martes, 6 de octubre de 2009

Problemas o ventajas de la (in)comunicación

Existen diversos grados de comunicación entre las personas. Puedes hablar el mismo idioma y no entenderte, puedes hablar diferentes idiomas y entenderte, y puedes hablar el mismo o ninguno y manipular la comunicación como te convenga. Hoy he recordado una anécdota de hace muchos años, en un viaje realizado a España con mis suegros. Mi suegro era gran amante del silencio, y tras tres semanas en España estaba ya algo "incómodo", digamos. En un bar del barrio, en Madrid, estaba la tele puesta, la música, y el ruido de la gente hablando era atronador para su oídos, y nosotros todos hablábamos plácidamente mientras tomábamos unas cañitas. Su malestar era obvio, con gestos tan explícitos que hasta mis padres me preguntaron que qué le pasaba. Y yo les dije que estaba encantado y que me había dicho que le gustaba mucho el bar. Son las ventajas de ser la traductora, que traduces lo que te viene en gana y listo. Estos son problemas obvios de comunicación, o mejor dicho de manipulación de la comunicación. Tras esas experiencias, de las que he vivido muchas, siempre me ha parecido interesante el trabajo de los intérpretes que traducen en situaciones de alta tensión entre gobernantes, por ejemplo, pues ellos tienen en las manos el que la situación escale o se suavice, algo que ocurre a menudo entre familias, y aseguro que es muy ventajoso tener dos que no se entienden y que cuando están juntas se sonríen y están limitadas a lo que yo traduzca (o quiera traducir). Y lo bien que se entienden de esa manera.

También recuerdo las primeras visitas de mi marido a España, cuando no entendía ni hablaba español. Él observaba nuestras conversaciones y más de una vez me preguntó después: "¿Por qué os habéis peleado?", y yo "¿Peleado? No, estábamos hablando de manera normal". Para un nórdico, nuestras conversaciones, en las que te puedes permitir mandarte a la porra sin que se ofenda nadie, pero lo dices a gritos, o dices "anda ya", o "déjame en paz", parecen peleas, en vez de las discusiones tan civilizadas que he presenciado aquí, con la taza de café en la mano: "Bueno, yo no estoy de acuerdo con ese punto, y pienso que deberías rectificar".

Pero más complicado es hablar el mismo idioma y no entenderte. Hablar en dos niveles distintos uno en una onda, y tú en otra. Esas conversaciones sí que son incomunicación total. Y se trata de encontrar el mismo "canal" de comunicación, como se dice en lingüística, el del famoso esquema de comunicación con el emisor, el receptor, el mensaje y el canal, que más el código común a ambos, hacen posible toda comunicación. Demasiados factores, pues además no debemos olvidarnos del contexto, que es al final lo determinante, lo que hace que lo que dices parezca una cosa u otra, porque al final lo que hacemos es interpretar de acuerdo a las circunstancias.

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