lunes, 20 de septiembre de 2010

Qué bien tener estrés posvacacional

Sí que es cierto que al ver el otro día en el apartado El Viajero, de El País, un artículo con propuestas de viaje de cara a combatir la "depresión posvacacional", estuve a punto de dedicarle una entrada en este blog a tal sandez. Pensé que en qué sociedad vivimos, que tras el privilegio de poderte ir de vacaciones, nos sentimos abatidos por tener que trabajar, y que necesitamos de nuevo unas vacaciones nada más regresar, y me acordé de los parados que ni podrán irse de vacaciones y cuya depresión no es posvacacional sino existencial. De la misma manera me parece penosa la facilidad con la que se utiliza la palabra "depresión" para cualquier chorrada, cuando la depresión es una enfermedad muy seria.

Por eso anoche, al leer esto, me agradó que no sea la única que piensa así. Vivimos en una dinámica en la que los estreses o nos los creamos nosotros mismos o nos los crean. A mí aquí ya me estresan todos los dulces de Navidad en el supermercado, y ver que hay gente que verdaderamente los compra en septiembre. Y me estresan los anuncios para viajes navideños. Y me estresan las dos semanas de vacaciones de colegio que habrá dentro de nada, cuando el curso acaba de empezar. Y me estresan la lluvia y mi tos.

Pero no me estresa que esta semana vuelvo a mi trabajo, aleluya. Sé que no soy el mejor ejemplo para quejarme de estrés laboral, pero qué más quisiera yo, lo aseguro, pues me gustaría trabajar más de lo que hago, y ése es mi objetivo. Palabra de honor. Pero no quiero escribir de mí, que bastante contenta estoy de que por fin empiezo esta semana, aunque no me hace nada de gracia que voy a trabajar dos semanas, para volver a tener otras dos de vacaciones. Repito, no estoy contenta con la situación. Pero respecto a miles de cosas, a veces me pregunto que qué ejemplos somos para nuestros hijos si nos quejamos porque tenemos que trabajar, cuando como dice el que escribe la réplica al artículo, nuestros padres y abuelos se deslomaban. Y de la misma manera, los medios de comunicación se inventan síndromes sobre los que escribir y así vendernos cualquier cosa. Los niños tienen estrés por tener que estudiar (joder, -perdón- con lo que yo he hincado los codos siempre). Aquí en Alemania existe la manía de lamentarse porque los chavales tengan que estudiar tanto, que tengan deberes, que tengan "tantas" horas de clase en el instituto. El horario de mi hija es el siguiente: de lunes a miércoles de 8 a 13.25 h, los jueves de 8 a 15.50 h, y los viernes, atención, de 8 a 12.20 h, para compensar el estrés del jueves. El cambio de primaria a secundaria te lo pintan como si se tratase de las galeras, como si a los niños se les acabase con 10 años esa tierna infancia que ya les fue estropeada yendo al colegio de 8 a 13 h los cuatro cursos de primaria. Yo hasta ahora me creía que sí, que el cambio a quinto debía ser brutal, a juzgar por los comentarios de todos, y ahora me doy cuenta de que mi hija tiene algo más de trabajo, pero pienso que es lo normal, y cuando me preguntan que qué tal, que debe estar agobiadísima, yo digo que no, porque no lo está. Está encantada de que por fin se ponga interesante la cosa. Pero me puedo poner yo a dramatizar y meterle miedo y quejarme porque tiene que hacer deberes los fines de semana, y peor aún, crearle estrés psicológico, y cualquier síntoma, como dolor de barriga o de cabeza, achacarlo al estrés.

Por supuesto que hay gente muy explotada, que gana una miseria, y trabajar no es sentirse realizado en la mayoría de los casos, pero trabajar es un privilegio, y más en los tiempos que corren. Y a través de tu trabajo formas parte de la sociedad y te permite ser un ente autónomo, y eso es lo principal, pienso, no depender de nadie. Seguro que alguien que se dedicase a combatir el estrés posvacacional, posnavideño, y todo lo que se nos ocurra, a base de viajes, acabaría diciendo que tanto viaje estresa, tanto ir y venir, ya que de lo que se trata es de quejarse. Y que conste que yo soy una experta, como todos.

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