domingo, 5 de julio de 2009

Delirios literarios

Con mi mala costumbre de leer libros a trompicones, he tardado más de la cuenta en leerme el último libro de uno de mis autores favoritos, Juan José Millás: "Los objetos nos llaman". El libro lo ha permitido, por tratarse de relatos muy breves, una especie de delirios, sueños o imaginaciones, alineados sin aparente conexión entre ellos salvo el estilo surrealista del autor. Pocos autores tiene la capacidad de transformar la realidad en ironía como lo hace Millás. Me encanta su prosa, que mezcla como nadie situaciones banales de la vida diaria con la esquizofrenia que supone vivir, y por eso, las situaciones irreales de los cuentos parecen reales, al estar narradas con un toque de humor inigualable.

Lo empecé a leer en el vuelo de regreso de Estocolmo, hace algo más de un mes, y el hombre que iba sentado a mi lado me miraba sorprendido por verme subrayar y subrayar en el libro (a la ida ese mismo hombre me vio hacer lo mismo con una guía de viajes sobre Estocolmo). El hecho de que tanto en el vuelo de ida como en el de vuelta me tocara ir al lado del mismo pasajero, algo que no me había pasado nunca, me hizo pensar en que nadie mejor que Millás me podría explicar el significado de tal coincidencia, porque la situación parecía irreal. Normalmente me conformo con doblar las esquinas de las páginas que contienen frases que me gustan en los libros, pero me pareció poco tributo a alguien que fabula con situaciones tan abstrusas como el viajar a Madrid con una guía de Buenos Aires, porque al fin y al cabo todas las ciudades son iguales, o la de las vistitas al psicoanalista donde ambos, paciente y médico se quedan dormidos y luego se cuentan sus sueños.

"Tuve un tío rico que vivía también fuera de la realidad, aunque de vez en cuando venía a pasar un rato con los que habitábamos en ella."
"El plato combinado puede parecer ahora una vulgaridad, pero en aquella época se acababa de inventar y era a lo más que se podía aspirar desde el punto de vista de la filosofía, pues no constituía sólo un modo de nutrirse, sino una forma de abordar la existencia."
"Por eso en casa no se escuchaba nunca música clásica, porque es muy difícil estar a favor o en contra de lo que dice la música clásica."
"El mundo es peor que el aeropuerto de Francfort: todos los carteles están ahí para confundirte, para que cojas el vuelo que no es o te quedes atrapado en el laberinto de sus pasillos."
"Cuando soy feliz, odio escribir, que es lo que más me gusta. Se ve que no es posible ser feliz y hacer lo que a uno le gusta al mismo tiempo. Ésta es una contradicción que la filosofía no ha estudiado suficientemente. No sé quién decía que la gente suele triunfar en lo segundo para lo que está más capacitada, porque para triunfar en lo primero hay que alcanzar niveles de desgracia verdaderamente insuperables."

Son citas que he marcado a lo largo de mi lectura del libro, y las transformo en verdades para mi blog, porque "del mismo modo que el matemático no comprende la realidad hasta que la atrapa en una ecuación" o "no entendemos el oro, por ejemplo hasta que no lo transformamos en un colgante", "la transformación de las sardinas en sardinas de lata es la variante positiva de esta tendencia", es decir, que tratamos de convertir las tragedias o dramas diarios en productos envasados, porque "escribir no es más que tomar la materia prima de la realidad y convertirla en literatura para hacerla más digerible". Digamos que yo hago lo mismo a través de este blog. No hay nada mejor que la literatura y el arte para reflejarnos en los delirios de cualquier persona que es capaz de plasmar mejor que nosotros lo que sentimos. Cuando sea mayor quiero escribir como Juan José Millás.

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