domingo, 16 de agosto de 2009

Plagas veraniegas

¿Quién se come a las avispas? Si no hay ningún animal que se las coma, habría que buscarles un enemigo natural. En agosto en Alemania suponen una plaga. Todos los inviernos oigo a la gente decir: "Que haga mucho frío, muchas heladas, para que luego no tengamos bichos en verano". Un cuento chino, pues todos los veranos volvemos a ser atacados por las avispas y todos los meses de agosto me vuelvo a acordar del engaño. El invierno pasado fue muy frío y muy largo, y no nos ha servido de nada. Hoy nos ha sido imposible comer un helado fuera, y nos hemos tenido que meter en el coche, a pasar calor dentro, pues nos perseguían. Lo mismo en la piscina, donde nos han rodeado todo el rato. Recuerdo otras situaciones desagradables de los últimos años, como estar sentados en el precioso barrio Schnoor de Bremen, tomando un refresco fuera, y tenernos que ir, por metérsenos dentro de los vasos y las botellas, o estar en la idílica Lüneburger Heide, el parque natural de Baja Sajonia donde todos los meses de agosto el paisaje se transforma en kilómetros y kilómetros de brezo, y tener que salir huyendo del ataque en un restaurante idílico. Quizá es nuestra culpa. No hay que comer ni beber nada fuera, y entonces te dejan en paz. Cómo se nos ocurre. O una imagen típica es ver en las panaderías los dulces cubiertos de avispas, y las vendedoras tan tranquilas, tan concentradas en su trabajo, metiendo la mano entremedias, para coger lo que les pides. A mí me dan ganas siempre de decir: "Póngame eso, pero sin avispas".

Aquí nos ganamos a pulso nuestro verano, luchando siempre contra los elementos. A las avispas se han sumado hoy unas nubes que nos han quitado la gracia de estar en la piscina al aire libre. Eso nos pasa por ir con 24°C, y estar medio nublado. El sol se iba constantemente y entonces hacía frío. Me gustaría que estar al aire libre no estuviera siempre acompañado de tanto ataque de la naturaleza, sea a través de la climatología o de tanta fauna. Todo lo que se hace al aire libre tiene carácter épico. Una familia conocida que nos hemos encontrado allí casualmente nos comentaba que el jueves se les inundó la tienda de campaña en el camping donde estaban. Mi sonrisa malévola al pensar "¿a quién se le ocurre?" hace que siempre me digan algo como "¿tú no irías de camping por Mecklemburgo...? "No, desde luego que no. Yo prefiero achicharrarme con casi 40°C". "Pues estaba lleno de holandeses el camping", me dijo la mujer en alusión a mi marido. "Ya, pero los holandeses son una plaga también", al igual que las avispas, pensé. Se dice que van en caravana para poderse llevar toda la comida, no gastar nada en el lugar de vacaciones, y llevarse después las cáscaras de las patatas como abono para los campos. Un conocido nuestro habla de la "mentira demográfica" holandesa: el país tiene 16 millones de habitantes, pero otros 16 millones andan fuera, de viaje, y a esos no los cuenta nadie. Luego un amigo nos ha comentado que las avispas se deben este año a que el mes de abril fue muy suave, "ah, ya no es el invierno el causante, sino el mes de abril...", pensé. Qué más da cuál es la causa, una plaga es una plaga.

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