lunes, 7 de septiembre de 2009

Die Vorfreude... a las morcillas

Todos tenemos nuestros placeres secretos, más o menos ocultos, más o menos compartidos, u otros completamente solitarios. Uno de mis exclusivos placeres es darme yo solita un festín comiendo morcilla de Burgos al mes o así de volver de las vacaciones. Siempre me traigo una, envasada al vacío, y espero casi al límite de la fecha de caducidad para prolongar más la espera, y darle más placer a la cosa, pues comérmela nada más regresar no tiene gracia, así que cuando llega el momento elegido, el acto tiene algo de excelso.

Hoy ha sido ese día, escogido ya con antelación, para prepararme mentalmente. Es lo que se llama en alemán Vorfreude (vor = 'antes', Freude = 'alegría'), es decir, la alegría que tienes por adelantado, y me parece muy acertada la expresión alemana de que Die Vorfreude ist die schönste Freude, que dice que la alegría que tienes por adelantado es la mejor alegría (o la más bonita, para ser fieles al alemán). Y es cierto. Llevo todo el mes viendo la morcilla en la nevera, y pensando en cuándo sería el mejor momento de comérmela. Como a nadie más le gusta en esta casa, además no necesito compartir, con lo cual, al ser mi placer solitario, el día ha de ser elegido con premeditación, aunque no con alevosía.

Y como la madalena de Proust, la morcilla me trae recuerdos e imágenes, y evoca asociaciones a muchas otras morcillas comidas en el pasado y las circunstancias y lugares de esos momentos. Así que hoy pensaba mientras me la comía en lo que me gusta que me den morcillas... Y más en un día como hoy, en el que mejor que no me tome nadie en serio, y menos yo a mí misma.

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