miércoles, 31 de marzo de 2010

Pónganme una de clásicos

Ya han llegado. Mis 20 tomos aparecieron ayer en la puerta de mi casa, y la empleada de correos me avisó de que el paquete pesaba un rato. Se trata de una serie de clásicos de la literatura alemana que van de 1771 a 1959 y que pedí por internet la semana pasada. Ya estuve tentada de hacerlo en Navidad, cuando salieron, pero ahora el momento es más propicio. Teniendo en cuenta que soy licenciada en Filología Alemana, lo que se llama aquí Germanistik, algo así como decir Germánicas, me resulta (casi, ...no exageremos) bochornoso no haber leído nada de Thomas Mann, Schiller o Nietzsche, entre otros. Vale, me especialicé en Lingüística, y pregúntenme algo sobre gramática, historia de las lenguas, lexicología, y otros temas lingüísticos, pero me resulta raro ir con mi título de especialista en lo teutón por el mundo, sin haberme sumergido en los clásicos alemanes. Y sinceramente, los planes de estudio me parecieron demasiado especializados desde el comienzo y carentes de ninguna visión general de nada.

De las varias definiciones del Diccionario de la Real Academia para "clásico", me quedo con "que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia". Yo añadiría que se trata de aquellas obras de valor universal que, aunque estén enmarcadas en un país o entorno concreto, su mensaje y vigencia llega a la gente incluso siglos después y a cualquier lugar del planeta. Son obras redondas, en estilo, trama, temática y sus personajes pasan a formar parte de la cultura colectiva de un país e incluso traspasan sus fronteras. Todo el mundo sabe quién es don Quijote o Ana Karenina sin haberlos leído. Y yo misma sé que en la cultura germana existen Effi Briest, Instetten, la familia Buddenbrook, y por supuesto que el pobre Werther que sufre de amor, y Fausto y su pacto con el diablo. Vale, también todo el mundo sabe hoy día quién es Lisbeth Salander, pero no comparemos, y pronostico que en 100 años será más recordada Pippi Calzaslargas, de Astrid Lindgren, que ella.

La primera obra de mis 20 libros (algunos unos buenos tochos) de la serie me desconcierta, de una escritora cuyo nombre no he oído nunca: Sophie von la Roche. Se le considera (gracias Wikipedia) como la primera autorA de novelas alemana, y hablamos de 1771, una época en la que era una revolución que una mujer escribiera. La última, "El tambor de hojalata", de Günter Grass, me suena más, claro. Pero una de a medio camino, "El haya y el judío", de A.V. Droste-Hülshoff, ni entra ya en la categoría de lo de que nunca te acostarás sin saber una cosa más.

Ahora toca decidir sobre el orden de lectura: si cronológicamente, de la más antigua a la más moderna, o por "necesidad vital" de ir llenando lagunas. Anoche pospuse esta decisión a hoy, pues una salida nocturna en medio de la semana con mi gran amigo y compañero de fatigas por la Reeperbahn, la zona de copas por excelencia de Hamburgo, tras tres meses sin vernos, es un clásico obligado. Mi amigo es un clásico, pero en el sentido puro de la palabra, pues de antiguo no tiene nada, pero sí mucho de sabio y universal, así que era un buenísimo plan. Hoy compensaré las pocas horas de sueño de anoche con el comienzo de la lectura, y creo que empiezo por Effi Briest, de Theodor Fontane, más o menos en la mitad de la serie, y luego ya veremos. Pero antes me toca correr, trabajar esta tarde, y luego ir a uno de los tostones universales, ... planazo total: reunión de padres de la clase de mi hija, con padres y madres que se creen que ellos han inventado la vida. Deberían recetar lectura de los clásicos en este tipo de reuniones.

martes, 30 de marzo de 2010

¿Habrá indulto?

Me resulta un reto escribir de cosas sobre las que no tengo ni idea, pero hay veces que no lo puedo dejar, pues leo noticias que me llaman la atención. En Alemania tenemos a nuestro Raúl particular, es decir un jugador que no está entre los convocados para jugar en la selección alemana en el Mundial de Suráfrica y que el público reclama. Las circunstancias no son las mismas, pues a Kevin Kuranyi le castigó el seleccionador nacional Jürgen Löw cuando el jugador abandonó el estadio en octubre de 2008 tras el primer tiempo, en un partido contra Rusia en la fase de clasificación. Reconozco que me he tenido que informar bien, pues yo pensé que abandonó el campo de juego, y entonces sí que sería grave, pero lo que ocurrió es que como ese mismo día le dijeron que no iba a jugar, estaría cabreado y abandonó su lugar en la tribuna y se fue a ver el partido a casa, como explicó después. Y Löw le castigó y apartó de la selección, y desde entonces parece que no se han vuelto a hablar. Pero con cada gol que marca ahora Kuranyi, y con 17 es el hasta ahora pichichi de la liga, se caldea el ambiente.

Y yo, que no había oído el nombre del jugador del Schalke 04 hasta estos días, acabo de participar en la encuesta del periódico de Hamburgo: "¿Debe Joachim Löw indultar a Kuranyi y llevárselo al Mundial? "Jawohl", he dicho yo, un sí rotundo, como 87 % de los que han participado en la encuesta; 13 % dice que le deje en casa. Pero no está el horno para bollos, y no convocar al mayor goleador de esta temporada cuando además el trío favorito de Löw, Miroslav Klose, Mario Gomez y Lukas Podolski, anda medio lesionado y no en su mejor momento, no parece una buena idea.

"Jogi, abre los ojos" gritan los fans del Schalke 04 en los estadios. Hasta el Kaiser, Franz Beckenbauer, que es dios en temas futbolísticos en este país ha hecho declaraciones en el Bild-Zeitung (¿dónde se llega si no mejor a las masas?), el periódico sensacionalista, pidiendo que el jugador vaya al Mundial. Y acabo de participar en la misma encuesta, ahora del Bild, y el resultado es el mismo, qué casualidad más rara: 87 % dice que sí, y 13 % que no. Ya veo que yo marco la diferencia en este asunto, por lo mucho que me interesa.

Pero ahora me pica la curiosidad sobre lo que saldrá tras la clausura estos tres días de los grandes del fútbol, Löw incluído, para hablar de la selección alemana de cara al Mundial. ¿Habrá indulto? Acabo de ver además que la final del Mundial es el día que llego a Madrid este verano. Sería divertido volver a ver una final Alemania-España, esta vez desde el otro lado. Con Kuranyi quizá... Creo que Löw debe ceder: aunque los alemanes juegan siempre "creyéndoselo", no les vendrán mal jugadores en los que confiar, que España está muy fuerte... Löw, hazme caso, mira que me caes bien, pero en esto no tienes razón...

lunes, 29 de marzo de 2010

Schwanenwik y esos sitios que nos dicen tanto

Hoy he vuelto al lugar donde tomé la foto de la cabecera de este blog. Se trata de Schwanenwik, una de las calles a orillas del Alster, el lago de Hamburgo, donde en mi opinión hay las vistas más impresionantes. Y eso no lo pienso yo sola, pues cuando hace buen tiempo, acude la gente en masa, pero qué más da. Esta mañana me apeteció volver a darme una vuelta al Alster corriendo. Resultado: 7,4 km en 51 minutos. No está mal, para lo matada que estoy, y teniendo en cuenta que la otra vez que lo hice, en junio pasado, lo corrí en 55 minutos. Pero hoy había muchísimos más corredores. Se respira la maratón de Hamburgo en el aire, que será el 25 de abril, esta vez con 25 aniversario incluido. Yo no participo, eso está claro...

Que haya empezado hoy mi vuelta en Schwanenwik no es casualidad. Quizá es uno de los puntos más bonitos de Hamburgo, pero como no se trata de catalogar, lo que quiero decir es que todos tenemos algún lugar que tiene algún significado especial y al que de vez en cuando necesitamos retornar. Y hoy era el día de Schwanenwik. Estaba bonito, incluso con los árboles que siguen pelados (aquí hasta mayo no hay hojas), no había veleros (ayer por lo visto estuvo llenito de ellos), e inspiraba paz y tranquilidad. No obstante hoy he pasado rapidito, sin querer (o poder) pararme siquiera, como si estuviera entrenando la maratón, simplemente para decirme que he estado y que todo sigue existiendo. Pensaba haberme sentado en un banco y contemplar la imagen, pero eso no era lo que me pedía el cuerpo hoy, según me he dado cuenta cuando estaba allí. Y de eso se trata con ciertos lugares. No se trata de que sean bellos o no, sino de que te saben a buena compañía, a recuerdos. En Madrid hay varios puntos que metería en la misma categoría. Y en Bélgica otros tantos, como La Hulpe, en zona valona, donde hay un parque con castillo y secuoyas incluidas en el que no sé por qué me sentía maravillosamente bien, yo, que soy pateadora de ciudades.

