lunes, 31 de mayo de 2010

20 km de Bruselas

Datos técnicos de la carrera:
20 km, 30.000 participantes (este año subieron de 20.000 a 30.000 y las inscripciones se agotaron igual). Salida en tres grupos: los buenos, los clasificados por haber corrido en más ocasiones, y los no clasificados o la masa (entre ellos yo). 25.261 belgas, 1.102 franceses, 511 holandeses, 504 ingleses, 413 italianos, 406 alemanes, 236 españoles (yo una de ellos), y muchas más nacionalidades. El ganador hizo el recorrido en 1 h 1 min 29 seg (igualito que yo, claro).

Recorrido, según yo:
En el parque del Cincuentenario, tras el arco, estaba la salida, y tardamos en llegar al punto de comienzo por la avalancha. El príncipe de Bélgica dio el pistoletazo de salida (eso lo he visto en internet y no ayer). Luego en masa por el barrio europeo, pasando por la presidencia española a la izquierda, la Comisión Europea a la derecha, toda la Rue de la Loi para abajo, y luego para arriba, primera cuestecita, para torcer luego hacia izquierda, a la parte gubernamental y "real" del país, y correr entre el Parc Royal a la derecha y el Palacio Real a la izquierda por calles adoquinadas. Luego una de las calles más bonitas de Bruselas, la Rue Royal, hasta el mastodóntico palacio de Justicia, km 3 de la carrerita (y lo que queda), y al torcer a la izquierda vino lo que peor me sentó de los 20 km: los túneles. ¿Cómo se les ocurre meternos por dos? El centro de Bruselas está lleno de túneles, lo sé, pero son para los coches no para los corredores, y con lo que me hubiera gustado correr por la Avenue Louise, en la parte en la que me gusta ir de compras (y donde gasté el día de antes en otra especie de maratón). Así que entre las cuestas, la masa, y los tunelcitos me entró un flato que me duró hasta el km 8, y que milagrosamente se me quitó en el Bois de la Cambre, un bosque grandísimo que tardamos en cruzar, y empezó la cuesta abajo de la Avenue Franklin Roosevelt, entre mansiones, luego empresas, y abajo, el coqueto barrio de Watermael-Boitsfort que tanto me gustaba siempre al pasar con el coche, y el Boulevard du Souverain, todo en planito (menos mal), y a la izquierda, km 17, y la maldita cuesta de la Avenue Tervueren, que en coche se sube fenomenalmente bien, como constaté en mis años de habitante en Bruselas, pero que corriendo es otra cosa, y tras la espesura de árboles, ya en Montgomery, esa plaza que para los conductores es la anarquía total, por no haber carriles y conducir cada uno por donde le da la gana, al vislumbrar la Puerta de Alcalá o de Brandemburgo bruselense, esos dos kilómetros corrí como si tuviera alas, y por saber que lo había conseguido, que ya nadie me iba a quitar la gloria de LLEGAR. Y llegué a la meta, tras 2h 25 min, cansada, pero bien, milagrosamente, y lucía el sol de repente.

La verdad de la carrera:
Frío de muerte antes de empezar, lluvia, una cola larguísima para ir al baño, además de que costaba 50 ct que yo no tenía, sin los cuales no los podías usar (los holandeses y los belgas matarían por 50 ct). Me fui entre los árboles, como muchos y muchas, y se hacían bromas: "para allá el de señoras", en el cual había ortigas, que me picaron en el trasero y las piernas. Quién me manda beber tanto antes de la carrera por miedo a la deshidratación, "que ya te lo decía yo, Elenita, que no bebieses tanto", me dijo mi amigo. Pistoletazo de salida a lo lejos y rugido de la multitud ávida de sufrimiento, y pasito a pasito, andando, nos acercamos al arco del Cincuentenario, lo pasamos (es como empezar la carrera atravesando la Puerta de Alcalá, y tras él, el punto de medición del comienzo y a través del chip que llevaba en la zapatilla; estamos informatizados de arriba a abajo), y como había pasado una hora desde mi experiencia con las ortigas, tuve que buscar otro "baño". La urgencia me proporcionó un árbol donde creo que me vio todo el mundo (atención a las fotos hoy en internet), y hala, aliviada pude correr. Tras el km 3 empezó el suplicio. Los malditos túneles y el flato tremendo que me hizo pensar que me cogía el metro y me iba tan pancha a la llegada, pero no, que para burra yo, que qué vergüenza ir a Bruselas por una carrera, y luego no acabarla, que no, que no, y el km 8, y tras haber andado algo hizo el milagro, además del bosque (soy corredora habitual de bosque, con árboles, silencio) donde cogí mi ritmo y mi respiración y debí de transmitir buenas vibraciones pues entonces se me pegó un belga de Mons, con el que hablé bastante y en francés, lo cual me hizo ir entretenida y acompañada ... hasta el km 17, donde el belga me dijo que no podía seguir a mi ritmo (a "MI" ritmo, ¡guau!, un jovenzuelo de 39 años), y se quedó andando atrás y yo seguí hacia la tortura china de la carrera, la cuesta de la Avenue de Tervueren. La subí, los últimos metros andando, para correr los últimos dos kilómetros contenta de haberlo logrado, la carrera, todo.

Me quedo con algunas impresiones: que me emocioné al ver a un grupo tirando de un niño minusválido, con que la gente te animase sin conocerte "allez allez", y cuando me dieron la medallita, que se agradece un montón, y con bandera belga (mi amigo decía que le cambiaría la cinta; yo no). Pero también con haber vuelto a ver a este amiguete tras tres años, gran cocinero, que me decía todo el rato como mi madre "tú come, que estás muy flaca", y que me llevó con su encantadora familia tras la carrera al aeropuerto, como si uno corriese todos los días una carrerita y hala, para el avión, y volé como nunca lo he hecho: con ropa de correr, medalla, dorsal y tufillo. Menos mal que con esos milagros de blog que me ocurren, a mi lado iba otro corredor, que nada más verme, aliviado, dijo: "¿Tú también has corrido?", con una sonrisa de oreja a oreja atípica de un alemán que no te conoce de nada, y tuve la ocasión de rememorar las glorias y miserias de mi primera carrera de 20 km. Ah, y en el km 17, a pesar de encontrarme bien, pensé que jamás correré una maratón. Algunos no me creen, pero lo escribo aquí, para que muchos sean testigos, y yo sé lo que me digo. Pero de 20... podría haber alguna más, a pesar de la lentitud que tengo hoy en todo lo que hago, borracha de sensaciones como estoy. De eso se trataba, creo.

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