domingo, 29 de agosto de 2010

Y todavía me río

No son horas para escribir, pero me he reído tanto hoy en el cine, que me apetece. He visto "El pequeño Nicolás", en su versión orginal pero con subtítulos, por suerte, porque si no no le hubiese cogido la gracia a todo el lenguaje familiar. Deliciosa película. Hacía mucho que no me reía tanto en el cine, o en general. No he leído el libro de Goscinny, pero los personajes y la escenificación es divertidísima y los pequeños actores geniales. A grandes rasgos, el protagonista, Nic, cree oír en una conversación que su madre está embarazada, y a juzgar también por los síntomas de los que le habían contado en el colegio que son los típicos en los padres en esos casos. Temiendo que le abandonasen en el bosque, empieza a maquinar formas de evitarlo y que le quieran tanto que no le abandonen, o peor aún, elucubra junto a sus amigos sobre cómo hacer desaparecer al hermano. Lo que podría parecer exagerado o histriónico, mantiene el nivel de la película en todo momento. Entre el niño zampón que no para de comer en ningún momento y que se come hasta la manzana que estaba como objeto para ser pintada por los alumnos en clase de dibujo, o al gafitas listillo al que no pegan porque siempre alega que no pueden hacerlo porque lleva gafas y en un segundo que se las quita le pegan un buen mamporro, a la escena en la que el más cortito de la clase, que se queda siempre dormido, en un momento en el que se despierta pensando que le castigaban, como era habitual, se levanta y se va al rincón sin estar castigado, o este mismo niño sufriendo por tener que responder la pregunta "qué río pasa por París"...

Ya he mencionado en alguna ocasión en este blog que me encanta el cine francés, el mejor que hay en mi opinión. Las comedias suelen ser muy buenas, con un humor refinado, y los dramas son la joya de la cinematografía para todo aquel al que no le gusten ni las películas de acción, ni las pasteleras, ni de humor absurdo, ni demasiado burdas (como pienso de muchas españolas de los últimos años). Hace dos semanas vi otra que no comenté porque me produjo el efecto contrario: una tristeza absoluta, por lo de que cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. Curiosamente la misma actriz que hacía de profesora en esa película era la maestra también en la de hoy: una me hizo llorar, y hoy me reído a carcajadas. Recomiendo a todo el que quiera reírse de lo lindo ir a ver "El pequeño Nicolás". En España ya la estrenaron en mayo, veo ahora, y seguramente ya no esté en cartelera. No voy a aconsejar a nadie bajársela de internet, para que no me acusen de incitar al crimen, pero véanla, como sea. Y ríanse, pues la película es un homenaje a la risa. Bonito final, simple, pero enternecedor.

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