domingo, 28 de marzo de 2010

Una hora menos

Me encanta el cambio de hora de la noche pasada, pues eso significa que hoy será de día hasta las ocho de la tarde casi. Eso, en Hamburgo, tras el invierno tan oscuro, es como volver a la vida. A mí particularmente hoy me da igual que me hayan quitado una hora de este domingo. No soy una vaca a la que trastornen en su horarios y costumbres. Aquí siempre se habla de que los cambios de hora descolocan a los animales. A mí me descolocan otras cosas, aparte de que puestos a compararme con un animal tengo mucho de búho.

El peor cambio de hora que he tenido fue hace dos años. Un mes antes, sin pensar en esa hora que me quitarían, apunté a mi hija a un curso de natación en la piscina más cercana. Pues bueno, para los principiantes el curso comenzaba a las ocho de la mañana un domingo, el del cambio de hora, pero de eso no me di cuenta hasta los días de antes. Sentí el curso como un castigo divino a los que tenemos hijos en un país en el que los niños molestan, y así nos metían a todos juntitos en una piscina a las ocho de la mañana con los peques más ruidosos para que los demás nadadores se librasen de nosotros cuando llegasen. Pues bien, con el cambio de hora, el curso resultó empezar a las siete de la mañana, y como por ser el primer día, había que estar a tiempo, yo estaba ya con mi hija en la cola a las 6.30 h (vale, a las 7.30 h según el horario de verano; pero vaya horitas) y me acordé de Hamlet y lo de que "algo está podrido en el estado de Dinamarca", en mi caso Alemania. Ése sí que fue un cambio de hora traumático.

Y como hoy es Domingo de Ramos y el pistoletazo de salida a las celebraciones religiosas de la Semana Santa, recuerdo los Domingos de Ramos del pasado y pienso en la misa más larga del año, con el evangelio ése leído por tres y que yo leí alguna vez de niña en la iglesia. No sé a quién se le ocurrió decir que yo leía muy bien, y me pusieron de lectora a menudo. Y lo del Domingo de Ramos, era la actuación "estelar" del año. Además, el Domingo de Ramos había que estrenar algo, según reza la tradición, y estrenábamos zapatos o algún vestidito para la primavera. Recuerdo esos domingos soleados en Madrid.

Aquí hoy hace sol, tras una noche de diluvio. Nos han quitado una hora que yo hoy regalo encantada, pero ganamos una de luz más. Buen cambio. Quiero luz. Pueden quitarme unas cuantas horas más.

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