martes, 1 de junio de 2010

No hacía falta

Ayer dimitió Horst Köhler, el Presidente de Alemania. Hizo hace poco unas declaraciones durante una entrevista en la radio durante su visita a las tropas alemanas en Afganistán que pasaron desapercibidas, algo así como que las fuerzas armadas alemanas están para defender los intereses económicos del país. Nadie se rasgó las vestiduras, pero como ocurre muchas veces con estas cosas, se empieza a escribir de ello y a analizar días después, y a la prensa le pareció una desmesura para alguien de esa categoría. Sinceramente, con las muchas tonterías que dicen los políticos en ocasiones, no parece nada grave a primera vista. Tampoco a segunda, aunque tampoco es tan inocente el comentario. Él dijo tras las críticas que se refería a ataques de piratas en el Índico o cosas así, y no a vincular la guerra a motivos económicos. Y ayer, sin dar ningún aviso, convocó a la prensa dos horas antes, para dejarlos a todos boquiabiertos cuando presentó su dimisión. Alemania se quedó ayer desconcertada, y la opinión general es que parece algo demasiado nimio como para tirar la toalla, que debería haber mostrado fortaleza en su posición como representante número uno del país, no ser tan susceptible y no haber renunciado tan rápidamente. Yo pienso que el problema es de fondo: por detrás hay mucho más de lo que nos enteramos, pues esto no es España donde los políticos se faltan al respeto delante de las cámaras, aparte de que en Alemania se dimite por motivos que en España parecerían absurdos. Además, creo, no ha sentido el apoyo de la canciller Merkel, ni del vicecanciller Westerwelle, de los que se lleva distanciando hace tiempo con otras declaraciones polémicas que ha hecho. Y esto, que parece insignificante, ha sido el detonante de que se vaya sin que nadie haya pedido su dimisión siquiera, si es que es por eso por lo que se va. Pero en cualquier caso es la primera vez que un presidente alemán dimite, y en cuatro semanas habrá que elegir uno nuevo, algo que en Alemania es algo problemático pues los partidos proponen, y la lucha es siempre brutal, aunque no lo parezca, pues es un cargo no elegido por los votantes sino entre los partidos, y no con la alternancia que debería haber entre CDU, SPD y FDP (y Los Verdes (?), que no ha proporcionado ninguno) sino que predominan los de las filas de la CDU.

El Bundespräsident alemán representa, puede opinar, pero sin excederse, como vemos. Köhler parecía directo, y a la vez discreto, como ha de ser su función, pero se ha mojado bastante, por lo que le han criticado. Sus declaraciones no parecen muy apropiadas, pero los mismos que le critican por haberlas hecho, le critican ahora por irse. Y el Gobierno de Merkel no está en su mejor momento, y esto podría suponer una buena estocada para lo que parece contenido y atado, pero que revienta por todas partes. De momento han puesto un suplente, hasta que se nombre a uno nuevo, en un mes. Se empiezan a barajar nombres: la ministra von der Leyen (que sería la primera mujer en el puesto y que dejaría entonces de pronunciarse sobre las mujeres y sus dificultades en el mundo laboral), Schäuble (el incombustible y "tirita" para todo) o (dios nos coja confesados) el bávaro y ultraconservador Stoiber. Ése sí que se tendría que moderar mucho mucho. También se habla de la obispa Käßmann a la que pillaron borracha al volante. Que no digan que la política no es interesante.

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