jueves, 23 de septiembre de 2010

Un derecho belga

A veces hay titulares que a lo mejor a muchos no les dicen nada, pero que a otros muchísimo. A mí el siguiente me ha hecho reír a carcajadas. Traduzco del alemán al español: "Presos belgas en Holanda quieren mejor comida". Se remiten a la noticia de Het laatste Nieuws, el periódico sensacionalista belga en lengua flamenca, tipo Bild. Es una noticia breve, y como esto hay que indagarlo, me dirijo al original, "Belgische gevangenen lusten Hollandse kost niet", y leo la noticia. Las cárceles belgas están tan repletas que tienen alquiladas celdas en las cárceles holandesas, al fin y al cabo a un saltito del territorio, y encima con la misma lengua. Pues bien, los presos belgas se han quejado ante varias instancias por la comida para calentar en el microondas que les sirven: a la dirección de la prisión, abogados... y ahora por carta al mismísimo rey belga. La tienen que calentar ellos mismos en el microondas de la celda, y es siempre el mismo tipo de comida, envasada al vacío, hasta el pan que comen por la tarde para cenar.

Es difícil de comprender para quien no conozca la gastronomía de ambos países, pero hay mundos entre ellas. Se dice que la comida francesa es lo máximo en cuanto a fineza o calidad de los alimentos. Puede ser, pero lo mismo es la belga, pero las cantidades son mejores. No te ponen una monería en el plato, sino que te lo llenan. Es muy difícil no comer bien en Bélgica. Tienen platos tradicionales exquisitos, y encima te llenas la barriga. Saben servir en cualquier sitio bien cualquier comida, y me imagino que hasta en las cárceles... Hasta en los comedores grandes ponen comida digna de restaurante, y cuidan mucho el detalle. Los belgas tienen el paladar exquisito, y no hay más que entrar en los supermercados para darse cuenta. Aparte de otras cosas, yo echo de menos los supermercados belgas, y mi favorito, Delhaize, merecería una entrada de blog.

Pues bien, la comida holandesa es todo lo contrario: tienen algún plato típico, el stamppot, que puede estar bueno, pero digo "puede" si no es recalentado del microondas. Una vez oí a un alemán definirlo como el plato en el que meten todas las sobras (los holandeses tienen fama de tacaños, ... y no es sólo fama, lo aseguro), y lo machacan, haciendo una pasta incomible a veces. Tienen unas croquetas de carne que están muy buenas... las vleeskroketten, y lo que han asimilado muy bien, y como comida propia, es la comida indonesia, lo mejorcito del país. Pero por lo demás, habiendo ido mil veces Holanda, puedo asegurar que rara vez me haya parecido la comida nada especial: ni en bodas, restaurantes o fiestas. Y encima lo pagas o lo pagan a precios de Bocusse (exagero, por supuesto, pero la sensación en muchas ocasiones es que te están tomando el pelo). La última vez que estuve en Holanda, vi que a un amigo mío (alemán) le habían regalado un libro titulado "Dutch cooking today", y le dije "guau, esto lo tengo que leer yo ahora mismo...", pero a lo mejor es mi ignorancia. Los holandeses hacen mucho paripé a la hora de comer, pero en realidad, de los países que conozco a fondo (no son tantos), es el que menos cultura gastronómica propia tiene. El caso es que hay un supermercado maravilloso en Holanda, el Albert Heijn, que es el rey de los supermercados del país, cuya calidad en los productos es excelente. Yo siempre voy y cargo el carro, pero de galletas, crema de cacahuetes (el llamado Pindakaas, riquísimo), ciertos lácteos, como vla, yo diría que una mezcla de yogur y pudding que sólo existe en Holanda, y queso, por supuesto. Pero salvo la sopa de guisantes o el boerenkool, la col verde (que los alemanes preparan mejor, por cierto), y poco más, no tienen nada especial, y en general se les nota que les da igual comer cualquier cosa. Y los horarios son de lo más "flexibles" que existen: un holandés se come una rebanada de pan, o un pan con salchicha o croqueta de carne sacada de la "pared" como llaman a las máquinas que hay por las ciudades, donde metes dinero y te sale alguna de estas exquisiteces, recalentada, y se queda tan ancho. Y así tiran hasta la hora que sea necesaria: las siete, las ocho, las nueve, ... sin haber comido en muchos casos nada caliente. Yo no soy comilona, ni comer es mi afición o pasión, pero aseguro que en ningún país me descolocan más en cuanto a hábitos y horarios como en Holanda.

Así que el titular habla mundos: para un presidiario belga, tenerse que comer "eso" es parte de la condena. Puedo imaginar que hasta serían capaces de pedir una reducción de la pena. Además, los belgas odian a los holandeses. Y estos últimos se desviven hablando de la exquisita comida belga; no me extraña. Es un amor no correspondido. A saber cómo reacciona ahora el rey de todos los belgas, francófonos, flamencos, y presidiarios, pues la comida es algo sagrado en Bélgica, y serían capaces de incluirlo en la Carta de los Derechos Humanos.

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