viernes, 24 de septiembre de 2010

Ser o no estar

Cuando en las clases de español tengo que explicar la diferencia entre "ser" y "estar", siempre me acuerdo de la canción de Alejandro Sanz de "No es lo mismo", por la frase "No es lo mismo ser que estar", ... porque no, no es lo mismo, ya quisieran los que lo aprenden, ya que en otros idiomas sí es lo mismo, pues no tienen esa diferenciación. Y a ver cómo se lo vendemos, salvo agarrándonos a ciertas normas que hay para diferenciar ambos usos que el alemán, el inglés o el francés resuelven con un mismo verbo. No en italiano, que diferencia también, y los portugueses expresan el "estar" con el "ficar", así que somos los más meridionales los que diversificamos. Como me encanta simplificar y exagerar a la vez, yo siempre les digo a mis alumnos que las dificultades mayores de nuestro idioma son el "ser y estar", el "por y para", y el subjuntivo. Con eso les asusto ya en la primera lección, por la creencia generalizada de que el español es fácil, y así quedan las cosas claras: con esos tres cosas hasta los más ávidos de aprender tienen de sobra para demostrar su pericia, pues los temitas se las traen.

De la misma manera que nos dificultan el trabajo a los "mediadores del idioma" (Sprachvermittler), como se nos llama aquí de manera tan sosa a los que enseñamos un idioma, con uno de esos eufemismos que tanto nos gustan hoy día para no llamar a las cosas por su nombre. Los métodos didácticos de hoy día te dicen que tú como profesor "acompañas", no enseñas, son los alumnos los que descubren, los que experimentan, y tú "estás" ahí, no "eres", qué bonito. Y anoche, les volví a "hacer ver" el contraste: les dije que podemos ser y estar o estar o no ser, o no estar y ser, que todo eso se puede en español. Somos alumnos pero estamos en la clase, somos alemanes o españoles, pero estamos en Alemania, somos alumnos, pero estamos o no estamos en la lista (al final mi curso tiene lugar, peleona que soy cuando quiero algo). Y siempre pienso en que a saber lo que Shakespeare quiso decir con el "To be or not to be, that is the question", 'Ser o no ser, ésa es la cuestión", porque yo me pregunto si no quiso decir "ser o no estar, ésa es la cuestión", o "estar o no ser". Quién sabe. El traductor fue muy cómodo. Yo hubiese puesto una buena nota a fin de página, aclarando el jaleo. Porque eso no puede quedar así, tan simple.

Hay casos clarísimos: somos profesores, mecánicos, médicos, poetas; estamos cansados, aburridos, hambrientos; somos altos, bajos o gordos; estamos en Hamburgo, en Madrid  o en Roma; España está en el sur de Europa y Alemania está en el norte. Pero luego empiezan las dificultades: puedes ser camarero o estar de camarero, no es lo mismo; ¿y que ocurre con la soltería? ¿eres o estás soltero? Los estados civiles son, como su propio nombre indican "estados", es decir, algo variable, y los estados se expresan con "estar". El matrimonio es un estado, y por tanto se dice "estoy casado" y  no "soy casado", pero la soltería puede ser ambas cosas: "Estoy soltero" sirve tanto como "Soy soltero", que viene a ser lo mismo que decir "soy libre" o "estoy libre".

Pero no es lo mismo ser guapo que estar guapo, o ser bueno que estar bueno, o ser malo o estar malo, o ser orgulloso o estar orgulloso, o ser listo o estar listo, o ser callado o estar callado, o ser feliz o estar feliz.

Parecerán obviedades, pero no lo son. No hay nada menos obvio que el idioma. Casi es mejor no pensar él, como hacemos cuando hablamos el nuestro materno, pero el "ser" y "estar" son la base de toda filosofía. Debería crearse una corriente filosófica. A todo esto llevo varios días queriendo decir que esta semana se han cumplido 150 años de la muerte de Arthur Schopenhauer, que fue llamado filósofo del pesimismo. Vivió en Hamburgo, lo cual yo no sabía, pero se fue, para poder "ser", pues su familia quería que fuese lo que había de ser la gente importante en esta ciudad: comerciante. Pero él además de "ser", "estaba", y pensaba, y formuló su frase célebre de que "Der Mensch kann zwar tun, was er will, aber er kann nicht wollen, was er will", 'El hombre puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiere". Mmmm. Y todo esto lo explicó en base a que el mundo se rige por un principio irracional, y que la voluntad no es una decisión sino que es un impulso, y por la irracionalidad del mundo se ve siempre insatisfecha y por eso se sufre. Yo no me creo que fuese tan pesimista como se dice, pues si aplicamos su filosofía al tema que me ocupa, aprender el uso de "ser" y "estar" es querer hacerlo y por mucho que "queramos", no podemos querer lo que queremos, aunque sea posible. Aceptar eso es el mayor realismo en lo irracional. Pero somos a veces tan tozudos que a lo mejor lo conseguimos.

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