Por eso, siendo Semana Santa y sabiendo que media España está de vacaciones y que aquí lo está parte de Alemania (a los hamburgueses no nos toca, hay cole y trabajamos lo que nos corresponde), voy a iniciar una serie de artículos en los que describiré sitios que me gustan especialmente bajo la etiqueta "Lugares especiales". Suelo ser una turísta atípica. Me fascina lo nuevo, claro, pero admito que los lugares que más me gustan son aquéllos a los que he ido mil veces, y donde un árbol o un adoquín particular de la calle me hace sentir bien. Como soy algo anárquica en estas cosas, no será una serie de posts ni exhaustiva ni con una cierta regularidad, sino que será, como (casi) todo lo que hago, según me sienta o me venga en gana. A los que no están, que disfruten de sus vacaciones. Yo viajaré en mi mente, algo que se me da muy bien.

domingo, 28 de marzo de 2010

Una hora menos

Me encanta el cambio de hora de la noche pasada, pues eso significa que hoy será de día hasta las ocho de la tarde casi. Eso, en Hamburgo, tras el invierno tan oscuro, es como volver a la vida. A mí particularmente hoy me da igual que me hayan quitado una hora de este domingo. No soy una vaca a la que trastornen en su horarios y costumbres. Aquí siempre se habla de que los cambios de hora descolocan a los animales. A mí me descolocan otras cosas, aparte de que puestos a compararme con un animal tengo mucho de búho.

El peor cambio de hora que he tenido fue hace dos años. Un mes antes, sin pensar en esa hora que me quitarían, apunté a mi hija a un curso de natación en la piscina más cercana. Pues bueno, para los principiantes el curso comenzaba a las ocho de la mañana un domingo, el del cambio de hora, pero de eso no me di cuenta hasta los días de antes. Sentí el curso como un castigo divino a los que tenemos hijos en un país en el que los niños molestan, y así nos metían a todos juntitos en una piscina a las ocho de la mañana con los peques más ruidosos para que los demás nadadores se librasen de nosotros cuando llegasen. Pues bien, con el cambio de hora, el curso resultó empezar a las siete de la mañana, y como por ser el primer día, había que estar a tiempo, yo estaba ya con mi hija en la cola a las 6.30 h (vale, a las 7.30 h según el horario de verano; pero vaya horitas) y me acordé de Hamlet y lo de que "algo está podrido en el estado de Dinamarca", en mi caso Alemania. Ése sí que fue un cambio de hora traumático.

Y como hoy es Domingo de Ramos y el pistoletazo de salida a las celebraciones religiosas de la Semana Santa, recuerdo los Domingos de Ramos del pasado y pienso en la misa más larga del año, con el evangelio ése leído por tres y que yo leí alguna vez de niña en la iglesia. No sé a quién se le ocurrió decir que yo leía muy bien, y me pusieron de lectora a menudo. Y lo del Domingo de Ramos, era la actuación "estelar" del año. Además, el Domingo de Ramos había que estrenar algo, según reza la tradición, y estrenábamos zapatos o algún vestidito para la primavera. Recuerdo esos domingos soleados en Madrid.

Aquí hoy hace sol, tras una noche de diluvio. Nos han quitado una hora que yo hoy regalo encantada, pero ganamos una de luz más. Buen cambio. Quiero luz. Pueden quitarme unas cuantas horas más.

sábado, 27 de marzo de 2010

La realidad

Hay días que suponen el comienzo de una nueva vida, por ejemplo para una niña que a las ocho de la mañana viene a tu cama con la pregunta "... si no existe la liebre de Pascua, entonces ..., el Papá Noel, ¿podría ser que sois vosotros también?" Y bueno, qué responde uno a las ocho de la mañana a una niña que va camino de siete años y que probablemente lleve días meditando: la verdad claro, por muy "cruda" que sea. Y como se lo ha tomado muy bien, yo le he preguntado: "¿Y qué crees entonces del ratoncito Pérez y el hada de los dientes [la versión alemana]?" Y la respuesta le era clara también. Yo le he dicho que si su cabecita piensa en esas cosas, es que ya se está haciendo mayor.

Hacerse mayor, ¿qué significa eso? Significa en muchos casos ir abandonando fantasías e ir viendo la vida tan real como es, sin florituras y engaños. Suena fácil, pero no lo es, y más cuando tú estás convencido de que quieres seguir luchando por sueños o deseos profundos, como mi hija, que en Navidad dudó, pero que todavía quiso creer. Lo más difícil es batallar cuando todo el mundo piensa que has perdido, pero si estás seguro de que el engaño no es tal, aunque te revuelvas hasta lo mas hondo porque la evidencia te indica que debes capitular, la batalla será aún más dura y cruel.

Los niños crecen, y se dan cuenta de que tú eres su guía y que si durante años has hecho el paripé para hacerles felices ("Ah, entonces fuistéis vosotros los que tocastéis el timbre, y no el Papá Noel"), estarás ahí para lo que sea, y que los desengaños que van sufriendo les curtirán en el proceso de la vida, porque hay que pasar por ellos. Lo malo es para los adultos. Hay muchos trances por los que no hay que pasar, pero si tienes que hacerlo, te darás cuenta de que hay despertares muy duros que hemos tratado de evitar a toda costa, y que cuando llegan, al final te confirman en que no ha habido engaño, que tú has tenido todo en las manos, y que lo que se te va es algo irreplazable.

viernes, 26 de marzo de 2010

¿Dónde están los objetos normalitos? Bondades y cruces

Un amigo mío me comentaba hace poco sobre la imposibilidad de comprar productos normalitos, como los de toda la vida; es decir, antes, te comprabas un colchón, ibas a la tienda y comprabas uno, sin romperte la cabeza, y hoy los hay que si de espuma viscoelástica, y qué se yo cuántas posibilidades más. O al elegir el otro día una silla de escritorio para mi hija, casi me da un ataque de ansiedad, porque hoy día no existen las sillas normales, sino que se puede ajustar todo, desde el respaldo (eso es lo normalito) hasta los reposabrazos, todo; sugerían poner el asiento más pequeño y en unos años cambiarlo por uno de adulto. "No, no, eso no hace falta", dije, "ponemos el grande directamente y listo, que tire".

Y lo mismo con todo. Frigorífico. Elijan uno. Yo opino que hay que tener uno con una zona de 0° C, donde se conserva mejor todo lo fresco. Y horno, a ser posible uno de los que se limpian solos, mi gran liberación. Mi cuñado, que es cocinero profesional y profesor de cocina, dice que eso no hace falta, que los "restos" del horno son los que le dan el saborcillo tan rico a lo cocinado en él. Vale, ¡pero y lo que me he liberado yo por no tenerme que agachar más! Y sin quererlo nos vamos haciendo "expertos" en objetos, que cada vez saben hacer más cosas. Y aunque nos hacen la vida más fácil, nos la complican a la vez más ... sobre todo a la hora de elegir. Edredón: de plumas, sintético... (yo opino que sintético, por las alergias), plancha... un centro de planchado, ¡gracias Azu, otra de las mejoras de mi vida!, y lo bien que plancho ahora; que se lo digan a mi madre, que cuando regresa a Madrid tras estar un par de semanas en mi casa me dice: "Ay, lo que echo de menos tu plancha". Antes me decía que me echaba de menos a mí ..., pero lo acepto porque mi plancha es guay. ¿Qué más...?

Pero lo sorprendente es que las cosas acaban por perder su funcionalidad. Ejemplo: los parachoques de los coches. Por supuesto que quedan más bonitos si van del color del coche, tan bien pintaditos, ¿pero quién fue el listo al que se le ocurrió y se cargó la funcionalidad de un parachoques, es decir, parar los choques? Ahora, a nada que te des, se te va la pintura, para regocijo de los talleres. Pero qué bonito es mi parachoques. Pero yo quiero uno de goma, como los de toda la vida, o de metal de esos duros. Y que conste que ahora no he hecho nada; menudo entrenamiento llevo aquí en Alemania al aparcar. Hace poco en Madrid, volví a reírme con la "técnica" tan española de sacar el coche haciendo "boing - boing" al coche de delante y al de detrás. Aquí te denuncian por eso, pues es inaceptable tocar un parachoques de un coche. ¿No digo que son todos tan bonitos?

jueves, 25 de marzo de 2010

Alemania no cede

Hoy hemos llegado a 21° C en Hamburgo, y la prueba es que mi vecina ha vuelto a escarbar y escarbar en el jardín, que todo el mundo estaba fuera, y que a las nueve de la noche todavía teníamos 18°C y la gente estaba sentada en las terrazas de los bares y restaurantes. Pero como para mí el tiempo es noticia cuando hace malísimo y no al revés como es aquí, me remito a la noticia del día. Alemania no ha cedido en el asunto de las ayudas a Grecia, y el día ha acabado con un pre-acuerdo con el gobierno francés según el cual el FMI se haría cargo de parte de los préstamos y el resto los concederían los países miembros, en contra de la propuesta inicial de no acudir al FMI.

