viernes, 26 de marzo de 2010

¿Dónde están los objetos normalitos? Bondades y cruces

Un amigo mío me comentaba hace poco sobre la imposibilidad de comprar productos normalitos, como los de toda la vida; es decir, antes, te comprabas un colchón, ibas a la tienda y comprabas uno, sin romperte la cabeza, y hoy los hay que si de espuma viscoelástica, y qué se yo cuántas posibilidades más. O al elegir el otro día una silla de escritorio para mi hija, casi me da un ataque de ansiedad, porque hoy día no existen las sillas normales, sino que se puede ajustar todo, desde el respaldo (eso es lo normalito) hasta los reposabrazos, todo; sugerían poner el asiento más pequeño y en unos años cambiarlo por uno de adulto. "No, no, eso no hace falta", dije, "ponemos el grande directamente y listo, que tire".

Y lo mismo con todo. Frigorífico. Elijan uno. Yo opino que hay que tener uno con una zona de 0° C, donde se conserva mejor todo lo fresco. Y horno, a ser posible uno de los que se limpian solos, mi gran liberación. Mi cuñado, que es cocinero profesional y profesor de cocina, dice que eso no hace falta, que los "restos" del horno son los que le dan el saborcillo tan rico a lo cocinado en él. Vale, ¡pero y lo que me he liberado yo por no tenerme que agachar más! Y sin quererlo nos vamos haciendo "expertos" en objetos, que cada vez saben hacer más cosas. Y aunque nos hacen la vida más fácil, nos la complican a la vez más ... sobre todo a la hora de elegir. Edredón: de plumas, sintético... (yo opino que sintético, por las alergias), plancha... un centro de planchado, ¡gracias Azu, otra de las mejoras de mi vida!, y lo bien que plancho ahora; que se lo digan a mi madre, que cuando regresa a Madrid tras estar un par de semanas en mi casa me dice: "Ay, lo que echo de menos tu plancha". Antes me decía que me echaba de menos a mí ..., pero lo acepto porque mi plancha es guay. ¿Qué más...?

Pero lo sorprendente es que las cosas acaban por perder su funcionalidad. Ejemplo: los parachoques de los coches. Por supuesto que quedan más bonitos si van del color del coche, tan bien pintaditos, ¿pero quién fue el listo al que se le ocurrió y se cargó la funcionalidad de un parachoques, es decir, parar los choques? Ahora, a nada que te des, se te va la pintura, para regocijo de los talleres. Pero qué bonito es mi parachoques. Pero yo quiero uno de goma, como los de toda la vida, o de metal de esos duros. Y que conste que ahora no he hecho nada; menudo entrenamiento llevo aquí en Alemania al aparcar. Hace poco en Madrid, volví a reírme con la "técnica" tan española de sacar el coche haciendo "boing - boing" al coche de delante y al de detrás. Aquí te denuncian por eso, pues es inaceptable tocar un parachoques de un coche. ¿No digo que son todos tan bonitos?

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