y facilidad de llegar a todos los sitios en él. Que conste que no es orgullo metrero, aunque podría, pues mi abuelo, que trabajaba en el metro de Madrid, trabajó en la construcción de las primeras líneas. Y mi padre trabajaba en el metro también, con lo cual hasta los 18 años viajé gratis encima.

En Hamburgo hay metro, y aunque es extenso, como lo es la ciudad, no llega a cantidad de barrios, como por ejemplo, al mío. Nos encontramos entre dos líneas de metro, ambas demasiado lejanas como para ir andando. La frecuencia de los trenes deja mucho que desear, y salvo en horas punta y en las líneas principales, siempre me ha resultado incómodo cogerlo. Por ejemplo, una situación muy normal es que parte del tren vaya a un sitio y otra a otro, como ahora con la línea que va al aeropuerto (genial para los turistas que no entienden alemán, y aunque creo que lo ponen en inglés, también los hay que no lo entienden). O que un metro vaya hasta el final de la línea, pero el siguiente no, con lo que si te metes en uno así, te tendrás que bajar y esperar al siguiente, y eso no supone como en Madrid una espera de dos o tres minutos, sino de 10 minutos en la mayoría de los casos, y en fines de semana más. Salir por la noche en transporte público es una incomodidad. Aquí la gente te dice que Hamburgo tiene un metro estupendo. Lo siento, no. Es demasiado caro, el servicio pésimo, la inversión en infraestructura es mínima, y cuando hacen una estación, como la del aeropuerto, que fue inaugurada en diciembre pasado (!), hacen gala de haber hecho algo fuera de serie (la estación llevaba muchos años hecha, pero por falta de interés por parte de la ciudad, o dinero, han tardado los casi 20 años que llevo yo por aquí en abrirla). Así que no veré nunca la llegada el metro a mi barrio.

Nosotros somos tan simples organizando, que con comprar un billete sencillo o uno de diez viajes nos conformamos. Aquí no. El servicio de transporte público tiene organizada una red de zonas, tarifas, y horarios que no la entiende nadie; a mí me cuesta, y pienso en los pobres turistas que se desconciertan ante la máquina con todas las tarifas según zonas, billete individual o en grupo. Cuando les digo a los alemanes que en Madrid por menos de un euro te puedes pasar todo el día montando en metro sin salir de la red y hacer miles de transbordos, les parece inaudito. Más inaudito me parece a mí el hecho de que aquí se pague más yendo a un sitio u otro, por desgaste de asiento un rato más, me imagino. Es como si ir a Sol costase tres euros, y a Cuatro Caminos cinco. Así que, salvo en raras ocasiones, el metro no es alternativa de transporte aquí para mí, y por desgracia para el medioambiente, me he convertido en conductora a todas horas. Y me pesa, pues a mí me gusta mucho ir andando y en metro a los sitios, aunque aquí no lo parezca.

martes, 25 de agosto de 2009

Imitadores

Anoche leí que una británica se ha sometido a 51 operaciones quirúrgicas para parecerse a Nefertiti, por creerse además su reencarnación. Teniendo en cuenta que no se guardan fotografías de la reina egipcia sino sólo el busto que se expone en Berlín, en el Museo Egipcio, me pregunto que qué es lo que busca la desdichada.

El busto tiene algo especial y reconozco que en muchas de mis visitas a Berlín he tenido que volver a verlo siempre, al igual que me ocurre con el Altar de Pérgamo. Pero la noticia me causa pavor. Al busto le falta un ojo, un trozo de la oreja, el cuello es de una longitud no humana, eso sí, largo y estilizado. Le quedan unas cuantas operaciones a la imitadora... Y si consigue ser igual, se sentirá realizada plenamente, y en Egipto le han prometido una visita oficial al lugar donde vivió Nefertiti.

Yo me conformo con verla en Berlín y no creo que nadie, con ver a su "doble" de carne y hueso por la calle, piense en un instante que está viendo a la reencarnación de Nefertiti. A lo que llega la locura humana. Es imposible imitar el arte sin ser arte.

lunes, 24 de agosto de 2009

"La rentrée"

En los dos años y medio que pasé en Bélgica, había una palabra en francés que me gustaba especialmente: la rentrée, es decir, 'la vuelta al cole'. Me encantan las palabras en otros idiomas que economizan lo que el nuestro expresa en varias, o al revés. En esta época del año se veía por todas partes esa palabra, y, como muchas palabras en francés se asemejan a las nuestras, yo me la traducía como 'la reentrada', que en el nuestro ni existe, pero al ver la cantidad de material escolar y carteles por todas partes, acabé por comprender su significado. Y al final, esa rentrée es la vuelta a todo: a la actividad política, al trabajo y por supuesto que al cole, y se utiliza para cualquier ámbito.

Esta semana ha comenzado con vistas a nuestra rentrée. El jueves es la vuelta al cole, y es momento de abrir la siguiente etapa del año, una vez concluidas las vacaciones. Las seis semanas dan para desconectar, pero los niños, dependiendo de la edad, o no tienen ganas todavía, o están deseando volver al cole (los más pequeños). Los que comienzan primaria, empezarán un par de días después, con lo cual se vuelve a hacer todo escalonado, no sea que nos atasquemos, como en las autopistas. Con lo cual, tendré a una niña en el cole, y otra no, dándole más gracia al asunto. Al menos este verano hemos tenido un tiempo decente, con mucho sol en Hamburgo, pues es desesperante volver a empezar la actividad diaria sin haberse quitado la gabardina todo el verano.

Lo que me gusta de Alemania en este asunto es que no hay que comprar libros (lo hace el colegio). Pagamos 50 € por curso para libros (y material escolar) y ellos los compran y se van pasando de un curso a otro, hasta que los libros no pueden más. Antes eran completamente gratuitos, y esa fue una de las vacas sagradas que hubo que sacrificar, con mucha oposición. Creo que es una inversión que merece la pena, pues antes se caían a trozos y trabajaban con muchas más fotocopias en papel ecológico (muy buena medida, pero el papel tan gris anima a estudiar tanto como el cielo gris...). En España el gasto en libros escolares es inmenso, y la parafernalia que se monta alrededor de la venta de libros una exageración. Aquí no se ven esos mostradores con libros escolares, sólo con material, pero hasta en eso nos lo ponen cómodo, como otra profesora que por una transferencia bancaria de 25 € se encarga de comprar los cuadernos, y cierto material, para que sea lo que ella quiera y sean todos iguales, con lo cual yo me beneficio de tanta igualdad. Así que empezamos sin gran estrés, o al menos yo. Así que "reentremos", que las almas ociosas se desperdigan por ahí. O como dice mi madre, cada mochuelo a su olivo.

domingo, 23 de agosto de 2009

A Natalia

Hay momentos en los que una madre pierde los nervios. Por ejemplo cuando se lleva por enésima vez un buen susto por una caída de su hijo. Hoy ha vuelto a ocurrir. Saltando de una cama elástica, Natalia se ha chocado con un niño mayor que ella y ha salido despedida al suelo. Ha sido al recoger a su hermana de un cumpleaños. Como aquí los jardines de las casas parecen parques de atracciones, mi primer grito cuando han vuelto a casa (yo no estaba en el lugar del crimen) ha sido: "nunca vamos a poner nada así en el jardín". Como si sólo ocurrieran los accidentes por saltar en una cama elástica. Yo nunca tuve ninguna en mi "jardín" de Carabanchel, pero sí que fui una cabra loca y me daba siempre golpes y tuve buenas caídas.