El ambiente estaba caldeado desde hace semanas. El semanario Focus publicó hace un mes un artículo titulado "Timadores en la familia europea" y en la portada de la revista aparecía la Venus de Milo haciendo el gesto mundialmente conocido de cerrar en un puño todos los dedos de la mano menos el del medio, el corazón. En Grecia las reacciones no se dejaron esperar, y hubo voces que pidieron reclamaciones de guerra por el oro robado por Alemania durante la II Guerra Mundial, o el alcalde de Atenas dijo que los alemanes les deben 70 millones de euros por todo lo que destruyeron.

Pero Merkel no ha cedido porque la población alemana está en contra. Estos días me pregunto sobre la imagen de Grecia en Alemania: es un país de vacaciones, aunque no desbanca a España, Italia, Francia e incluso Turquía, diría yo, y de los griegos los alemanes han asimilado el Tsatsiki, una salsa griega con pepino y ajo cuya base es el yogur , y el Ouzo, licor parecido al anís, y les gusta ir a comer de vez en cuando a algún restaurante griego, de los que hay bastantes aquí. Pero aparte de eso, me atrevería a decir que la simpatía es nula. Si hubiera sido Italia al que habría que ayudar, pienso que habría más voces a favor... Pero a Grecia ... Los alemanes no comulgan si encima los griegos han hecho fraude con las cifras, y como los alemanes son de los que más aportan en la UE, el peso de la negativa es importante, y a pesar de que Merkel lleva oyendo semanas críticas, al final se ha impuesto. Su discurso en el Parlamento alemán hoy ha dejado clara su postura. Merkel ha dicho que un buen europeo no es el que acude rápido a ayudar, sino el que cumple con sus deberes y no hace peligrar la zona del euro. En Renania del Norte-Westfalia hay elecciones en mayo, y el gobierno de coalición de Merkel con los Liberales a nivel nacional anda con un nivel de popularidad muy bajo, y las malas lenguas dicen que piensa más en Renania que en Atenas o la estabilidad del euro, pues a un electorado al que se le pide que se apriete el cinturón, que se jubile más tarde, que reduzca su jornada laboral o se haya quedado sin trabajo no se le convence de financiar el fraude griego. Que tomen nota los siguientes.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La vida con o sin dentistas

Cada vez que voy al dentista me acuerdo de que en los primeros 20 años de mi vida nunca fui. Yo no fui una generación de aparatos dentales, hoy llamados brackets, ni de controles en el dentista, ni nada. Ni muchos de los que vinieron detrás de mí. Iba sólo el que tenía caries o algún problema, pero nunca así por las buenas, a controlar. Esto tiene que ver con que en España el seguro nunca ha cubierto la visita al dentista, salvo para sacarte una muela, pero aquí sí. Aquí incluso cubrían todo cuando llegué, y con el paso de los años la visita y lo más gordo lo paga el seguro, pero muchas cosas ya no. Así que cuando empecé a ir al dentista, siendo ya veinteañera, me sentía como un corderito yendo al matadero. Lo odio. Y como sin haber tenido nunca problemas de dientes me tuvieron que sacar de manera rápida las cuatro muelas del juicio y que por lo mal que lo pasé me resultó una experiencia traumática, sigo teniéndole miedo a la visita.

Aquí la gente va tan pancha al dentista, y los niños empiezan desde pequeñitos. Y hoy día a los niños se les hacen controles exhaustivos: les empiezan a controlar los dientes de leche, luego los que le salen, les hacen sellados en las muelas permanentes, les ponen tratamientos con flúor y les controlan dos veces al año. Me imagino que en España mientras tanto será habitual todo esto también, a juzgar por los muchos que llevan brackets, pero aquí va todo el mundo al dentista una o dos veces al año, a controlar. Niños y mayores.

Incluso a las guarderías y colegios van a controlar a los niños, y a enseñarles a cepillarse los dientes. Parecerá una obviedad, cepillarse los dientes: pues no, hoy me he enterado yo de que me los limpio fatal (a mis casi 41 años). La dentista, muy amable, porque además es nueva y acaba de terminar la carrera y está rebosante de nuevos conocimientos y técnicas, me ha explicado cómo lo tengo que hacer. Admito que mi técnica no tiene nada que ver con la suya, y vale, tendrá razón, pero me he quedado con las ganas de explicarle de mis experiencias con los dentistas en mi infancia y juventud, es decir, ninguna, y en que a pesar de mi técnica, no he tenido apenas caries en toda mi vida. Soy la prueba de que uno no necesita ir al dentista durante 20 años seguidos. Uno de los primeros dentistas que tuve aquí, al verme la boca dijo: "Si todo el mundo tuviera su dentadura, nos moriríamos de hambre". Así que con el paso de los años, cuando me han hecho algún empaste pequeñito, no me lo he acabado de creer, y siempre he pensado que era porque conmigo no sabían cómo sacar dinero ... Así que mi dentista actual se ha inventado que tengo las encías fatal, y que en tres meses tengo que volver. No sé yo. Yo me creo casi todo lo que me dicen los médicos, pero de los dentistas me fío bien poco. Serán los vestigios de una vida sin dentistas. Eso sí, el mismo que dijo que se arruinaría, me dijo: "¿Usted se ha caído alguna vez y se ha hecho daño en los dientes?" Y efectivamente, con 14 años me caí en la Plaza Elíptica, por cruzar la calle donde no debía, y en ese instante ganó credibilidad. Ese diente me causó molestias durante mucho tiempo, y cuando llegué aquí me dijeron que estaba "muerto", que si no me hacía una endodoncia, se me acabaría por caer. Y con todo mi escepticismo, pues llevaba casi 10 años con el diente así, me la hice. Aún así, de vez en cuando varias personas me han preguntado si me caí alguna vez y me hice daño en los dientes. Y es que se nota. Yo ahora lo sé. Y en España nunca nadie se ha dado cuenta de que casi me parto los dientes. Es que aquí mucha gente lleva un dentista dentro. No como yo; será que me faltan esos años de experiencia.

martes, 23 de marzo de 2010

Sí que importa

Acabo de leer en El País un artículo sobre la cantidad de gente que se cuela en el metro de Barcelona. El título me irrita, pues lo llaman "cueling", pues no entiendo la necesidad de llamar así al colarse de toda la vida. Muestran fotos de gente saltando los tornos, o entrando por debajo de ellos, y hablan de que millones de viajeros se cuelan al año en el metro de Barcelona. Yo he presenciado en Madrid a veces lo mismo, y siempre he pensado en la inversa: aquí en Hamburgo, en el metro o autobús, no sabes nunca si la gente se cuela pues no hay ni puertas ni barreras, y cada uno es responsable de comprar un billete y llevarlo en el bolsillo ... o no, pues nadie controla el acceso. Eso sí, si te pillan te cae un buen multón, que tienes que pagar en el acto, y te meten ese delito en tu acta policial, y ésta la piden a la hora de solicitar un trabajo, y el que te hayas colado en el metro es motivo para no dártelo. Así que me atrevería a decir que 99 % de la gente paga. También diría que la mayoría de la gente paga en Madrid o Barcelona, eso no lo dudo, pero ... ¿qué pasaría si quitaran todos esos tornos e introdujeran el sistema alemán y el acceso fuera libre? Entonces dudo de que pagara la mayoría de la gente. Si no controlan, sería culpa de ellos, se pensaría. Es algo que me sorprendió muchísimo cuando llegué aquí, y mi primer pensamiento fue eso: que lo pusieran en España... Lo divertido fue que el alma española le salió a más de algún visitante mío al ver cómo es aquí el metro, diciendo que entonces no pagaban. Y yo que sí, que no tenía yo ganas de lidiar luego con los policías. Siempre he pensado que no es por el precio, puesto que aquí es mucho más caro, y aunque en Madrid le han pegado una buena subida al metro, en realidad sigue siendo muy barato, así que no es el dinero, pues mucha gente que se cuela, luego tiene dinero para cañas en el bar. En los muchos años que viajé en metro por Hamburgo, habré presenciado unos 5 ó 6 controles, no más, y es cerrarse las puertas de los vagones, con todo el mundo dentro, y oír la frase "Die Fahrkarten bitte" (los billetes por favor), en un tono que a más de uno le corta la respiración, e incluso a mí, con el billete pagado, me asustaba. Y sí, alguna vez pillaban a alguno, pero no siempre.

Así que ni "cueling" ni nada, es la picaresca española, que existe a muchos niveles... como los que se meten vasos, ceniceros o lo que sea de un restaurante en el bolsillo, o un familiar mío que hace años surtió a toda la familia con cubiertos y cuencos de una empresa muy conocida en España (no voy a decir el nombre) ... O qué sé yo. No digo que aquí eso no se haga, pero sinceramente, nunca lo he visto de la manera como en España. O dejen una bicicleta sin atar en España en algún sitio. Una amiga mía encontró en Hamburgo la suya tres días después en el sitio donde la había dejado. O yo perdí mi móvil una vez en Bélgica, y un señor se tomó las molestias de mirar en todos los números y encontró "casa" en español y me llamó en francés para decirme si era mi móvil, y me lo devolvió. Aquí te dejas algo en algún sitio, y lo más probable es que aparezca. Mis padres tuvieron una vez una buena movida el día de Nochebuena. Para la reunión familiar multitudinaria en casa de unos tíos míos llevaron unos taburetes, que dejaron un par de minutos DENTRO del portal, mientras descargaban otras cosas del coche. Pues tras el par de minutos, los taburetes no estaban. Eso sí, montaron tal trifulca que los taburetes aparecieron, vaya si aparecieron, en casa de unos vecinos que se los agenciaron. Es la bravuconería de decir "bah, lo cojo y listo", o "me cuelo y listo" y no pasa nada. Yo creo que sí.

lunes, 22 de marzo de 2010

¿Existe o no existe el Osterhase?

