martes, 15 de junio de 2010

Derechos de autor

¿Son estas palabras que escribo sólo mías o en el momento que las lanzo al ciberespacio dejan de serlo? Cualquiera puede copiarlas, adaptarlas a su mensaje, incluso manipularlas y decir "María Elena ha dicho esto y esto" haciendo del mensaje otro distinto al mío e incluso perjudicándome. A mí no es que me importe, pues ni me gano la vida con esto (qué más quisiera), ni lo que escribo es tan trascendental para la humanidad. Pero lo que plasmo aquí son mis palabras, mi estilo, mi visión, y una parte de mí. Pero si pensamos bien, esto ocurre con cualquier trabajo, pues siempre se produce algo que deja de ser tuyo en cuanto lo entregas o porque trabajas en nombre de una empresa, o vendes algo, o asesoras en algo, o analizas un asunto. Y lo que es tuyo, tus palabras, tus ideas no son tuyas, sino que servirán al conjunto (y eso siendo muy optimistas, y más hoy día).

Pero hay momentos en los que duele que lo de uno deje de serlo. Imaginemos a una compositora de un rap, que con dos amigas compone uno, con su letra y música y en los recreos. La profesora de música, que las ve, entusiasmada les coge la hoja y les dice que se puede utilizar muy bien para la clase de música, y lo adapta, corta y recorta, cambia algo la letra, y para más inri, a las autoras las relega a segundo plano, pone al coro a cantar la canción, ella dirige, y las otras son meras figurantes, en un lado, con sus instrumentos. En ningún lado consta que ellas son las autoras, y en la actuación la profesora recibe los aplausos por "su" trabajo, llevado a cabo por los niños del coro, y sin que nadie sepa que la creatividad vino de esas tres niñas que tocan el violín, el piano y la batería y de cuyo trabajo ha quedado una versión adaptada al gusto de la profesora, a la que encima le ahorraron trabajo.

Esto le ha ocurrido a mi hija estos días, y con el sentido de la justicia que tiene (por no decir mala leche), le parece muy injusto, y hoy es la actuación, y la que se puede montar es buena. Incluso hoy se ha ido un cuarto de hora antes al colegio, para "aclarar" junto con otra profesora como mediadora de cara a la otra, que ella y las otras niñas no están de acuerdo con las formas, con que no quede claro que ellas son las autoras, y que la profesora haga como si el rap fuera suyo. Yo hubiese esperado a la actuación, a darle a la profesora la oportunidad de decirlo, y en el caso de que no dijera nada, protestar a posteriori. Pero en mi casa había dos opiniones, la de los nórdicos, y la latina, es decir, la mía, que somos más de esperar "a ver qué pasa y como se pase se va a enterar". Pero han ganado los nórdicos y acato. Justo no ha sido el asunto, y aunque la autoría del producto no es siempre lo más importante, sí que yo trato de sacar conclusiones prácticas para la vida diaria y para la educación de mis hijas: a) no hay que trabajar de más; ya le vengo diciendo que nadie se lo agradecerá, que el sobresaliente en música lo tenía sí o sí, y encima ahora con rabieta, y b) que listillos y aprovechados hay por todas partes, y al que no le haya pasado algo así en su vida que levante la mano.

Pero no somos siempre víctimas. Todos copiamos, plagiamos y hacemos nuestras las ideas de otros que nos gustan. Es como ahora el PP que dice que es el partido de los trabajadores. Me encanta. Es que Zapatero ha perdido los papeles, y alguien los tiene que coger.

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