viernes, 25 de septiembre de 2009

Todo lo que cabe en St. Pauli

Mi hija de 9 años vino el otro día contando que el museo al que fueron con el cole está cerca de una calle en la que ella y otros niños de la clase contaron hasta 30 veces la palabra Sex ('sexo' en alemán), y que estaba puesta por todas partes y en todas variantes: que si Sex-Kino (cine erótico), Sex-Shop, Sex-Artikel. Y luego, "mamá, había tiendas en las que vendían cosas raras de goma...". A mi pregunta de si las profesoras les explicaron algo al pasar por allí, ella me dijo que no, que iban muy rápido "porque tenían prisa". Y los niños contando hasta 30 ...

Evidentemente era la Reeperbahn, la "milla del pecado", como la llaman aquí, una de las calles más importantes de Hamburgo y de las más concurridas. Es lugar para la diversión, para ir de copas, al teatro, y por supuesto que para el sexo. Muchas de las prostitutas se ponen enfrente de la comisaria de policía, y todo parece bastante ordenado. Cuando llegué a Hamburgo en el 90, me daba casi miedo pasear por algunas calles, pero con el tiempo se ha abierto más a todo tipo de público, desde que aparecieron varios musicales y teatros por allí. A mí me gusta ir, porque siempre hay gente por la calle, porque es interesante observar, y porque va gente de lo más normal. Por supuesto que no he entrado en muchos sitios, como en la Herbertstrasse, donde sólo pueden entrar los hombres, a "ver" a las mujeres en los escaparates, y elegir, claro, ni tampoco conozco muchos de los clubs conocidos que hay (bueno, rectifico: sólo conozco uno, de table-dance, y fue una experiencia). Pero muchos amigos míos de Hamburgo se sorprenden de que conozca la Reeperbahn mejor que ellos, y eso que no es tanto, ... pero siempre les digo que es porque "tengo que" llevar a los turistas, y que por eso digamos que me manejo por allí.

Recomiendo una visita a St. Pauli, por ser un barrio tan variopinto. Tienen un club de fútbol de segunda división cuyos fans son de los más auténticos que hay, y al que han salvado alguna vez, como una campaña que hubo para recaudar dinero hace un par de años durante la cual se veía a gente llevando camisetas con las inscripción "St.-Pauli-Retter" ('salvador de St. Pauli') e incluso "salvadorcito", cuando la llevaban bebés, junto con la calavera blanca, símbolo del club. Pero hay más curiosidades: en una bocacalle de la Reeperbahn hay una gasolinera que vende más litros de alcohol que de gasolina. Abajo de la Reeperbahn, en el puerto, hay un mercado de pescado, el Fischmarkt, donde no sólo se vende pescado, que comienza a las cinco de la mañana los domingos y donde se mezclan los madrugadores con los trasnochadores. Es una experiencia meterse a las ocho de la mañana en la antigua subasta de pescado y oír música en vivo y ver a la gente tomando cervezas. Luego tienen una verbena ambulante, el Dom, que ponen en una explanada tres veces al año. Se llama Dom, que significa 'catedral', porque allí estaba la antigua catedral de Hamburgo, que se quemó y que los hamburgueses, prácticos como son, decidieron no reedificar. Y plantaron en su lugar la verbena, que más bien es un parque de atracciones por el tamaño que tiene. Porque aquí todo lo que produce diversión se hace a lo grande, algo que parece chocar con el carácter alemán, pero no en Hamburgo, ciudad que se siente orgullosa de ser más tolerante que otras. Por eso, hasta apuesto que pone la palabra "sexo" más de 30 veces. Algún día iré con mi hija a contar.

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