Pero esta vez ha sido más seria la cosa. Ha vuelto del hospital con el brazo izquierdo inmovilizado en cabestrillo, con una de esas vendas modernas de hoy día. Diagnóstico: fractura del cuello del húmero, que no se ha roto del todo, como les suele ocurrir a los niños por tener todavía los huesos tiernos. Se rompen en parte, por dentro, y quedan enganchados por la pielecilla que los recubre, según he aprendido hoy. Además esto me sirve para ampliar mi vocabulario en alemán: Grünholzbruch, se llaman estas rupturas, literalmente 'ruptura de astas verdes', cual árbol joven. No conocía la palabra. Los términos médicos alemanes son completamente transparentes, y al final he aprendido a manejarme mejor con ellos que con los nuestros en español, que en realidad son los científicos, en latín. Por eso puedo brillar muchas veces en los médicos, cuando les suelto el término médico proveniente del latín en vez de la traducción "al cristiano" que hacen aquí.

Con Natalia no ganamos para sustos. No sé si es por su carácter soñador o por aventurera. El primer año se lo pasó durmiendo, y no se la oía. De hecho me olvidé de ella una vez en el maxi-cosi, al recoger a la hermana de la guardería. Pero cuando empezó a andar recuperó, y desde entonces no he ganado para sustos. Caídas desde lo alto lleva unas cuantas, hasta ahora con buen fin, salvo chichones espectaculares, magulladuras y heridas impresionantes. Fracturas de huesos no había tenido hasta hoy. Y eso que siempre me he temido lo peor. Como dice una tía mía: "algo más para contar". Luego nos reiremos del percance. Ahora tengo todavía un buen tembleque en el cuerpo. Pero es una niña con un encanto fuera de serie. Hoy se metió a los médicos en el bolsillo. Y siempre consigue que al final te rías de las cosas que hace, porque les da un toque de comicidad único. Pero Natalia, ya vale...

sábado, 22 de agosto de 2009

Campaña electoral desganada

Estamos viviendo una campaña electoral desconcertante. Al volver de las vacaciones, me esperaba que la campaña electoral empezaría con fuerza en cualquier momento. Pero dos semanas después no parece ni haber arrancado y mi impresión personal está siendo constatada por sondeos y noticias. Teniendo en cuenta que faltan 36 días para las elecciones, me sorprende la desidia general: de los votantes, de los partidos y de los medios de comunicación. Sólo vemos encuestas: que si uno de cada dos alemanes ni siquiera sabe cuándo son las elecciones, que si sólo a un uno por ciento de los encuestados les parece interesante la campaña, y la frase repetida siempre durante cada campaña y durante los cuatro años de cada legislatura, el "si las elecciones generales fueran este domingo los resultados serían..." tiene como resultado un 37 % más o menos para la CDU y un 22 % para el SPD. Aunque yo no puedo votar, sí que sé cuándo son las elecciones y por eso me choca que a la gente parezcan no interesarle y que a los políticos les falte el entusiasmo esperado.

Pienso que esto se debe al Gobierno de coalición de los dos grandes partidos. Llevan cuatro años gobernando juntos, con Merkel (de la CDU) como canciller y con Steinmeier (del SPD) como Ministro de Exteriores y vicecanciller, y ahora de cara a las elecciones vuelven a ser rivales. Algo tan poco creíble como que Zapatero y Rajoy gobernasen a la par y de repente fuesen rivales otra vez (con esto pienso en las diferentes culturas y en las diferencias hasta en hacer política, pues aquí sí que parece posible). Y respecto a los temas, no parece interesar demasiado la gestión de la crisis, con decisiones acertadas como el fomentar el Kurzarbeit (la reducción de jornada) en vez de echar a los trabajadores, o con haber ido, en mi opinión, demasiado lejos con las ayudas para salvar a los bancos. Es como si con el Abwrackprämie (como el plan Renove) hubieran contentado a la gente, que con cambiar de coche hoy, se siente satisfecha para tirar cuatro años más. No parecen interesar la situación del empleo, tras anunciar a bombo y platillo la semana pasada que Alemania ha salido de la crisis (habrá que creérselo), ni el papel de las tropas en Afganistán, ni las políticas sociales. Durante años de lo que se ha tratado es de quién se atreve a meter mano a lo intocable, es decir, a recortar gastos en Sanidad y los muchos privilegios ganados en los años de las vacas gordas. Ni el anuncio del candidato socialdemócrata, Steinmeier, de crear cuatro millones de empleos hasta el 2020, parece haber impresionado nada, ni que la mitad de su gabinete pudiesen ser mujeres (soy partidaria de que el puesto se lo lleve quien más méritos tenga, independientemente de su sexo; mejor hagámos algo en las políticas sociales para poder conciliar, algo en lo que Alemania está a la cola en Europa). Esta semana hemos oído que, según la revista Forbes, por cuarto año consecutivo Merkel sigue siendo la mujer más poderosa del mundo. ¿Será esto la campaña?, me pregunto.

