jueves, 3 de septiembre de 2009

Amianto

107 colegios de Hamburgo han cerrado hoy los edificios o pabellones en los se imparten las clases de educación física. El motivo es que ayer descubrieron en un colegio que de la calefacción salían trozos de amianto y que los niveles de toxicidad superaban en más del doble los permitidos. La alarma ha saltado por tener 107 centros más ese mismo tipo de calefacción del año 1972. Nuestro colegio está en la lista. Por supuesto que es mejor pecar de precavidos que luego lamentar, y me parece más que lógico que cierren el gimnasio del colegio afectado, y claro que que sé que es una substancia cancerígena y que el tema es muy serio. Pero reconozco que al oír la palabra amianto me saltan todas las alarmas, pero por otro motivo.

Hace dos años y medio, en el Colegio Alemán de Bruselas, detectaron niveles altos de amianto también en el gimnasio, y el revuelo que se organizó fue tremendo, y las consecuencias no las olvidaré en la vida. El colegio fue muy correcto, y por miedo al pánico se informó de manera detallada a los padres. Grave error. Las obras estaban programadas para el mes de febrero, por la "imposibilidad" de realizarlas en vacaciones, y una tarde acudieron los expertos que iban a realizar la obra junto con la dirección del colegio a informar de que se podían realizar los trabajos pertinentes sin que la actividad diaria del colegio se viera afectada. Yo no acudí a la reunión, pero oí después que les acusaron de querer dañar a los niños y que se organizó una buena. Hubo padres que empezaron a recabar información, a llamar a Alemania al Ministerio de Sanidad (a los belgas no los consideraban competentes en el tema y la sorna fue tremenda de que si era una empresa belga la que saneaba el colegio que cualquiera podía fiarse). Y el tema creció como una bola de nieve. En cuestión de días, muchos anunciaron que no mandarían a los niños al colegio, y se convocaron reuniones y más reuniones, y como el colegio es privado, la clientela tenía mucho que decir. Yo fui de los (poquísimos) que anunció que no tendría ningún problema en mandar a mis hijas al colegio durante las obras, y que si los expertos aseguraban que no había riesgos, me lo creía, que no hay que ponerse en lo peor, y así lo dije en la reunión convocada en la clase de mi hija. No me olvidaré de las miradas... Como la mayoría eran los incrédulos, al final "ganaron". Si digo ganaron fue porque consiguieron que cerraran TODO el colegio durante tres semanas en pleno mes de febrero. Encima muchos preguntaron en las reuniones donde se propagaba tanto miedo que, ya que iban a cerrar, que dijeran rápido las fechas para prolongar las vacaciones de esquí o aprovechar los precios más baratos por ser época de colegio normalmente. Y justo muchos de los que estaban tan escandalizados diciendo que no mandarían a sus hijos a la "cueva cancerígena", como llamaban al edificio, fueron los que cogieron los esquís o partieron de vacaciones justo ese tiempo. Y yo me quedé en casa, con mis hijas, con la sensación de que me estaban tomando el pelo, y de que en cualquier ciudad los niveles de amianto probablemente sean también elevados y no hablemos de zonas industriales, o que habiendo ido al colegio en los años setenta y ochenta, a saber lo que habré respirado.

Aquí hablan ahora de "estar preparados" y para ello quieren recabar los datos de todos los alumnos y profesores que han estado en ese edificio del colegio afectado en los últimos 37 años. Ya de paso que anoten los nombres de todos los vecinos que han vivido en la zona desde entonces, de todos los que hayan paseado al perro cerca de ese colegio, los que corran por esas calles, los que pasen en bicicleta, y los que han tenido contacto con todas las personas mencionadas... Por favor, que no encuentren ninguna fibra de amianto en el colegio de mis hijas, porque ya estoy escaldada. Pero tienen semanas para buscar, pues de momento, hasta las vacaciones de octubre estarán los edificios cerrados, por precaución. Y los que buscan algo encuentran.

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