viernes, 18 de diciembre de 2009

Como la orquídea

Tengo una orquídea de una especie rara desde hace cinco años. Cuando la compré era una plantita mini. Ahora ya no lo es, aunque sigue estando metida en un tiesto demasiado pequeño para lo que ha crecido ya. Hoy me he vuelto a soprender, pues está en flor. Es un misterio para mí, pues con mi cuidado lo normal sería que se marchitara, pero ahí sigue, y una o dos veces al año me sorprende cuando florece. La tierra tiene aspecto descuidado, no la abono nunca, y hace mucho que debería haberla pasado a un tiesto más grande. Encima le tocó a la desdichada hacer una mudanza, internacional además. Y ahí está, cada vez más grande y desafiante, como diciéndome "a ver si te crees que no tengo personalidad como para plantar cara a alguien que me ignora como tú", pues demasiado poco la riego. Pero ahora mismo está en flor, con la belleza de siempre.

Será el truco. Poquita agua, dejarla secar a menudo, para no alimentarla. Como el corazón. A veces parece que se te seca, pero ciertos sentimientos no desaparecen jamás, aunque no los alimentes. Lo que tiene que crecer crece, incluso en las condiciones más adversas. Imposible evitarlos. Merece la pena dejarse llevar y disfrutarlos, porque te hacen sentir más vivo que nunca.

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