viernes, 10 de julio de 2009

Oda a la amistad

No conozco una amistad tan sincera como la de estas dos niñas. Se conocieron con dos años, en la guardería, y trabaron una amistad fuera de serie. Ahora tienen casi nueve, y siguen siendo como dos almas gemelas. Nunca se pelean, se compenetran en todo; si tienen alguna diferencia, por el cariño que se tienen, una siempre cede, sin ningún conflicto. Llevo años observándolas, y admirando su capacidad, desde tan pequeñitas, de estar ahí la una para la otra. Ya quisieran muchos adultos contar con alguien de esa manera. Una de ellas es mi hija mayor, Sofía, y la otra es su mejor amiga, Antonia.

Cuando nos fuimos a vivir a Bélgica, lo normal hubiera sido que hubieran perdido la amistad, pues tenían sólo cuatro años y medio. Pero ninguna se olvidó de la otra. Todo lo contrario. A su alrededor constataban que ninguna otra podía ocupar esa posición: "No hay ninguna otra niña como Antonia", me decía mi hija, asustada a veces por la crueldad de los niños que hoy te dicen que eres su mejor amigo y al día siguiente te ignoran. "Antonia nunca haría eso". Y a Antonia le pasaba lo mismo. Se vieron un par de veces durante esos dos años y medio, y las despedidas eran dolorosas, con llantos al separarse, y todos nos sentíamos mal al verlas.

Desde que volvimos a Hamburgo, aunque tampoco vivimos tan cerca, se ven con regularidad, y por eso hoy, al verlas juntas aquí en mi casa, me he emocionado al sentir esa compenetración tan especial. "Mamá, cuando seamos mayores seguiremos siendo amigas", me dice siempre mi hija. Y ayer observé cómo, en un momento en el que mi hija no se comportó bien con su hermana, al regañarla yo no me hizo ni caso, pero cuando Antonia le dijo algo así como "Sofía, tampoco es para tanto, no te lo tomes así", mi hija se calló y lo aceptó con una naturalidad que casi me hizo sentir envidia... Pero no, me alegro de verlas juntas, y pienso que si de pequeñitos aprendemos a valorar así la amistad, nunca nos faltará apoyo de nadie en la vida. Y respiro aliviada, porque sé que mi hija nunca estará sola.

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