Por fin ha llegado la primavera. Hamburgo, cielo azul, sol y 12°C, que aquí se sienten como 20°C lo menos, a juzgar por como se ha vestido la gente hoy. Hasta he visto a algunos en manga corta. Exagerados. Ha hecho buenísimo, sí, y lo mejor es que se nos instala el anticiclón esta semana, según parece. Y eso me hace pensar hoy en Semana Santa, y que todavía no he preparado nada. Bueno, esto es un decir, pues no es que haya que hacerlo, pero eso explícaselo a tus hijos. Los alemanes decoran las casas para Semana Santa, o lo que es mejor en muchos casos cuatro semanas antes. Ponen conejitos, huevos de colores, todo en los colores típicos pastel: amarillo, naranja, azul claro, verde claro. Me parece una decoración bastante hortera y fuera de lugar, pero si creces con ella me imagino que es como todo, que te gusta. Y lo que se hace es que se cuelgan huevos de colores de ramas que venden para la ocasión: de cerezo, de sauce y de otros árboles. Se colocan las ramas en un jarrón como si fuera un árbol y se cuelgan todo tipo de cositas típicas: huevos, conejitos, o más motivos primaverales. O se hacen manualidades para la ocasión, lo que es mejor aún. Pero para eso no hay que tener una madre española a la que no le gusta hacer manualidades. El año pasado maldecí a la profesora de mi hija, que pidió que les diéramos a los niños dos o tres huevos de verdad, pero vacios, para pintarlos luego en el cole. Y yo ni idea de cómo se vaciaba eso. Mi hija mayor me explicó: se hacen dos agujeritos en cada extremo del huevo, y se sopla, y salen la yema y la clara y se queda vacio, y luego se puede pintar. Y claro, los niños pequeños "con sus manitas" no entienden que el huevo no aguante luego lo que le echen a la hora de pintarlo...

En mi casa todavía no hay indicio de nada que recuerde a la Semana Santa: ni torrijas españolas, ni decoración teutona. Y hoy es lunes y ya vislumbro la semana que viene, y lo peor es que mis hijas también. Hoy han estado todo el día preguntando que cuándo podrán darle el "toque" especial a la casa, y les he dicho que mañana. "Mañana, mañana" es lo que dicen los alemanes que es la filosofía de los españoles, para que vean la fama que tenemos, pero en este caso aplica, porque si puede ser pasado mañana estará bien también.

Y luego encima la desilusión: hoy en el coche mi hija pequeña ha conocido la verdad. El Osterhase, la liebre de Pascua no existe. Es la versión del Papá Noel para la ocasión, y aquí el comercio se inventó que el animalito trae algún regalito, y que además esconde huevos de chocolate el domingo o lunes de Pascua en el jardín. Mi hija me venía contando que hoy, día de regreso al cole tras las vacaciones y ante la inminente llegada del siguiente sarao, los niños han discutido sobre el tema: ¿existe o no la liebre de Pascua?, un tema muy trascendental cuando tienes 6 ó 7 años. "¿Tú qué piensas mamá?, quiero saber la verdad." Como mi norma es responder siempre a lo que me preguntan, le he dicho: "¿De verdad quieres saber?", y a su sí contundente le he dicho que sí, que nosotros hemos escondido siempre los huevos de chocolate. "Ah, vale", dijo. A mi pregunta de si estaba desilusionada, me ha saltado: "No, está bien así", con desgana. Y en ese momento me acordé de que en el mismo trayecto hace meses me declaró que ya sabía lo que es el sexo, con lo que pensé que entonces está bien que no crea en la liebre de Pascua. Mi hija mayor fue más avispada, y en la misma situación hace años me dijo: "Bueno, aunque seáis los padres los que ponéis los huevos de chocolate y alguna cosita... ¿lo podéis seguir haciendo?"

domingo, 21 de marzo de 2010

El dolor de Käthe Kollwitz

Hace 4 años, en un recorrido en la parte de Bélgica que fue testigo de las batallas de la I Guerra Mundial, me sorprendieron estas esculturas:


Fue en uno de los muchos cementerios de soldados que hay en la zona de Ypres, en la región de Flandes Occidental. Si bien en Alemania y en muchos países europeos es la II Guerra Mundial la que sigue estando más presente, en Bélgica es la I Guerra Mundial. En Ypres, una ciudad muy impresionante y desconocida para mí, hay un verdadero peregrinaje de ingleses que van a ver donde cayeron sus abuelos. En esos campos de Flandes, al igual que en el norte de Francia, lucharon muchos jóvenes de apenas 18 años, muchos incluso menores de edad, que fueron carne de cañón. Me quedé muda al conducir por las carreteras de Flandes Occidental y ver a los lados tumbas y tumbas de soldados, repartidas por su nacionalidad. Y así pasamos por un cementerio de los caídos alemanes, éste mucho más discreto, por ser los causantes de la guerra. Pero mucha gente va a este cementerio por las esculturas de Käthe Kollwitz, que muestra la foto que hice. Lo desgarrante es que la artista se esculpió a sí misma y a su marido en la obra "Padres en duelo". Su hijo de apenas 18 años cayó allí, y lo que yo no sabía es que su nieto cayó en la II Guerra Mundial.

Ayer, cuatro años después me volví a encontrar con Käthe Kollwitz, esta vez en Berlín, pues el museo dedicado a esta escultora y pintora, estaba al lado del hotel donde me alojé. Así que tuve que entrar en este museo, que me atrajo como un imán. Volví a sentir el dolor de aquellas estatuas que vi en Bélgica y en toda la obra artística expuesta se aprecia el horror de alguien que presenció dos guerras mundiales; trágico sino. Desconocía su obra gráfica tan impactante. Su arte fue declarado por los nazis como "no-arte" y sacado de los museos. Sus carteles y esculturas muestran a mujeres protegiendo a sus hijos, a gente sufriendo hambre y al dolor. Suscribió el pacifismo, imposible palabra en esos años de las dos guerras, para al final morir un par de días antes de que acabara la II Guerra Mundial. Se fue creyendo que el sinsentido no acabaría nunca, fin trágico para una artista admirable.

Fotos de Berlín


El "osito" Knut, que ya es mayor.


El panda Bao Bao zampando.


Donde hay que comer una salchicha al curry.


Yo y la Puerta de Brandemburgo. O al revés.


El Reichstag, o Parlamento alemán. Mis hijas dicen que mi pronunciación se asemeja más a decir "Reistag" (el día del arroz). ¡Jo!, 20 años en Alemania para eso.


Das Neue Museum (El Museo Nuevo)
A la pobre Nefertiti la traen loca. Ahora está en este museo, en el nuevo, que lo es porque lo inauguraron en octubre pasado, aunque todas las piezas expuestas son bien antiguas. Pero el Museo Antiguo es ahora otro. Qué lío. Pero la escalera integrada en el edificio antiguo es impresionante. Y es que por mucho que se mude la Nefertiti, al final la encontramos los turistas (ya la he visto en tres sitios diferentes).


"Lampenmann", el hombrecito de los semáforos estética DDR que al final se ha impuesto en casi todos los semáforos de Berlín, oeste incluido. Cuando lo trataron de quitar, la gente protestó. Como con el toro de Osborne...

sábado, 20 de marzo de 2010

Berlín, siempre distinto

Cada vez que visito Berlín me parece diferente. Cambia la perspectiva dependiendo de con quién se viene, la estación del año o lo que se visita. Digo "se viene", porque estoy escribiendo ahora mismo desde Berlín, tras creer que no iba a ser posible hacerlo, pues la conexión de internet del hotel no funcionaba, y de repente lo hace ahora, el día del regreso. Es la primera vez que visito Berlín con niños. He venido con muchos turistas españoles, y he venido sola. Pero nunca con mis hijas, así que la perspectiva de esta ocasión es infantil. Así que empezamos ayer por el zoo, que nunca había visitado, con sus animales estrella: el oso panda y el "osito" Knut. El primero fue el regalo a Helmut Schmidt en una visita que hizo a China. Menudo papelón, por muy canciller de Alemania que seas: te regalan un panda y qué haces con él. Por suerte no se lo tuvo que meter en la cancillería, y lo dejó en el zoo, y ayer le vimos comer tan pancho, a sus 36 años. Y luego estaba la sensación del zoo de Berlín: el oso polar que nació en cautiverio en 2006 y que al no ocuparse su madre de él, fue criado por un cuidador del zoo. Y bueno, Knut ha crecido... y de osezno no tiene nada. Es un oso adulto, que ya no hace las monerías que le vimos hacer en televisión. Y por suerte se ha calmado la histeria que causó en la gente.