Pero el toque histriónico lo ha puesto la "candidatura" de Horst Schlämmer, un personaje ficticio creado por Hape Kerkeling, el que yo considero el mejor humorista alemán de la actualidad. Con su campaña "Isch kandidiere" ('presento mi candidatura', con el isch en vez de ich ('yo'), pronunciado de la manera típica de la cuenca del Rin) ha resultado ser hasta creíble para mucha gente y sondeos le daban un 18 % de los votos con su partido HSP (Horst Schlämmer Partei - 'Partido de Horst Schlämmer'). Realidad y ficción se entremezclan en esta campaña. La realidad es que el 27 de septiembre los alemanes irán a las urnas, y me atrevo a vaticinar una baja participación. Al fin y al cabo se votará al candidato "Steinmerkel", del que muy agudamente habla el periódico de hoy. Continuará.

viernes, 21 de agosto de 2009

Morriñas alimenticias

¿Qué productos necesita un español exiliado para sobrevivir? A juzgar por el surtido de la tienda española más grande que hay en Hamburgo, cada vez más cosas. Cuando llegué a Hamburgo en 1990, era difícil encontrar ciertos productos españoles, e incluso los más internacionales, como el jamón serrano, el queso manchego, y el chorizo, no se veían por ningún lado. Hoy día los venden ya en cualquier tienda de embutidos alemana. Pero "las necesidades" parecen haber aumentado. Por ejemplo, mi madre "necesita" cuando está aquí lejía pura y amoniaco; ¡a la tienda española que vamos! Esos venenos no los venden en la droguería alemana, en estado puro, sino rebajados, o mezclados con otros productos que "no limpian igual", según mi madre. Aceite de oliva en garrafa de cinco litros... imprescindible. Cuando mis amigos alemanes ven las garrafas en mi casa se ríen. Para los alemanes el aceite de oliva se vende en frascos pequeñitos, cual esencia, como mucho de litro, pero si son más pequeños mejor, para darle aspecto más gourmet a la cocina. Nosotros no, hala, a granel. También necesito arroz para paella, no el que no se pega, de grano largo, con el que no se hace un arroz pastoso decente ... para allá otra vez. Y luego están los productos clásicos: Cola Cao (menos mal que mis hijan dicen que les gusta más que cualquier otro cacao instantáneo, y hasta hemos conseguido que la mejor amiga de mi hija lo diga también, a pesar de todos los conservantes "E" que lleva), además de tomate frito (imprescindible, así simplón, como a mí me gusta), sardinas de lata, y otras conservas, magdalenas (de las de toda la vida y no esas tipo muffin que venden hoy por todas partes), y hasta Casera (¡viva el tinto de verano que me hice ayer!), mayonesa (aquí no le dan el mismo punto, lo siento), y podría continuar.

Los primeros años de emigrante me volvía de España con la maleta llena de comida. Por suerte ya no, pues ya lo venden todo aquí (salvo la morcilla de Burgos, que vuelve siempre conmigo en la maleta, empaquetada al vacío, junto con el jamón, que es mejor que el de la tienda). Y la visita a la tienda española, con el toro de Osborne que nos recibe en la puerta a los españoles, todas las banderas de las Comunidades Autónomas colgando del techo, y el turrón que venden todo el año (los alemanes se deben creer que lo comemos todo el año, qué engaño), hace que me sienta durante un rato como en la madre patria. Hasta churros congelados compré el otro día... No son igual que los de la churrería del barrio, pero para engañarnos algún domingo por la mañana nos da. Y mis hijas dicen que saben "casi" igual. Como la vida es un sucedáneo de algo mejor, al final, nos conformamos con poco. Qué fácil es ser feliz.

jueves, 20 de agosto de 2009

¡ 34° C !

Tener 34° C en Hamburgo es como si en Sevilla refrescara de golpe y tuvieran 15° C en un mes de agosto. Es como estar fuera de lugar. Lo bueno es que ya nos lo venían anunciando: desde el lunes vengo oyendo que el jueves sería el día más caluroso del año, y aquí no se equivocan. El margen de error de los pronósticos del tiempo es mínimo. Si dicen que va a llover llueve, y te lo dicen de forma muy precisa: tanto por ciento por la mañana, tarde o noche. Me hace gracia la información del tiempo en España: "... con probabilidad de lluvia en el Cantábrico". Decir que "podría" llover en alguna parte del Cantábrico, incluso aunque vivas por allí, es como si no te dijeran nada.

Hamburgo con 34 °C; es como estar en los trópicos, por la humedad del aire. Y la gente sale a la calle, incluso en las horas de máximo calor, algo que en España se evita si se puede. Pero son días únicos, y tienen algo de perecedero, pues sabes que podría ser el último del verano, y más estando ya a estas alturas del mes de agosto. Pero empezamos a ponernos catastrofistas. El calor es la primera noticia con la que abre el periódico local (Hamburger Abendblatt) su edición del día, con el titular "El pronóstico para el siglo: 44 grados en Hamburgo". Vamos a ver, ya me parece sospechoso empezar una noticia así, y debajo hay una foto con niños tirándose a una piscina. Luego hablan de la crisis de las piscinas al aire libre, que se quejan de que la cifra de bañistas ha bajado un 40% respecto al año pasado, para luego decir que "a largo plazo" no nos tenemos que preocupar por las piscinas, ya que los investigadores pronostican para Hamburgo veranos con hasta 44°C "en algún momento de este siglo". Esto es la monda. No digo que no vaya a ocurrir, pero lanzar una noticia así de imprecisa, que tampoco a mí me parece tan mala (aunque ni en España se llega a esa temperatura en verano, algo incrédula soy), me parece una tomadura de pelo. Pero bueno, al menos si se alegran las piscinas de que en el 2080 a lo mejor llegamos a 44°C podremos disfrutar el día de hoy.

El artículo continúa en el interior del periódico anunciando que la noche será "tropical", con 20°C; desde 1950 sólo hemos tenido 11 noches "tan calurosas", y cinco de ellas fueron en 1994 (no lo recuerdo; mis veranos en Hamburgo han sido siempre más bien fresquitos, salvo días contados, ¡y tan contados!). Lo mejor: en las próximas dos semanas no vamos a bajar de los 20°C. Y luego analizan cuáles son los ganadores y perdedores del verano. Ganadores: las heladerías, los Beach-Clubs en el Elba, los que alquilan canoas, las barbacoas (que dejan 300 toneladas de basura en los parques públicos o a orillas del Elba al año; está todo contabilizado), y los conciertos de verano. Los perdedores son las piscinas al aire libre, y eso sólo en Hamburgo, y no en el resto del país, con lo cual los hamburgueses tienen que llevar la contraria hasta en eso. Curioso. Para mí el tiempo es ya una noticia en sí, pero los alemanes comen helados todo el año, alquilan canoas hasta con mal tiempo, y hacen barbacoas en cuanto sale un rayito de sol. Veremos lo que nos depara el futuro (veraniego) hasta el 2100. Ich bin gespannt! (me pica la curiosidad).

miércoles, 19 de agosto de 2009

La vida con normas DIN

DIN Deutsches Institut für Normung, El Instituto Alemán de Estandarización. Vivo en el país que dicta las normas de los estándares técnicos para el aseguramiento de la calidad. Hay normas DIN para todo: para la construcción, la ciencia, la técnica. Y hasta para lo más simple, como los formatos de papel (DIN A4, DIN A3), de los que yo nunca sabía lo que era el DIN hasta que llegué aquí, pero es eso, una norma establecida, de formato en este caso, que se ha importado a toda Europa. Tenían que ser los alemanes los que nos organizaran los tamaños de papel a todos los europeos.

