Menudo peliculón. Rara vez sale uno del cine con esta sensación y anoche me ocurrió. "Das weiße Band" ("La cinta blanca") del director austriaco Michael Haneke sorprende. El tráiler daba pocos indicios y más bien parecía una película con demasiada tragedia y personajes estereotipados. Pero no: desde la primera imagen te engancha una historia que tiene muchos matices pero tan bien presentados que no puedes olvidar ninguno de ellos durante toda la película; la sensación de intriga y el ritmo tan adecuado se mantienen, a pesar de que dura 144 minutos de los que ninguno se hace largo. Al comienzo pensé que sería imposible mantener ese ritmo tan bien logrado, y mi escepticismo hacia la película despareció, pues no decepciona en ningún momento.
La acción transcurre el año antes de la I Guerra Mundial, en un pueblo protestante del norte de Alemania donde la moral y las reglas reinantes encorsetan a todos. El cura protestante y otras figuras del pueblo determinan las "buenas costumbres", y la educación de los niños es fría y bestial. El subtítulo de la película "Eine deutsche Kindergeschichte" ('Una historia infantil alemana') da indicios de que los niños son en realidad los protagonistas de la historia, y a la vez se mantienen por detrás siendo los adultos los que determinan, ordenan, fustigan, abusan y maltratan, pero ellos se escapan a todas las reglas, y crean las suyas, en silencio ...
Y así se suceden misteriosos acontecimientos, que nadie sabe explicar. La mano de los niños está detrás, como se empieza a sospechar con las miradas que se lanzan entre ellos, la amabilidad sospechosa de la líder, y de la manera en que mismo a los espectadores se le escapan esos niños tan pérfidos pero víctimas a la vez. La cinta blanca que les ponen para recordarles que se tienen que comportar de acuerdo a las normas no consigue más que atarles a un silencio que produce pavor. La película empieza con una frase de la voz en off que narra los hechos, algo así como que esta historia se puede ver como explicación de mucho de lo que pasaría después en este país. Tema sensible, arriesgada tesis. Pero yo la trasladaría a cualquier país: todo tipo de educación reprimida, abusiva, y moralista sin límites, produce víctimas pero a la vez verdugos. La religión tan extremista ahoga y envenena a la gente. La atmósfera recreada en ese pueblo del norte de Alemania, es para mí un ejemplo de otros muchos. A la mente me vino "Los Santos Inocentes".
Muy acertado me parece el silencio durante toda la película. No hay música, ni siquiera con las letras del comienzo y del final. Está rodada en un blanco y negro que resulta extraño, y ese silencio impuesto e autoimpuesto por todos, que no quieren ver, se masca en el ambiente. Silencios que ahogan, pero que no reprimen, como las cintas blancas. Muy bien merecida Palma de Oro en Cannes este año.
domingo, 8 de noviembre de 2009
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