martes, 2 de marzo de 2010

Peligros por doquier

Con hijos te puedes ahorrar ir al médico, pues con un diagnóstico como el que me ha hecho mi hija pequeña hoy en la consulta, casi me he preguntado que qué hacía dos horas esperando a que me tocara: "Bueno, si te hubieras partido la nuca, estarías muerta". Y claro, tiene razón. En comparación, el que lleve dos días sin poder mover el cuello es leve.

Y peor aún lo tienen los dos cadáveres que han sacado del hielo en poco tiempo: hoy uno de un hombre en un canal, y hace poco el de una mujer del Alster medio helado. Alguien que paseaba por la orilla del lago, vio una mano fuera del agua. Yo pensé en una película de terror a leerlo. Menudo susto para el paseante. Y bueno, siempre digo que preferiría morirme en el desierto que en el hielo.

Hoy ha aprobado el ayuntamiento 10 millones de euros para arreglar los agujeros causados por las heladas. Leyendo estas noticias, miedo me da conducir y que salgan brazos o piernas de alguien caído hace semanas, pues los agujeritos se las traen. Ahora dicen también que toda la tierra que se ha echado durante semanas, que hay que barrerla también. Eso nos toca a cada habitante, a cada uno el cachito de acera correspondiente. Si hubiéramos echado sal, hubiera pasado a "formar parte" del medioambiente... pero no era plan, aunque ahora pienso en mi amiga (española, claro), que en un ataque de arrebato, salió a la puerta de su casa con el salero. Antiecologismo español que podía haber acabado mal con algún testigo peleón. Pero el periódico anuncia que "mañana comienza la semana de barrer". No me estresen, no me estresen... Me encanta cómo nos organizan aquí la vida. Te sueltan una noticia así, y hala, a barrer, porque si no lo haces, alguna abuela peleona que pase por tu acera te puede denunciar.

Y tanto ecologismo para que Bruselas apruebe ahora una patata transgénica. Ah, no es para el consumo, leo ahora, sino para producir almidón. Después de que hace dos semanas han muerto en Alemania dos personas por consumo de queso del Lidl, no me fío nada. Y menos después de que el año pasado una mexicana que estaba escribiendo su tesis doctoral sobre el maíz transgénico me anunciara en una fiesta que tras lo que había investigado que no compraría nunca jamás un producto de Kellogg's. A nosotros lo que no nos mata nos engorda; a los alemanes, lo que no les mata les endurece, dice la expresión. No sé qué será mejor.

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