Otra primicia: ayer me comí la mejor Currywurst (salchicha al curry) de Berlín. Vayan a Curry 36 y juzguen por la cola. En pleno barrio de Kreuzberg, alejado de la ruta de turistas, el Imbiss bien merece el viaje hasta allí. Y eso que hay que comer de pie, algo por lo que mis agotadas hijas protestaron, y eso que no sabían en ese momento que luego les tocaba visitar el Reichstag, el Parlamento Alemán. Consejo a todo visitante a Berlín: para no estar en la cola las dos horas mínimas reglamentarias, lleven consigo a un niño menor de 7 años, uno propio o prestado. De esa manera podrán entrar sin hacer cola, por la entrada especial para minusválidos, carritos de bebés, y niños pequeños. Por fin se nos hace justicia a los padres, pues al menos te ahorras esa espera, ya que el resto del día turístico tienes que oír mil veces "estoy tan cansadita que no puedo caminar más". Pero nuestra hija nos lo hizo pagar caro: "Gracias a mí, os habéis ahorrado la cola, así que el resto del día soy la reina y tenéis que hacer lo que yo diga". Así que le concedimos el honor de elegir lo que cenábamos: "Espaguetis", declaró. Vamos, como si me hubiera imaginado otra cosa más especial... Pero claro, justo antes se le cayó un diente, y ahora está mellada del todo, con lo que las fotos quedarán aún mejor...

Y hoy llueve, y visitaremos a Nefertiti y si me dejan, el Museo de Pérgamo. Eso sí, sin aparatito que te explique lo que ves: "Esto es un rollo", dijo mi hija pequeña ayer, con el del Reichstag, y me lo devolvió y empezó a correr por la rampa sin acordarse del cansancio del que hablaba cada minuto. A ver si hoy se le olvida también y conseguimos que ande,... en la lluvia. Llueve en Berlín. Qué ciudad tan fantástica. Hasta con lluvia me venía a vivir ya mismo aquí. Eso decían ayer unos españoles que conocimos donde comimos los espaguetis famosos. Una familia madrileña muy simpática con tres niños. La madre es de Usera. Estaban encantados de Berlín: "Oye, esto no se sabe en España, que esta ciudad es tan increíble". Que sigan viendo y constatándolo. Berlín da para 20 visitas lo menos. Que me lo digan a mí, que sigo viniendo y cada vez encuentro algo nuevo. Y lo que me queda.

jueves, 18 de marzo de 2010

¿Dónde están los jubilados en chándal? ¿Y los crocus?

Están todos: el pájaro carpintero, el búho y los demás pajarillos. Hoy he vuelto a mi bosque, a correr, claro, pues no soy observadora de pájaros, pero sí corredora en baja forma. Tras dos meses sin pisar mi bosque, he vuelto a él y el pájaro carpintero sigue en su sitio, y todos los demás también, qué alivio. Por suerte no hay babosas... ya vendrán en verano y otoño (aquí de tamaño gigante, ... repugnantes). Pero no había ni un alma. En 50 minutos de bosque y calle por mi barrio no me he encontrado más que a una señora que iba paseando sola, y a un hombre con su perro. Y ya está.

Y he vuelto a pensar en dos comentarios muy agudos que me dijeron dos visitantes españoles el año pasado. El primero fue mi padre, que decía que por mi zona se ven más coches que a gente andando por la calle. Y el segundo fue un amigo de mi hermano que vino a Hamburgo con éste. Mirando por la ventana de mi cocina, que da a la calle, como no veía pasar ni un alma, dijo: "¿Es que a los jubilados no les dice el médico que anden?". Genial; todavía me río al pensarlo. Y tiene razón, pues en Madrid estos días he visto a montones de jubilados en chándal y con zapatillas de deporte andando con brío: en pareja, en grupo, solos y a grupos de marujas cotorreando a ritmo del paso. Los médicos españoles les mandan a todos que anden. Aquí, si la gente anda, lo hace de manera profesional, con zapatillas de senderismo y equipados como para subir al monte. O pasean los grupos de domingueros, contemplándose en la naturaleza, pero no hay jubilados en chándal andando. ¿Por qué? Al correr hoy y no encontrarme con ningún jubilado en chándal pensé que será porque aquí no hay listas de espera en el médico, y en España, entre cita y cita los entretienen a todos paseando, y con un buen cóctel de pastillitas. Todavía recuerdo el montón de pastillas que se tomaba mi abuela. Se las tomaba con el gazpacho o el aliño de la ensalada, y siempre decía: "¿Cómo sabrá cada pastilla para dónde tiene que ir?" Mi abuela era la típica de moño y vestida de luto rigoroso, y nunca hubiera salido en chándal a pasear. Pero los jubilados de hoy en España sí, las mujeres ya no llevan moño, se tiñen todas el pelo, pero se toman el mismo montón de pastillas igual.

Y luego he tenido otra desilusión: he tardado 45 minutos en encontrarme un crocus, o mejor dicho tres. Nada más salir de casa los he empezado a buscar. Pero no. Es la prueba de que el invierno ha sido muy crudo, pues otros años ya teníamos estas florecillas en febrero (en realidad son la flor del azafrán, y aquí salen por todas partes). Yo nunca he sabido tanto de flores como hasta que llegué aquí, y eso que sigo siendo de asfalto, pero digamos que el crocus es la salvación: es la florecilla que brota del suelo cuando todavía no brota nada, es decir, cuando los árboles siguen pelados, y no florece nada. Y luego siguen los narcisos y otras maravillas que nos indican que la primavera se acerca. Así que me he vuelto a casa pensando que con los 14° C (atención, sobre cero!) y sol, se acabarán de derretir los montoncillos de nieve aislados que quedan y además del pájaro carpintero, el búho, y una corredora en el comienzo de su segunda carrera deportiva acabará por salir todo el que tenga que salir: flor, bicho, o jubilados sin chándal.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Bendita "Flughansa"

Mi hija bautizó hace ya mucho a las líneas aereas alemanas como "Flughansa" (Flug = vuelo), en vez de Lufthansa (Luft = aire), y desde entonces nos gusta llamarlas así, porque también podrían llamarse así. Pues eso, bendita "Flughansa", he pensado hoy otra vez. Primero porque me han aceptado mis 64,5 kg de equipaje facturado y sin protestar, segundo porque no me controlan nunca el equipaje de mano, tercero porque siempre nos dan de comer y beber muy bien, y cuarto porque ir en sus aviones es como estar ya en un pedazo de Alemania.

Lo del peso lo pensé en la sala de embarque, cuando la señorita que anunciaba el embarque al vuelo de easyJet dijo que como equipaje de mano sólo valía una pieza y que como tal contaba ya un portátil o un bolso. Yo me miré a mí y a mis hijas y lo que llevábamos: mi bolso (bien grande y lleno), una bolsa con dos (¡ejem!) cojines (historia larga de contar, pero sí, he viajado con dos cojines), un Mickey (hermoso), una mochilita cada una, y un violín. Según easyJet hubiera tenido que pagar por cada cosita de éstas. Pero gracias a Lufthansa no, así que continué observando a mi alrededor, ése pulular de los aeropuertos que tanto me gusta porque indica que somos como somos: desde el español que empezó a gritar "me cago en ..., y como no aparezca mi maleta ...", a la pareja española comiéndose un bocata envuelto en papel aluminio, la madre alemana leyéndole con dedicación a su hijo un libro mientras esperábamos, la pareja de nórdicos (¿daneses?) que venían de "vuelta y vuelta" en la toalla vestidos como si salieran de la discoteca de Benidorm, todo morenitos, enjoyados y con ropa playera, y luego estaba yo... enfrascada en la lectura de mi periódico, y mis hijas oyendo música de su MP3, cada una el suyo, para que no haya peleas, y comiendo gusanitos (con Ketchup, que les gustan más). La madre alemana estaba entregada a la lectura, y yo a la mía... claro.

Lo mejor fue entrar en el vuelo, y encontrarnos con la azafata prototipo de Lufthansa: de mediana edad, gafas cuadradas, y con una simpatía impuesta que le hacía parecer una mezcla de señorita Rottenmeier y un primor de mujer, y como muestra de simpatía les dijo a mis hijas: "Aufgeregt?" (nerviosas?), a lo que mi hija mayor respondió sin inmutarse "Nööööö" (un "nein", 'no', desganado y coloquial que se dice aquí). Y es que no sabía que mis hijas montan más en avión que en metro...

