martes, 5 de octubre de 2010

Dos cervezas, por favor

Cualquier alemán que no sabe español, sabe pedir una cerveza. Muy orgullosos te lo dicen el primer día de clase: "dos cervezas por favor", porque seguro que en las vacaciones las piden de dos en dos, para que les cunda más. Cualquiera que venga a estas tierras y quiera pedir una cerveza para sí mismo y su compañía, probablemente, necesita la misma frase, pero en alemán: "Zwei Biere, bitte". Yo la practico las pocas veces que voy por St. Pauli de copas y pido para mí y normalmente para mi amiguete compañero de noches de cerveza en la Reeperbahn, mejor dicho, él cervezas y yo una y el resto agüita, coca cola, tónica, pues mi debilidad hacia el alcohol es menos que la repulsión de tener que volver a casa en transporte público, con lo malísimo que es aquí cuando no vives en zona céntrica o bien comunicada.

Y siempre me suelo tomar una Astra. Más hamburgués y "sanktpauliano" no existe. Y me encanta la botella: la forma es culto. Se distinguiría hasta sin etiqueta. No obstante si la bebo no es porque sea la cerveza que más me guste (ni que yo fuera experta...), sino porque como digo me encanta la botella, y es como cuando compro una botella de vino: elijo de acorde al diseño de la etiqueta, de la botella en sí. Los primeros tragos de Astra entran muy bien, pero para el final siempre me queda el momento "yek", pues tampoco es que esté tan buena. Es más bien la cerveza para los colgados de la noche, de los fans del St. Pauli, y de la Reeperbahn. Pero yo no concibo una noche por esa zona sin tomarme una, por el gustazo de tener una botella entre las manos, pues se bebe así, sin vaso.

 

La etiqueta lo dice: "Elaborada con amor en el corazón de Hamburgo".

Hoy he comprado una donde no lo he hecho nunca: en el supermercado, qué sosa. Había cajas enteras, pero como a mí sola una me duraría una eternidad, he sacado una botellita, y me he comprado una individual. Teniendo en cuenta que una abuela delante de mí se ha comprado una botella de aguardiente y un paquete de cigarrillos, creo que puedo demostrar que sólo bebo cuando tengo que beber, aunque sea para hacer estudios de blog. Pero a lo mejor la abuela escribe también un blog, y quería fotografiar la botella de aguardiente. Nunca se sabe.

Astra pertenecía antes al grupo cervecero Bavaria, y se producía en el mismo St. Pauli, pero en un mundo de fusiones ahora pertenece al grupo Carlsberg y la elabora la otra fábrica de Hamburgo, Holsten, la otra cerveza de la ciudad, ésa para los más colgados aún. Es la que se ve en el metro, en latas de medio litro, de la mano de los que no hacen otra cosa que beber cerveza todo el día ...

Y la otra cerveza del norte que quería presentar  es la Flensburger Pilsener, o la "Flens", como se conoce familiarmente. El sonido al abrir el tapón es inconfundible. Viene de Flensburg, la ciudad más danesa de Alemania, al lado de la frontera. Y ésta es más refinada y para otros momentos. Por supuesto que hay más, mismo en el norte de Alemania:  Becks, la de Bremen, o Jever, de la región de Frisia, ésta última de gusto algo más amargo.

Pero no es cuestión de hablar de las miles de marcas que hay, y de los muchísimos tipos de cerveza, ya que mi lema no es la exhaustividad sino mi visión norteña del tema, y eso teniendo en cuenta que no soy la persona adecuada para comparar sabores o marcas. Aún así, en España me da pena cuando te sirven una caña toda pingando, con el vaso empapado por todo lo que se ha vertido. Aquí el tirar una cerveza requiere su tiempo, y nunca te la servirían así, y el beber una cerveza tiene algo de rito sagrado. La temperatura no es lo fría que le gusta a un español. Muchos alemanes se echan las manos a la cabeza cuando van por el mundo y beben cerveza. Sin embargo, en Mallorca o donde sea la piden, y la beben. Y la globalización existe. En mi supermercado venden desde hace mucho botellas de San Miguel, así que alguien las comprará, digo yo.

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