lunes, 28 de diciembre de 2009

"Entre los años"

Suena raro en español, pero en alemán existe esta expresión para denominar los días en los que nos encontramos entre hoy y Nochevieja: zwischen den Jahren, es decir, los días que están "entre los años", los días laborables de después de la Navidad del año que se acaba, y del que está a punto de empezar. Me encanta la expresión por anodina, por no decir nada en realidad. Lo de "entre los años" viene a ser el transitar con la barriga llena por el nirvana de estos días, tras las comilonas de los anteriores (aquí con el 26 uno más, recuerden), y esperando al 31 con la que se avecina. Y en estos días de entremedias, se hace poco. La expresión la aprendí en el trabajo, cuando la gente luchaba por cogerse libre "entre los años". A mí no me importaba trabajar esos días, porque la oficina estaba tranquila, no sonaba el teléfono y me ahorraba los días para otra ocasión menos sosa. Porque estos días son sosos. Pocos trabajan, pero los que más lo hacen son los de las tiendas, atendiendo a todos los que quieren cambiar regalos de Navidad o gastar el dinero que han recibido. Como a la gente le entra las prisas, algunos quitan ya hasta el árbol de Navidad; algo hay que hacer. También puede ocurrirte que quieras comprar algo típico navideño estos días y ya no puedas: porque al igual que te ponen los dulces navideños en el supermercado el 1 de septiembre, y el resto de cosas las puedes comprar en octubre ya, no vayas buscando velitas o algo típico ahora tras la Navidad, pues lo quitan todo muy rápido. Una actividad para a partir de mañana será comprar los fuegos artificiales para Nochevieja. Aquí todo el mundo tira sus fuegos artificiales y petardos particulares a la puerta de su casa, y la venta oficial es siempre dos días laborables antes de Nochevieja, este año el 29 (antes está prohíbido; a partir del 31 también; estamos en Alemania, todo está regulado). Así que ese día saldrán todos en estampida, no sea que luego no haya. Y de repente se verán los símbolos de estos días, los de la buena suerte para el año nuevo: los deshollinadores, los cerditos, y el céntimo del euro (antes era el Pfennig, la centésima del marco alemán). Y venden plantitas decoradas con estas cositas, o te los ponen pinchados en cualquier bollo, o artefacto. O sea que más compras.

"Entre los años" los niños se ponen pesados. Aquí ya no tienen regalos que esperar, y ya no sirve el "como no te portes bien, no te van a traer nada". Ya no cuela. En teoría deberían jugar con los juguetes recibidos, y no pegarse. A mis hijas, estos días tan largos, pisando poco la calle les da para todo: para jugar, para abrazarse, quererse, y a los diez minutos matarse. Son los momentos en los que pienso en mi padre, que cuando éramos pequeños decía: "Ay, si viniera Herodes". Muy apropiado en un día como hoy, el de los Santos Inocentes. Aquí no se sabe que existe ese día, ni es día de gastar bromitas (aquí es el 1 de abril; miren lo anglosajones que somos). Pero yo sí lo sé, y todos los 28 de diciembre me acuerdo de Herodes. Y de mi padre, que es una persona muy aguda.

Pero aguda es también la expresión zwischen den Jahren, y la mejor manera de sorprender a los alemanes. Si como extrajero la usas, demostrarás un gran conocimiento del país: unos amigos me comentaron hace poco que les hace gracia que yo la usara al contar lo que vamos a hacer estos días, es decir, más bien poco. Es una expresión que demuestra tu grado de adaptación como extranjero, según me dijeron en plan guasón. Pero razón no les falta. Porque hoy me siento "entre los años", y creo que no soy la única. Los que tienen que trabajar, por pringados, y los que no, por tener la sensación de nada.

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