viernes, 6 de agosto de 2010

Culebrones y realities

El fenómeno de las series de televisión que duran varias temporadas y que te permiten no perder el hilo incluso si no las ves durante meses me fascina, aunque no lo consigan las series en sí. Eso me ocurre con "Amar en tiempos revueltos", denominada por mis hijas como "la novela de la abuela". Yo no la sigo, salvo lo gordo de la trama que una no puede evitar no saber en esa hora de la sobremesa en la que los que no dormimos siesta estamos algo amodorrados por ahí. Lo sorprendente fue que ayer mi hija mayor me relató con pelos y señales lo que ha ocurrido en los últimos episodios, y me dijo que hay "dos tontas" que están enamoradas del mismo hombre, y luchando por irse con él a París: "están locas", dijo; y me contó del marido celoso que espía a su mujer para descubrir que no está liada con otro hombre sino con una mujer. Y luego me narró más del contenido empalmando algo de la trama con lo que pasó en marzo, cuando vio la serie por última vez.

Lo que digo, se sigue fácilmente, pues de lo que trata es de pasiones, de celos, de desengaños, y todo envuelto en los años de la posguerra española. Lo que me sorprende en España es que los niños vean esas series, pues el contenido parece inocente sin serlo. Pero yo recuerdo haber visto en horas nocturnas series de ningún contenido infantil y que engancharon a todo el país, como por ejemplo, "Los gozos y las sombras", o "La barraca". Todavía recuerdo escenas de ambas, tórridas, claro, y eso que hablo de alrededor del año 80, si no recuerdo mal. En un país de tanta "cultura" televisiva, al fin y al cabo, ver series de calidad basadas en novelas clave de nuestra literatura, me parece una forma insuperable de mostrar grandes obras literarias a la juventud, por no decir niños. No es el caso de "Amar en tiempos revueltos", pero la serie tiene algo: las ropas, el ambientillo, arropado por las imágenes reales de la época... mismo la canción del comienzo, que la oyes una vez y se te queda días seguidos en la cabeza.

Así que no seré yo quien se ponga moralista y diga que los críos no deben ver esos programas y menos en horarios en los que es imposible no verlos, teniendo en cuenta que los críos en Alemania ven Deutschland sucht den Superstar, la Operación Triunfo que se mantiene en pantalla desde hace 8 años, gracias al incombustible Dieter Bohlen, o Germany's Next Topmodel, el programa presentado por Heidi Klum y que con un título tan "alemán" busca a la próxima super modelo, y enseña a las chavalas cosas tan importantes como que no se dice "zapatos de tacón" sino high heels y mi hija me dio ayer una lección sobre la diferencia entre zapatos de tacón alto, mit hohem Absatz, o high heels, de hasta 14 cm, refiriéndose al programa. Que yo sepa, ella no lo ha visto nunca, pero ya veo cuáles son las conversaciones con las amigas. Así que en el fondo da igual: las informaciones importantes se transmiten igual, se vean o no se vean los programas, así que en comparación, ver algo como "Amar en tiempos revueltos", con lo decente que es a pesar de su morbillo, me parece por su contexto histórico una mejor forma de "culturizar" a los niños. Y lo bueno es que en la próxima visita podrán reengancharse a la serie sin problemas, aunque se pierdan cien episodios. Y es que la vida es así, o si no que se lo pregunten a mi hija pequeña, que viendo el otro día a dos cerdos extremeños modelo "pata negra" subido uno encima de la otra... me dijo en alemán: "Sie haben Sex sozusagen" que no voy a traducir en ninguna expresión mal sonante, pero que vino a decir 'Están, por así decirlo, en plena faena de sexo", de lo que destaco el "por así decirlo" que dijo y que le quedó tan fino. Así que los culebrones o los reality shows se ven en la vida misma, sin tele.

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