miércoles, 9 de septiembre de 2009

El regalo del lenguaje

Nada me produce más fascinación que el lenguaje, algo que usamos cada día sin darnos cuenta, y que nos vincula a nuestra cultura más que incluso nuestro pasaporte. Porque a través de la adquisición del lenguaje entramos a formar parte de un ente en el que compartimos con los demás miembros una forma de ordenar y percibir el mundo. Porque el lenguaje es la principal forma de comunicación, y la única forma de dar salida a nuestros pensamientos y percepciones. Y tan valiosa me parece su producción oral como la escrita.

No es casualidad por tanto que estudiara filología, y que observe las palabras escritas y escuche todo lo dicho con interés de cirujano casi, con bisturí, para diseccionar las estructuras, a través de una mirada profunda buscando lo que se esconde detrás de cada palabra, y asociando, con unos y con otros idiomas. Nada más fascinante que eso, al menos para mí. Nuestro término, filología, se referiere a la 'amistad o amor por las palabras', y no se utiliza casi en alemán salvo para la filología clásica, pues en realidad es sobre todo el estudio de los textos escritos, y aquí se estudia no filología, sino Sprachwissenschaft, es decir, la ciencia del lenguaje. O sea que en alemán su estudio es una ciencia también, algo que siempre me ha sorprendido. Por eso me gusta seccionar tanto.

Lo admirable es cómo aprendemos a hablar y a manejarnos en nuestro ámbito lingüístico. Y maravillosa es la capacidad de adquirir dos lenguas maternas a la vez, el llamado bilingüismo, aunque siempre hay una que domine, lo cual tampoco supone ningún déficit por la ventaja con la que se parte. Siempre me pregunto si percibimos nuestro mundo en base a las coordinadas que nos proporciona nuestra lengua o si nuestra lengua nos impone la percepción de nuestro mundo. No soy defensora plena de la visión humboldtiana del lenguaje y de su identidad en base al constraste a las otras formas de ver el mundo o Weltanschauungen. Pero el uso "práctico" del lenguaje de los que nos movemos entre varios y entre varias culturas nos hace volver siempre a esa comparación. Y me tienta pensar que si la sintaxis alemana está tan organizadita, es porque va con la mente alemana, y porque tiene que ser así. Que si en español tenemos sonidos tan claros, vocales tan bien definidas, es porque no nos va el amaneramiento. Que si en alemán hay tantas palabras para hablar de la lluvia, será por algo... Que si nosotros usamos tantas palabrotas será por algo también. Pocas verdades científicas, pero sí que son observaciones de campo, y que me tientan a diario, por divertidas y por poco fundadas. Porque ciencia o no el lenguaje es uno de los bienes más preciados que tenemos y sobre el que pocas veces se reflexiona. Y como nosotros mismos, evoluciona también. Cuidémoslo.

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