viernes, 17 de julio de 2009

La "tortura" del bilingüismo

El otro día mi hija pequeña me dijo que soy una malvada por hablar con ella en español mientras que con el resto de la gente de aquí hablo en alemán, que le parece injusto. Ayer me preguntó que por qué me gusta tanto el español y que por qué me empeño en hablarlo. Le dije que porque es MI lengua, igual que la suya es el alemán, que cuando yo era niña sólo hablaba en español, y que ella encima tiene la suerte de poder hablar dos. La mayor entró en la conversación: "¿Sabes, Natalia?, es un privilegio hablar dos idiomas, hay gente que nos envidia por ello, y de mayor no se aprenden tan fácilmente como ahora de pequeño". Se lo dijo en alemán, claro, pero algo es algo. Ella ya se da cuenta de las ventajas, y la pequeña tardará un poco pero lo verá también.

Vamos por los sitios llamando la atención con la mezcla que hablamos. Yo les hablo en español, y ellas, en la mayoría de las casos me responden en alemán, por vaguería. Yo insisto y les respondo en español, ellas en alemán, hasta que les arranco un par de frases y vuelta a empezar. Pero a veces le ven el lado positivo, como cuando estamos en algún sitio y se quieren ir a casa: "Mamá, vámonos, me aburro", ... cuando quieren, saben. Y a veces les sale el orgullo: una vez en una tienda la vendedora nos miraba sorprendida al oírle hablar español a la mayor. Le dijo: "Me imagino que el alemán lo hablarás igual de bien", a lo que ella respondió, "Aber natürlich!", 'pero por supuesto'. Como además tiene pinta de nórdica y nada de española (muchas veces me han tomado por la canguro), nadie se espera que vaya hablar español fluidamente. Eso es como una vez en un parque en Bruselas donde escuché a una mujer oriental hablándole a su hijo en español con acento mexicano, y le dije "A ver, esto me lo tiene que explicar usted". Y si nosotros nos creemos que este bilingüismo es algo excepcional, en una ciudad como Bruselas éramos bastante normalitos. Aquí es algo exótico.

La suerte es que haya llegado a ser algo natural, pues conozco a dos personas de mi edad a los que las madres pudieron transmitirles su lengua materna, y no lo hicieron por miedo a que sus hijos no se integraran, o peor aún que los discriminaran: una madre sueca y una madre coreana hablaban sólo alemán con sus respectivos hijos, y sé de más casos. Me parece innatural hablar con tus hijos otro idioma que no sea el tuyo, pues siempre tienes dudas y hay cosas que no sabes decir bien y no creo que les estés haciendo ningún favor y menos que estés siendo tú. Pero la animosidad de alrededor debía ser tremenda para sentir que les estaban perjudicando por hablarles en otro idioma. Menos mal que hemos avanzado en eso. Yo seguiré peleando, porque sé que me lo agradecerán algún día. Sólo por oír el año pasado a mi hija pequeña a la vuelta de las vacaciones decir "jooooope", con el tonillo de los niños españoles, pienso que merece la pena torturarla de esa manera.

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