sábado, 22 de mayo de 2010

Tiempo de silencio

Esto no es en Alemania la novela de Luis Martín-Santos, sino algo que determina nuestra vida diaria. El 'tiempo de silencio', o el llamado Ruhezeit, te dice cuándo puedes hacer ruido o no, o lo que es mejor, cuándo tus actividades rutinarias se convierten en algo delictivo. Por ejemplo, entre la una y las tres de la tarde es Ruhezeit, y no puedes cortar el césped, no puedes taladrar en tu casa, poner la lavadora, o hacer nada que pueda molestar a tu vecino en cuanto a contaminación acústica. El asunto es el siguiente: todo el mundo conoce estas reglas sagradas, como que entre la una y las tres de la tarde hay que respetar el silencio, que a partir de las ocho de la tarde también, y que los domingos debe predominar el silencio todo el día. Si encima vives de alquiler en una comunidad de vecinos, en tu contrato de alquiler podría incluso ser que las normas sean más restrictivas que las conocidas por todos, y como no te lo leas bien y te saltes alguna, vas listo.

Según estas regulaciones que existen en Alemania, los domingos está prohibido todo ruido que salga de tu casa y que oiga cualquiera que no vive en ella; o sea que nada de taladrar, pasar la segadora, poner la música alta, poner música en tu terracita. Y de lunes a sábado es como sigue: a partir de las 7 de la mañana, puedes hacer lo que te dé la gana. Es la hora del libertinaje en Alemania, y en un país de madrugadores, equivale a las once en otros, y por supuesto que no tiene nada que ver con un domingo al mediodía, faltaría más. Puedo entonces a las siete de la mañana pasar la aspiradora, poner la lavadora y la secadora a la vez, cortar el césped, taladrar, y mi vecino no puede alterarse, que le den morcillas si está durmiendo, mismo un sábado. Eso mismo hecho a la una de la tarde, le da derecho a recriminarme, pero a las siete de la mañana no puede. Atención, cuidado con ducharse en pisos a las diez de la noche. Podrían echarte la bronca también. A las tres de la tarde, puedo poner la música a todo meter otra vez, y todo lo otro, claro. A partir de la noche el ruido se reduce otra vez al interior de las casas, y cuidadín, a partir de las diez de la noche, los vecinos no pueden oír ni tu tele ni nada de ruido de tu hogar.

Si cuento todo esto hoy, es porque no me puedo creer que se me haya pasado hasta ahora contar sobre una de las normas más normativas que tenemos los ciudadanos en Alemania, los Ruhezeiten, o 'tiempos de silencio' que acatamos sin rechistar, y porque hoy sábado no hemos oído más que máquinas cortacésped en kilómetros a la redonda. ¿Por qué? Porque mañana es domingo y no se pueden utilizar, y el lunes es fiesta, Pentecostés, y tampoco. Eso hace que comprimamos el ruido y que haya sido constante durante todo el día de hoy, salvo de una a tres, claro, tras el cual disfrutaremos del silencio absoluto dos días seguidos. Cuando estoy en España me río por lo contrario: hay que aguantar todo, y que les dijeran algo a los vecinos que a las doce de la noche tienen la tele puesta a todo meter, o la música, o todo tipo de aparatos, o que vociferan a las tantas. Pero los silencios alemanes tienen su precio: aplican también a los niños, que de una a tres no pueden jugar en las zonas comunes de las comunidades de vecinos, o implica que tengan que cerrar guarderías por quejas de vecinos por el ruido de los niños. La tolerancia es nula.

Por supuesto que me parece agradable que haya un consenso y respeto hacia los demás, pero he vivido situaciones en las que me pregunto si por envenenarte te encuentras mejor. Pero así funciona este país, los ciudadanos acatan las normas, y entre ellos se ocupan de que como ellos las acatan, que las acates tú también, y si no ellos te recordarán que te saltas la norma, pues para eso están ... las normas y los vecinos, por supuesto.

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