Gracias a las normas DIN, aquí no se ven cables en las fachadas de la manera que los vemos en España, ni tuberías del gas, ni chapuzas de estilo:
Es el barullo de cables delante de la casa de mis padres en el pueblo. Los cables cuelgan en mitad de la calle, y están atados de la manera en que se ve, y con la caja colgando. Yo no podía evitar mirar para arriba todo el rato y pensar que no es "DIN", y que cualquier día nos podríamos electrocutar. La solución, según mi hermano, sería darle un corte a los cables, y entonces vendrían de inmediato a "arreglarlo", es decir a engancharlos de una manera algo más elegante, pero igual de poco profesional. Pero también se quedaría todo el pueblo sin teléfono y luz mientras vinieran y tampoco sería entonces una medida muy popular. Mientras tanto los cables siguen así. Y seguirán el año que viene, si no arde la calle antes. Una vecina decía que menos mal que el Cristo no pasa por esa calle en la procesión. Me imaginé la escena: el Cristo degollado por el cable chapucero, o electrocutado junto con los que lo llevan. No, mejor que no pase por esa calle, y mientras tanto seguiremos disfrutando de tal chapuza. En eso admiro a los alemanes. No tragan con nada. Nosotros en España tragamos con todo. Pero claro, también así se ha construido en España tan rápidamente tanto por todas partes. Aquí se tarda mucho más, pues, como dice mi madre, los ladrillos están muy bien puestos y muy apretaditos. Ya digo: las normas DIN. No sé puede hacer de cualquier manera sino que antes hay que leer el manual. Y aquí la construcción puede convertirse en una tortura por eso, por todas las normas que te prohíben o dictan cómo hacerlo. En España es al revés.

Mismo ayer en una de las circunvalaciones de Hamburgo me acordé de las normas DIN. Estaban pintando las rayas del pavimento. Para ello cortaron lo menos kilómetro y medio con antelación, con mucha señalización avisándote muy pronto de que te fueras a la izquierda. Al verlo pensé que debía ser una obra impresionante. Pues no, había dos hombres pintando las rayitas, y a continuación otro kilómetro lo menos cortado. En España presencié la misma situación en la carretera de Extremadura, salvo que te avisaban "ya mismo", de que "ya mismo" estaban pintando la raya. Peligrosísimo. Claro en España deciden que van hoy, y lo pintan hoy, y aquí seguro que tuvieron que pedir el permiso medio año antes, y entonces se hace bien. El resultado es el mismo, pero la seguridad de los trabajadores y de cualquiera que pase por allí es muy distinta.

lunes, 17 de agosto de 2009

Abrazos sí dados

La semana pasada vi la película de Almodóvar "Los abrazos rotos", que me sorprendió positivamente. No me esperaba gran cosa, y al final Almodóvar no me decepcionó. Nunca lo hace. Sí que me decepcionan otras películas españolas donde sólo salen personajes tarados o excesivos con todo (sexo, alcohol, drogas), y que me parecen todas iguales. Almodóvar sabe expresar sentimientos a través de sus películas, y por eso no me extraña que sea nuestro director más internacional, capaz de plasmar como ningún otro una imagen de nuestro país digna de ser mostrada en todo el mundo, con personajes siempre interesantes y con sentimientos profundos. Durante toda la semana pasada he releído varias veces el artículo de Maruja Torres publicado en El País Semanal el 9 de agosto con el título "Los abrazos no dados", de lo mucho que me ha gustado. Abrazos y más abrazos: rotos, no dados, o rasgados, como es la traducción en alemán del título de la película (que suena más almodovariano que en español, aunque me gusta menos). De un tiempo a esta parte vengo constatando lo mucho que me gusta abrazar y que me abracen. Se trata de un momento único, en el que te fundes con alguien y le demuestras lo que significa para ti. Aquí en Alemania, como son poco dados al besuqueo, se practica más el abrazo, a veces no muy efusivo, pero en muchas ocasiones sí, y yo abrazo y me dejo abrazar, y le he ido cogiendo el gusto. Maruja Torres se pregunta tras la muerte de un amigo querido si lo abrazó lo suficiente. Y no se trata de abrazos llenos de hormonas, como ella dice, sino de "gestos físicos [...] que acercan más que las palabras o que dotan de sangre y calor a las palabras, o que hablan con la elocuencia para la que aún no hemos inventado palabras". Pienso en los abrazos sí dados, y tengo muchos que agradecer. Como el que nos dimos para despedirnos un gran amigo mío y yo en Madrid hace poco, compañero de pupitre mío en el instituto durante dos años, y cuya amistad valoré mucho entonces y que vuelvo a tener ahora, 20 años después. Mejor despedida imposible. Es la mejor forma de decir un "hasta luego" a alguien, un "aquí estoy y estaré siempre". Que no se queden los abrazos sin dar, pues su función es ser dados. Que no lamentemos nunca no haber expresado el cariño cuando era el momento, y aprovechemos cada ocasión para disfrutar de la amistad, que falta nos hace a todos.

domingo, 16 de agosto de 2009

Plagas veraniegas

¿Quién se come a las avispas? Si no hay ningún animal que se las coma, habría que buscarles un enemigo natural. En agosto en Alemania suponen una plaga. Todos los inviernos oigo a la gente decir: "Que haga mucho frío, muchas heladas, para que luego no tengamos bichos en verano". Un cuento chino, pues todos los veranos volvemos a ser atacados por las avispas y todos los meses de agosto me vuelvo a acordar del engaño. El invierno pasado fue muy frío y muy largo, y no nos ha servido de nada. Hoy nos ha sido imposible comer un helado fuera, y nos hemos tenido que meter en el coche, a pasar calor dentro, pues nos perseguían. Lo mismo en la piscina, donde nos han rodeado todo el rato. Recuerdo otras situaciones desagradables de los últimos años, como estar sentados en el precioso barrio Schnoor de Bremen, tomando un refresco fuera, y tenernos que ir, por metérsenos dentro de los vasos y las botellas, o estar en la idílica Lüneburger Heide, el parque natural de Baja Sajonia donde todos los meses de agosto el paisaje se transforma en kilómetros y kilómetros de brezo, y tener que salir huyendo del ataque en un restaurante idílico. Quizá es nuestra culpa. No hay que comer ni beber nada fuera, y entonces te dejan en paz. Cómo se nos ocurre. O una imagen típica es ver en las panaderías los dulces cubiertos de avispas, y las vendedoras tan tranquilas, tan concentradas en su trabajo, metiendo la mano entremedias, para coger lo que les pides. A mí me dan ganas siempre de decir: "Póngame eso, pero sin avispas".