Pero viva Lufthansa. Que te sigan dando de comer (¡comida caliente!) en un avión en tiempo de crisis, y que pasen varias veces con el carrito de las bebidas, se agradece. Hasta me permití pedirle otro zumo de naranja para mi hija pequeña, que quería más. "Por supuesto 'ratoncito'", dijo, (kleine Maus, como se les llama aquí a los niños pequeños), pero la señorita Rottenmeier volvió a la carga: "pero estaría mejor que tomases agua". Ay, qué gusto me da ese pedacito de Alemania que es Lufthansa; hasta en el aire te sientes ya en casa. Buenísimo fue que al anunciar el aterrizaje dijera: "Estimados pasajeros, estimadas pasajeras, queridos niños", y eso fue tras haber escuchado con un auricular de mi hija la canción de ABBA que ella estaba escuchando. Se le notaba el agradecimiento. Y nos despidió toda amable. Todavía, desde el taxi que cojimos al llegar, la vi tirando de su maleta yendo hacia el aparcamiento. Y les dije a mis hijas: "Mirad, nuestra simpática azafata". El taxista, que no podía hablar con mejor acento hamburgués, dijo: "Sí, ella también llega a casa". Y tuve que reflexionar.

lunes, 15 de marzo de 2010

Improvisando

Si estuviera en Alemania me denunciaban. He sacado a mis hijas a las diez de la noche, para irme a casa de una prima a utilizar el ordenador (lo que tira el yahoo, el blog, y ... vale, facebook, pues quería cotillear). Otro imposible en Alemania: improvisar una visita a casa de alguien a las diez de la noche: ¡y con niños! En Alemania, no pueden estar menores de 18 años solos a partir de las diez de la noche por la calle. La policía está obligada a pedirles el permiso de los padres. Bueno, mis hijas no han salido solas, pero felices: "¿Pero todavía no nos tenemos que ir a la cama?" Ay, se les avecinan tiempos difíciles, cuando empiece la tiranía de acostarse a las ocho y media a lo más tardar ...

Pero es que en España nos cambia el chip. Y mi vida superorganizada y con horarios, se me despendola. Hoy he improvisado correr por la tarde, y he vuelto a maldecir la nieve... no la que no hay aquí, claro, sino la que ha habido en Hamburgo demasiado tiempo y que ha hecho que me desentrene del todo. Es como volver a correr desde cero. Me pesa el cuerpo un horror. Me tendré que poner las pilas para llegar al nivel que alcancé el año pasado.

Y lo tengo que decir, para acordarme cuando vuelva y me encuentre con que el invierno no se ha acabado: menudo día de primavera hoy. Y menudo paseo que he improvisado, mirando ese cielo azul y disfrutando del calorcito que hacía por fin. Esto ha sido después de quedar en el oso y el madroño con otra prima (me encanta tener tantas primas; en Alemania las echo de menos). Por cierto: ¿a quién se le ha ocurrido cambiar al oso y el madroño de sitio? ¿A la Espe? He tardado un rato en encontrarlo. Eso no se nos puede hacer a los turistas. Pero mientras esperaba a su lado cual paleto o turista he oído unos cuantos idiomas conocidos para mí. Estuve a punto de ofrecerles a unos alemanes hacerles una foto, pues hablaban de quién la hacía para que salieran todos. Pero decidí que alemán vuelvo a hablar a partir del miércoles. Hoy no toca todavía.

Pero hoy me salió el ramalazo alemán: tengo la costumbre (alemana) de economizar en bolsas, es decir, que cuando compro cosas, no me importa guardármelas en otra bolsa de otra tienda. Pues un vendedor se quedó todo desconcertado cuando le dije que no me hacía falta bolsa, que lo metía en la bien grandota que llevaba... A todos los vendedores españoles se les pone cara de decir "ande, tome la bolsa que va incluida en el precio". Pues no, que no, que no hace falta. Y en Alemania tienes que rogar a veces que te den una, pues no te caben las cosas, y te miran como si por dártela acabaras de talar un árbol. En fin, diversas perspectivas. Por cierto, es casi medianoche y mis hijas siguen sin dormir. Y felices. Voy a romper ese momento de felicidad ahora mismo.

jueves, 11 de marzo de 2010

Sol, sol y sol

Vale, hace frío ...pero un solazo que no veía desde hace meses. Vale, el lunes hizo mucho frío, ...pero hoy he estado sentada casi dos horas con un amigo FUERA, en una terracita, al solecito. Y vale, sé que en Madrid y en toda España este invierno está siendo insoportable, por crudo y por largo, ...pero al oír esto que me lleva contando la gente con insistencia estos días, digo: "Pues yo más". Lo siento, no es que me guste siempre ganar, pero si se trata de comparar dónde hace o ha hecho peor tiempo, gano siempre yo.

Pero no siempre se puede ganar como constaté el domingo. Al llegar al mostrador en el aeropuerto, la amable señorita, que hablaba español perfectamente me dijo: "Le propongo un trato: el avión tiene overbooking, y si va por Zúrich en vez de en el vuelo directo, le damos 250 € por cada una, lo cual hace 750 €." No sé ni por qué empecé a dudar; quizá porque el hecho de ir con dos niñas siempre hace que los vuelos con escala resulten bastante pesados. Pero cuando dije "vale", y ella miró en el ordenador, me dijo: "No, lo siento, era hasta hace cinco minutos. Ahora la 'oferta' es ir por Múnich, estando mucho más tiempo esperando aquí todavía y en Múnich también, y le damos 125 € por pasajero". Y yo ya dije que no, que ya no me atraía la idea, que por 750 € aguanto lo que sea, pero que así no. Y me metí al avión pensando en lo que hubiera podido hacer con ese dinerito que pudo ser y no fue, y que era como ganar a la lotería.

Por eso, lo del sol es maravilloso, pues mi amiga de Hamburgo, tan harta como yo del frío, se ha ido a "Malorca" como dicen los alemanes, pero la diferencia es que ella es española, y que con la nevada que les ha caído allí estará que trina. Si se hubiera ido a su tierra, a Zaragoza, estaría disfrutando del mismo sol que yo, así que comprarte un billete de avión para el mes de marzo es como jugar a la lotería.

Y así me llevé ayer yo a mis dos hijas "guiris" por Madrid, a enseñarles por enésima vez la Puerta del Sol y como si me fueran a agradecer el paseíto, pues acabaron agotadas. Constaté que son guiris porque no dejaban de cotorrear en alemán ni en el autobús ni en ninguna parte, y como yo no dejo de hablarles en español, al final nos miraba todo el mundo. Como de españolas, en cuanto al aspecto tienen bien poco, al final, al preguntarme la gente que qué idioma hablan y decirles que alemán pero que YO soy de Madrid, el consuelo que me quedó fue la respuesta que oí varias veces: "Se te nota muchísimo". Lo aliviada que respiré.

domingo, 7 de marzo de 2010

(Semi)Cerrado por vacaciones

No son horas, pero pasaba por aquí, y quería colgar el cartel de "(Semi)Cerrado por vacaciones". Digo "semi", pues aunque no tendré ordenador a mano, sí que si me cae alguno cerca, escribiré algo, pero si no puedo, tocará esperar unos cuantos días... A mí, por supuesto.

Será una mañana de domingo de viaje, y llegaremos a la hora de comer ... cocido, ha anunciado mi madre. Qué rico. A mi hija pequeña le encanta la sopita. Entraré en calor, pues llego con "catarrito" y de los -7° C a los que estamos otra vez. Me siento como la mujer de las nieves. La llegada es siempre genial: el aterrizaje, y que estén todos esperando fuera. Es toda una ceremonia: mis padres, mis hermanos, y a lo largo de los años tres sobrinillos que son divinos. Para hacer la espera más llevadera, nada más llegar a las cintas donde sale el equipaje, mando a mis hijas para afuera, a las que la familia recibe con tanto cariño, y yo me quedo dentro recogiendo equipaje. Por cierto, ¿qué leches llevo siempre que me han salido tres maletas y 60 kg? No lo entiendo. Y a la vuelta será igual o peor.

Pues eso, espero que no me eche nadie de menos, pues a muchos los veré en Madrid. Y a los que no, hasta mi vuelta. Que estéis todos muy bien. Esquiad bien, patinad bien. En la fiesta donde he estado esta noche, pronosticaban nieve hasta Semana Santa. Y me lo creo.

sábado, 6 de marzo de 2010

Reinfeiern

Una manera muy habitual de celebrar los cumpleaños en Alemania es "entrar en el cumpleaños" celebrando, lo que llaman reinfeiern. Esto quiere decir que te juntas la tarde anterior, cenas, bebes, pero no está permitido felicitar, dar el regalo, o brindar antes de la medianoche, y entonces a las doce, felicitas, mua-mua, das el regalito, y has entrado celebrando. Algo que está terminantemente prohibido en Alemania es felicitar a la gente antes de tiempo por su cumpleaños, algo que se puede hacer en España, o que ni siquiera nos planteamos hacer o no hacer. Yo metí muchas veces la pata con esto en los primeros años aquí, pues felicitaba el día de antes, y recaudé alguna mirada asesina por ello, pues dicen que trae mala suerte. De la misma manera es impensable celebrarlo un par de días antes. Si el cumple es el lunes, entonces se celebraría o ese día o el fin de semana después, pero nunca el fin de semana anterior. Y como mucho las horas antes, pero no celebras, "entras celebrando".

