viernes, 16 de octubre de 2009

Sol, sol y sol

Madrid. Cielo de un azul increíble. Verano en octubre. Obras, muchas obras, las que había en verano, más las nuevas. Al ayuntamiento le debe sobrar el dinero para hacerlas todas a la vez. Atascos. Riadas humanas. Me da la sensación de que la gente vive en la calle. Con este tiempo así cualquiera. El mérito consiste en pasear por la calle y hacer botellón a cero grados y con lluvia y viento.

Crisis y la gripe A son los temas dominantes. Hasta mi sobrino, que se despertó el otro día con tos dice: "A lo mejor tengo la gripe A". La que podría tenerla soy yo, tras haberme pasado más de dos horas en el ambulatorio rodeada de niños griposos. Y más me ha alarmado la doctora, cuando al examinar a mi hija, se ha puesto la mascarilla. Ni en Alemania he visto una cosa así. Entonces nos las deberían entregar a la puerta al entrar. Pero si no te coges eso, a saber qué ... Mi hija tuvo que ir urgentemente al baño. Otra muy mala idea. Sin palabras para describir cómo estaba la taza del váter, y todo. Durante la espera, muchos hablaban de poner reclamaciones por todo, pero seguro que nadie lo hace. Una madre con una hija con algún retraso difícil de definir para mí no hacía más que pegarla e insultarla. La niña, como si quisiera "denunciar" su situación, seguía provocando el sopapo, gritos e insultos de la madre. Al menos esta vez me han tomado los datos, pues la última vez que pasé por la Seguridad Social en España les pareció demasiado trabajo y me atendieron "by the face", como se dice por aquí ahora. Otra cosa es que luego se lo cobren a los alemanes, pues me imagino que eso será demasiado esfuerzo. Si lo comparo con las veces que he ido al médico con visitantes españoles en Hamburgo, donde no atienden a nadie si no está claro quién paga, me choca siempre el desinterés aquí. Pero la diferencia es que aquí el dinero va a todo el sistema, mientras que en Alemania va directamente al bolsillo del médico, que es el que pasa la factura al seguro médico correspondiente. A mi hermana le cobraron la consulta a tocateja (50 €), y todo para un colirio, que no se puede comprar sin receta médica en Alemania, y que le costó otros 15 €.

Pero bueno, me imagino que la sanidad no necesitará dinero, y por eso levantan a la vez la Plaza del Callao, Alcalá, la Plaza de Colón, Recoletos, Serrano, Marqués de Vadillo y todo lo que no habré visto. Para lo de "arriba" de la M-30 sigue sin haber dinero, y a la altura del Puente de Toledo las vistas son parecidas a un paisaje lunar.

La visita a Faunia resulta ser un estudio sociológico. Hay muchos colegios y hay diferencias. Los uniformados son todos niños españoles y se llaman Cayetana, Jimena, Lucía y Raúl. Los no uniformados son una mezcla de razas y me pareció curiosa la retahíla de nombres que dijo la maestra al llamarlos: Mohamed, Luna y otros nombres que ni siquiera entendí (orientales, árabes, de todo).

Ahora, mientras escribo esto, ha comenzado a sonar un pasodoble español. No hace falta ni que me asome. Sé que es el espectáculo de toda la vida: la cabra y el gitano tocando la trompeta, pero llevan un teclado, y además un amplificador, no sea que no se les oiga. Hay cosas que nunca cambian. Sigo pensando en lo de las dos Españas, pero las diferencias son económicas. Los que no tienen crisis siguen gastando como siempre. La crisis es para el que la tiene, y los que no siguen viviendo igual. Me temo que la brecha se haga cada vez mayor entre unos y otros. Al menos el sol brilla igual para todos y eso ya es mucho.

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