Aquí nos ganamos a pulso nuestro verano, luchando siempre contra los elementos. A las avispas se han sumado hoy unas nubes que nos han quitado la gracia de estar en la piscina al aire libre. Eso nos pasa por ir con 24°C, y estar medio nublado. El sol se iba constantemente y entonces hacía frío. Me gustaría que estar al aire libre no estuviera siempre acompañado de tanto ataque de la naturaleza, sea a través de la climatología o de tanta fauna. Todo lo que se hace al aire libre tiene carácter épico. Una familia conocida que nos hemos encontrado allí casualmente nos comentaba que el jueves se les inundó la tienda de campaña en el camping donde estaban. Mi sonrisa malévola al pensar "¿a quién se le ocurre?" hace que siempre me digan algo como "¿tú no irías de camping por Mecklemburgo...? "No, desde luego que no. Yo prefiero achicharrarme con casi 40°C". "Pues estaba lleno de holandeses el camping", me dijo la mujer en alusión a mi marido. "Ya, pero los holandeses son una plaga también", al igual que las avispas, pensé. Se dice que van en caravana para poderse llevar toda la comida, no gastar nada en el lugar de vacaciones, y llevarse después las cáscaras de las patatas como abono para los campos. Un conocido nuestro habla de la "mentira demográfica" holandesa: el país tiene 16 millones de habitantes, pero otros 16 millones andan fuera, de viaje, y a esos no los cuenta nadie. Luego un amigo nos ha comentado que las avispas se deben este año a que el mes de abril fue muy suave, "ah, ya no es el invierno el causante, sino el mes de abril...", pensé. Qué más da cuál es la causa, una plaga es una plaga.

sábado, 15 de agosto de 2009

Pescaíto o Fisch

Hoy he vuelto a mi puesto de pescado de aquí. A pesar de que están bien surtidos, el panorama me parecía desolador: ni gambas, ni cigalas, ni sardinas, ni boquerones, ni pescadillas, ni pescaíto. Y eso que en Hamburgo, por su cercanía al mar, no nos podemos quejar. Se consume pescado, pero son otros tipos, más nórdicos, y por supuesto que es más caro. Me he conformado con mi Scholle, que me he preparado a la manera de aquí, y me he acordado de que por el precio de un kilo de gambas, aquí te venden cuatro como mucho.

Hace justo tres semanas fui al mercado de Islantilla, a comprar pescado. El mercado es pintoresco, una mezcla de mercado al aire libre y edificado. Abundan sobre todo los puestos de pescado, dada la zona. Y por eso me encantó especialmente, pues soy devoradora de pescado. Pasé un rato divertido a la cola, tras el "quién es el último" al que no estoy acostumbrada aquí, que al final no sirvió de nada pues atendieron al que les dio la gana cuando quisieron. Todavía tengo en mis oídos el "a ver, atiende a la 'mushasha'" con el que la jefa se refirió a mí. Vocerío y gracejo andaluz. Las cuatro dependientas eran guapísimas, repeinadas, maquilladas, luciendo escote. Se me coló todo el mundo, y ellas mismas se aturrullaron "organizando" el jaleo: que si me limpias esta pescadilla o estos lenguados, las unas a las otras, y luego a mí otra vez "niña, ¿no te llevas gambas?". Estuve un buen rato esperando, para al final llegar a casa y decirme mi madre: "¿Pero no dijiste que te limpiaran los lenguados?" Claro que lo dije, y esperé, pero en balde. Pero y lo bien que me lo pasé ese rato, entre toda la algarabía. Sostenibilidad, reserva pesquera y fondos marinos son términos que me vinieron a la mente, pues me sorprendió ver tantos "pezqueñines". A la pregunta de si eso es legal, la respuesta fue "no, pero lo pescan". Los eurócratas nunca cambiarán ciertas cosas, al menos en España. Me parece curioso que en español exista la diferencia entre "pez" y "pescado", el vivo y el muerto destinado al consumo, y en otros idiomas no: el alemán Fisch es todo, y lo mismo fish en inglés, y poisson en francés. No es casualidad; nosotros necesitamos las dos palabras.

Pero el no va más fue el mercado de Isla Cristina, donde fuimos un par de días después, que me dejó traumatizada de cara a mi vuelta: más puestos aún de pescado y una variedad impresionante. Menos mal que no vivo en Baviera, donde comprar pescado es una tarea difícil y la dieta es otra que en el norte de Alemania, que si no me hacía definitivamente pescadera o pescadora.

viernes, 14 de agosto de 2009

¿No es lo mismo?

Me sorprende la sentencia dictada ayer por el Tribunal Supremo de Alemania que libra de una multa a un hombre que poseía camisetas con la expresión nazi "Blood and Honour" argumentando que al ser una traducción no evoca al término nacionalsocialista de la misma manera que si fuera en alemán. Evidentemente. Pero creo que hay que tener cuidado con estas distinciones. El tribunal alega que el código penal no es el medio de erradicar dicha mentalidad. Desde luego que no, pero entonces tampoco habría que prohibirlas en alemán si al fin y al cabo la ley no logra nada: o se permiten en todos los idiomas o en ninguno, sobre todo teniendo en cuenta el alcance del inglés y que el efecto que se pretende lograr con la inscripción, aunque sea en inglés, es el mismo que en alemán, estando acompañada además la frase de los colores y estética típica de tal doctrina.

En Alemania están prohibidas, por ejemplo, combinaciones de letras como KZ, SS o SA en las matrículas de coches. Aquí, las matrículas llevan primero las letras del lugar de procedencia del coche (HH es Hamburgo, B es Berlín y HB Bremen). Ver coches con las letras HB me pareció durante años curioso y siempre pensaba que en el País Vasco de los años 90 serían muy bienvenidos en algunas zonas, al igual que los coches de San Sebastián (SS) les gustarían a ciertas personas aquí. Luego aparecen una o dos letras que son aleatorias, o si se paga una cantidad de dinero (20 €) se pueden elegir. Mucha gente elige sus iniciales, o las de su equipo de fútbol, o los de Bad Segeberg (SE), por ejemplo, pagan para tener una X, y así se ven coches con la matrícula SE X. Y luego viene un número. Pero las combinaciones mencionadas arriba siguen sin estar permitidas. En general la sociedad es muy susceptible a cualquier declaración que pueda suscitar polémica respecto a esos años tan negros de su historia, y aunque el tema se trata con toda objetividad y sin tapujos, sigue siendo un tema doloroso con el que siempre hay que andarse con pies de plomo.

