domingo, 21 de febrero de 2010

... en Florencia

Ciudad del Renacimiento por excelencia. Menuda la que organizaron tantos artistas, entre arquitectos, pintores, escultores, escritores, y los mismos Médici, que financiaron tanta obra de arte. Fueron magníficos tiempos para las artes, y eso se ve en la ciudad, que conserva ese espíritu, como si en realidad lo que faltara es eso, el estar en esos años, y donde la vida moderna parece fuera de lugar. Con 370.000 habitantes, pero 5 millones de turistas al año, está claro cuál es la imagen de la ciudad: su esplendor pasado, muy bien conservado en la actualidad y su entrega al turismo.

Como primer sitio para visitar en Italia no está nada mal, pues me he encontrado con Miguel Ángel, con Dante, con Maquiavello, con Galileo Galilei; bueno, es un decir, pues lo que he visto son sus tumbas, todas metiditas en la iglesia de Santo Croce. La de Galileo tiene delante la bandera de Italia, pero claro, ahora que ya está perdonado por la iglesia, pueden hacer ostentación de genio. La ciudad dio para todo, hasta para un pintor "rebelde", como Pontormo, que se atrevió a pintar cuadros religiosos con colores chillones, toda una revolución.

Pero para personaje el David, escultura realizada por Miguel Ángel en un derroche de material y ganas de demostrar quién era. Me esperaba una escultura de tamaño como las estatuas romanas o griegas, pero no, es un grandullón de más de cinco metros, que llena prácticamente el museo en el que se encuentra. Las demás obras de arte pasan sin pena ni gloria a su lado, y es que, como mi amiga y yo, todo el mundo se pasa por allí por la estatua de David, y con razón.

Salvo esta visita, no hemos visto, salvo el interior de alguna iglesia, ningún palacio ni museo, bajo la imposibilidad de verlos todos, y habiéndonos distanciado del turismo borreguil. Así que ni los Uffizi ni el palacio Pitti. Al final casi es relajante pensar que como no puedes ver todo, lo mejor es simplemente relajarse y disfrutar. Y por eso me quedo con las plazas de la ciudad, con la comida, con la gente amabilísima y con la sensación de estar en Italia que he tenido todo el rato: calles diagonales, colores ocres de las fachadas, las motos, el mercado lleno de pasta en todas sus variedades, y el gelato; con los momentos del chianti classico y el plato de queso que nos comimos ayer, la comida toscana tan deliciosa, la pizza con show incluido, con el cocinero italiano dándole vueltas a la masa en el aire. Los clichés se cumplen, y en Italia desde luego. Así que vuelvo tranquila pues lo que me esperaba se ha cumplido y lo negativo no.

Porque la vida del turista es como el día de la marmota: tienes tus ritos, tus expectativas, tus deseos. O te puede pasar como a mí, que dos semanas después de esa experiencia, llegues otra vez sin maleta, que vuelvas a ser el único que se queda sin ella: "Se ha quedado en Hamburgo", me anunció la del mostrador de reclamaciones. "Esta tarde llegará, y se la llevamos al hotel". La recepcionista del hotel me dijo: "Bueno, eso dicen siempre, pero le llegará mañana, porque esto es Italia...". Y cuando me llegó por la noche, pensé que ya no se puede fiar uno de los clichés: los alemanes me dejaron tirada la maleta en Hamburgo, y los italianos, contra pronóstico, hicieron bien su trabajo. Yo entendí que no se lo creyera la del hotel, pues soy española, y ya lucho aquí contra lo que piensan de nosotros.

Durante todo el fin de semana he tenido la agradable sensación de que los italianos y los españoles somos por lo menos primos hermanos. El norte y el sur, lo que digo siempre, la constante en mi vida diaria y en mi vida de turista. Soy nórdica pero con pasado mediterráneo, por lo que todo me suena. Mismo en Florencia. Así que no pierdo el norte.

2 comentarios:

  1. deberías visitar Venecia. Es el único sitio de Italia que yo he pisado, pero responde a la perfección a esa filosofía. La verdad es que fue en compañía de mi ex, ya en los últimos estertores de mi matrimonio, pero aún así, logré abstraerme y tener la misma sensación de paz, de guiri poco típico y haber apreciado casi lo mismo que tu con la excepción de que los italianos ese día hicieron honor a su fama y organizaron una semihuelga de personal de tierra en el aeropuerto porque (creo yo) estaban cayendo chuzos de punta y no les apetecía currar... jajaja

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  2. Huy, a Venecia voy fijo, ¡eso está cantado! Lo curioso es lo que dices, que la filosofía es la misma. Quizá es por eso por lo que me he sentido tan bien: porque he encontrado lo que me esperaba.

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