jueves, 8 de octubre de 2009

Menudo estrés

Sin apenas darnos cuenta, los niños están a punto de tener vacaciones otra vez, tras seis semanas de clase. Aunque eso signifique que estoy haciendo maletas para largarme, no me parece bien hacer una pausa tan rápido, ahora que los niños han calentado motores. Si bien pienso que las seis semanas en verano les dan de sobra, pues aquí no hace nunca el calor de España, sí que me parece que vienen demasiado rápido las siguientes vacaciones, pues si no te vas, puedes estar a punto de cortarte las venas si tienes un día como hoy, de lluvia, lluvia, y lluvia, y la probabilidad es grande aquí de que veas dos semanas seguidas cómo llueve. Bendito colegio. Pero yo no acabo de acostumbrarme a un sistema en el que cada 6 u 8 semanas hay vacaciones, y eso que yo no soy la escolar. Y como mal menor, me dedico a hacer y deshacer maletas, con lo que distrae.

De qué me quejo, si en seis semanas mi hija pequeña ha aprendido la A, la O, y la L, y ya está, letras que sabe hacer desde los 4 años. A este paso con mucha suerte sabrá leer a finales de curso... Y con los números van por el 5. Todo esto en primero de primaria, cuando en otros países los niños ya saben escribir y leer con cinco años, en el último año de infantil. Pero no, hay que ir despacito y aburrirlos. Ayer mi hija lloró al sacar la hoja de los deberes, donde tenía que escribir lo menos 30 veces el número 5: "Quiero deberes más difíciles. Esto es tan aburrido", dijo entre lágrimas. Ya llevarán en clase practicando el 5 no se cuántos días, y no creo que en los dos últimos días de clase les metan el 6. No sea que se vayan estresados a las vacaciones. Y menos mal que ahora tienen dos semanas para descansar, tras haber aprendido tres letras. A la vuelta retomarán el abecedario, paso a pasito. Lo malo del sistema, es que acostumbran a los niños a ir muy lentos, y cuando pasan al instituto (con 10 años), les meten tal palo que se quedan tiesos todos. Y a veces hay quejas en la reunión de padres por el "estrés" al que están sometidos los niños. Más es el de los padres que encima tienen que decir al niño que tiene que hacer lo que le manden, y hacer además como si estuviéramos conformes, no sea que el crío suelte en clase: "Mi madre dice que vamos muy lentos". Lo que me faltaba.

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