lunes, 13 de julio de 2009

Qué haría yo sin la técnica

Llevo unos días feliz con mi nueva radio de internet. La he colocado en la cocina y me divierte investigar las miles de emisoras de todo el mundo que puedo oír. Este fin de semana he estado cocinando a ritmo de Bollywood Hits y de bossa nova, he descubierto una emisora sólo de flamenco (no soy aficionada, pero por si me diera morriña...), y hay cantidad de emisoras curiosas. Lo mejor ha sido volver a oír mi emisora favorita de Bélgica, la que siempre oía mientras cocinaba, y lo divertido ha sido que parecía que no hubieran pasado dos años desde la última vez que la oí, con las mismas noticias de siempre: en Bélgica nunca hay consenso de nada, con constantes coaliciones y negociaciones por doquier. He escuchado el neerlandés gutural de Holanda, donde pedían a los oyentes que votaran el pueblo de Holanda donde quieren poner una calle dedicada a Michael Jackson, algo que todos estábamos esperando, para luego oír el flamenco, el holandés elegantón de Bélgica, con la radio de Amberes. Y por supuesto que he oído emisoras españolas también. La radio en español me trae muchos recuerdos, pues en casa de mis padres está siempre puesta, y el sonido de las melodías e incluso los anuncios tienen ese poder evocador que ciertas cosas siempre guardan, a través de los años y la distancia.

Entre esta radio ahora, y tras mi ordenador ahora mi portátil, vivo enganchada al mundo exterior a través de la técnica. Si pienso en cuando llegué a Alemania, en 1990, no se pueden comparar para nada las posibilidades de comunicación con el resto de mi gente. Aunque mucho peor lo tuvieron los emigrantes españoles que llegaron a Alemania en los años 50 y 60, totalmente desconectados de su tierra y con la sensación de vivir aún más lejos. Porque hoy día es mucho más fácil todo: seguir al tanto de lo que ocurre en tu país y tener más contacto con los tuyos. Durante muchos años sólo hablaba una vez por semana con mis padres, y a un marco por minuto (1 DM = 80 ptas), la conversación era cara y había que estar mirando el reloj todo el rato. Ni punto de comparación hoy día con la tarifa plana que tengo y que casi prefiero no propagar mucho porque cada vez me da más pereza llamar por teléfono.

Y como a todo se acostumbra uno, ahora ando pensando en lo que voy a hacer durante las tres semanas de mis vacaciones sin ordenador. Cada vez me cuesta más estar sin él. El ordenador es mi lugar de búsqueda de todo tipo de información, de lectura de la prensa, es mi diccionario, hace las veces de teléfono, ya que prefiero mandar e-mails muchas veces en vez de llamar, y me permite mantener contacto con mucha gente a la que si no le perdería la pista fácilmente, como ocurría antaño. Así que será difícil prescindir de mi portátil durante unas semanas, además de este blog, al que me he acostumbrado muy rápidamente. Y lo echaré de menos cuando necesite despotricar de las cosas que me molestan cuando estoy en mi tierra, como cuando voy al parque con las niñas y me encuentro colillas, cristales, y hasta excrementos de perro, cuando veo la suciedad de la calle y la falta de civismo de la gente y el ruido tan gratuito que hay por todas partes. Así que volveré a mis libretas, donde siempre he apuntado pensamientos e ideas, y apuntaré, para, en cuanto vuelva a tener la técnica a mano, propagar mi sensación de apátrida, de no estar bien en ninguna parte y seguir quejándome, que es lo que mejor se me da, en un sitio u otro. Nada mejor que el ordenador para, como su nombre indica, "ordenar" las ideas, para no perder el vínculo con el exterior y no pensar que nuestro ombligo es el centro del universo, pues sin moverte de tu casa participas de lo que ocurre en el resto del mundo. En unos cuantos días saldré "al mundo" y, aunque no tenga ordenador, seguiré observando, pero ahora le tocará al otro lado.

1 comentario:

  1. Ya sabes que si necesitas un portatil puedes contar con el mio. yo tambien soy fanatico del ordenador y te entiendo perfectamente.

    Un beso

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