Supongo que esta sentencia tendrá consecuencias al poderse utilizar incluso aquí frases que, aunque están prohibidas en alemán, si que las puedo utilizar traducidas a otros idiomas, pues en otro idioma puedo decir lo que quiera. Por tanto puedo imprimir camisetas con la frase "El trabajo libera", y por si muchos no cayeran en la cuenta de la alusión pretendida, si la acompaño con ciertos símbolos o imágenes, todo el mundo sabrá que me refiero a la frase en la entrada de un campo de concentración. Por supuesto que la frase en alemán suena más fuerte, por ser la auténtica, pero la gente que busca ciertos símbolos asocia perfectamente el significado e intención correspondiente, y ése es el publico receptor. Y las connotaciones están siempre presentes, y me da igual el idioma que sea. Quizá la sentencia no sea desencaminada del todo, y se deben ir levantando tabús, pero si la sociedad no está prepararada todavía, dejémonos de traducciones, pues al fin y al cabo es lo mismo.

jueves, 13 de agosto de 2009

El pueblo

En España casi todo el mundo tiene un pueblo. Se va más, menos, o nunca, pero hay un vínculo a través de los padres, que nacieron y crecieron allí. El fenómeno "pueblo" no existe en Alemania de esa forma, pues la gente vive en ellos o si se han ido no guardan esa conexión. Visitan a las familias un par de días en Navidad o Semana Santa, y no pasan las vacaciones allí. Tampoco hubo ese éxodo masivo como el de la España rural a las grandes ciudades, y por eso nunca se han quedado vacíos. Pero el que los pueblos se llenen en verano es un fenómeno español y por nuestro carácter dicharachero, festivalero, y nuestro clima se convierten en toda una fiesta cada verano.

Yo vengo de un pueblo llamado Madrid. Y como me he criado en él y no resido en él, aprovecho todas las ocasiones que tengo para ir para allá, pues es "mi" pueblo. Aquí tengo que explicar que soy capaz de tirarme tres o cuatro semanas en Madrid pasando calor, sin necesidad de ir a ningún sitio, pues mucha gente no lo entiende. Como con niños es otro asunto, desde hace un par de años hemos vuelto al otro pueblo, es decir, al de mi madre, que en verano es un claro ejemplo de montones de pueblos de España. Es un pueblo de Extremadura donde no eres tú sino el "hijo de ('la')" o "nieto de". Donde todo el mundo se conoce (por eso los extraños tenemos que explicar quiénes somos). Donde en invierno no viven más que un par de ancianos, y en verano se llena de gente de toda España, con niños, muchos niños. Donde las familias tienen motes. Donde las rencillas pueden durar generaciones. Donde no se va a la piscina si la llevan ese verano concreto los que no "deben". Donde la gente se sienta por la noche "a la fresca" a charlar, y los muchachos (y bien pequeños) andan sueltos hasta medianoche, para luego recogerse a dormir cuando tocan las doce campanadas del reloj del ayuntamiento. Donde de repente se oye hablar alemán en la piscina (y no éramos nosotros sino otra familia de ''emigrantes"). Donde las puertas de las casas están abiertas, y de repente se te mete una vecina que te trae patatas o tomates de su huerto.

Reconozco que a mis hijas les gusta más que a mí, pues nunca fui de niña, pero es divertido ir y ver lo bien que se lo pasan ellas allí y lo despendoladas que están, correteando con los niños por las callejuelas, algo imposible de hacer en la ciudad. Pero a mí, después de cuatro o cinco días me empieza a entrar desasosiego. La llamada de mi pueblo irrumpe en mis vacaciones campestres y me vuelvo a Madrid. Tranquilidad, campo y naturaleza tengo también aquí, pero la sensación de estar en mi lugar de origen la tengo sólo en un sitio. No obstante pienso ahora en el pueblo lleno de veraneantes, en la piscina tan maravillosa que hay con unas vistas impresionantes, y siento pena porque se les acabe el veraneo y que se vuelva a quedar vacio, hasta el verano siguiente. Lo bueno de mi pueblo es que nunca se queda vacio, ni siquiera en invierno.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Currywurst

De los muchos tipos de salchichas que hay en Alemania, la salchicha al curry (Wurst = 'salchicha') es la más exótica de todas. Al que se le ocurrió echar curry en la salsa de tomate que la acompaña tuvo un momento de inspiración y acierto. La autoría la reclaman tanto un Imbiß (los puestos de la calle o locales donde se venden salchichas y comida rápida alemana) de Berlín como uno de Hamburgo. Arropado por la novela de Uwe Timm, "Die Entdeckung der Currywurst" ("La invención de la salchicha al curry"), Hamburgo se atribuye la invención y aunque la novela es ficción, de hecho hay una placa conmemorativa en una plaza de ciudad. Sin querer barrer para casa, confirmo que las mejores salchichas al curry que he comido son las de Hamburgo. En Berlín, quizá porque sólo paso por lugares de turistas, las he comido bastante malas, pero no les quiero quitar su mérito a los berlineses. Es como comer en la Plaza Mayor de Madrid con todos los turistas, pidiendo de una carta traducida a varios idiomas, lo que te venden como comida auténtica (y ahora me acuerdo de la Rue de Bouchers en Bruselas, donde ofrecen paella en muchos restaurantes, y hasta te hablan en español cuando te oyen hablarlo: siempre quise comer una paella en Bruselas).

Hoy he vuelto a mi puesto de salchichas favorito de Hamburgo, en un mercado cercano al que suelo ir, quizá buscando algo que me ubique. Como los puestos son ambulantes, ya tenían prácticamente todo recogido, pues a la una empiezan a recoger (todavía tengo el horario español en el cuerpo y se me hacía pronto para comer, pero era tarde). Como el vendedor nos conoce (tampoco voy tanto...), nos sirvió amablemente la salchicha al curry con patatas fritas, volviendo a utilizar la placa y freidora ya recogidas. Cuando además me dijo "bienvenida" (por las vacaciones) y me preguntó por mis padres, me sentí como en casa. Luego se dirigió a mis hijas, y tras preguntarles si son bilingües (les viene bien, para que lo aprecien...), les dijo que tienen una suerte enorme de poder ir a veranear a España así, de chiripa: "Yo sólo tengo una tía en Sauerland" (una región montañosa entre Renania del Norte-Wesfalia y Hessen), "y no es lo mismo...", les dijo. En esos momentos una madre se crece, y mientras comíamos les eché yo el sermón correspondiente... Hay que aprovechar todo tipo de oportunidades, aunque sea comiendo una salchicha.

