miércoles, 11 de noviembre de 2009

Todo lo que se puede celebrar un 11 de noviembre

Dos cosas me parecen muy curiosas cada 11 de noviembre en Alemania: que tenga tanta importancia el día de San Martín, y que hoy comience la temporada de carnaval. Cada 11 de noviembre a las 11 horas y 11 minutos se da por abierta la "quinta estación del año", como se denomina aquí al carnaval. La primera vez que vi en la tele a la gente disfrazada en noviembre, esperando el anuncio de que ha comenzado y gritando de alegría, pensé que estaban todos locos. Pero acabo de leer, ay qué traquila me quedo, que en realidad no se puede decir que sea todo ese tiempo carnaval, sino tan sólo el pistoletazo de salida para los preparativos. De todas formas, me parece surrealista el despliege de festividades el día de hoy en las zonas carnavaleras (en la cuenca del Rin).

Y hoy es San Martín, y con ello me vienen las cancioncillas a la cabeza: "Sankt Martin, Sankt Martin, Sankt Martin ritt durch Schnee und Wind..." o "Laterne, Laterne, Sonne, Mond und Sterne", por haber ido demasiadas veces con mis hijas con las comparsas típicas. Los niños hacen en las guarderías y colegios los farolillos que llevan ese día (otra razón para hacer manualidades). Se puede llevar el farolillo colgado de un soporte de plástico con una bombillita, todo Made in China, pero los alemanes, defensores de la autencididad de los materiales prefieren un palito de madera con un alambre con el que los niños se pueden sacar muy bien un ojo, y que la vela de la Laterne sea auténtica. Pero no teman, en cada desfile de San Martín hay un camión de bomberos preparado para lo que pueda pasar. A los niños les encanta el evento (o es lo que se piensan los adultos), el salir a esas horas de la noche (a las cinco o las seis es noche cerrada). Yo más bien lo veo como sigue: si vives en una zona con tanta naturaleza, lo normal es que les encante meterse por bosques, y con la oscuridad de la noche te vas metiendo por barrizales y pasas mucho frío (suele llover). Encima las velitas dichosas se van apagando cada dos por tres (ja, yo siempre llevo el palito de plástico con pilas para cuando me harto de la vela ...). El niño se empieza a cansar, y te pregunta que cuando se acaba. Tú vas pendiente de que no se te caiga al arroyo o se caiga en un agujero cubierto de hojas, o que se le vuele el farolillo o se prenda fuego (ocurre: he visto varios arder). Cuando por fin llegas al punto donde escenifican la leyenda de San Martín, te acabas de congelar, como el pobre con el que, según cuenta la leyenda, San Martín comparte su capa: San Martín va montado a caballo, vestido de romano, se encuentra con el pobre que está helado (como yo), y con su espada corta su capa a la mitad y la comparte con él. Todos cantan felices y luego reparten los panecillos típicos de San Martín. Lo normal es que de tu pan des trocitos a otros, o cojas los que te den. Reconozco que el año pasado, no me comí el trozo todo manoseado que me dio un niño ... Este año, con la gripe A, probablemente haya cartelitos diciendo "Prohibido compartir". De todas formas, este año es el primero en siete en el que me libro de salir con el farolillo. Las ventajas de que tus hijos crezcan.

A todo esto es muy típico comer ganso por estas fechas el Martinsgans, como se llama. Yo con lo del ganso me acuerdo de los cerdos, y de la expresión española "A todo cerdo le llega su San Martín". Nunca, ni por haber crecido en un país católico he conocido la historia de San Martín hasta que llegué aquí, y aquí es como la Navidad, pues no tiene matices religiososos; es parte del happening otoñal. Pero cuando me sentí algo friqui fue en Bélgica, cuando el día 11, convocados por el colegio alemán, desfilamos todos por el bosque de Tervuren y los belgas nos miraban, como si fuéramos una secta. A mí me dieron ganas de cantar "Hare krishna, hare krishna, hare, hare, hare krishna...". A todo esto en Bélgica el 11 de noviembre es fiesta: es el día del Armisticio. Curioso me pareció estar en un país en el que la I Guerra Mundial está todavía tan presente. Y allí los veteranos de la guerra rinden homenaje a los caídos, en ciudades como Ieper y la zona de las brutales batallas, donde impresionan los cementerios abiertos que impregnan el paisaje.

Cada uno celebra lo que puede, menos los gansos y los cerdos. Para que no digan que el 11 de noviembre no tiene su jugo ...

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