Hoy me han invitado a un cumpleaños así, uno con sólo mujeres (encima discriminatorio) y lo veo como la entrada a mis vacaciones también. Cuando me vaya esta tarde a la fiesta, tendré mis maletas preparadas, para "entrar" también en la fase mental de "antes-de-subirme-al-avión". Así que cuando mi amiga me preguntó si soy capaz de ir a su fiesta de cumpleaños, o mejor dicho no-cumpleaños como en "Alicia en el país de las maravillas", la noche antes de irme de viaje, le dije: "Tú no sabes de lo que yo soy capaz: hasta de irme de tu fiesta directa al aeropuerto". Es un decir, pues empiezo a estar vieja para estas cosas.

"Entrar celebrando". Eso se hace en Nochevieja. Curioso para los cumpleaños. y en mi caso hoy antes de las vacaciones. No me puedo resistir a no decirlo: han caído 30 cm nuevos de nieve, tras haberse derretido la que hemos tenido dos meses seguidos. Hoy parece todo de "postal" otra vez, pero que conste que lo digo porque llevo más de 24 horas sin pisar la calle y sin conducir... Y en Madrid diluvia. Nadie está a gusto. Y antes de entrar celebrando al día de mañana, celebro el cumpleaños de mi amiga, y me paso el día con lo habitual antes de desaparecer: lavadora, plancha y maletas. Al final me he dado cuenta que tras los seres imprescindibles, estos son los tres objetos imprescindibles de mi vida. Ah, y el portátil. Qué voy yo a hacer 10 días sin él... ¿Me puede recordar alguien que antes se vivía sin ordenador, y sin e-mail y sin blog?

viernes, 5 de marzo de 2010

El libro de los amigos

En Alemania todos los niños tienen un librito llamado Freundebuch, un libro que les dan a sus amigos para que estos escriban un perfil de sí mismos y se queden para la posteridad ahí metidos, como prueba de amistad ... "duradera". Eso para que digan que Facebook ha inventado algo. Como estos libritos empiezan a circular en la guardería, cuando los niños todavía no saben escribir, es tarea de las madres rellenar toda la información interrogando a tu hijo. Yo no sé cuántos habré rellenado, hasta que llegan a la edad en las que los rellenan ellos solos, y por suerte sólo te piden la foto y listo. Pero hoy he rellenado uno en nombre de mi hija pequeña, que aunque está a mediados de curso de primero, todavía no sabe escribir. Misterios del sistema educativo alemán.

Hay diversos modelos: de piratas, princesas, del ratón Diddl, o de caballos. Éste último, muy popular entre las niñas, me ha caído hoy en las manos. Para los niños no es ninguna tontería el honor que supone, por ejemplo, que el más popular de la clase les dé su librito para que se inscriban, o el que ellos te digan: "Le voy a dar mi librito a fulanita, para que se apunte". Prueba de amistad de las mayores que hay. Pero también puede ocurrir que alguien que no deba escriba. Mi hija pequeña se enfadó mucho una vez porque la hermana de una amiga suya metió su información sin que ella se lo pidiera, pues ésa no era su amiga... Como yo soy muy práctica en estas cosas, le he dicho que podemos pegar esas hojas, y así no se pueden abrir. Le ha parecido una excelente idea, aunque no lo hemos hecho todavía.

Si los mayores tuviéramos un libro así, y se lo diéramos a nuestros amigos para que rellenara cada uno una página, nos daríamos cuenta de cómo algunos nos acompañan en una etapa y otros se quedan siempre en nuestra vida. Hay algunos que forman parte de tu "libro de amigos" lo menos 20 años, y otros estuvieron dos o tres años, o más, para luego desaparecer de tu vida para siempre, pero no del "libro" (hoy día en Facebook encuentras a casi todos). Y lo mejor es cuando reencuentras a algunos que creías perdidos. Pero a veces es triste constatar que algunos a los que apreciabas, salieron de tu vida sin tú quererlo. Eso le ha pasado a mi hija pequeña, con su mejor amigo, que ella consideraba como un hermano, y me lo ha recordado antes, al responder la pregunta del "interrogatorio" ante el "Lo que te deseo como amiga"; su respuesta ha sido: "no perderte nunca como amiga", toma ya (es la que ella considera su mejor amiga).

Y como he rellenado montones de estos libros que me parecen un tostón, y NUNCA nadie me ha pedido que rellene una ficha como prueba de mi amistad, y como tampoco me gusta rellenar el perfil de mi blog, ni en Facebook ni en ningún lado, hoy me doy el gustazo de rellenar detalles MUY importantes de mi vida para el que lo quiera saber, de acuerdo al librito que he rellenado hoy (como el cuestionario de Proust... sólo que más o menos ;-), pero a nivel de escolares:

Nombre: María Elena
Apellidos: Fernández García
Cumpleaños: 26 de junio (nací en 1969)
Signo del zodiaco: cáncer
Color de pelo: moreno (para los alemanes negro negrísimo)
Color de ojos: verdes
Estatura: 1,59 m (...según yo, la doctora que me midió hace poco dijo que 1,58 m, y me encantaría que fueran al menos 1,60 m, pero vale)
Marcas o características que me distinguen: un antojo que tengo debajo del brazo; y en cuanto a mi carácter, mi tesón
Color favorito: (... huy, esto se pone difícil) todos y ninguno
Animal favorito: (me niego a responder a esta pregunta) No me gusta ninguno.
Hobbys: leer, escribir en mi blog, escribir e-mails, ir a exposiciones de pintura, ir de compras (sí señor, es un hobby), viajar
Comida favorita: pescado (y no espaguetis como responden siempre mis hijas pues me salen ya por las orejas).
Soy un fan de: El Último de la Fila (vale, me quedé en los 80), Miguel Bosé, Juan José Millás, Joachim Löw...
Mi canción favorita: ... ay, qué difícil ... muchas, pero quizá "Wish you were here", de Pink Floyd.
Libro favorito: "Cien años de soledad"
Lo que no me gusta en absoluto: tener que rellenar los libritos de amigos en nombre de mis hijas; el repollo; la nieve
Lo que hago especialmente bien: buf, ¿lo tengo que responder yo?
Lo que me gustaría ser de mayor: mujer a la que no discriminen o ignoren por ser madre
La experiencia más maravillosa que he tenido: el nacimiento de mis hijas (pero no el parto, que me perdonen; está muy mal pensada la técnica).
Y esto les deseo a mis amigos: que sean felices, y que compartan algo de su tiempo conmigo.

¿Más preguntas?

jueves, 4 de marzo de 2010

Fulanita

Ayer apareció un nuevo personaje en mi casa: "Fulanita", y porque no mencioné a "Menganita", que si no... Hablándoles a mis hijas de que me dejaran en paz con tanto quedar con amigas cuando yo no puedo llevarlas y traerlas, les dije que cuando sean algo mayores, podrán coger la bicicleta e irse cada una a casa de fulanita. La pequeña, con la forma tan inquisitoria que tiene de preguntar dijo: "¿Quién es fulanita?". Y se organizó una buena juerga. Como no tienen ninguna amiga que se llame así, la frase les pareció divertidísima. Les expliqué lo que significa, que fulanita es la representante. Luego caí en la cuenta de que hay otro tipo de "fulanitas", pero no quise entrar en ese tema. Demasiado complicado para niñas de 9 y 6 años.

Al menos estas situaciones lingüísticas hacen que nos riamos en momentos de alta tensión, y a mí me salvan de más de un aprieto. Tus hijos son esos seres a los que cuanto más les das, más te exigen. Si no haces lo que quieren, eres una madre malvada, de lo peor que hay. El otro día se bajó mi hija del coche sin despedirse de mí, porque le mandé callar. Eran las ocho menos cuarto de la mañana y ya llevaba media hora machancándome sobre su cumpleaños, que es a finales de julio (!), que si podemos hacer esto o lo otro, y venga y venga.

