domingo, 23 de mayo de 2010

El secreto de la vida perfecta

Reuniones de españoles y reuniones de alemanes, en familia, o con amigos, en cuanto a los temas son muy distintas. Los españoles cuentan de enfermedades, de catástrofes, que si el infarto de fulanito, el tumor de menganita, la pérdida de empleo de éste o el otro, y puedes pasarte horas oyendo historias truculentas. Te enumeran tragedias y batallas de gente a la que a lo mejor ni conoces, y si la conoces, no te ahorran detalles, y se te pone hasta mal cuerpo. Y los alemanes son lo contrario: incluso en familia es muy normal que la respuesta sea siempre que todo va fenomenal, y que oigas la cucharilla en la taza de café a cada movimiento, y la sonrisa sea siempre la misma, si están bien o mal, si tienen problemas o no. O digamos, como yo he acabado por pensar, que "nunca" los tienen, ni nadie de los suyos; sus vidas son perfectas, no sólo de puertas afuera, pues yo creo que se lo acaban de creer y todo. Cuesta muchísimo que alguien se te sincere, y sólo si eres amigo de verdad conseguirás algún brote de confianza, y eso tras mucho tiempo a veces. No se habla de política, o lo mínimo, no se habla de dinero (eso es peor aún). Ni de tus amigos o familiares sabes a quién votan en muchos casos, o dentro de la familia no se habla de detalles personales. Hoy nos reíamos mi amiga española y yo, pues mi amiga decía que podríamos poner a mi madre a dar clases a las alemanas con las que nosotras tratamos y que a todo responden que todo va "bestens", de maravilla.

No se trata de contar tus miserias o asuntos personales con todo con lujo de detalles a todo el mundo, pero a esa misma gente que no te cuenta nada a ti, le encanta saber detalles de tu vida, "eso sí, tú cuenta, pero yo no... mi vida no podría ir mejor; no como la tuya". Con los años me he vuelto cada vez más reservada en reuniones familiares o con amigos en Alemania, pero curiosamente no sé si como española llevas en la cara tu estado de ánimo, pues yo no consigo poner la misma cara siempre, cuando estoy contenta o estoy triste. Y mira que practico desde hace años. Y te puede pasar lo que me contaron de una chica a la que conozco, que en su clase de español, al preguntarle ella a los alumnos que qué habían hecho ese día (para practicar, pues regla número uno del profesor de español en Alemania: no se cotillea), una le saltó "bueno, mi marido se ha muerto hoy", y allí estaba en clase, porque "había que distraerse", y lo contó con la misma cara como si hubiera contado que se había ido al supermercado. Todo un arte: o no contar nada, o si lo haces, no demostrar ningún tipo de sentimiento.

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