En los últimos años están apareciendo por todas partes lugares exclusivos para comer salchichas al curry, con nombres como "curry noble" o similares, decoración minimalista y en zonas de oficinas en el centro o barrios de moda. También es habitual hoy día en una boda o fiesta grande que, tras haber cenado, a medianoche sirvan salchichas al curry (durante años se servía la famosa "sopa de medianoche", que seguro que volverá en unos cuantos años). Todo se sofistica, y se institucionaliza. Pero la misma función que realiza el bar de la esquina en España, el Imbiß al que uno suele ir es el sitio donde las salchichas saben mejor. El factor psicológico es casi más importante y el que te sitúa en el tiempo y en el espacio.

martes, 11 de agosto de 2009

De setas, agujeros y lagunas

Tras tres semanas fuera, siempre hay un par de días en los que me encuentro en una especie de limbo. Hay que volver a sumergirse en la vida diaria, y las vacaciones todavía están muy recientes. Si además el contraste de todo es tan fuerte, la sensación de estar divagando es aún mayor. La percepción de uno mismo es ya distinta por el clima: he pasado de la sensación de achicharramiento por el calor a la sensación de humedad. Desde ayer llevo observando la naturaleza, que no se apiada de nada aquí: de entre las baldosas de la terraza han salido multitud de hierbajos, y por todas partes se ven setas bien hermosas, dignas del poblado de los Pitufos. Es como si los humanos fuéramos los que no pertenecemos a este hábitat, sino sólo las plantas, que surgen a través de cualquier ranura. En las casas de enfrente hay unas manchas blancas que yo atribuí hace tiempo a las palomas o pájaros... Pues no, son la prueba de que el aire de Hamburgo es limpísimo pues son unos hongos que sólo salen en sitios de aire puro. Esto me lo explicó un familiar holandés entendido. Mira tú por dónde, pensé, y comprendí por qué en temporadas tengo la sensación de que me van a salir ancas, hojas, o moho. Y así me siento hoy.

Lo mismo ocurre con la actualidad del país. El agujero de tres semanas que han llenado hierbajos y setas lo tengo que llenar yo ahora. Estando en la playa leí sobre el escándalo del verano, que debe haber sido la noticia principal en lo que aquí se denomina el Sommerloch ('agujero del verano'), por la falta de noticias: a la ministra de Sanidad le robaron su coche oficial estando de vacaciones en Dénia. Mi primer pensamiento fue "en España tenía que ser, vaya fama que tenemos", el segundo fue "la que se va a liar". Al volver leo que ha sido absuelta y que la investigación la libra de toda culpa, con lo cual puede entrar a formar parte del "gabinete a la sombra", lo que denomina aquí al equipo que presenta el candidato a las elecciones, jugando ya con todas las cartas sobre la mesa de cara a una hipotética victoria. La ministra se quedó fuera, y ahora ha entrado. Se le exculpa diciendo que mandó venir el vehículo para un "acto oficial": una reunión con alemanes residentes en la zona. Los ladrones abandonaron el coche una semana después, probablemente asustados por el revuelo causado (se trata de unas elecciones; que se lo hubieran pensado antes y hubieran elegido otro Mercedes), pero entiendo el enfado colectivo: los gastos de trasladar el cochecito con chófer incluido para un acto público así. Y el escándalo no ha ayudado al SPD, a los que los sondeos pronostican una fuerte derrota. La campaña comenzará de manera seria cuando todos los veraneantes (y políticos) regresen, y mientras tanto nos conformamos con "noticiones" así. O como el hecho de que el alcalde de Hamburgo fuera el sábado por primera vez a la cabeza del desfile del Christopher Street Day de Hamburgo. Es una buena noticia, teniendo en cuenta que es gay. Hamburgo y Berlín se enorgullecen de ser tan liberales como para tener alcaldes gays y en algún sitio he leído la propuesta de boda y unión de ambos estados (y alcaldes, claro). Klaus Wowereit, el de Berlín, es un personaje más dado a estos eventos, pero Ole von Beust, con la seriedad típica de un hamburgués de pura cepa y político conservador, debió de quedar de miedo en el desfile.

Más lagunas que llené leyendo el periódico en el vuelo de regreso: comenzó la liga, y el Wolfsburg, que ganó la pasada, ganó el primer partido, al igual que el St-Pauli, el equipo más castizo de Hamburgo, ganó 2-1. Que Michael Schumacher iba a regresar (hoy ha anunciado la retirada del "casi regreso", cuántas noticias inútiles). En una foto de una revista de otro pasajero del avión vi a la flamante nueva mujer de Boris luciendo embarazo. Lo que se pierde uno en tres semanas. Quedan atrás la absolución de Camps, los improperios que se lanzan un partido y otro, los "noticiones" sobre los famosos en España. Es como ciertas series de televisión, a las que te puedes incorporar en cualquier capítulo tras haberte perdido incluso una temporada completa.

lunes, 10 de agosto de 2009

Nuestra isla

"Drohen noch mehrere Bomben auf unserer Urlaubs-Insel?", '¿Amenazan aún más bombas a nuestra isla de vacaciones?' Acabo de meterme por primera vez en mi vida en la página web del diario sensacionalista Bild, pues quería ver tan sólo el titular sobre las bombas en Mallorca, por temerme algo así como "nuestra isla" o "nuestros turistas". Anoche ya me sorprendió la forma de dar la noticia en el telediario de la noche, pues lo relevante de la noticia eran sólo los turistas alemanes, y si no fuera por eso, la noticia ni merecería un titular. Pero fue la primera noticia del día: las bombas que explotaron ayer y que amenazan a los alemanes. Por eso hasta el ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, ha hecho hoy declaraciones en las que pide calma y dice que no hay motivos "aún" para recomendarles a los alemanes que cancelen sus vacaciones en la isla. Su ministerio, sin embargo, pide a los alemanes que eviten "las aglomeraciones". En Hamburgo se pueden evitar, y en cualquier ciudad o pueblo alemán. ¿Pero en Mallorca? Me imagino la Playa del Arenal: eviten las aglomeraciones, señores turistas, no paseen por la Plaza Mayor, no se acerquen a la catedral, a ningún restaurante, bar, discoteca, chiringuito ... y eso en el mes de agosto.

