jueves, 12 de agosto de 2010

Las imágenes y lo que éstas no cuentan

Los campeones del mundo en la Gran Vía (incluida yo, de cara a Alemania y Holanda). Me topé con la celebración sin querer, pues había quedado a esa hora cerca de Cibeles. Impresionante lo que desata el fútbol. O no. La emoción se fue cociendo poco a poco a lo largo del campeonato.

El valle del Asón, en Cantabria. Mejor no podía entrar uno en esas tierras tan verdes y tan distintas a lo que los extranjeros se piensan que es España.

Cabárceno. En el parquecito hay de todo, desde elefantes, como se ve en esta foto, a cebras, y muchos más bichos. Pero me vuelvo a quedar con el paisaje.

Playa de Laredo. Cuando baja la marea, como se ve aquí, queda una playa anchísima. Ideal para correr. Yo ese día, por suerte, me llevé la ropa de correr, pues amaneció nublado, y luego pude hacerlo todo: correr y tomar el sol.

Playa de Noja. Tras haber visitado cuevas ese mismo día, me parecía que tenía estalagmitas. Cuando baja la marea, quedan lagunitas entre las rocas. Muy pintoresca y bonita.


En Santoña nos topamos con esta máquina de leche con el eslogan "De la vaca a la boca". Disfruté mucho al ver a mi hija tan contenta (le encanta la leche).

Más naturaleza, pero en Extremadura. Estas son las vistas de la piscina del pueblo de mi madre. No digo el nombre, pues ya está demasiado llena por las tardes, pues viene gente de otros pueblos o ciudades de alrededor y no hace falta que venga más gente. Por las mañanas parece una piscina privada para los lugareños.

Otros habitantes de la zona. Uno ve los buenos jamones de bellota al pasar por aquí todos los días de camino a la piscina.

Martes Mayor en Plasencia. Es el primer martes de agosto y las calles se engalanan de puestos que presentan los productos de la tierra y todo tipo de artesanía. Merece la pena ir ese día a Plasencia, de por sí una ciudad de gran señorío.

Mi hija se atrevió con los bolillos, y no les tuvo miedo, como animaba el cartel.

Y una anécdota sin foto, pues no es plan: el lunes, estando de compras con mi hermana, una tradición "milenaria" de las vacaciones, ella sugirió comer en el Bernabeu, pues estábamos por allí y ella conocía un restaurante con vistas al estadio, dentro del mismo. Comimos, y me tomé un tinto de verano, quizá con tanta ansia por la sed y el calor que tras irnos, nada más salir, me empecé a sentir muy mal. En un centro comercial cercano me tuve que sentar pues no podía ni andar. Aún así me compré dos pares de zapatos. Espero comprensión... las rebajas... Pero estuve el resto del día muy fastidiada del estómago. Sé lo que van a decir todos los antimadridistas, y de hecho un atlético me lo dijo: "Normal".

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