viernes, 25 de diciembre de 2009

Consejos anuales

Millones de hogares alemanes habrán pasado parte del día hoy con lo que no acabaron de hacer ayer: construyendo casas o artefactos de Lego y Playmobil. Los niños, por muy hábiles que sean, no son capaces de hacerlo solos, y lo que empieza muy bien, con mucha alegría y ánimo, acaba muy mal, con niños desesperados porque o no encuentran una pieza, o porque no saben cómo continuar, y los padres "atacaos", porque si le dices al niño que se aguante, que tampoco es tan importante enfadarse por eso el día de Navidad, tienes dos opciones: o aguantar el ronroneo del niño lloriqueando su frustración, o tú como padre reconcomerte de la tuya. Al final puede la armonía del día de Navidad y acabas cediendo, para que todos tengan la fiesta en paz. Porque es Navidad. Al menos yo, con la excusa de que si yo no cocino no lo hace nadie en esta casa, me he dedicado a las tareas propias de las madres estos días, que son las que organizan los menús de estas fiestas. Cada uno tiene su función. Padres y madres.

Como los reyes o presidentes de cada país. Hoy hemos escuchado aquí el discurso navideño del Presidente de Alemania, Horst Köhler. Nos ha recordado a los alemanes lo grandioso de la caída del muro. Y ha alabado a todos los que hacen algo por el país: las fuerzas de seguridad, los que trabajan con los enfermos, con los necesitados. Ha recordado a los soldados en Afganistán, y los malos momentos del año, como cuando un chaval mató a 15 compañeros de instituto en Winnenden. Y ha lanzado la pregunta de si somos achtsam los unos con los otros, si prestamos atención a los demás. La crisis ha sido tan sólo mencionada en una frasecita en el discurso, y viene a decir que el dinero ha de estar a nuestro servicio y no dominarnos. Y tras esta mención vuelve a recordarnos nuestras obligaciones como ciudadanos. La palabra achtsam ha aparecido varias veces, también en relación con la naturaleza, que seamos respetuosos con ella, y que prestemos atención a todo lo que nos rodea. En un discurso en el que el tema central es el deseo a que prestemos atención a nuestro entorno, me pregunto si la sociedad alemana es tan individualista, tan cerrada en sí misma, sin problemas más allá de las propias cuatro paredes, si cada uno no ve más allá. Pienso que sí.

Y el discurso de nuestro Rey es más de lo mismo, ya que cada país tiene su cruz; aunque oyendo al presidente alemán, aquí parece que salvo por ser unos egoístas y unos ciegos no tenemos ningún problema. Sin embargo en España necesitamos consenso, como nos recomendó, unidad en los partidos. La crisis ocupó gran parte del discurso, y la necesidad de crear empleo. Habló de las víctimas del terrorismo, de la violencia de género, de la drogadicción. Mencionó la proyección internacional de España. Las tareas que se nos avecinan. En fin, me suena mucho más complicado que prestar atención a mi alrededor.

Discursos diferentes en contextos diferentes. Hasta el ambientillo era distinto: Köhler con la velita típica de Adviento encima de la mesa (lo que nos gustan las velitas aquí), y el Rey con el árbol tan recargado y el belén barroco delante. Y ahora pienso en el discurso del rey belga los años que le escuché. Todos los años apela a la unidad entre valones y flamencos (y seguro que lo hizo ayer, ahora que encima se ha ido van Rompuy, con lo unificador que ha sido en un año). Al oírle pensaba siempre en la citada frase de que el único belga es el rey, el resto son o flamencos o valones, y por lo menos en Nochebuena ves a un belga en la tele. Y en cada país es lo mismo: cada jefe de estado echará el discursito típico. Como si les hiciéramos mucho caso cada año.

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