jueves, 18 de marzo de 2010

¿Dónde están los jubilados en chándal? ¿Y los crocus?

Están todos: el pájaro carpintero, el búho y los demás pajarillos. Hoy he vuelto a mi bosque, a correr, claro, pues no soy observadora de pájaros, pero sí corredora en baja forma. Tras dos meses sin pisar mi bosque, he vuelto a él y el pájaro carpintero sigue en su sitio, y todos los demás también, qué alivio. Por suerte no hay babosas... ya vendrán en verano y otoño (aquí de tamaño gigante, ... repugnantes). Pero no había ni un alma. En 50 minutos de bosque y calle por mi barrio no me he encontrado más que a una señora que iba paseando sola, y a un hombre con su perro. Y ya está.

Y he vuelto a pensar en dos comentarios muy agudos que me dijeron dos visitantes españoles el año pasado. El primero fue mi padre, que decía que por mi zona se ven más coches que a gente andando por la calle. Y el segundo fue un amigo de mi hermano que vino a Hamburgo con éste. Mirando por la ventana de mi cocina, que da a la calle, como no veía pasar ni un alma, dijo: "¿Es que a los jubilados no les dice el médico que anden?". Genial; todavía me río al pensarlo. Y tiene razón, pues en Madrid estos días he visto a montones de jubilados en chándal y con zapatillas de deporte andando con brío: en pareja, en grupo, solos y a grupos de marujas cotorreando a ritmo del paso. Los médicos españoles les mandan a todos que anden. Aquí, si la gente anda, lo hace de manera profesional, con zapatillas de senderismo y equipados como para subir al monte. O pasean los grupos de domingueros, contemplándose en la naturaleza, pero no hay jubilados en chándal andando. ¿Por qué? Al correr hoy y no encontrarme con ningún jubilado en chándal pensé que será porque aquí no hay listas de espera en el médico, y en España, entre cita y cita los entretienen a todos paseando, y con un buen cóctel de pastillitas. Todavía recuerdo el montón de pastillas que se tomaba mi abuela. Se las tomaba con el gazpacho o el aliño de la ensalada, y siempre decía: "¿Cómo sabrá cada pastilla para dónde tiene que ir?" Mi abuela era la típica de moño y vestida de luto rigoroso, y nunca hubiera salido en chándal a pasear. Pero los jubilados de hoy en España sí, las mujeres ya no llevan moño, se tiñen todas el pelo, pero se toman el mismo montón de pastillas igual.

Y luego he tenido otra desilusión: he tardado 45 minutos en encontrarme un crocus, o mejor dicho tres. Nada más salir de casa los he empezado a buscar. Pero no. Es la prueba de que el invierno ha sido muy crudo, pues otros años ya teníamos estas florecillas en febrero (en realidad son la flor del azafrán, y aquí salen por todas partes). Yo nunca he sabido tanto de flores como hasta que llegué aquí, y eso que sigo siendo de asfalto, pero digamos que el crocus es la salvación: es la florecilla que brota del suelo cuando todavía no brota nada, es decir, cuando los árboles siguen pelados, y no florece nada. Y luego siguen los narcisos y otras maravillas que nos indican que la primavera se acerca. Así que me he vuelto a casa pensando que con los 14° C (atención, sobre cero!) y sol, se acabarán de derretir los montoncillos de nieve aislados que quedan y además del pájaro carpintero, el búho, y una corredora en el comienzo de su segunda carrera deportiva acabará por salir todo el que tenga que salir: flor, bicho, o jubilados sin chándal.

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