sábado, 31 de octubre de 2009

"Mr. Scrooge and Halloween"

... podría ser un cuento para el día de hoy. Érase una vez una madre que cada vez que llega Halloween se convierte en Mr. Scrooge. "Odio Halloween", piensa siempre. No les prohíbe a sus hijas alegrarse por tal día, pero apoya en lo mínimo la celebración, es decir, les permite ir a las fiestas si les invitan, las maquilla y les improvisa algún disfraz. Ella nunca haría una fiesta, pues le molesta mucho cuando niños extraños llaman a la puerta diciendo el famoso trick or treat o Süßes oder Saures ('dulce o amargo'), como dicen aquí. Les da un par de caramelos, y no comprende que los padres acompañen a sus hijos a dar la lata a la gente. Pero todos los años la historia se repite, y ella les explica a sus hijas que no le apetece que inviten a sus amigas ese día y organizar tal sarao que le parece tan fuera de lugar.

Entiendo que se celebre en EE.UU., lugar originario de la fiesta, pero que se haya importado a Europa me parece absolutamente innecesario. Lo que me fastidia, es que los niños de hoy día, no se creen que Halloween no se celebraba antes. Pero la adaptación es total. Aparte de la traducción de la frasecita mencionada, aquí los niños van también de puerta en puerta reclamando caramelos, e incluso te dicen un poemita en alemán, amenazándote de que si no les das caramelos, se quedarán pegados en tu puerta; tampoco es tanta amenaza, ... o según se mire. Divertidas son las historias que me ha contado mi hija mayor a la vuelta de sus andanzas "halloweenenses": desde el grupo de princesas en patinetes que han visto con la bolsa de caramelos en la mano y tiara y todo (ésas sí que se han equivocado de fiesta), y que iban a toda velocidad, a la familia que al no tener caramelos preparados les ha dado pizza hawaii recién hecha, a la "injusticia" de que se les sumara otro grupito conocido, con lo cual a las cuatro que eran se le sumaron diez más que "encima se ponían delante y se guardaban todos los caramelos". Una de sus amigas clasificaba las casas ya desde fuera como halloweenös, o am halloweenösten, ("halloweenosa", o "las más halloweenosas", con el superlativo absoluto y todo) ... con un neologismo que prueba lo rápido que los niños adaptan el lenguaje a lo que necesitan.

Pero lo mejor es que antes de irse, al ponerme yo en un momento de debilidad un gorro de bruja, va y me salta: "Tú pareces una bruja de todas formas". A mis carcajadas ella aclaró: "Bueno, es por el pelo negro, no te hace falta el gorro". Así que para bruja yo. Lo llevo en la cara por lo visto, sin necesidad de disfrazarme. Y es que el espíritu (anti)halloweenense se lleva dentro, pero como el mismo Mr. Scrooge, a lo largo de la tarde me he ido suavizando, y hemos acabado la tarde con un guateque improvisado en casa, pero a ritmos de "Saturday Night Fever". ¡Ah, qué tiempos aquellos cuando no se celebraba Halloween en Europa!

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