Para los alemanes Mallorca es su isla y en más de una ocasión he oído reclamarla como el Estado Federal número 17, de guasa o en el diario Bild algo más en serio. Unos 200.000 alemanes se encuentran ahora mismo de vacaciones en la isla, y tengo entendido que se oye hablar alemán por todas partes, y me lo creo. Desde los 16 años no he vuelto a la isla, y con lo fácil que es volar desde Hamburgo por las miles de ofertas que hay todo el año, es extraño no haberlo hecho. Aunque me apetecería volver, soy muy reacia, pues me temo que me sentiría incómoda. Los alemanes no van a Mallorca sino que van a "Malle", una forma familiar de llamar a la isla. "Ballermann" es un sitio que conoce todo el mundo en Alemania aún sin haber ido: es el famoso local en la playa del Arenal donde van los turistas alemanes a beber sangría en cubos y a hacer fiestas tipo "Miss camiseta mojada". Y el término ha dado lugar a más expresiones del idioma: Ballermann-Hits, es la música que se escucha en este tipo de locales (hasta en mi radio de internet descubrí que hay una emisora alemana que pone todo el año estas cancioncillas para prolongar el moreno y la borrachera). Mis vacaciones last minute en Lanzarote hace 12 años me dejaron impactada: yo era la única turista española en el hotel, y me daban ganas salir corriendo cada vez que veía un cartel tipo "Aquí cocina un carnicero alemán", -en alemán claro, un español se asustaría al leerlo en castellano-, o "Pastelería Alemana" y todo tipo de comidas y cervezas alemanas, para no echar de menos nada durante una semana. Aún así me lo tomé como un estudio de campo y traté de ensayar todo tipo de posturas en la tumbona de la piscina del hotel, con El País bien abierto, para que no me confundieran con los turistas alemanes, holandeses, y británicos de mi alrederor, algo difícil con el guiri a mi lado. Al menos pude "practicar" el español con el personal del hotel, que me usó un par de veces como diccionario ("¿Cómo se dice esto o lo otro?", me preguntaba el camarero que estaba encantado con la visita de una sola española turista en el hotel; nunca me he sentido más exótica en mi vida). Así que no quiero ni pensar en lo que vería en Mallorca. Me temo que tardaré años en volver, si es que lo hago. O miraría con lupa dónde me metería.

Por eso he disfrutado este año de la semana que he pasado en Islantilla, en Huelva. Quizá no lo debería decir muy alto, para preservar el lugar como sitio de vacaciones de españoles. No es que sea discriminatoria, pero hay que entender que si voy a España me gusta sentirme española, aunque vaya con mi familia de guiris, y me encantó estar tumbada en la playa y oír cosas como "chiquillo, te voy a partir la cara ahora mismo" (pronúnciese a la andaluza), algo que seguro que no se oye nunca en la playa de Mallorca. Eso sí, sé que muchos turistas alemanes van por las mañanas a poner las toallas en la arena para guardar sitio, y en las trifulcas que se organizan en los hoteles cuando ocupan las hamacas por las mañanas se deben oír amenazas parecidas, aunque menos salerosas. Espero que no haya más explosiones, ni en su isla ni en la nuestra.

[Apéndice: Dos horas después de haber escrito lo anterior se ha pasado por mi casa una amiga que regresó ayer de Mallorca. Al preguntarle que en qué sitio de la isla ha estado me ha dicho que en uno llamado "Hamburger Hügel", así, en alemán, es decir, 'las colinas de Hamburgo', donde muchos hamburgueses tienen sus residencias veraniegas. Me ha contado que se han encontrado durante las vacaciones a cuatro familias que conocían...]

domingo, 9 de agosto de 2009

El norte y el sur

Vivo entre el norte y el sur, física y mentalmente. Y el punto de convergencia soy yo. Hoy regreso del sur, y la llegada al norte me devuelve a mi otro mundo. Tengo varios, y el más complicado, mi interior, no conoce de geografía. Al llegar al aeropuerto de Hamburgo estaban haciendo la última llamada para un vuelo a Bruselas, y pensé que no era casualidad y que en ese vuelo me montaba también sin dudarlo, como he hecho en muchas ocasiones. Del ruido de Barajas llegamos al silencio del aeropuerto de Hamburgo. Siempre pienso que me he quedado sorda al llegar. Desde el avión, el paisaje tan verde anuncia que regresamos al norte. Cuando llego a Madrid, la sequedad de la meseta me dice que llego al sur, y me emociono al ver el paisaje tan amarillo y seco. Al menos hoy no se puso el cielo gris al pasar Francia, como suele ser, y Hamburgo nos ha recibido con 27° C y sol. A juzgar por el estado de la maravillosa hortensia que planté hace un mes, parece que no ha llovido mucho en la última semana. Como soy del sur, me largo con toda la tranquilidad confiando que el cielo de Hamburgo cuide de mis escasas flores, pero esta vez no ha sido así, ¡pobre hortensia! Basta con que no haya llovido en la última semana para que el recibimiento de las plantas haya sido desolador pues la "verdura" de Hamburgo exige agua, y mucha. Ahora mismo amenaza tormenta. Podía haber sido esta semana. Pienso en mi amiga, que siempre desea que durante las cinco semanas que pasa en España todos los veranos diluvie en Hamburgo, para a su vuelta disfrutar todavía de algo de verano. Como para fiarse aquí.

"¿Dónde está la cocina del avión?", nos ha preguntado hoy nuestra hija pequeña durante el vuelo, cuando nos han servido la comida. Nunca me había parado a pensarlo, a juzgar por el tamaño de los baños. Le hemos dicho que es la abuela la que cocina en el avión, como en Carabanchel. No parece que se lo haya creído, pero como abuela no hay más que una, todo es posible. Ha sido un placer estar con los míos, y con mis amigos. Cada vez echo más de menos a todos y cada uno de ellos. Por suerte aquí tengo a muchos otros también. Al llevar tantos años lejos de mi familia, valoro mucho la amistad, y gente maravillosa hay en todas partes. Por eso y como tengo alma gitana, no me daría pereza levantar la casa e irme a cualquier otro sitio; por curiosidad, o por no perderme nada. Los aeropuertos me recuerdan la cantidad de sitios posibles que hay por conocer, o en los que se puede vivir.

La fila de taxis Mercedes en su mayoría es lo primero que se ve al salir de la terminal. Más difícil es encontrar uno con espacio para una familia de cuatro personas y bultos grandes, pero los había. Las calles otra vez silenciosas, el tráfico también. Y ahora en mi casa oigo el silencio. No echaré de menos el ruido del patio al que da la ventana en Carabanchel: el insoportable aire acondicionado de la casa de enfrente, encendiéndose y apagándose toda la noche, los perritos del bajo ladrando a cualquier hora, los niños del piso de abajo riéndose a las dos de la mañana, la vecina que cena todas las noches tortilla a la una de la mañana: oyes el batir de los huevos, y cómo coloca luego plato a plato en el escurridor... Sonidos del verano en Madrid. Aquí se acaba el silencio y empiezo a oír los truenos de la tormenta, y la lluvia. No ha tardado mucho en empezar a llover. Hacía tres semanas que no había visto caer una gota de lluvia. Mañana refrescará. Todo vuelve a su sitio. Espero que yo también.