martes, 31 de agosto de 2010

El abono de transportes, el móvil y el paraguas

El paso de ser pequeño a ser mayor, es el día en el que tus padres te compran un abono de transportes. Si hasta ese momento ibas acompañado, o andando al cole, de repente te cambia la vida, y te dan el abono y te mandan por el mundo. Si hasta ese momento, a tu comentario de que fulanito y menganito tienen móvil tus padres te ignoraban, y de repente te compran un móvil sin que tú se lo pidas, es que te has hecho mayor de golpe. Y si encima te dan un paraguas, como cobijo, ya estás preparado para todo.

Provista de estas tres cosas, más su violín ciertos días de la semana, ha salido mi hija al mundo, camino del instituto, a sus tiernos diez años, y no se le da mal. Lleva más de una semana, y los cambios que da la independencia se hacen visibles. El abono le libera del sistema complicado de tarifas que hay aquí, una zona, dos, todas, pero no de lo complicado y dificultoso que es, y que para un trayecto que en coche se tarda 15 minutos, tarde tres cuartos de hora en llegar: primero tiene que montar en autobús, luego en una línea de metro, y luego hacer un transbordo para tan sólo una estación. Y en el transbordo, a la vuelta, ha de tener cuidado de ponerse en los vagones de atrás, pues en esa estación dividen el metro en dos, y los vagones de delante van al aeropuerto. Los primeros días respiré aliviada de que si se iba al aeropuerto, allí al menos sabría manejarse, pues tiene más experiencia volando que en el transporte público. Y de perderse por las líneas de metro, al menos con su violín podría ganarse la vida... Hay que hacerles independientes. Cuanto antes.

Con su móvil hemos comenzado una nueva era de la comunicación como madre e hija. El primer día, me mandó a las 12 del mediodía el siguiente sms: "Alles gut! Nicht zurück schreiben!" ('¡Todo bien! ¡No escribas!'). Pero me hizo tanta gracia que le contesté. Al día siguiente, a la salida de clase me llamó para informarme, no preguntarme, de que se tomaría un helado con su compañera de clase con la que va en el trayecto de metro. Me pareció bien que llamase, para no preocuparme, pero me imaginé cómo podrían ser las próximas llamadas: "Mamá, ¿qué hay de comer hoy?", "Lentejas", "Ah, entonces me voy al centro comercial, no me esperes para comer". Y hoy, a uno mío me ha respondido "Bale", con "b", al menos en español, aunque veo que debemos hacer algo con las faltas de ortografía en un idioma que no escribe. Hoy le he obligado a "firmarme" un contrato imaginario de que los sms que me escriba serán en español.

Y al final de la semana, con la que estaba cayendo, me salió la vena de madre preocupada y pensé en recogerla a la salida del metro, para que no se mojase ni ella ni el violín. La hermana, que días antes me dijo que estaba un poco asustada de que su hermana fuese sola por ahí y que me hizo sentirme mal por ello (yo me justifiqué diciendo que aquí se hace así..., -cuando quiero me adapto a la primera), al decirle yo que iríamos a recoger a la hermana, porque llovía mucho, esperando plena compresión oigo como respuesta: "Pero tiene un paraguas, ¿no?"

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