Mis hijas me dicen siempre que yo no soy la jefa... y yo les digo que sí, y que la jefa siempre tiene razón y eso es porque sí. La mayor anda ya en la fase (¿preadolescente?) de que si yo la regaño, ella vuelve a decirme que me calle yo, y así podemos seguir hasta diez veces mínimo: "Tú te callas", "no, te callas tú". Tu hijo se que cree que puede hacer lo que le da la gana, pero para eso estás tú, para decirle que la marimandona eres tú. Otra palabra que les expliqué ayer. Otra discusión lingüística, y hemos llegado a la conclusión de que esa palabra no existe en alemán: se dice Oberboss, el jefe supremo, y como los jefes supremos son hombres en Alemania, en Japón y en China, en español somos siempre las mujeres las marimandonas. Una palabra muy alemana es llamar a una mujer Zicke, que literalmente significa 'cabra', pero es como llamarle "arpía" o "víbora". Y decirle Tussi, es como decirle "tú, cosa insignificante de persona", mujer, claro. Y como las madres somos las que más batallamos con los hijos, recaudamos más joyitas verbales. El padre es ése ser divertido que aparece por la tarde, y que le lee el cuento al niño, le acaricia, y tiene tiempo de charlar sobre todo lo que ha pasado en el día. "Tú no nos lees", "tú no nos escuchas". Y yo: "No, bonitas, no a estas horas, cuando habéis salido del cole a la una, y llevo una jornada completa de trabajo con vosotras". Además, a partir de las ocho de la tarde, mi mala leche es proporcional a cada minuto que va pasando y no están en la cama. Y siempre llega el momento mejor del día. Cuando duermen. Y anoche, antes de dormir, mi hija pequeña me preguntó: "¿Cómo se llamaba esa chica?", y yo riéndome: "Fulanita", y ella: "ah, eso". Y se durmió tranquila.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El factor Löw

Se dice del factor que debería tener toda selección nacional de fútbol, es decir, un entrenador tan guay como Joachim Löw. Admito que el futbol me interesa bien poco, salvo a nivel de "cultura general", cotilleos y demás. Y el factor Löw hace que las mujeres nos interesemos algo (más) por el fútbol, y desde que es el seleccionador nacional alemán, ha ganado mucho el panorama futbolísitico del país, y dan igual los resultados (al menos a mí). Empezó como co-entrenador, junto con Klinsmann, pero ni el carisma del primero eclipsó a Löw que se metió a las fans (en femenino) en el bolsillo. Moreno, muy atractivo, con sus camisas blancas estrechas, y su ropa de calle tan moderna en el estadio, bufandas al cuello puestas como todos los hombres se las deberían poner... tiene estilo.

Ahora mismo está jugando la selección de fútbol alemana contra la argentina, y ayer, Löw, en la conferencia de prensa que dio con motivo del partido de hoy, sacó un puro y pidió fuego, haciendo referencia al que se fumó Maradona el día anterior en el entrenamiento. Pero Löw lo hace así, sin comentar nada. Da igual que a la selección que entrena se le denomine en la actualidad "selección en obras", o que la continuidad de su contrato no esté aclarada más allá del mundial de Suráfrica; él sólo dio un toque hace poco a los medios de comunicación de que la prolongación del contrato hasta el 2012 que la federación de fútbol alemana daba como sellada con un apretón de manos, que no era tal.

Como jugador no alcanzó gran fama, pero como entrenador ha desbancado a muchos de sus antecesores en cuanto a popularidad. LAS fans lo corroboran. Hace poco leí una entrevista en una revista (femenina, claro) con Joachim Löw. Les ha dejado a los jugadores que elijan la música que oirán durante el mundial en los vestuarios, la moda le parece un punto interesante, hablaba de depresiones en el fútbol, de homosexualidad. Temas cercanos, y sensibles. La entrevista hablaba de un "nuevo tipo de entrenador". Desde luego. Opino lo mismo. Más de estos y veo más fútbol.

Ahora mismo tengo puesto de murmullo de fondo el partido de la selección española contra Francia. Por fin no nos engañan a los telespectadores de TVE Internacional y lo retransmiten también para los inmigrantes, pues no suele ser así. El partido de Alemania lleva un rato, y ya he visto a Löw en el campo, camisa blanca, traje negro, y plumas negro encima... que en Múnich hace mucho frío. Tan atractivo como siempre. Haré zapping de un partido a otro. Me lo han puesto complicado esta noche. Y encima sola en casa.

[Apéndice 10 minutos después de acabar la entrada:
Dos partidos simultáneos, pero España ha marcado el primer gol; no me extraña que ganásemos a Alemania en la Eurocopa, y ¡lo bien que me lo pasé ese día!, viviéndolo además aquí. Ay, pero Löw me sigue molando; que metan un gol los alemanes, aunque sea por él; aunque Messi también me cae bien; ... así vemos el fútbol las mujeres, lo siento]

martes, 2 de marzo de 2010

Peligros por doquier

Con hijos te puedes ahorrar ir al médico, pues con un diagnóstico como el que me ha hecho mi hija pequeña hoy en la consulta, casi me he preguntado que qué hacía dos horas esperando a que me tocara: "Bueno, si te hubieras partido la nuca, estarías muerta". Y claro, tiene razón. En comparación, el que lleve dos días sin poder mover el cuello es leve.

Y peor aún lo tienen los dos cadáveres que han sacado del hielo en poco tiempo: hoy uno de un hombre en un canal, y hace poco el de una mujer del Alster medio helado. Alguien que paseaba por la orilla del lago, vio una mano fuera del agua. Yo pensé en una película de terror a leerlo. Menudo susto para el paseante. Y bueno, siempre digo que preferiría morirme en el desierto que en el hielo.

Hoy ha aprobado el ayuntamiento 10 millones de euros para arreglar los agujeros causados por las heladas. Leyendo estas noticias, miedo me da conducir y que salgan brazos o piernas de alguien caído hace semanas, pues los agujeritos se las traen. Ahora dicen también que toda la tierra que se ha echado durante semanas, que hay que barrerla también. Eso nos toca a cada habitante, a cada uno el cachito de acera correspondiente. Si hubiéramos echado sal, hubiera pasado a "formar parte" del medioambiente... pero no era plan, aunque ahora pienso en mi amiga (española, claro), que en un ataque de arrebato, salió a la puerta de su casa con el salero. Antiecologismo español que podía haber acabado mal con algún testigo peleón. Pero el periódico anuncia que "mañana comienza la semana de barrer". No me estresen, no me estresen... Me encanta cómo nos organizan aquí la vida. Te sueltan una noticia así, y hala, a barrer, porque si no lo haces, alguna abuela peleona que pase por tu acera te puede denunciar.

Y tanto ecologismo para que Bruselas apruebe ahora una patata transgénica. Ah, no es para el consumo, leo ahora, sino para producir almidón. Después de que hace dos semanas han muerto en Alemania dos personas por consumo de queso del Lidl, no me fío nada. Y menos después de que el año pasado una mexicana que estaba escribiendo su tesis doctoral sobre el maíz transgénico me anunciara en una fiesta que tras lo que había investigado que no compraría nunca jamás un producto de Kellogg's. A nosotros lo que no nos mata nos engorda; a los alemanes, lo que no les mata les endurece, dice la expresión. No sé qué será mejor.

lunes, 1 de marzo de 2010

La agenda

Han pospuesto la "excursión de primavera" con la clase de primero. Ni me había enterado que era esta semana, ni que fuera primavera, pero ahora leo que el paseíto primaveral será a finales de marzo, ya que, como se disculpa la profesora, "el tiempo no es nada primaveral". Y eso que ayer ponía en el periódico que la primera cigüeña ya ha vuelto a Hamburgo y que por algún lado anda. Lo tendría apuntado en su agenda la cigüeña, porque si no... menudas ganas. Aquí funciona todo tan bien programadito porque la gente planifica con mucha antelación, pero no se pueden planificar ni el clima ni otras sorpresas.

Me resulta a veces imposible coordinar tanta cita a largo plazo, y eso que tengo un calendario en la cocina con una columna para cada miembro de la familia que me sirve de memoria. Pero no es la primera vez que no apunto algo, o peor aún, que no miro. Entre citas tan en el aire como "vuelva con la niña en mayo", dicho por algún médico, y las que se cuelan en el calendario meses antes, tengo siempre la sensación de tener una visión a largo plazo, pero a corto plazo se me olvida todo. Ya está puesta la fecha de la fiesta de verano de la clase de la mayor, a finales de junio, reuniones de padres en el cole, una invitación a un cumpleaños para mi hija ya desde hace dos meses y ahora el paseíto primaveral a finales de mes.

Lo bueno es cuando quedas a tomar un café con alguien tres o cuatro semanas antes, o te invitan a una cena dos meses antes. Admito que le he acabado de ver las ventajas con gente que tiene la agenda llena, porque si no imposible quedar, pero sigo prefiriendo lo espontáneo. Aunque también me ha pasado que la cita organizada un mes antes no tiene lugar por una enfermedad imprevista, y entonces vuelves a sacar las agendas o calendarios, y acabas encontrando un día común ... uno o dos meses después. Yo no tengo agenda, nunca la he tenido, y hasta ahora me ha funcionado la mente. Pero me empieza a fallar. Lo alucinante es que hasta los niños tienen el calendario lleno, y cuando quieren quedar con alguien, entre los días que no puede la amiga y los que no puede tu hijo, al final quedan dos o tres semanas después, como otra quedada que acabo de organizar ahora mismo por e-mail para mi hija pequeña nada menos que para el 26 de marzo. ¡Y eso que es para jugar después del colegio, que si fuera para otra cosa! Pero bueno, eso me permite empezar a visualizar el mes de abril, ahora que acaba de empezar marzo. Y mayo está a la vuelta de la esquina. Y entonces sí que será primavera, hasta en Hamburgo.