viernes, 14 de mayo de 2010

Un año

Scheherezade tendría hoy día un blog. Le contaría al sultán sus cuentos por escrito, y le dejaría pendiente de un hilo cada amanecer para evitar que cada día hiciese matar a sus esposas, pues ya llevaba 3.000 a su cuenta. A veces me siento como Scheherezade, no por prevenir catástrofes, sino por contar y contar y quedarme yo pendiente del hilo que existe en mis narraciones. Parecerán a veces capítulos independientes del resto, pero yo creo, o así lo siento, que hay un hilo que los une a todos, suspendido entre ellos y por el que me balanceo de uno a otro y un día tras otro, como sobre la cuerda floja del título. Ya llevo un año narrando, y este blog celebra hoy su primer cumpleaños. No habrá velas, pero sí una carrerita por mi bosque, otra de mis formas de reinventarme, con eso de que la mente y el cuerpo necesitan estar equilibrados, mi adaptación de la frase que un lumbreras se inventó para la humanidad.

Serán más de 1001 noches y días los que siga narrando, porque tiene sentido. Lo tiene por estar más cerca que nunca de mucha gente, y lo que al comienzo me daba miedo, dar demasiado de mí en esto, se ha convertido en mi salvación. Escribir es maravilloso. Para los que pasamos muchas horas solos, como yo, es una forma de comunicarte contigo mismo, de mirarte en lo más hondo, y si eres capaz de expresar lo que llevas dentro, y encima entretener a los demás con ello, la satisfacción es absoluta. Me encanta cuando me escriben mis lectores para comentarme cosas, en el blog o en privado, y lo que más me gusta es cuando me dicen que se han reído mucho al leer esto o lo otro. Aseguro que hasta yo me río a carcajadas cuando escribo ciertas cosas, y este teclado es testigo de risas y lágrimas, como ahora, que me emociono al pensar en ciertas cosas. Los que me conocen saben que soy de lágrima fácil. No sé si será una debilidad o una virtud pero, como siempre tengo la sensación de que otros saben expresarse mejor que yo, cito algo que leí no hace tanto escrito por Maruja Torres en un artículo en el que me vi reflejada: si bien antes con las cartas escritas a mano se veían en las tachaduras, en la letra o borrones por las lágrimas el "continente" y no sólo el contenido, hoy día, en un e-mail y a través del teclado "Seguimos vertiendo lágrimas. Los de ahora no hemos renunciado al dolor, que es lo verdaderamente serio de nuestras vidas. Sólo que, fijaos, cuando lloramos al escribir un e-mail, apenas nos damos cuenta nosotros mismos. Y eso sucede cuando la señal del ratón no obedece a nuestro dedo, porque las lágrimas lo han convertido en una superficie resbaladiza. Entonces lo secamos con la manga, y luego, sólo luego, nos secamos el llanto." Y lo mismo aplica a este blog.

No es que me importen las cifras, pero añado que ayer alcancé las 5.000 descargas (o lecturas), y para un añito de blog pienso que no está mal. Gracias a todos, conocidos y desconocidos, por leerme, y por estar ahí. Gracias a la persona que me sugirió meterme en esto, que sabía lo que hacía.

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