domingo, 16 de mayo de 2010

La Alemania de los cuentos

La ruta de los cuentos alemana, la deutsche Märchenstraße, es de lo más turístico y pintoresco que tiene este país. La zona donde vivieron y trabajaron los hermanos Grimm ha sido adaptada para el turismo de acuerdo a los cuentos que recopilaron y que tenían lugar en algunas de las ciudades y pueblos que se agrupan a lo largo de esa ruta inventada por Turismo. Pero es un reclamo excelente, a lo largo de los 600 km que tiene. Imposible visitar todo, y de eso no se trata, y como ya conocía un par de sitios, este fin de semana han sido otros. Pero lo que más me ha impresionado estos dos días ha sido el paisaje tan bonito, los bosques a los lados del valle del Weser, los campos de colza (sí, la colza es algo positivo si se usa bien), el paisaje ondulado y con pueblecitos a sus lados llenos de casitas con los entramados de madera. Parecían las maquetas de trenes que tanta gente tiene aquí, y con tanto bosque me imaginaba a Caperucita con su cestita, o el castillo de la bella durmiente lo parecía... si no fuera porque no se podía visitar y estaba lleno de andamios. Hasta los cuentos sufren deterioros.

En contra de lo que yo pensaba, los hermanos Grimm no se inventaron esos cuentos. Lo que hicieron fue recopilarlos, al darse cuenta de que se perderían una vez muertas las personas que los contaban. Se dejaban contar por las mujeres en los mercados las historias de los pueblos de la zona, y los elaboraban y les daban su toque particular. Y que estos cuentos sean más que archiconocidos en el mundo entero, es gracias a su labor (o a Disney, vale), por ejemplo Blancanieves, Caperucita, Hänsel y Gretel, o Juan sin Miedo, el que a mí más me gusta, ese muchacho que se va por el mundo para saber lo que es el miedo y al que le pasan todo tipo de cosas como para asustar a cualquiera, y tras las que él exclama siempre: "ay, si al menos tuviera miedo", para al final de la historia sólo asustarse cuando su mujer, cansada de tanta queja porque no supiera lo que es el miedo, le echa un jarro de agua fría que por fin le hace asustarse. Hace muchos años, cuando leí éste y otros cuentos me sorprendió que la recopilación se llame "Kinder- und Hausmärchen", "Cuentos para niños y para el hogar", lo que quiere decir que muchos son para adultos, como en realidad son. Era la época sin televisión, y donde las familias leían estos cuentos al calor de la lumbre.

Yo le agradezco a Jakob Grimm, sobre todo, que fuera el fundador de lo que se llama aquí Germanistik, los 'estudios germanos', es decir, la filología alemana. Además de cuentos hicieron diccionarios y formularon leyes lingüísticas que han explicado mucho de la etimología del alemán. Vivieron siempre juntos los dos hermanos, y parece que no hacían otra cosa que estudiar y escribir. La zona parece dar mucho erudito, con Göttingen como ciudad universitaria de la que han salido 44 premios Nobel para la ciencia.

De lo mejor de la ruta es Hamelín, que existe y que vive de la leyenda de ese flautista que se llevó las ratas de la ciudad, y después a los niños, en venganza porque no le pagaron el encargo. Bonita ciudad, que no recordaba tanto, a pesar de haber estado hace mucho. Hasta el McDonald's es bonito, tan integrado en las casitas típicas.

Es la Alemania de los cuentos, salvo el clima. Viajar en el mes de mayo a 6° C y lluvia parece sacado de un cuento de terror por el frío que he pasado. Érase una vez un mes de mayo que está siendo el más frío de los habidos y por haber, en el que la primavera ha desaparecido sin dejar rastro salvo bosques en flor por los que pasea Caperucita, campos de colza amarillos como debería ser el sol, y turistas congelados preguntándose, "¿por qué no me habré ido a Cancún?".

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